Friday, July 6, 2018

EN BUSCA DE UNA INTERPRETACIÓN (sobre el texto publicado por un amigo en FB)



En la interpretación del proceso que afecta a la nación cubana hay que tener en cuenta la poderosa influencia del factor tiempo. En él, dentro de él y como parte de él; se dirime cualquier interpretación vinculada al pasado, al presente y, mucho es de temer, también al futuro inmediato.

¿Qué quiere esto decir?; la respuesta puede buscarse tratando de encontrar explicaciones que se mueven en el contexto de un versátil abanico de elucubraciones, conjugadas todas, en el contenido de lo histórico y como parte de ello, también de las argumentaciones políticas, económicas y culturales, a su vez, cambiantes y condicionantes en su evolución temporal.

Pero el debate que se ha tratado de zanjar entre varias generaciones de cubanos, hoy, es esencialmente un problema cronológico, generacional. Se ha llevado a tal extremo el egoísmo de los participantes en cada una de sus etapas que la querella ha arrojado el peor de todos los resultados posibles: que terminemos por enfrentarnos entre sí, alejándonos del objetivo primordial, a saber: la conjura del castrismo, origen anterior e inmediato del problema.

Frente a tal escenario, de una elemental figuración; la rigidez de un proceso que por su esencia no admite disrupciones, toma ventaja en su terreno del cual, y como primera intención, ha logrado desplazarnos para que nos viésemos obligados a enfrentarlo ―sin apoyo alguno― desde fuera. En los primeros lustros el enfrentamiento (al interior) tuvo el carácter de una represión que invalidó cualquier esfuerzo. Era el resultado de la confusión creada a partir de recursos a la usansa y el reciente y aún vívido final de un hecho “revolucionario”

Volvamos al asunto del peso que tiene el tiempo como factor agravante de las querellas generacionales. Es sencillo y algo demostrado, que el pensamiento y la visión no se renuevan a la misma velocidad, ni en la misma proporción; son en nuestro caso, inversamente proporcionales. El tiempo como dimensión resulta inalterable, en tanto los criterios agazapados y enquistados bajo la perspectiva gloriosa de una época se tratan de superponer en función de la visión cronológica en su peor estilo glorificante y cuando excepcionalmente eso no sucede; totalitarismo e intransigencia se vuelven coincidentes.

El anterior, ciertamente, es un fenómeno de presencia indistintamente manifiesta, pero los escenarios desde los cuales se proyectan las dos partes involucradas en el debate; completamente diferentes. El valor de las ideas, así como de las opiniones expresadas en su interpretación constituye en cualquier caso la evidencia de lo ideológico, frente a la, no siempre idónea y festinada, interpretación de las libertades democráticas y en que suele confundirse democracia con ideología o la peor vulgarización del fenómeno: traspolar la esencia de la discusión y el entendimiento del tema a una simple querella partidista y esencialmente ajena en añadidura.

Del análisis anterior, bien puede inferirse (aún no concluirse) que la evolución del problema medular, a saber; el mantenimiento de un statu quo que por años no parece variar en lo más mínimo, es cuestión de cancelar su principal evidencia de inmovilismo en la dimensión temporal, teniéndola en cuenta y dentro de sus manifestaciones que irremediablemente combinan los efectos de la biología, la influencia de factores exógenos y la actitud de los que directamente involucrados, están obligados a desenvolverse y manifestarse ―algo que no siempre, y solo en casos excepcionales, sugiere el asumir una postura política determinada. Tanto así, que la abulia y la desidia son parte de una manifestación social que tiene una marcada implicación en la política.

Ese fenómeno que algunos visualizan como un temerario apoliticismo, resulta en ambos aspectos conformantes de la problemática algo preocupante, solo que en función de una disímil interpretación. Bajo el totalitarismo ideológico es el origen de las actitudes disidentes y que en condiciones similares, no importa dónde, ni cuando, han sido conformadas de la misma manera; luego la diferencia es sustancialmente cultural debido a la influencia del fenómeno nacional, aunque no lo sea en el sentido de lo que la disidencia representa ante la visión, perturbada en su esencia, del régimen totalitario. El radicalismo desde el poder genera entonces otro fenómeno: el de la oposición concomitante con su precedente, aunque no siempre en alianza.

Si este proceso se entiende como parte de una evolución consustancial al tiempo transcurrido debe colegirse que quienes representan y utilizan el poder y viven aferrados a él como parte de una actitud ortodoxa en lo doctrinal, no darán su brazo a torcer y enfrentarán, a su común decir, la “violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria”, algo que en el contexto funcional del totalitarismo (también en lo teórico) resulta justificado desde su punto de vista.

En la horizontalidad de la dimensión temporal, disidencia y oposición aparecen invariablemente como manifestaciones elitistas de grupos cultural y políticamente más avezados; minoritarios y con muy poca capacidad de difusión y crecimiento en medios donde la legalidad se representa desde el poder como la defensa de un sistema establecido para el beneficio popular. De ahí sus dificultades para conectar con la población, aunque ésta y para desaliento de los que ejercen el poder, no se muestre interesada en otras cosas que la satisfacción de sus necesidades perentorias no cubiertas. Algo que en el caso cubano y a consecuencia de la manifiesta incapacidad productiva del régimen, se vuelve mucho más grave y no se observe, desde la perspectiva del común, como algo tangible.

En, y desde el otro extremo de la problemática; nos enfrentamos al uso y abuso de los argumentos democráticos bajo una interpretación disoluta ―cuando menos― y en la que se confunden argumentos que son intrínsecamente contraproducentes; desde un exagerado plattismo a destiempo, hasta la pueril manifestación de la ignorancia política complaciente de egos voluntariosos que no dan frutos, ni procrean réditos.

Hay que insistir, no obstante, que en esa barahúnda en la que se mezcla la confusión con la necesidad (sobre todo de encontrar patrocinios) y entre personas que alegadamente conforman grupos de vanguardia, se pierde a veces el esfuerzo y la oportunidad de conjurar el objetivo. Si bien eso que llaman “unidad” es quimera, las diferencias de enfoque no deben permitir que se confunda o enturbie la razón del quehacer en lo cotidiano y la horizontalidad de la dimensión temporal. Cuando acudimos a la confrontación, mediante la descalificación y el descrédito moral de las personas, el beneficio, a la larga lo obtiene el represor, que inclusive; se permite la libertad de mostrar a quienes tiene frente a sí, como una cuerda de aspirantes a políticos que, abanderados con el pluripartidismo, solo habrían de contribuir al establecimiento de una sociedad marcada por el desorden y la promiscua huella de una propaganda insensata  bajo la óptica de que las alternativas son contraproducentes. Nada más lejos de la verdad, pero, ¿entendible para quienes no conocen la democracia?

Dejemos de lado las muy valiosas interpretaciones académicas que de seguro tendrán en cuenta la multiplicidad de factores que pueden actuar como vectores del tan necesario cambio (palabra sin mucho potencial semántico y bastante rígida en su significado literal ― semiótico) pero cuya influencia puede estar precedida de un habitual y, contextual estado de inercia donde tales cambios suelen producirse para que todo permanezca igual. Eso, en la premisa de la relación entre temporalidad y lo generacional, ha sido y es en Cuba y desde el usufructo del poder, un único propósito invariable y que en el momento actual, se pretende transferible.

Para concluir; los argumentos hasta aquí referidos no dejan otra opción que la de entender el asunto de la problemática cubana actual como un asunto de evolución en el tiempo que ira haciendo desaparecer, me temo que lentamente, a las generaciones que han conocido el problema desde otra perspectiva. Nunca la Historia ha dado testimonio de que el regreso al pasado puede garantizar el advenimiento del futuro y si bien el problema sigue siendo el mismo, el contexto es diferente; no entenderlo es una de las razones de la inercia.

Ello quedó demostrado mediante el derrumbe del comunismo en Europa Oriental, y sobre todo en la caída de la URSS donde tras una sucesiva sucesión de “líderes” que llevaron al último en la lista a una encrucijada ante la cual ya no quedaban opciones, se produjeron resultados inéditos. ¿Es posible concluir que todo eso representó una experiencia que en el logro de los resultados estableció una relación lógica entre lo diacrónico y lo acrónico ―el pasado a superar solo que y a cuyo destino, deberá encaminarse nuestro propósito?

Es inevitable, cuestión de tiempo, que sin embargo y para nosotros, aún no llega. Hay que evitar obnubilarse y todo lo hecho o por hacer es bueno si es noble e inteligente; la solución se cuece al interior donde el calor insoportable de las circunstancias tiene a la gente como en la imagen de aquella canción “…la boca abierta al calor/ como lagartos…”

José A. Arias-Frá                                                  

Tuesday, April 24, 2018

LAS APARIENCIAS DEL CAMBIO Y OTRAS RAZONES (argumentos para tratar de explicar una longevidad que no se justifica)


La confrontación exilio-régimen originada en 1959 sigue siendo vista como distintiva en el enfrentamiento de dos grupos irreconciliables que no deja margen a interpretaciones colaterales y ha marcado el desenvolvimiento de la política y sus, hasta ahora, inevitables consecuencias en Cuba.

La Habana, siempre ha entendido que tal contradicción es vital para el afianzamiento de sus intereses y en añadido, para concitar y mantener entre sus seguidores al interior el permanente estado de rebeldía en contra de quienes ellos consideran un enemigo que no desaparece, sobre todo, porque de él depende la supervivencia de lo establecido. Es, en tal sentido, su complemento.

Tal propósito ha sido reivindicado inalterablemente y para su consecución, no se han establecido límites. No es, como se afirma, el resultado de una “voluntad irreductible”, más bien, de la falta de ella al otro lado para entender el fenómeno en su evolución y actuar en consecuencia. Esa visión no ha llegado a ser lo suficientemente clara como para que haya sido efectiva; ha quedado minimizada entre la violencia extrema y una crítica basada en la reiteración y la falta de alcance entre terceros a quienes termina por ganarles la inhibición.

En escalas variadas, tal “enemigo” se repite y aparece bajo la sustantivación diversa de categorías indistintamente deleznables y prejuiciosamente abarcadoras, políticamente matizadas con el sustrato de una influencia económica y que, conceptualmente, solo han servido para producir la supervivencia de la entelequia en el caso que nos ocupa. Todo, aunque sea cierto que para bien o mal, el enfrentamiento ha tomado cuerpo en varias ocasiones y determinado consecuencias históricamente ineludibles.

Entender lo anterior no sugiere complicarse en abstracciones, elucubraciones relacionadas con la influencia de motivaciones de carácter histórico, o las variantes ocurridas en la correlación de fuerzas, la política de los estados en función de sus intereses, sobre todo, desde sus visiones particulares y geoestratégicas. Algo que, en el mundo de hoy, y bajo los efectos de la supuesta unipolaridad o la pretendida multeratilidad de polarizaciones que no coinciden y esconden sus propósitos bajo la influencia de la globalización, el neoliberalismo y otros objetivos estratégicos amenazan con reavivar lo que en la segunda post-guerra se conoció como Guerra Fría y, en medio de la que, queramos o no, se mueven nuestros particulares intereses en discordia, como ya sucedió en el pasado.

El análisis para el caso, y lo que se trata de entender y explicar, no entraña otros argumentos más allá de los que han determinado la inercia en que nos encontramos y a la que hemos contribuido con mayor o menor conciencia y/o reconocimiento de culpabilidad y que debe romperse a fin de no perpetuar el inmovilismo; único resultado de lo sucedido hasta el presente y al parecer, mediante la adopción de los mismos mecanismos con vistas al futuro inmediato. Mencionado el hecho, hay que colegir que la coincidencia en la inercia ha sido mutua, aunque por obvias y diferentes razones, y en ese sentido el elemento de la creatividad no debe descartarse, o estar sometido a veleidades políticas de ningún origen, menos en función de lo que públicamente haga o diga La Habana o pueda prometer Washington.

No es nuevo, y muchos analistas así lo han entendido y expuesto, que, a más de esa irreconciliable postura entre enemigos, en la práctica, hemos coincidido (desde las antípodas) con los intereses de quienes consideramos ― con razón ― defensores del equivoco que criticamos y asumen, al convertirlo en trampa ideológica para que les sirva de bandera, inmovilice la acción de opositores manifiestos y potenciales y neutralice cualquier intento de contrarrestar la influencia que ejercen desde el poder.

Todo ello, a consecuencia de esa torpe, reiterada e inexplicable coincidencia. Eso que se defiende bajo los argumentos de teorías políticas que, para el caso, nada tienen que ver con la realidad; es el meollo de lo que ha sido pretendido en Cuba por sus gobernantes en este último período de su historia “revolucionaria” y, cuando la percepción de que "el enemigo" no existe más allá de la trinchera en que se racionaliza la vida del ciudadano y se acantona el poder del estado, habrá que recrear al enemigo una y otra vez, porque ello permite ganar tiempo, ajustar los mecanismos para el ejercicio de la represión y encontrar salidas ante la potencial agudización de la crisis en que permanentemente viven envueltos estos regímenes.

Hace muy poco, alguien resumió el asunto al cerrar un artículo mediante una explicación irrefutable. Según el expositor, la cuestión para el caso cubano va del siguiente modo: en La Habana ― decía el autor ― saben muy bien cual es el secreto para mantenerse en el poder indefinidamente; inventarse un enemigo que piense igual que tú.

Las cosas han cambiado y ciertamente, la situación que encaran los países del ALBA, no les favorece; ello quedó manifiesto en el poco, casi inexistente, eco que encontró la delegación cubana enviada a la VIII Cumbre de Las Américas en Perú. Hubo, por parte del régimen una subvaloración del ambiente y el entorno; algo en que no reparan, al pensar que el inmovilismo que propugnan y defienden se mantiene inalterable y puede atravesar fronteras mediante el desempeño compulsivo de un populismo marginal.

La oposición se movió allí con acierto y en un contexto pocas veces accesible, proyectó sus argumentos haciéndose entender por los representantes de gobiernos e instituciones que escucharon el mensaje y reaccionaron a él públicamente y a favor. Ello, estuvo por encima de cualquier interpretación sesgada y unilateral, sobre todo, frente a la banalidad e insolencia de la frase reiterada por el embajador cubano en Lima: “con Cuba, no se metan”, un sin sentido que se explica por sí solo, acuñado mediante un torvo giro idiomático de quienes defienden ― mediante extrema unilateralidad ― el concepto de autodeterminación, entendido bajo la jerga estalinista del centralismo democrático.

La Historia no es para vivir a su sombra; algo así solo es posible cuando se reescribe e interpreta en función de intereses parciales para servir minúsculos propósitos. El problema, sin embargo, es que el riesgo de cualquier otra interpretación inexacta y bajo determinadas circunstancias, nos haga perder el rumbo indefinidamente.

   

Sunday, January 7, 2018

CUBA Y LA UE. EL PATROCINIO EN ALQUILER

Desde el punto de vista de una perspectiva global a la que la Unión Europea (UE) se encamina en razón de su interpretación de los principales acontecimientos en su contexto inmediato ― también fuera de él ―, el caso de Cuba parece interesante, tiene aristas que, cuando menos, tienden a ser contradictorias. Nunca, sin embargo, deberán ser analizadas fuera de contexto, ni de una lógica razonable y desapasionada; algo que debe suceder desde cualquier perspectiva.

Es visible que, al interior insular, el reclamo de derechos elementales conculcados por décadas y que no se circunscriben solamente a derechos políticos que, además, conforman la amplia gama de voluntades reprimidas y a consecuencia, precisamente, de la gestión política; esa, la interpretación del   concepto de derechos humanos haya sido y continúe siendo el vórtice de la tormenta. En teoría, desplaza el argumento pragmático que, contra la más racional ética evolutiva, demuestran en cuanto a la economía una absoluta incapacidad operativa.

Entre la voluntad visible y manifiesta de entidades representativas de una gestión alternativa y paralela a la gubernamental, se nota una estructuración en activa y lógica correspondencia con una visión mucho más estructurada ― científicamente ― que no sería inteligente desconocer: ese es un fenómeno que, de nueva cuenta, ha puesto en vilo a las autoridades que se empeñan en mantener el poder aferrados a viejas estructuras totalitarias ancladas en el modelo superado del sovietismo a ultranza.

En éste, su último viaje de comienzos de año, el tercero de Federica Mogherini a Cuba, hay evidencias de que todo no parece ser como muchos creen. Es lógico que si la representante y encargada de las relaciones internacionales del SEAE (Servicio Europeo de Acción Exterior) regrese al país, se reúna con funcionarios de alto nivel, firme acuerdos, cartas de intención y cooperación y oficialice de esa manera, lo que ya se venía adelantando; produzca una oleada de interpretaciones en función del efecto inmediato. Pero en lo esencial, hay que tener en cuenta los resultados basados en: a) la coyuntura internacional y la peculiar visión territorial (geopolítica) diferenciada de la UE, b) la reiterada práctica elusiva del gobierno cubano de interpretar cualquier posibilidad como una coyuntura que se traduzca en garantía de mantener el poder político in extensus.

En cuanto al primer enunciado Mogherini dejó clara la posición de UE en el interdicto cubano; habría que recordar que circunstancialmente la posición de UE ha devenido diferente desde que se establecieron las relaciones en 1988, sólo ocho años después esas relaciones se congelaron y en 2008 se anunció la Posición Común de los 28 estados miembros reforzando el aislamiento y condicionando su desaparición a un cambio de interpretación en el tema de los derechos humanos; en 2016 se reanudaron las negociaciones y se les dio cuerpo en este tratado, funcional desde el 1 de noviembre pasado y oficialmente reconocido ahora en enero 2018 pero que deberá ser ratificado en febrero 28, algo que se da por hecho.

La evidencia correlativa y coyuntural queda manifiesta al decir de Mogherini, cuando expresa: “…frente a los que levantan muros y cierran puertas, nosotros los europeos queremos tender puentes y abrir puertas mediante la cooperación y el diálogo” (1)

Luego agrega: “…igualmente rechazamos las acciones norteamericanas sobre ciudadanos, empresas e intereses cubanos. No podemos aceptar que medidas unilaterales impidan las relaciones económicas y comerciales con Cuba”

Con acierto se dice que, el momentun y la secuencia entrañan una interpretación sesgada y carente de observancia en el detalle. Con respecto al régimen cubano el diálogo se produce con los personeros de su tradicional desenfado argumental y los que observan desde fuera van a tenerlo en cuenta; no importa desde que atalaya presencien el devenir de los acontecimientos. Si en Cuba la sociedad civil ha dado muestras del incremento de su actividad; a contrapelo, y en función de la respuesta de las autoridades, no es posible pensar en lo que se ve como una actitud de inmovilidad que se traduce en una ostensible falta de declive (todo lo contrario) de la represión concebida como un todo excluyente de excepciones, porque en la práctica es "frente a la contrarrevolución y el entreguismo"; términos aún vigentes en el discurso cotidiano de la dirigencia que se define a sí misma como revolucionaria.

Precisamente en ese último argumento se entroniza la veleidad coyuntural de UE si recordamos que con respecto a Bielorrusia el Consejo de la UE (que Mogherini preside ― también en el momento referido) ha decidido, fundamentalmente, en función del irrespeto a los derechos humanos en ese país y bajo el régimen de Alexander Lukashenko (94), mantener activas las medidas dictadas en su contra por violaciones que, exactamente se corresponden con el régimen de detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas, persecución de individuos por su integración personal a diferentes organizaciones, reclamos de libertad sindical y derecho a huelga; aún más en el caso cubano; importantes funcionarios considerados en la línea de sucesión al poder, que públicamente manifiestan su voluntad de limitar la participación ciudadana en una perspectiva y entorno verdaderamente democráticos. Parece razonable la pregunta: ¿cuál es la diferencia?

Para algunos la diferencia puede constituir un acto de nihilismo geopolítico y circunstancial. Las relaciones entre la Rusia de Putin y la UE no son las mejores y las reiteradas amenazas a los estados orientales miembros, el conflicto de Ucrania y la ocupación de Crimea son espina clavada en el costado de UE. En ese sentido y en varias ocasiones, la más reciente en visita de un alto funcionario de UE a Bielorrusia, Lukashenko ha manifestado su intención de fungir como mediador entre Rusia y UE, a su decir, sin ningún interés personal de su parte. Lo cierto es que desde 2016 se han apreciado ciertos cambios ―elementales y someros ― en las relaciones Bielorrusia - UE. Ello sin dejar de tener en cuenta el desinterés de Bielorrusia en solicitar su integración a la Unión (ni ésta habérselo ofrecido) porque prefiere seguir representando su papel de estado colchón de Rusia en el anillo periférico del  ring land del proyectado entramado neo-imperial de Putin y que UE la inserte como estado en medio de una relación de favorecimiento que data de 1989, antes de la desaparición de la URSS.

Cuba, Isla caribeña, es otra cosa y sería ilusorio pensar y/o creer que en el contexto de la relación bilateral puedan existir todos esos presuntuosos avatares de la diplomacia que no son válidos en ningún contexto, ni más allá del discurso, excepto cuando la fuerza establece la visión inmediata de una amenaza real, como en el caso del conflicto Estados Unidos – Corea del Norte. Allende ese discurso, es necesario adentrarse en su letra sujeta a correcciones que aún aguardan por su realización en lo que atañe a la parte cubana; dicen mucho, y más que una lectura entre líneas, parecen alusiones definitivas y definitorias.

Llama la atención que en el último lustro Cuba ha tenido sucesivamente tres proveedores principales que se han disputado la deshonrosa categoría de ocupar el primer lugar en esa lista: Venezuela, China y ahora UE. Tras la firma del acuerdo definitivo que tendrá lugar en Bruselas en 2018 (entre Mogherini y Bruno Rodríguez) debuta UE como la entidad que ocupará ese nada envidiable sitial. Pero lo hace en una perspectiva muy afín a sus intereses y a un nivel de desbalance comparativo muy inferior a los anteriores proveedores del período postsoviético (catastrófico en resultados) Aquí, el monto de la inversión inicial de UE es de apenas 49 millones de euros; 18 para un programa de conservación de energías renovables, 21 para la agricultura sostenible y un programa de ayuda al sostenimiento de la cultura y la rehabilitación de las zonas afectadas después del paso del huracán Irma de 10 millones de euros. Con pragmatismo económico pleno: más o menos el costo de unos envíos de pollo congelado, arroz y cereales, por los que Cuba debió pagar en cash a los EE. UU. en tiempos recientes.

Sería apropiado referirse a dos aspectos que desde la perspectiva cubana no parecen tener, independientemente de la manifestación labios afuera de una supuesta voluntad política, una solución inmediata y que sin embargo están en el interés de conseguir. Sobre la posibilidad de que UE retire el visado a Cuba de sus nacionales, Mogherini expresó: “…tenemos un diálogo abierto con Cuba para tratar diferentes temas. Esta mañana durante mi reunión con el canciller Bruno Rodríguez, convocamos a nuestros equipos a generar todos los asuntos posibles que se puedan tratar desde este momento hasta febrero, cuando desarrollaremos el primer Consejo. Vamos a explorar los temas de interés común y estamos abiertos al debate” Parece evidente el propósito que entraña la respuesta (dilación-ganar tiempo -disolver argumentos -evitar las contradicciones entre Estados Miembros) O, ¿está UE en disposición de convertirse en receptor de más emigrantes y en medio de los consabidos y enormes problemas que confronta al respecto?

El otro asunto de sensibilidad medular, el de la interpretación sobre la importancia de los derechos humanos quedó definido en los siguientes términos: “…estamos trabajando ―dijo Mogherini ― para formalizar el diálogo de Cuba y Europa sobre los derechos humanos, que comenzó en 2015. Aunque hay algunas diferencias en nuestras posturas respectivas, la apertura y disposición para el diálogo están siempre presentes”

Hasta hoy las evidencias demuestran que, para Cuba, China, Viet Nan y el caso extremo de norcorea, la importancia del vínculo partido-estado cancela cualquier posibilidad de negociación en la práctica y en este sentido; llega a suceder, inclusive, en el caso ruso y bajo una supuesta y actual influencia que tiende a una vinculación del asunto con temas ideológico-religiosos que no vienen al caso. ¿qué esperar de argumentos que desdicen de la lógica política más elemental al escudarse en una interpretación de la soberanía nacional en la que según alegan, los “principios” no están a discusión? Ello equivale a entender los derechos humanos como parte de una interpretación sui generis, deslindada de su esencia genérica y bajo la conceptualización conveniente de una política de estado totalitario. Para quien sabe de lo que se trata, es posible entender que semejante relación no es válida, pero, además; de ser así, las evidencias prácticas lo demuestran en lo que se crea la condición del desmentido.

Como en la concertación entre realidad y fantasía, en la que suele mediar un abismo de circunstancias insalvables, los argumentos ― por momentos intangibles ― ajenos a la realidad, desbordan las posibilidades. Los problemas acuciantes de la Cuba actual no van a encontrar solución fuera de sus límites geográficos. No importa si se mira en dirección a diferentes referencias y/o vectores; mientras los demás se entienden entre sí, los cubanos estamos obligados a mirar hacia adentro. En eso, debemos andar, ¿Aprenderemos a hacerlo?

José A. Arias-Frá
1/07/2018.
  
 (1).- Todas las citas de Mogherini pertenecen a la conferencia de prensa dada tras la presentación de una "conferencia magistral" (Relación UE-América Latina) en el antiguo Seminario de San Carlos y San Ambrosio, ahora Centro de actividades artísticas y culturales para la Juventud; uno de los proyectos de restauración  del Casco Histórico llevados a cabo bajo el auspicio de UE en Cuba por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.