Friday, April 21, 2017

LA TRAGEDIA DE VENEZUELA

La gran tragedia de Venezuela es que constituye una fidedigna representación de eso que hoy se define como “Estado fallido”

Lo es, porque, aunque el gobierno consiga conjurar este nuevo pico de la crisis, no es capaz de solventar las razones que la motivan y sería sólo cuestión de tiempo para que se produjera una situación similar en medio de un ambiente de luctuosa e injustificable redundancia. En tales condiciones, ningún Estado puede ser, mínimamente funcional.

La crisis sistémica, estructural, además, no es solamente la evidencia de un desencuentro político entre sectores opuestos de la sociedad; es el resultado de la injustificada prepotencia de una administración incapaz, conformada por funcionarios que priorizan argumentos ideológicos amalgamados en la insensatez, bajo la influencia crónica de la dependencia económica fundada en la mono-producción petrolera. Algo que no es nuevo y en cierto sentido, un antecedente negativo de vieja data. Ya Arturo Uslar-Pietri (1906-2001) lo había advertido en 1938: “debemos sembrar el petróleo”, dijo, y nadie le hizo caso.

Si bien bajo condiciones de relativa solvencia y en el contexto de un desenvolvimiento político atenido a las alternativas vigentes en los límites de la multilateral representación partidista ― civilista además con excepción del régimen de Marcos Pérez Jimenez en tiempos más recientes ―, los argumentos de la democracia lograron supervivir; llegado el momento en que las limitaciones a la verdadera democracia (1998), desembocaron en la conjunción con el experimento político del chavismo, todo lo que ha venido sucediendo hasta hoy ha dado lugar a la existencia de la peor de las recetas. Tanto así, que los propios seguidores, incondicionales socios iniciales del presupuesto chavista sostenido a punto de chequera, han tomado distancia con disimulada discreción del experimento. Otros, es evidente, sólo lo han apoyado por conveniencia y/o la crónica y necesaria costumbre del parasitismo coyuntural e indefectiblemente concebido.

El Estado (pretendido gobierno) venezolano, llegado al punto en que se encuentra y bajo las actuales circunstancias (internas y externas), es incapaz de recuperar la representatividad necesaria para gobernar debido a que su imagen fracturada es, políticamente, un hecho sobreseído. Su único posible desempeño en el contexto es mediante el ejercicio de una dictadura, lo que, precisamente, ha sucedido y hará que cada vez, sean más frecuentes y críticos los argumentos de la crisis.

¿Qué es lo nuevo en este caso? Primero: se trata (ahora manifiestamente) de una dictadura que se dice socialista, de izquierda y revolucionaria, pero no es producto de un proceso típico y de desmonte de las instituciones por la fuerza de las armas o de la imposición de un régimen factual a cualquier plazo. Tampoco el de la victoria en las urnas de una coalición partidista, más bien del éxito personal de un caudillo, ex-militar y golpista. De ello se infieren sus limitaciones en el pulso social, que han limitado el ejercicio del poder totalitario o la han puesto en evidencia cuando, como bajo Maduro, ha pretendido imponerse sin ambages.

Lo que ya se avizoraba desde los primeros años de Chávez en el poder, ha desembocado en un proceso de radicalización cuyo elevado costo el país, a pesar de los recursos en hidrocarburos y los elevados precios durante la bonanza petrolera, no ha podido pagar y, terriblemente administrado por una cuerda de incapaces y corruptos sin escrúpulos, ha terminado por ser conducido a la situación en que se encuentra; algo que hubiese costado imaginar, aún para los que pueden entender las consecuencias del poder ejercido por los operadores políticos del populismo instigado por la autodenominada izquierda socialista, ortodoxa y radical e incubado en las mentes mesiánicas de sus representantes.

Segundo: el desenlace, que en algún momento tendrá que sobrevenir, ha venido dándose en condiciones también novedosas. Parece evidente que el alto grado de compromiso de los militares de alto rango y nivel de decisión, con el ala civil de los elementos que militan en el PSUV, a cualquier nivel y hasta el ejecutivo, les impide tomar posiciones en cualquier sentido contra sus acólitos y en función del malsano compromiso aludido.

En el sentido de lo anterior, el desenvolvimiento de los hechos está marcado por la influencia de la participación popular, que aquí es paradigmática en tanto tiene que incluir a los sectores, cada vez más numerosos, de ex militantes chavistas desengañados por lo que a la larga ha venido a convertirse en una verdadera frustración, inclusive, en el plano inmediato e irreversible de la factual materialidad. El hambre, no “tumba” regímenes, cierto, pero bien puede acelerar su caída en circunstancias como las de Venezuela donde, aún, las personas pueden demostrar su inconformidad con los factores que la generan y desencadenar una reacción inédita en función de su propio origen.

Hoy escuchaba a Freddy Guevara, joven asambleísta (vicepresidente de la Asamblea Nacional) en representación de Voluntad Popular, referirse a la estrategia que debe seguirse y su conclusión al respecto me pareció lucidamente lógica. Tenemos que apostar ― dijo ― a que el gobierno se desgaste en el enfrentamiento a nivel de calle frente a los que nos le oponemos, sólo así conseguiremos que cada vez sean más los que se convenzan que han defendido una causa equivocada y pasen a engrosar nuestras filas. El lapsus temporal es directamente proporcional al empleo de la represión por parte del gobierno.

No sería la primera vez que esto sucede, agrego, y aunque cada caso tiene sus particularidades, los comprometidos sin opción de arrepentimiento están condenados, de una forma u otra, a quedarse solos. Lo que les pueda suceder dependerá, en cualquier caso, de su interpretación acerca de los antecedentes, plenamente documentados y bajo disímiles circunstancias. Los límites han sido transgredidos, eso significa que no existe posibilidad alguna de enmendar errores y ni siquiera los pacifistas por antonomasia, la iglesia y la curia que la conforma, alientan la idea de la rectificación atenida a cualquier dudosa componenda.

José A. Arias-Frá.  



Wednesday, April 12, 2017

LA GEOPOLÍTICA Y EL POSICIONAMIENTO GEO-ESTRATÉGICO GLOBAL.

LOS ESTADOS UNIDOS Y LA UNIPOLARIDAD

El año 1989 marca un hito cronológico importante en la definición de la geopolítica mundial y los intereses de los países con posibilidad de desempeñar un papel importante en el re-ordenamiento geo-estratégico porque junto a la caída del Muro de Berlín, el derrumbe del socialismo en Europa Oriental y la posterior desaparición de la Unión Soviética, la vieja definición prevaleciente durante la Guerra Fría dejó de existir, al menos, en el marco de la bipolaridad dirimida entre los Estados Unidos y la URSS.

Lo primero que debió ser considerado a posteriori fue el argumento de que la guerra fría, al desaparecer bajo el efecto de cambios significativos, era, según expresó F. Fukuyama, el fin de la historia. Algo que, elaborado en la mente de un neoconservador como él, podía considerarse como el asidero fundamental de la tesis de la unipolaridad en vigencia y por venir, basada en el desarrollo de una política económica liberal y en el absoluto predominio del neo-liberalismo como relación prevaleciente en los vínculos políticos entre Estados.

Pronto, sin embargo, comenzaron a ponerse de manifiesto las evidencias de nuevos propósitos que junto a un entendimiento de la geopolítica más allá de la simple relación entre geografía y política y a través de la llamada Geopolítica Crítica, vinieron a sustentar las aspiraciones de nuevos territorios emergentes en la definición de sus nuevas fronteras y a través de ellas. En ese sentido el caso de Rusia, es quizás el más gráfico, aunque no el único.

En la definición del concepto de unipolaridad, la potencia norteamericana se dejó influir por la visión misma que había tenido durante la guerra fría y, como islote fuera del nudo gordiano de la geopolítica mundial, siguió mirando el bloque euroasiático con la misma visión de la segunda mitad del siglo XX. Ello determinó que Rusia y China, entraran en el nuevo juego con ciertas, limitadas y pequeñas ventajas relativas.

No sólo la visión de llevar a cabo el control mediante la idea de los heartland versus los rimlands, soportados en cualquier caso en el dominio aéreo y marítimo y en ese mismo orden de importancia, provocaron cierta incongruencia (Ver.-NSS, 2002) Si partimos del hecho de que la geopolítica (crítica) es más que una relación entre países fronterizos o no, pero políticamente definidos como tal y representan, sin embargo, especie de unidades variables que describen la cambiante distribución geográfica de las rutas, los recursos económicos y se conciben como la respuesta de cada Estado mediante la interpretación de sus esfuerzos militares y diplomáticos la definición geo-estratégica aparece como resultado, invariablemente.

Naturalmente, cuando hay desconexión entre la estrategia de un Estado y su realidad geopolítica, ese Estado comienza a decaer, perdiendo control sobre recursos y vías de comunicación y disminuyendo su influencia sobre otros Estados. Cuando Geopolítica y Geo-estrategia se alinean, ocurre lo contrario.

Pero lo que pareció demasiado evidente para Fukuyama y para Thomas Friedman (el mundo es plano, sobre todo, debido a la influencia de los medios de comunicación ―2005) empezó a evidenciar el nuevo tipo de problemas que habrían de aparecer en medio de la unipolaridad supuestamente fundada en el libre mercado y el poder económico capaz de sustentarlo.

Una vez más, los cambios geopolíticos apuntaban al valor geoestratégico y a la geografía y se sucedieron sin tregua hechos como las dos guerras de Irak, la guerra contra El Talibán en Afganistán (tras los hechos del 11-9/2001), la Primavera Árabe y su conversión posterior en un baño de sangre, el surgimiento de Estados que apuestan al nacionalismo más rígido en Europa, la guerra de los rusos en Georgia en 2008 y la anexión de Crimea. En añadido, aún se hace difícil poder precisar bajo qué condiciones surgió ese grupo llamado Estado Islámico (ISIS) y que parece estar en guerra permanente con todo y contra todos; algo que no es mínimamente explicable acudiendo al argumento del fundamentalismo islámico y la Sharia, que comúnmente suelen esgrimirse como únicas razones.

De manera que si hoy puede afirmarse que la unipolaridad norteamericana se ha visto amenazada y está en vilo, al extremo de que algunos expertos se hayan atrevido a hablar de un mundo carente de polaridad (tesis de la “no polaridad”), algo que parece bastante imposible y cuyo sostén teórico es el resurgimiento de los llamados Estados-Nación que deben aparecer sujetos al re-ajuste, la re-definición de sus respectivas estrategias y la consideración real y casuística de sus propias características geográficas. No obstante, la situación de los Estados Unidos al día de hoy, sólo puede enfrentar una amenaza real proveniente de tres lugares.

El primer argumento está representado en la amenaza interna a través de cambios demográficos que pudieran tener repercusiones fronterizas y en consecuencia geográficas. De ahí la preocupación constante de ciertos sectores que, políticamente coinciden con los más conservadores, por evitar cualquier cambio en tal sentido y, por el contrario, preservar el statu quo. El segundo argumento es Suramérica, pero la unidad entre países importantes de la región como Brasil o Argentina es un reto demasiado grande aún en el contexto de diversos intentos en el plano económico. En tercer lugar, el reto más serio, el norte de Eurasia donde se ubica Rusia, a quien Estados Unidos pretende mantener alejada de los océanos bloqueando su acceso a ellos y, por supuesto, China en el Lejano Oriente.

En tal sentido y desde una visión macro de la geopolítica y la geo-estrategia norteamericana, el papel de los Estados Unidos debe circunscribirse a mantener el poder en Eurasia haciendo que allí, en el corazón (heartland), se mantenga la división porque esto conlleva la afectación de la influencia rusa que es, sin dudas, el país euroasiático por excelencia. Desde luego, muchas particularidades que logran hacer desembocar los conflictos en otras áreas sumamente álgidas del globo como es el caso del medio oriente, la península arábiga, la Anatolia y los Balcanes y dónde Siria conforma el epicentro del terremoto, no son otra cosa que el reflejo de las estrategias entre competidores de peso por el control euroasiático. Donde, inclusive, China se juega sus propias cartas a través de la concertación de alianzas estratégicas.

LA SITUACIÓN DE RUSIA Y SUS LIMITACIONES

Pero si esa posición de “outsider” ― isla geopolítica ― como definen algunos el papel de Estados Unidos es sumamente ventajosa, la situación de Rusia en el contexto y en función de sus aspiraciones, es esencialmente comprometida. Carece de accidentes geográficos que la protejan y su primer imperativo geopolítico es la expansión en todas direcciones con el objetivo de poner tierra entre sus enemigos y Moscú, la capital, y sus alrededores. Una simple mirada al mapa ruso permite establecer la coincidencia del actual territorio con el estado pre-soviético. Las grandes regiones serían Siberia, Asia Central y El Cáucaso (las dos últimas fronterizas) en tanto la primera (Siberia) con la mayor abundancia de puertos, ve mermada su influencia, porque por el bajo nivel de las temperaturas, son puertos de escasa efectividad comercial. He ahí la razón de la apuesta rusa por una política de influencia ártica para nada afín con el conservadurismo ecológico, sino más bien tendiente a la aceleración del deshielo.

La re-distribución regional post-soviética, deja entrever el alto grado de importancia geo-estratégica que desde el punto de vista geopolítico implica para Rusia la actual situación. Al este, muy cerca de Rostov y la salida al Mar de Azov, conectados por el Canal Volga-Don, se halla la salida al Mar Negro, muy cerca de la ciudad puerto de Novorossiysk, además, ese acceso representa la llegada por mar a Rumania, Bulgaria y Turquía. Todo ello refuerza aún más la importancia del predominio ruso en Ucrania.

Otro tanto sucede al oeste, donde el acceso al Mar Caspio incluye un tramo de costa considerable por parte de Rusia y donde su influencia, sobre todo con respecto a Irán es un objetivo importante. El conglomerado Georgia- Azerbaiyán-Armenia es, sin embargo, una evidente limitación para Rusia al sur de su territorio en función de fronteras que antes no existían y que ahora, a pesar de no haber un ambiente de confrontación permanente, deben ser objeto primordial de los planes geo-estratégicos rusos.

En el occidente y hacia el centro y suroeste ruso, la situación no es menos complicada y los rimland de Rusia y su control en esa zona, son evidente motivo de preocupación. Bielorrusia, Moldavia y las Repúblicas del Báltico (Estonia, Latvia y Lituania) con las que en los casos de Latvia y Estonia comparte frontera directa, mientras que con Lituania sólo a través del apéndice ruso de Kaliningrado, que le brinda conexión al Báltico y frontera directa con Polonia. El corredor polaco que da acceso al interior ruso siempre, e históricamente, ha sido de vital importancia y la garantía de su control, se encuentra hoy en el punto más álgido de la cuestión geo-estratégica rusa desde el fin de la II GM, tras la caída del bloque soviético euroriental.

La expansión rusa, sin embargo, le trae dos problemas fundamentales. El primero es obvio: Rusia sólo puede existir como imperio. La enormidad del territorio y su áspera geografía hace que esté ligeramente poblado por etnias diferentes y múltiples identidades (inclusive con uso de diversas lenguas) Esas gentes deben ser subyugadas por los rusos y eso obliga a tener un sistema de seguridad interna que por fuerza debe ser brutal. Luego, hay otro problema; dada la enormidad del terreno, las distancias (rutas) entre los centros de producción de alimentos y los centros de consumo ―fundamentalmente urbanos ― condenan a Rusia a ser pobre, lo cual genera descontento. Por esas dos condiciones el segundo imperativo político ruso es el manejo del imperio con terror y una tolerancia mínima a cualquier intento de rebelión.

Hay, además una última cuestión que fue tangencialmente mencionada y ahora, habré de detallar. Aunque Rusia fuera capaz de asegurar sus fronteras en todas direcciones, tendría un tercer imperativo geopolítico relacionado con la búsqueda de puertos cálidos que le permitan acceso a los océanos para poder resolver sus problemas económicos. Rusia aún está lejos de cumplir con tal imperativo. Todos sus puertos más importantes pueden ser bloqueados en estrechos bajo control de aliados estadounidenses (Dinamarca, Turquía y Japón, ―en el Lejano Oriente)

Eso deja como única alternativa los puertos árticos. Es por ello que Rusia no tardó en anexarse Crimea apenas se percató de la inestabilidad ucraniana. En cierto sentido estratégico-militar, justifica la posición de Rusia al lado de Assad en el conflicto sirio, donde los rusos tienen la única base naval fuera de su territorio en Tartus y que garantiza la salida al Mediterráneo, a sólo 700 kilómetros del sur europeo. A partir de noviembre de 2016, el ministro de exteriores rusos S. Lavrov se reunió con el general libio que encabeza la junta de gobierno en ese país para ventilar la posibilidad de abrir una nueva base en la costa norte africana de Lybia en el territorio de Bengasi, algo en lo que los libios están vivamente interesados, así como los rusos.

Estando al tanto de todo lo anterior se puede hacer una evaluación de la posición rusa. El desplome de la URSS causó un retroceso evidente en los territorios que formaban parte de la “Unión”, retroceso que supuso el avance de la OTAN. Hoy la alianza occidental está más cerca que nunca del corazón ruso. En los últimos años, y bajo el liderazgo de V.Putin, Rusia se ha recuperado dando golpes estratégicos en Georgia y Ucrania. Esta última es existencial para Moscú y si no es parte de la órbita rusa, no será de nadie. El caso de Bielorrusia, es muy parecido y la intención de mantener a toda costa un gobierno pro-ruso en ese territorio, un hecho necesario.

Además de mantener y expandir una esfera de influencia, otro elemento de la geopolítica rusa es el servir de puente para la integración euroasiática. De tal suerte utiliza sus enormes recursos energéticos para forjar lazos encarnados en una enorme red de oleoductos y gasoductos y en lo que recientemente está re-editando tal procedimiento con respecto a China y otros territorios de la cuenca asiática. En particular, la alianza con Beijing parece muy importante para los rusos porque les permitiría liderar un mundo menos centrado en el predominio norteamericano.

EL CASO DE CHINA

China, al interior de su territorio, espacio que es aproximadamente la mitad del territorio norteamericano, concentra una población de 1000 millones de chinos en un área donde únicamente un 33% de la superficie está compuesto por tierras arables. Es un territorio sumamente árido.

En otro sentido, e históricamente, el punto más vulnerable de China ha sido su costa, al mismo tiempo que ello le permite gozar de una posición geopolíticamente ventajosa en el Mar de China y frente a Estados aliados de Estados Unidos como Corea del Sur, Taiwán o Japón. El contacto de China con el resto del mundo se produce en más de un 90% a través de los puertos, donde, además, está concentrada la mayor parte de la población e importantes centros de producción industrial en torno a importantes centros urbanos, comerciales y financieros. Tras las reformas de 1978, el crecimiento no balanceado de la distribución de la riqueza ha entrado en abierta contradicción con los propósitos políticos de la dirección del Partido Comunista y se han visto reforzados negativamente por otros factores como la corrupción, algo que no es dable analizar en el contexto.

Pero a pesar de lo anterior, se añade aquí un interesante argumento. Por su enorme tamaño, su densidad poblacional; China no puede ser conquistada y, con un quinto de la población del Mundo, China resiste cualquier aislamiento, como lo ha hecho en varias ocasiones a lo largo de su historia.

El desafío geopolítico chino puede, entonces, resumirse así: para desarrollarse China debe entrar y permanecer activa en el comercio internacional. Si lo hace, debe utilizar sus ciudades costeras para interactuar con el mundo. Cuando ello sucede, la región costera se enriquece y aumenta la influencia extranjera. Cuando los intereses extranjeros convergen con los habitantes de estas regiones, comienzan a competir con los del gobierno central, amenazando la unidad del interior. La coincidencia entre el primer y tercer imperativos es clave para entender el funcionamiento de la China hoy. El establecer un equilibrio entre la repartición de la riqueza sin exacerbar el regionalismo representa el principal desafío histórico.

Desde el punto de vista externo, la mayor amenaza de China es la armada norteamericana, porque a diferencia de Rusia, los territorios que aspiran a la autonomía están bajo absoluto control de Beijing (El Tíbet, La Mongolia Interior y Xingjiang)

En los últimos lustros China se ha empeñado en el desarrollo de una política de fortalecimiento de su poder militar naval, aún muy lejos de poder competir con los Estados Unidos, y con el propósito básico de encarecer los costos de un posible bloqueo marítimo estadounidense (Ver el asunto de los islotes artificialmente creados para establecer pequeños puertos o pistas de aterrizaje. Una evidencia de lo afirmado)

Con respecto a Moscú, China pretende desarrollar una política de convergencia de intereses, principalmente, en el ámbito de los recursos energéticos y el desarrollo del ferrocarril transiberiano que compartimentaría el peso del comercio por mar, sobre todo con Europa.

Hasta aquí, una visión general de los compromisos creados a consecuencia de la relación geo-estratégica de los Estados y la definición en el ámbito de la geopolítica real (Crítica) Otros análisis específicos, bajo el asedio de la actualización permanente y como resultado de los hechos que acaecen de manera cotidiana, pueden determinar cambios en la apariencia de mapas donde la influencia de uno o más Estados involucrados en los conflictos cambian colores, más no el origen en que se afianzan los presupuestos,  reales o no, y diferenciados entre sí por la imagen geopolítica, sus imaginaciones (que es otra cosa) y la realidad que se pretenda construir.

José A. Arias-Frá

Referencias. –

1.- Brzezinski, Zbigniew. - El Gran Tablero Mundial (La supremacía estado-unidense y sus imperativos estratégicos) B&N, 1997.

2.- Martínez Ángel, Ricardo. – Influencia de la Geopolítica en las relaciones entre Estados en la actualidad. (Conferencia ― pdf ― en: www.prensa.com)

3.- Feijoó González, Alfonso Luis. – Alternativa Metodológica a la geopolítica de las representaciones del mapa mundial ―pdf ― en: www.ub.edu

4.- Grygiel, Jakub. – Great Power and Geopolitical Changes (2006) En: https://hupbooks.press.jhu.edu/

5.-  Strausz-Hupe, Robert. – Geopolítica: la lucha por el espacio y el poder/ The Balance of Tomorrow. En: www.thediplomat.com/

6.- Tarchov, Valentina. – La Geopolítica como análisis y como propaganda. En: www.urbe.edu

7.- NSS (National Security Strategy -2002) En: https://georgewbush-whitehouse.archives.gov/nsc/2002/

8.- NSS (National Security Strategy -2015) En: https://obamawhitehouse.archives.gov)