IDEOLOGIA Y TOTALITARISMO
José A. Arias
LA NECESIDAD DE ABORDAR EL TEMA.
Hace ya más de tres décadas, cuando abandoné la docencia en las aulas universitarias, el tema de la cuestión de los mecanismos de influencia colectiva entre amplios sectores empezó a motivarme. Muchos, un tanto a priori, hablan de “psicología de las masas “y su influencia en el tratamiento de los problemas que se derivan de su aplicación en el plano sociológico. Pero la cuestión no es tan sencilla, es de raigambre secular y más allá de las simples apariencias se trata del uso de elementos muy bien estructurados.
En nuestros países, peyorativamente llamados subdesarrollados, el problema tiene también raíces históricas. “El término-en referencia al subdesarrollo, n.de aut.- es equivoco: más que una descripción es un juicio. Dice, pero no explica…es un concepto tecnocrático que desdeña los verdaderos valores de una civilización…Es un concepto etnocentrista. Esto no significa desconocer los problemas de nuestros países: la dependencia económica, política e intelectual del exterior; las inicuas desigualdades sociales, la pobreza extrema al lado de la riqueza y el despilfarro, la ausencia de libertades públicas, la represión, el militarismo, la inestabilidad de las instituciones, el desorden, la demagogia, las mitomanías, la elocuencia hueca, la mentira y sus máscaras, la corrupción, el arcaísmo de las actitudes morales, el machismo, el retardo en las ciencias y en la tecnologías, la intolerancia en materia de opiniones, creencias y costumbres. Los problemas son reales (pero) ¿lo son los remedios?. El más radical después de veinticinco años –ahora ya cincuenta, n. de aut.-de aplicación, ha dado estos resultados: los cubanos son hoy tan pobres o más que antes y son mucho menos libres; la desigualdad no ha desaparecido: las jerarquías son distintas pero no son menos sino más rígidas y férreas; la represión es como el calor: continua, intensa y general; …La Revolución cubana se ha petrificado: es una losa de piedra caída sobre el pueblo…Y lo más grave: han sido y son incapaces de resolver el problema político central de la sociedad: el de la sucesión, es decir, el de la legitimidad del gobierno. Así, lejos de suprimir la inestabilidad, la cultivan.” (1)
Con la materialidad de un escenario como el anterior nos enfrentamos a la necesidad de explicar el por qué de su vigencia en connivencia con una aparente disgregación de carácter gnóstico. Hay, sin dudas, una estrecha relación entre ideología y gnosticismo y a pesar de la importancia del elemento cronológico, la influencia de esa relación forma parte del estereotipo filosófico en el contenido, sobre todo, de la ideología política.
EL ORIGEN DEL CONCEPTO.
La inclusión original del término data de finales del siglo XVIII -1796- por Destutt de Tracy y se refería a la “ciencia que estudia las ideas, su carácter, su origen y las leyes que las rigen. Medio siglo más tarde, el concepto es dotado de un contenido combativo por Carlos Marx, para quien la ideología es el conjunto de ideas (erróneas en su mayor parte) cuya relación con la realidad es menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su estado de opresión”. (2)
Es curioso, sin embargo, que el marxismo clásico y los practicantes de su ortodoxia; comenzando por el propio Engels, principal colaborador de Marx, produjeran una inversión más cercana al elemento sociológico y le dieran al término la negativa impresión que hasta hoy ostenta. En carta de 14 de julio de 1893 Engels escribió: “La ideología es un proceso que se opera por el llamado pensador conscientemente, en efecto, pero con una conciencia falsa. Las verdaderas fuerzas propulsoras que lo mueven, permanecen ignoradas para él; de otro modo, no sería tal proceso ideológico. Se imaginan, pues, fuerzas propulsoras falsas o aparentes. Como se trata de un proceso discursivo, deduce su contenido y su forma del pensar puro, sea el suyo propio o el de sus predecesores. Trabaja exclusivamente con material discursivo, que acepta sin mirarlo, como creación, sin buscar otra fuente más alejada e independiente del pensamiento; para él, esto es la evidencia misma, puesto que para él todos los actos, en cuanto les sirva de mediador el pensamiento, tienen también en éste su fundamento último” (3)
Para nosotros y de acuerdo a la contemporaneidad del concepto: “La ideología es una construcción de la fantasía que funge de soporte para nuestra realidad: una ilusión que estructura nuestras relaciones sociales efectivas, reales, y por ello encubre un núcleo insoportable, real, imposible. La función de la ideología no es ofrecernos un punto de fuga de nuestra realidad, sino ofrecernos la realidad social misma como una huída de algún núcleo traumático, real…Romper con la ideología no es posible a través de la confrontación de los ideologemas con la realidad perceptible, pues lo que caracteriza a la ideología no es plantear enunciados falsos, sino el modo por el cual pretende invisibilizar la conflictividad generada por lo Real. Como hemos observado anteriormente, la ideología funciona plenamente cuando el sujeto no siente ninguna oposición entre ella y la realidad”. (4)
EL ARGUMENTO Y SUS MANIFESTACIONES HISTORICAS.
Para demostrar la validez del argumento que nos ocupa debemos expresar que”…cada ideología es una cosmovisión que pretende despojar al hombre de su libertad, sumergiéndolo en una mentira, convirtiéndolo en una masa que se pretende manipular y, si triunfa, dominar. Desde ese punto de vista las ideologías son herramientas de control social…la ideología interpreta los actos personales y colectivos de los grupos o clases sociales, a cuyos intereses sirve, y explica la realidad de una forma asumible y tranquilizadora para que pueda mantenerse la justificación previa tal como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de la circunstancia real”. (5)
Atenidos a lo anterior el argumento tautológico de la ideología se convierte en uno de los principales; así que el fachismo, el falangismo, el socialismo y el nazismo encuentran su campo de batalla por excelencia en los marcos históricos del pasado siglo y se desgastan entre sí demostrando que el concepto ideológico que en cada caso les sirvió de estructura, hace también aparecer la elusiva imagen de lo que en la antípoda es el reflejo de una realidad diferente a la que se trató de imponer y, como contrario fuera de cualquier esquema ideológico.
En lo personal lo más preocupante, por insensato, es la particular validez que ha tenido el concepto en nuestros países de Hispanoamérica; manejable en los siguientes términos:”…Nuestros intelectuales han abrazado sucesivamente el liberalismo, el positivismo y ahora el marxismo-leninismo; sin embargo, en casi todos ellos, sin distinción de filosofías, no es difícil advertir ocultas pero vivas, las actitudes psicológicas y morales de los antiguos campeones de la neoescolástica. Paradójica modernidad: las ideas son de hoy, las actitudes de ayer. Sus Abuelos juraban en nombre de Santo Tomás, ellos en el de Marx, pero para unos y otros la razón es un arma al servicio de la verdad con mayúscula. La misión del intelectual es defenderla. Tienen una idea polémica de la cultura y del pensamiento: son cruzados. Así se ha perpetuado en nuestras tierras una tradición intelectual poco respetuosa de la opinión ajena, que prefiere las ideas a la realidad y los sistemas intelectuales a la crítica de los sistemas”. (6)
Para nuestro caso –el cubano- el dogma es posiblemente el componente más a tono del pseudodiscurso ideológico:”…Ninguno de nuestros dictadores, ni los más osados, han negado la legitimidad histórica de la democracia. El primer régimen que se ha atrevido a proclamar una legitimidad distinta ha sido el de Castro. El fundamento de su poder no es la voluntad de la mayoría expresada en el voto libre y secreto sino una concepción que, a pesar de sus pretensiones científicas, tiene cierta analogía con el Mandato del Cielo de la antigua China. Esta concepción hecha de retazos del marxismo (del verdadero y de los apócrifos), es el credo oficial…se repite la archisabida fórmula: el movimiento general y ascendente de la historia encarna en una clase, el proletariado, que lo entrega a un Partido que lo delega a un comité que lo confía a un jefe. Ese jefe (cualquiera de los Castro) gobierna en nombre de la historia. Como la voluntad divina, la historia es una instancia superior inmune a las erráticas y contradictorias opiniones de las masas. Sería inútil tratar de refutar esta concepción: no es una doctrina, sino una creencia. Y una creencia encarnada en un partido cuya naturaleza es doble: es una iglesia y es un ejército”. (7)
Tampoco en lo económico es diferente y aunque la ideología forme parte del aspecto superestructural; Joseph Shumpeter el economista de origen alemán autor de “Diez Grandes Economistas: de Marx a Keynes” anatematiza en su obra la parte del argumento socioeconómico de “Das Kapital” relacionado con el inmovilismo social vinculado a la teoría de la plusvalía, al que califica como “religión” y a sus seguidores como ortodoxos partidarios de una “gran secta”.
Hoy el dogma ideológico que se esparce por Latinoamérica debe ser preocupante porque:”…tanto la pretensión pseudocientífica de esta concepción es inquietante su carácter antidemocrático. No solo los actos y la política del régimen castrista son la negación de la democracia: también lo son de los principios mismos en que se funda. En este sentido la dictadura burocrática cubana es una verdadera novedad histórica en nuestro continente: con ella comienza, no el socialismo sino una “legitimidad revolucionaria” que se propone desplazar a la legitimidad histórica de la democracia. Así se ha roto la tradición que fundó a la América Latina”. (8)
LA IDEOLOGIA Y SU PERNICIOSO DESEMPEÑO SOCIAL.
No es casual que hoy veamos la proliferación del efecto ideológico debido a que:”…la organización y la disciplina de los partidos comunistas impresionan casi siempre al aprendiz de revolucionario: son cuerpos que combinan dos formas de asociación de probada cohesión interna y capacidad proselitista y combativa: el ejército y la orden religiosa. En uno y otra la ideología une a las voluntades y justifica la división del trabajo y las distintas jerarquías. Ambos son escuelas de acción y obediencia. El partido es, además, la personificación colectiva de la ideología…ella nos aligera de escrúpulos, pues introduce en las relaciones políticas, por naturaleza relativas, un absoluto en cuyo nombre todo, o casi todo, está permitido…las ideas tienen una función de máscaras; así se convierten en ideología, en el sentido negativo de esta palabra, es decir, en velos que interceptan y desfiguran la percepción de la realidad. La ideología convierte a las ideas en máscaras: ocultan al sujeto y, al mismo tiempo, no lo dejan ver la realidad. Engañan a los otros y nos engañan a nosotros mismos”. (9)
La no existencia de una alternativa viable que la ignorancia secular ha negado a los pueblos trae como resultado visible e inmediato el ofrecimiento de la panacea populista en elemental y aparentemente expedita versión de quienes se arman con el dogma ideológico para: “…alentar el cambio de las estructuras económicas y sociales desmantelando al mismo tiempo las estructuras democráticas, (a contrapelo) lo único que se ha conseguido es fortificar la injusticia, la opresión y la desigualdad. La causa de los obreros requiere, ante todo, libertad de asociación y derecho de huelga: esto es lo primero que le arrebatan sus liberadores. Sin democracia los cambios son contraproducentes; mejor dicho: no son cambios. En esto la intransigencia es de rigor y hay que repetirlo: los cambios son inseparables de la democracia. Defenderla es defender la posibilidad del cambio; una vez más, solo los cambios podrán fortalecer a la democracia y lograr que al fin encarne en la vida social”(10)
CONCLUSIONES.
1.-La ideología ve el mundo como algo estático. Es por ello que cualquier ideología se ve a sí misma como la depositaria de las ideas que pueden resolver cualquier problema de la sociedad, ya sea presente o futuro.
2.-El aspecto anterior, convierte a la ideología en un dogma, pues se cierra a las ideas de los demás como posible fuente de soluciones a los problemas que se plantean en el día a día, siendo ella la explicación total y última.
3.-En casos extremos, puede llevar a negar la posibilidad de disentir, dando por verdad irrefutable sus postulados. Aquí está presente el argumento tautológico en la ideología.
4.-Llegado al caso de considerar la ideología como verdad irrefutable, se abre el camino al totalitarismo.
5.-En el contexto ideológico cualquiera que disienta pasa a ser un problema para la sociedad, o el grupo, pues va contra la verdad dogmática que proclama la ideología. Tal es el gravísimo problema que se les plantea a los disidentes, las facciones y a las sectas en las sociedades ideologizadas.
NOTAS Y CITAS BIBLIOGRAFICAS.
(1).-Paz, Octavio: La Democracia en América Latina; en: América Latina: Desventuras de la Democracia. Prólogo y recopilación de Enrique Krauze. Pag. 17.
(2).-Capdevila, Néstor. El Concepto de Ideología. Buenos Aires: Nueva Visión, 2006.
(3).-Carta de Engels a Mehring, citada en: Horkheimer,Max. La Función de las Ideologías.Taurus.
(4).-Zisek, Slavoj.-Ideología: Un Mapa de la Cuestión. 1992. Pag. 76.
(5).-Zisek, Slavoj.-Ob. Cit. 1992. Pag. 42.
(6).-Paz, Octavio.-Ob. Cit. Pag. 31.
(7).-Paz, Octavio.-Ob. Cit. Pag. 17.
(8).-Paz, Octavio.- Ob. Cit. Pags. 23-24.
(9).-Paz , Octavio.-Ob. Cit. Pags. 26-27.
(10).-Paz, Octavio.-Ob. Cit. Pags. 31-32.
José A. Arias. Miami, Florida Mayo 25-2009
Publicado originalmente en: www.lavisitamiami.com . Año 2009.
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