Friday, December 19, 2014

EL DESHIELO: ¿DESACIERTO O EL PRESAGIO DE UNA TORMENTA?


Es imposible sustraerse al propósito de emitir una opinión sobre la noticia de las conversaciones Cuba-Estados Unidos, el asunto del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y lo que, según se estima, serán sus resultados. Tras la avalancha de opiniones, hay poco que decir y nada nuevo que informar. Se impone entonces interpretar aquellos criterios que parecen lógicos, mejor hilvanados, e imparciales hasta donde es posible.

Después de los dos días transcurridos a partir de la noticia y las respectivas comparecencias públicas de sus protagonistas principales – Barack Obama y Raúl Castro- hoy escuché tres análisis, que sin ser coincidentes, me parecieron convincentes. Sus expositores: Guillermo Cochez, ex embajador de Panamá ante la OEA, Sebastián Arcos Cazabón, Director adjunto del Centro de Investigaciones sobre Cuba en la FIU (Florida Internacional University) y el periodista venezolano Rafael Poleo. En ningún caso se trata de personas a las que pueda atribuírsele parcialidad, al menos, si la mala intención de denostar no preside el propósito y se tiene en cuenta el historial de cada uno de ellos.

De lo que le escuché decir a Cochez, me pareció certero su juicio sobre lo que él considera que gana Estados Unidos al minimizar, mediante la iniciativa tomada por Obama, la opinión negativa y de imagen, injustificada; pero constantemente reforzada por los representantes de la izquierda latinoamericana en el poder y allí donde ello sucede, sobre el papel de los Estados Unidos en sus relaciones con América Latina.

Cubano de origen, hijo de un conspicuo disidente y sobrino de otro no menos importante, ambos fallecidos y exponente en sí mismo de lo que significa vivir bajo la multiforme y omnímoda estrechez de una tiranía, Arcos Cazabón expuso su criterio radialmente argumentado  desde una consecuente óptica cubana. Coincido con su interpretación de que, si para el gobierno de Raúl Castro, la tabla de salvación es buscar un acercamiento con el gobierno norteamericano; ello viene a ser como firmar el acta de defunción de la Revolución, al menos, eso fue lo que me pareció entender ¿Es posible imaginar qué pasa por la mente de los defensores a ultranza del semisecular socialismo cubano? Todo lo que defendieron a capa y espada, puede tener un final inesperado y abrupto ante la puerta de las respectivas embajadas por abrirse y lo que puede sobrevenir en consecuencia, aún a pesar del “oxígeno” de que hablan los que asumen una actitud crítica y, en ámbito democrático, no menos respetable.

La opinión de Poleo, a quien he escuchado varias veces emitir juicios  muy certeros, no parece festinada; más bien lógica, porque al incluir el argumento de lo que sí representa verdaderamente una traición: la de Raúl Castro a sus acólitos del ALBA, pone el dedo en la yaga. Allá en Cuba, solía utilizarse uno de esos sarcásticos apotegmas generados en el ingenio popular y que define muy bien la situación; sobre todo la de Maduro, inmerso como de costumbre entre diatribas y frustraciones en contra del “imperialismo yanqui” “Agárrate de la brocha, que se cayó la escalera”, decíamos para graficar las peores circunstancias de una situación embarazosa y comprometedora y es simpático, por decir poco, que Evo haya declarado que “los yanquis, al fin rectificaron, al darse cuenta de que se estaban quedando solos” Es evidente que de lo anterior se infiere que entre la realidad de la noticia y la perplejidad de sus receptores, el efecto no fue muy positivo para estos últimos.

Combinando estos tres argumentos ofrezco mi opinión que, ni aspira a ser definitiva, ni abarca todos los vectores del tema y mucho menos me sitúa como simpatizante o adepto, adscripto a un partido político o seguidor de  un líder, hace mucho y por voluntad propia, concluí que tal término –líder- dejó de ser afín a mis ideas y como ahora, sólo lo empleo para dejar saber a los demás que es así.

Ante todo, los Estados Unidos no son dueños del mundo, más bien es al revés (aclaro que le he tomado la frase a Poleo, irónico, pero certero) y en consecuencia es el mundo quien exige y determina una actitud consecuente, que no se haga fácilmente vulnerable mediante diatribas de escandalosos y perogrullos de ocasión. Decía Poleo que Obama fue “fino y sagaz”, creo que tiene razón. Cochez, por ejemplo, dejó entrever lo mismo y si queremos hacer gala de patriotismo e imparcialidad es necesario entender que la actitud de los Estados Unidos no puede definirse en los términos de un conflicto bilateral que parece interminable y donde durante el tiempo transcurrido, Cuba llevó la mejor parte utilizando el antiimperialismo como bandera. Claro, no van a dejar de hacerlo; pero ahora el asunto es, encontrar quién les crea.

El resto, lo defino mediante aquello de, “en que parte de la cancha está el balón” ¿Pueden imaginarse –críticos y simpatizantes, todos- el nivel de expectativa que la noticia de las relaciones crea entre la población cubana? Si como afirmó Arcos Cazabón, en Cuba nada cambia, algo que parece probable, ¿cuál será la reacción del común? El que nació antes de 1961, cuando sobrevino la ruptura y Cuba entró en especie de glaciación antediluviana, o el joven “underground” que se declara abiertamente anti-revolucionario (que no es lo mismo que contrarrevolucionario, vocablo fuera de contexto y quizás, únicamente aplicable hoy con toda racionalidad, a los Castro, sus ministros, los “históricos” y  los miembros del Buró Político y el Comité Central del PCC) Ya Mariela, la hija del General, se adelantó a declarar que los que piensen en el regreso del capitalismo a Cuba, están soñando. De ser así su papel ha sido muy parecido al de La Bella Durmiente, porque hasta donde puede colegirse, personalmente nunca ha vivido fuera del capitalismo y con la gran ventaja que semejante circunstancia representa para la exigua y selecta minoría de quienes consiguen hacerlo dentro del socialismo.

Entretanto y retomando el asunto del balón, tan cerca de “la puerta” del “cancerbero Raúl” (me permito citar a Ramiro Valdés, que utilizó esas mismas palabras durante un discurso en Santiago de Cuba en celebración del 26 de Julio al expresar que: “…el compañero Raúl era el mejor cancerbero de Fidel”) el general tiene que tener mucho cuidado y que; entre seducidos, abandonados, frustrados y hasta opositores y académicos, cuyos enjundiosos y profundos análisis aún estamos por recibir, no le vayan a marcar un autogol.

Mientras, los rebullones –se acuerdan de Juan Primito, el fiel servidor de Doña Bárbara que solía evocarlos en la novela de Gallegos- parecen empeñados en mantenerse en vuelo sobre Punto Cero. Fatídico presagio ante la paradoja de que los yanquis estén intentado regresar y el can cerbero (separo las palabras con toda la intención) le esté abriendo la puerta y a la vez, tenga que cerrar alguna bóveda importante.

¿Quién gana?, ¿quién pierde? Eso sólo el tiempo lo dirá.

José A. Arias Frá

12/20/2014.

 

Wednesday, November 19, 2014

LAS NOTICIAS EN CONTEXTO Y LOS PROBLEMAS DEL MUNDO ACTUAL.


Al enfrentarnos a la realidad por intermedio de la información de lo que acontece cotidianamente, la interpretación puede parecer tarea cuesta arriba. Es evidente que la inmediatez de la noticia debe estar limitada a la exposición de los hechos y cuando entra en el juego la opinión todo comienza a cambiar.

A quien le interesa el periodismo de opinión se le hace ineludible enfrentarse al análisis de los hechos y llegar a conclusiones que no siempre  son coincidentes. Ello no implica que la especulación –especie de vicio carente de sentido, pero no de culpa- tenga cabida como parte de un análisis serio y mesurado. La superficialidad, atributo del desconocimiento, es hoy algo como “la ganga” –materia inservible- en el mineral, difícil de purificar y sólo a través del proceso que lo hace técnicamente posible en la comparación aludida.

Voy a referirme a tres hechos que han hecho titulares importantes recientemente y los siguen generando: 1.-La matanza de Iguala, 2.-El Estado Islámico y el asunto de las decapitaciones, 3.-La vinculación entre corrupción y narcotráfico. En cualquier caso, la afectación de las noticias en su ámbito de consumo inmediato, parecen ser hechos aislados. En la práctica el análisis obliga a establecer una vinculación entre los tres problemas principales del mundo actual: narcoterrorismo, religión y corrupción.

Al incluir la religión, la interpretación etimológica no es el problema. Todos los efectos negativos comienzan a manifestarse cuando se deja de lado la relatividad del concepto canónico e incluyente, para hacer del mismo alimento de la ortodoxia agresiva y excluyente. Aunque puede parecer algo punible, injustificado y hasta sacrílego que sectores radicales dentro de distintos grupos religiosos asuman determinadas actitudes es, sin embargo, inevitable. Sólo en ese sentido el asunto religioso se convierte en problema cuya solución no parece alcanzable y no debe inducir a poner el grito en el cielo y rasgarse las vestiduras. La cuestión no es en blanco y negro, aunque los grises tampoco suelen colorear el panorama.

En occidente parece existir el consenso de que el Islam es el ejemplo más evidente de lo anterior y en efecto teólogos y teósofos, independientemente de su filiación, dan argumentos válidos que, unidos al testimonio de la noticia in situ, refuerzan sus conclusiones. Pero los problemas que se derivan del enfrentamiento entre religiones de diverso origen cultural y por añadidura ancestral; no pueden considerarse zanjados por la coexistencia de cultos aún dentro de un mismo escenario. La coexistencia anima la convivencia pero no incluye la aceptación conceptual que, quiérase o no, sigue siendo esencialmente excluyente. Sin hacer comparaciones, baste decir que entre fieles católicos hay diversidad de criterios que los enfrentan desde su perspectiva con relación a lo que debe ser posible o no en la visión a futuro de su Iglesia.

En el mundo actual, paradójicamente atribulado por el caudal de la información y su fluidez, parece posible afirmar que lejos de resolverse cualquier asunto relacionado con la concomitante religiosidad de los hombres, ello es un problema que se agrava al poner distancia entre las diferentes concepciones de la deidad absoluta y diversa, dicotomía original que subyace en la historia de las religiones y cuyos efectos no ha sido posible atenuar y sólo circunstancialmente parece ser paliada mediante la asunción de una actitud, cuando menos melifluamente hipócrita.

Hoy el extremismo de la ortodoxia con el que se abanderan los sectores más radicales del Islam enfrenta a los musulmanes entre si y a su vez y sin ambages, a otros grupos humanos practicantes de otras religiones cuyo consenso no es intrínsecamente coincidente. Parece ser que los teólogos –expertos en explicar estas contradicciones- están en acuerdo en cuanto a las raíces históricas e insolubles del problema, en tanto lo es y da origen al hecho matizado con el terror, en un mundo global y formando parte de una “red” (informática) en la que en gran medida está capturado por la imagen, argumento básico de la información y testimonio de su inmediatez.

Lo expresado puede ser graficado con cientos de ejemplos que rebasan las posibilidades del objetivo de éste trabajo, pero pensar en las razones subyacentes en el enfrentamiento entre el radicalismo musulmán y el resto de la visión amparada en la diversidad religiosa del resto del mundo, no parece descartable ni discutible. Únicamente en ese sentido la religión se torna en el principal avatar de un problema que, en el nombre de Dios (dioses) los hombres –fieles- no parecen querer resolver, mientras, se agrava bajo los efectos de su propia y mundana falta de ética y amoralidad. Como en ecuación, la cancelación de tales factores engendra la antítesis de la religiosidad: el vil asesinato que degenera en la guerra y en el meollo, el problema de las religiones que ha hecho correr ríos de sangre a través de los tiempos y en el que la civilidad no parece haber propiciado grandes cambios, más bien, ha introducido argumentos que hacen la crueldad más evidente.

Los otros dos asuntos a los que se hace inevitable considerar como problemas que desencadenan sus secuelas y durante un tiempo que es difícil precisar cronológicamente, tienen una correlación manifiesta.

La incidencia nefasta de su vinculación se ha desenvuelto de la mano de coyunturas políticas y económicas que han variado en apariencia pero en las que corrupción, narcotráfico y narcoterrorismo (su peor secuela) siempre han encontrado los mecanismos de imbricación apropiados. Sin ser exclusivo de territorios del denominado tercer mundo el “clandestinaje” del cultivo, la elaboración y producción de narcóticos en ese ámbito geopolítico han sido y son, un secreto a voces. El poder del dinero crea los mercados y de la misma manera financia la producción, mientras la entronización de la corrupción se encarga de completar un panorama funcional de los carteles que proyectan, promueven, magnifican y controlan la producción y los mercados de drogas y estupefacientes.

En versión que denota el éxito y a su vez el fracaso de limitar el negocio, los carteles de la droga han expandido sus redes de influencia hacia otros sectores dentro de la economía conceptualizada como normal. En esto último el poder corrosivo y corruptor del dinero que se filtra a través de operaciones de “lavado y limpieza” contribuye a ampliar los niveles de corrupción, incluidos amplios sectores de grupos bancarios, industriales, comerciales y estratégicamente políticos.

Todo lo anterior se ha hecho tan evidente que ponerle freno recuerda la imagen de echar agua al canasto y, en lo tocante a lo que pueden hacer las autoridades para evitar el crecimiento, es ostensiblemente paradójico que quienes pueden obtener y han obtenido dividendos de tales circunstancias, pretendan ser los mismos que intenten ponerle freno. No se trata de una generalización que pueda involucrar gobiernos permisivos y tolerantes, pero sí de poner en evidencia que quienes se mueven tras los elementos representativos del poder están, al menos, bajo la amenaza permanente del narcoterrorismo. ¿De no ser así, cómo entender que los cabecillas puedan actuar con la impunidad que les caracteriza?

La matanza de los cuarenta y tres estudiantes de Ayotzinapa incluye todos los ingredientes que pueden conjuntarse para demostrar lo argumentado: abusos reiterados de autoridades militares y policiales que no son excepción del empobrecido estado de Guerrero, participación de operativos de un cartel hasta el presente considerado de menor envergadura pero que fue en su momento ejecutante de otro muy poderoso el de los Beltrán Leyva y cuyo nombre está en el centro de la matanza: los Guerreros Unidos, la vinculación de las autoridades municipales por intermedio de la pareja conformada por el alcalde pederreísta y su mujer y la timorata y dilatada gestión de las autoridades federales en la actuación llevada a cabo para encontrar respuesta a un hecho de semejante envergadura.

Lo más preocupante al respecto, es que durante las labores de investigación hayan sido descubiertas más de treinta fosas comunes conteniendo restos de personas asesinadas a mansalva mediante ejecuciones masivas y cuya desaparición no parece haber sido investigada consecuentemente. Entre la política del estado mediante la llamada guerra contra el narcotráfico, primero de Calderón y ahora, según se afirma, bajo diferentes presupuestos anunciados por Peña Nieto, la categorización de los resultados en materia de salvaguarda de los derechos humanos desciende a los pormenores de una evaluación en la escala negativa. Frente a ello, la respuesta de la autoridad aparece festinadamente envuelta en argumentos de carácter ineficaz, mientras la proporción entre el terror y el crimen y la incapacidad de los funcionarios adquiere un carácter inversamente proporcional: a más terror, menos límites operativos y el desplazamiento de los carteles a actividades que en el marco de la permeada legalidad les está permitiendo operar nuevos negocios. De ello hay evidencias alarmantes.

No hay necesidad de graficar los hechos con cifras, son terribles y sólo desde las tribunas, “absolutamente inaceptables” respuesta de políticos que no pueden actuar en consecuencia por arrastrar un  nivel de compromiso que permea hoy a los principales partidos que representan una democracia gravemente dañada y enferma por una tradición de corruptela y compadrazgo que viene de muy lejos; de ahí que la nimiedad de la respuesta: “no es aceptable e investigaremos hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga” enfrenta otra directa, certera y elemental de la población que sufre las consecuencias: “estamos cansados, ni un crimen más, queremos soluciones” Entre los sectores que no son beneficiarios pero si victimizados, la reacción representada en actos de violencia inmediata es, si no justificada, lógica; una respuesta a la concupiscencia y la complicidad de las autoridades.

Es cierto que cualquier producto capaz de crear mercado redituable y aún más, uno como el que nos ocupa, mercado cautivo a través de la dependencia; promueve altos incentivos para su creación y desarrollo. El asunto del narcotráfico ha servido a muchos propósitos, todos de naturaleza espuria; desde fomentar la desestabilización política en gran escala como ha sido en el caso colombiano, hasta promover el deterioro social en países del primer mundo en que el poder de compra alienta el interés por el negocio de la comercialización. Siendo justo al evaluar el resultado, habría que concluir que los mecanismos puestos en funcionamiento para lidiar con el problema han fracasado y aunque algunos traten de justificar el crecimiento de la producción y su secuela mediante el alegato de que el consumo lo alienta, el resultado de la interacción es, hasta hoy, inefectivo e incapaz siquiera de paliar los peculiares efectos colaterales manifiestos en el caso mejicano.

Revisando toda la información brindada sobre esta última masacre se hace fácil encontrar los elementos que han desembocado en los hechos y hay en ellos argumentos que el propio Estado hace valer como pertinentes de su soberanía, siendo así, algo que no debería ponerse en tela de juicio; habría que preguntarse: ¿debe ser defendida la soberanía entendida como autoestima y jerarquía máxima del poder del Estado frente a la ilegalidad, la corrupción y el compadrazgo? Si la respuesta es afirmativa, según se infiere, entonces habría que concluir que en el caso, exabrupto de la norma, la soberanía ha devenido en escudo del chauvinismo, la demagogia y el populismo.

En lo relativo al análisis de los flagelos más acuciantes para la humanidad hasta hoy, es indudable que hay demasiadas preguntas sin respuesta; mientras, seguimos amparándonos en logros que parecen producir un regocijo demasiado pírrico. Es como quien compra al crédito sin haber pensado como pagará.

José A. Arias Frá.     

   

  

Sunday, October 19, 2014

LA CONCIENCIA DE LA LIBERTAD Y EL DERECHO A DEFENDERLA.


Hace un tiempo que este asunto acicatea mi imaginación y quien escribe sabe que una idea es como un parto, debe materializarse en las cuartillas y nacer para ver la luz. Según se acepta y clasifica, establece su fisonomía y puede constituirse en objetivo de diferentes alternativas de juicio. He aquí un acto de exorcismo, no de contrición.

A veces su concepción (la que se define entre el sujeto y su pensamiento) tan febril y sinuosa, como la unión de dos que genera la existencia de un tercero; el embarazo emocional es resultado del compromiso entre la vida y la imaginación. Una inquietud que se convierte en irresistible y no admite dilación. En ocasiones, motiva la ficción y en otros casos, argumentos que deben ser expuestos.

El asunto al que me refiero tiene poco de relato, de historia vinculada a un tiempo y menos aún, de cuento: está concebido atemporalmente, la relatividad de su vigencia es permanente e insalvable y vital el pálpito de su cotidianidad.

En términos de resumen, se piensa en lo que fuimos, somos y seremos. Pero al menos tenemos la capacidad de recordar y la posibilidad de encontrar una línea –imaginaria- que le da consecuencia a la temporalidad de la vida. Con relación a lo primero: “lo qué fuimos”, nos encontramos con vivencias irremediables que, quiérase o no, sentaron pauta y de las que no es posible arrepentirse. Al enfrentar “el somos” y en directa introspección, lo válido es el balance entre lo bueno y lo malo ¿Era la equivocación el permanente atributo de las actitudes? o ¿eran las actitudes de otros las que decidían el contexto para no dejarnos ser?

Conceder validez a esos cuestionamientos es posible, únicamente, tratando de entender cómo fuimos, lo que somos y lo que podemos ser – algo difícil. Para atisbar el futuro solemos ampararnos en premisas en consonancia con lo anterior y eso que algunos, fútilmente o no, categorizan como "experiencia de vida"

Durante mucho tiempo me hice a mí mismo reo de culpabilidad porque los enredos políticos entre los que por fuerza vivía, me llegaron a convencer de “errores” que parecían sin serlo y, atenido a la supuesta lógica de que la mayoría no puede estar equivocada y el “yo” carece de entereza y flaquea ante el acierto colectivo; pensar que la razón no me asistía. Olvidaba la hipocresía de muchos (a la larga comprobada), la insensatez del oportunismo, sinónimo de facilismo y ¿por qué no?; la estupidez supina característica de los irremediables odiadores de oficio.

Mi espíritu, sin embargo, se resistía y muchas veces me preguntaba ¿por qué? ¿Por qué no me entusiasmaban las consignas? Y, a mi vez, ¿qué podía existir más allá de lo que se ofertaba como paradigmático y promisorio? Por supuesto que no era una excepción, pero pocos sabían o querían hacer copartícipes de sus desvelos, luego trasmutados en inquietudes y, sanamente digo, finalmente en convicciones; a terceros. El diálogo en tales circunstancias estaba limitado a la asunción de la culpabilidad inexistente y una única alternativa: desaparecer.

Participar de la cotidianidad vital sin poder contar con el atributo de la libertad que le es inmanente no es el mero subterfugio teórico al que se alude cuando la estrechez crea, ex profeso, el marco de su definición. Nada inmanente a la existencia puede fabricarse y menos aún establecerse como un criterio indiscutible e inalterable. No es necesario filosofar al respecto: cuando la libertad se convierte en objeto de banderías políticas, pongamos por caso, se trasmuta en la negación de su existencia. Nadie es esclavo de nada, ni de nadie y envuelta en la concepción de un patriotismo falso, la libertad amañada  apuesta al servilismo. La real es genérica y naturalmente humana.

De alguna forma lo que se desconoce, porque culposamente es ocultado y convertido en pecado de doctrinas socio-políticas, deja a la persona en condiciones de indefensión y si se mira en derredor y todo lo que se escucha y se ve contribuye a acrecentar el desasosiego, la falsedad de la injusta culpabilidad es anatema de la supervivencia y castigo inmerecido, pero castigo al fin.

Aquellos tipos que veía tratando de hilvanar discursos intrascendentes, cargados de retórica vana y desconocida, inverosímil, de panfleto; imitando al “líder” a veces hasta en los movimientos, han venido a convertirse en el corolario de mis dudas pasadas. A pesar del tiempo y los fracasos, son los mismos y en ellos prevalece una evidente confusión entre la inmanencia de la libertad como un derecho y la compulsión preferida por la falsa libertad del terror impuesto que también los convierte en víctimas, aunque desde una perspectiva diferente ¿Qué se puede pensar de un hombre que públicamente acepta, aún por convicción o aferrándose a la vida, que “lo único que no se perdona a sí mismo es haber traicionado al líder" y solo horas antes de ser ejecutado?

En el diálogo entre el hombre y su conciencia no caben falsedades, el espacio es demasiado estrecho y cualquiera que sea su resultado pone al primero frente a una perspectiva verdadera de lo que ha sido, es y será. Como apuntaba al comienzo, la relatividad es dable en y dentro de diferentes contextos y situaciones, pero la conciencia da la última respuesta sin atenerse a justificaciones ideológicas de cualquier índole. Otras alternativas no son “pura coincidencia”

Suerte ha tenido y mucha, quien no se ha visto compelido a entrar en el severo juicio de su existencia, al que no lo motive, ni le preocupen, tales consideraciones. El único peligro en esos casos es que para poder entender de lo que aquí se trata, sea necesario convertirse en víctima y perder el albedrío y la libertad de ser. Demasiados argumentos y de diverso origen apuntan en la misma dirección tendenciosa de los estereotipos conceptuales, la respuesta, la única posible: preservar la libertad patrimonial en tanto seres humanos.

José A. Arias Frá.
10/19/2014.

 

 

Saturday, September 13, 2014

LOS NEOMARXISTAS CUBANOS Y EL FIN DE LOS ASCETAS. (*)



Regularmente los que se consideran a sí mismos enemigos políticos y de “clase”, experimentan una mayor curiosidad por acercarse al contenido expuesto. De tal suerte, debo escribir pensando en ellos y no sólo para quienes, según leen, van asintiendo. En fin, ellos son los primeros que suelen entender la interrelación del pensamiento en términos de “batallas” y acuden a ellas teórica y científicamente pertrechados de todo su arsenal ideológico y, como buenos soldados del intelecto, asumiendo la derrota de sus enemigos – su contraparte- porque la Historia está de su lado y les permite conseguir victorias rotundas y aplastantes.

No soy partidario de la especulación y entiendo que en la confrontación con los de armas tomar ha de conocerse bien el terreno por el que se transita; es por ello que me he dedicado a estudiar (enfatizo: estudiar, no sólo leer) la producción reciente ( y en ocasiones no tanto) de algunos que en Cuba y no pocas veces en el exterior, gozan del reconocimiento y la categorización de “intelectuales revolucionarios” Tras haber encarado la tarea con paciencia y despojado en la mayor medida posible de criterios y formulaciones pre-establecidas he decidido  encarar mi propio reto. El juicio, y eso que algunos suelen incluir al final como hitos concluyentes y de los que prescindiré, lo dejo a la consideración del lector.

Ante todo, muy brevemente, me parece necesario establecer una consideración importante. Mi motivación personal y el tiempo que le dedico es el resultado de: (a).-comunicar mi experiencia adquirida con el decurso del tiempo y después de haber dejado muchas páginas atrás de una bibliografía heterodoxa por su contenido y para nada partidista, doctrinaria o de pretensiones ideológicas en algún sentido y exclusivamente, (b).-considerar que mi pensamiento no está ceñido, ni se abandera festinadamente, con teorías políticas de ningún signo o tendencia –ello puede resultar criticable, pero es así, y (c).-saber que es el resultado de una labor enteramente voluntaria. Lo último tiene el valor de la dedicación y el interés, sobre todo, para no hacer dudar a los que estiman y piensan en términos equívocos y, paradójicamente, han hecho de su filiación político-partidista un medio de vida.

Lo anterior no es rebatible si se tiene en cuenta que, por convicción o conveniencia (o ambas) son exponentes de una postura, actitud ante la sociedad  (“orgullo de clase”), en la que el Estado revolucionario no admite disensos y es, a su vez, empleador y usufructuario, quien les paga el salario que devengan y del que se sostienen. No me parece criticable; pero lo que sí lo es, es endilgar, a los que no piensan del mismo modo y sin contemplaciones, una andanada de adjetivos peyorativos que convierten en el matiz sustantivo de su “guerra ideológica” sin parar mientes en utilizar sofismas, adulterar la realidad y empeñarse en la condena a priori de cualquier argumento. Sobre aquel planteamiento de 1961 en “palabras a los intelectuales” de Fidel Castro y cuya originalidad, por añadidura, culposa; está probada como ajena: “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada…” alguna vez leí el criterio de un reconocido intelectual revolucionario cubano –Lisandro Otero- que en su defensa argüía: “Fidel veía con claridad los peligros que acechaban en el futuro inmediato. Cualquier posibilidad de infiltrarse por un resquebrajamiento en la unidad necesaria sería aprovechada por nuestros antagonistas. Ante todo la Revolución debía sobrevivir porque el gran movimiento social era la base de todo, de la cultura, del derecho a una vida mejor de nuestro pueblo” (1)

Lo primero que debo explicar es por qué, al referirme a una buena parte de los que dicen aceptar y abrazar la idea de la rectificación, utilizo el término “neo-marxistas” Estos intelectuales que han descubierto a destiempo las razones de todos los males y que se han dado a la tarea de respaldar mediante su obra y su  participación en la vida cultural cubana aquello que es, en la práctica, una campaña gubernamental originada en el poder del Estado; todo lo que hacen es tratar de paliar, disminuir y –en los casos más ambiciosos-tratar de demostrar que no es real lo que las evidencias han ido poniendo en relieve: racismo, marginalidad, deterioro de la enseñanza a todos los niveles, ejercicio de la represión –no solo a nivel político-, problemas desgajados de la diversidad monetaria, falta de correlación entre precios y salarios, deterioro habitacional y su concomitante efecto en la infraestructura y el nunca superado déficit alimentario, "aunque nadie se muera de hambre a pesar de no poder degustar los alimentos que merecen” (2) para de ese modo justificar la menguada “canasta básica” que evita -según se argumenta- las hambrunas que matan millones de seres humanos indefensos en otras latitudes. Ese concepto de igualitarismo abstracto (que por demás no existe, algo que puede demostrarse) y se menciona como paradigmático, me hace pensar en un grupo de “conformistas” que se atienen a la idea de que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”

En todos los casos el punto de partida, sin excepciones, es similar: “La Campaña de Rectificación de Errores”, la “Batalla de Ideas” y una ostensible y automática propuesta consecuente: “…el fortalecimiento del socialismo como única alternativa de socialidad entre los cubanos” y agrego: desde una “nueva perspectiva” originada en la dialéctica del pensamiento de muchos ortodoxos de antaño convertidos en neo-marxistas capaces de producir una edición corregida de sus antiguas propuestas. Pero no sólo se trata de identificar las plataformas del cambio por su origen, al fin, “rectificar es de sabios” aunque parece ser que, en el caso que me ocupa, ni el tiempo, ni las circunstancias lograron vincularse acertadamente en el entendimiento de la “intelligentsia” insular. El marxismo fue mal interpretado, ¿por quién?, -cabría preguntarse- fue sectario y en sumo, vinculado a la macropolítica internacional de la URSS bajo el estalinismo, donde un caudillo que llegan a conceptualizar de tirano –Stalin-, echó por tierra la buena voluntad del leninismo al desconocerlo y llevar el orden de cosas –el socialismo real- a un callejón sin salida, creando las condiciones para que un grupo de “oportunistas, bandoleros y lacayos” le arrebataran a la clase obrera y el campesinado sus conquistas. Aparentemente se trata del reverdecer de la "Teoría Crítica" y ello, es otro tema.

Hay, a simple vista, un grave problema que origina, a su vez, una gran contradicción: el comunismo en Cuba, así como sus principales figuras a partir de 1936 (inicio de la política de “frente único”) y hasta 1958 (febrero) y después a partir de 1961 (declaración del carácter socialista de la revolución) y hasta hoy, se apropió de la idea revolucionaria convirtiéndola en sinónimo de una ideología que ahora parece ser criticable sólo a la sombra del poder y a conveniencia del Estado. ¿No fueron estos períodos demasiado prolongados para entender la negatividad de lo que hoy se pretende exponer como argumentos deleznables –al menos en el plano de la vinculación con la extinta URSS? Desde luego, en la fabulación de la historia nacional post-revolucionaria, sobre todo en la que Fidel Castro ha contado recientemente y que, certeramente, a interpretado y definido Rafael Rojas (3), se centra la respuesta de los neomarxistas.

Mi experiencia personal, a la que me referí y está acreditada con una buena cantidad de años dedicado a tratar de encontrar una vertebración lógica a los temas acotados, me permite recordar vivencias ajenas e interesantes. Es sintomático que algunos de los que se proyectan hoy por la necesidad de la crítica (siempre constructiva, revolucionaria y socialista) fueron víctimas de la política del Estado bajo la acusación de “revisionistas” y “sancionados” a desempeñar “tareas” que debían cumplir el doble objetivo de: a.-impedir la influencia de sus criterios y b.-“ayudarles” a entender la virtud y la claridad ideológica (trato de recordar y reproducir los términos que se usaban) de quienes se erigieron en defensores del sovietismo –estalinismo incluido- a ultranza; al convertir en pecado de lesa política lo que catalogaban como una “ruptura” con la línea político-partidista de la revolución. Los que se consideraron a sí mismos y en su momento, puros defensores del "verdadero socialismo leninista", llegaron a ser equiparados con los enemigos "foráneos y pro-imperialistas" de la revolución y en consecuencia evaluados como muy peligrosos. Muchos fueron purgados, otros que no alcanzaron a entender el por qué se les ponía en evidencia, no resistieron lo que consideraban una humillación a su pasado revolucionario y prefirieron acogerse a una especie de exilio interno, otros, los más recalcitrantes, fueron a dar a la prisión y no pocos devinieron en disidentes y opositores (dentro y fuera de Cuba). La gran mayoría de los que ocupan mi atención (los neomarxistas) se han hecho a la idea de que es bajo la permisibilidad del Estado y en concomitancia con sus presupuestos que se hace posible rectificar errores. Se trata aquí del esquema, tantas veces repetido, de las ideas socialistas y comunistas en Cuba desde 1902. Me excuso por la aparente simpleza de la afirmación a continuidad, pero no creo en semejantes artilugios y más bien parece que lo único probable es similar a aquello de “meter la zorra en el gallinero”

El capitalismo imperialista, alegan, cambio sus estrategias de dominación e influencia en los territorios tercermundistas tras finalizar la II Guerra Mundial y durante la Guerra Fría; luego, el neoliberalismo y la globalización vinculados al desarrollo tecnológico durante los primeros años del presente siglo, sugieren una nueva actitud (táctica y estratégica) capaz de generar la conservación del socialismo comunista, único destino viable para aquella misma humanidad que según se afirmó dijo “basta y echó a andar”; puede parecer una ironía pero, ¿acaso el movimiento les ha conducido a una coyuntura de inercia sostenida amparada bajo una supuesta política de “rectificación de errores” y tras largos años de espera? Como puede apreciarse, trato de ceñirme al discurso político-ideológico de los revolucionarios de hoy que se dicen marxistas al interior y que sí son capaces de mentir, (es parte de la condición humana y por añadidura, fácilmente demostrable) además, respaldan sus inexactitudes haciendo uso del formidable aparato propagandístico con que cuentan para exponer medias verdades y manejar las estadísticas a fin de violentar la buena voluntad de las numerosas entidades internacionales que, financiadas en buena parte con fondos "del imperio", llegan a convertir solapadamente en sus aliados.

En el gran matraz en el que se articulan y en el laboratorio socializador en que teóricamente se pretenden ventilar las críticas del neomarxismo, se halla, en la médula del nuevo homúnculo, la rectificación de errores, la batalla de ideas y cuanto añadido pueda parecer incluible y resultar de utilidad. Pero la solución del problema no está, y ellos lo saben, lo dejan entrever como parte de su preocupación al referirse al hecho del peligro de hacer mutis que corren hoy sus ideas (por razones intrínsecas y no las que festinadamente alegan), en proponer remedios temporales e inviables a largo plazo; está en la falibilidad e inconsistencia de las fuentes originales (algo que los chinos parecen haber entendido mejor que sus enemigos de antaño al desentenderse, en la práctica, de las enseñanzas del “gran timonel”, lo que quizás pudiera convertirse en un buen referente para los cubanos que también han tenido y tienen, sus “timoneles”) Ante tal coyuntura me parece válido plantear algunos cuestionamientos:

1.- ¿Es posible que por las causas atribuidas a los errores cometidos (inexperiencia, excesivo partidismo pro-soviético, etc.) quienes los cometieron, puedan producir la eliminación de sus consecuencias?

2.-Asumiendo que lo anterior fuera dable ¿desparecerían los límites cuando de encarar las cuotas de responsabilidad se trate y se convierta en necesidad impostergable hacerlo?

3.- ¿Están los neomarxistas en capacidad, primero de resistirse y luego de enfrentar de nueva cuenta, no solo el ostracismo intelectual – a lo que temen en tanto el intelecto es razón de su quehacer y condición de su existencia-, sino en sentido absoluto? (saben muy bien de qué se trata)

4.- ¿Qué resultado tangible se evidencia tras el propósito de los “cambios” en los que según alegan, la crítica socialista y revolucionaria ha influido?

5.- ¿No existe acaso, una evidente contradicción entre lo que la “crítica representa o al menos, debe representar, frente a la omnipresencia de la entelequia axiológica conformada por la relación ad infinitum “revolución-partido-pueblo” categorizada ideológicamente como inamovible?

Es muy posible que tratando de hallar respuestas a semejantes o muy parecidos cuestionamientos, el comunismo sucumbiera en la URSS y los países de Europa del Este. Razón evidente: las respuestas existen, pero no son verificables mediante su enunciado en el contexto ideológico en el cual se pretende encontrarlas. Sería bueno (aunque improbable, al menos por el momento) dejar de lado el argumento “patriótico-revolucionario” de exponer a Cuba como una nación de pretendida magnitud ejemplar sin ir al centro de los problemas que la aquejan y seguir culpando a “enemigos” que cada vez se hacen menos visibles. El cuento es demasiado viejo, se agotan las versiones; pero el efecto de esa paranoia colectiva enquistada en la conciencia nacional, puede ser muy peligroso. Mientras tanto, los ascetas de la vieja ortodoxia están quemando sus últimos cartuchos y si me quieren acusar de no entenderles, al menos en algo, estaríamos de acuerdo.

NOTAS.-

(1).- Otero, Lisandro.-“La Jiribilla” En: “Rebelión”, cultura. Agosto 21, 2011 (http://www.rebelion.org)

(2).-“No degustamos todos los platos que quisiéramos y nos merecemos, y los alimentos son caros para el bolsillo del cubano - el tema alimentario como se conoce es asunto de fuertes debates e inconformidades-, pero nadie “muere” en Cuba de hambre…” Afirmación del Dr. Felipe de Jesús Pérez Cruz en su artículo: “Sebastián, El Canal y el Nuncio” Ver: en INTERNET, por el nombre del autor, en el mismo sitio Web de la cita anterior.

(3).-Ver: Rojas, Rafael.- “La Máquina del Olvido”, Méjico, 2011. En: Diario de Cuba. (http://www. diariodecuba.com/)

(*).-Asceta. Definición: Persona que practica el ascetismo. 2. Persona que lleva una vida austera.

Ascetismo. Definición: Conjunto de prácticas de penitencia con fines espirituales o religiosos. 2. Vida austera.

En el caso, doy al sustantivo una connotación polisémica.


José A. Arias Frá.

Miami, septiembre 13, 2014.

Friday, August 1, 2014

SANTOS Y EL FUTURO DE LAS CONVERSACIONES DE PAZ PARA COLOMBIA.


El proceso de paz en Colombia inaugurado en noviembre de 2012 en La Habana, viene resultando en una negociación en extremo difícil y, como tal, incluye aspectos básicos que no resulta posible solventar; al menos en el corto plazo.

Durante los cuatro últimos períodos presidenciales –incluido el de Álvaro Uribe- se han producido intentos de negociación cuyos resultados no exhibieron logros. Aún sigue siendo improbable que el actual esfuerzo bajo la presidencia de Juan Manuel Santos, pueda acarrear resultados diferentes y definitivos y la razón está en el enfoque que las dos partes envueltas en el proceso le dan al asunto. En el “arte” de enfrentar los presupuestos del adversario, más que en la sapiencia, suele estar la clave del éxito en muchos de estos casos.

Las guerrillas de las FARC y el ELN han operado en el país, al menos, durante los últimos 50 años y aunque las condiciones han cambiado, ninguno de los protagonistas del conflicto, a saber, gobierno y guerrilla, ha podido capitalizar resultados a su favor. Preguntarse las razones convertiría el propósito en un intento demasiado extenso. Baste saber que el aparente punto de confluencia de ambos es, precisamente, este nuevo intento.

El punto de vista de ambos extremos en la antípoda, acusa causas y en algunos casos, como en el de la guerrilla, está matizado de un contenido ideológico que en la post modernidad, resulta obsoleto: no se puede hablar, como hacen los líderes guerrilleros Timochenko y Gabino de justicia social encaramándose en una estrategia sistemática e inocultable de terror y victimización puesta en práctica en defensa de una ideología a destiempo. Para el gobierno, la defensa de intereses político-económicos y en medio de ese largo período, también ha tenido fluctuaciones que han determinado la crítica sana y cívica desde adentro y, como es normal y debe ser, en situación de competencia democrática.

Pero el criterio ideológico (es necesario insistir en ello) que la guerrilla dice defender y en efecto defiende, aferrándose a él, produce la existencia de una zona vaga de definiciones y crea, a más de menoscabar la posibilidad de un entendimiento, las condiciones para la propia incongruencia de sus argumentos. ¿Quiere esto decir que la paz no puede resultar posible? Desde luego que sí.

De hecho, en tres de los cinco aspectos que se trazaron desde el inicio como caminos de amplia y doble vía (en eso consiste el hecho de negociar) y a pesar del sinnúmero de bifurcaciones que puedan acusar, ha habido acuerdo en los tres primeros y las “conversaciones” se aproximan a entrar en su fase más crítica y potencialmente disruptiva: la reparación a las víctimas del conflicto y el desarme y posterior implementación de los “acuerdos”

Pedirle a los representantes de la guerrilla que, como ideólogos, gozan de menor autonomía y aunque supuestamente estén investidos de ella, que se conviertan en actores de una vida en paz después de haber vivido en la violencia; sus lacras y sus secuelas durante medio siglo, es casi como pedir peras al olmo y el gobierno, en tanto, tendrá –aunque esta vez lo ha venido haciendo desde el principio- que ser muy cuidadoso en manejar desde su óptica la consecución de sus objetivos: 1.-demostrándole a todos la ausencia de argumentos impuros, amañados y tendenciosos en sus posiciones, y 2.-presentar los mecanismos de concertación existentes entre los grupos de diferentes tendencias políticas a favor del proceso de paz, como un importante logro más allá de los criterios de la guerrilla.

Es precisamente lo anterior, lo que ha convertido la actuación de Santos en una propuesta de nueva cuenta que lo diferencia de intentonas anteriores. En ese argumento puede reposar la posibilidad de seguir avanzando, porque mientras los ideólogos del movimiento guerrillero se aferran a la inercia de sus presupuestos superados por su propia actuación y la temporalidad de las circunstancias; la movilidad que puede caracterizar la presentación de los objetivos del gobierno, puede muy bien poner la pelota en el terreno de la guerrilla.

Veamos un ejemplo: “no hay en el discurso del presidente Santos ninguna evidencia de cambios estructurales, el problema no es acabar con la guerra, se trata de garantizar una paz que se convierta en algo peor que la guerra misma. Se trata de remover las estructuras que han convertido al pueblo en objeto de abuso permanente y en sus víctimas…” (1) Esto es lo que ha dicho Rodrigo Londoño (Timochenko) y ha sido avalado por Nicolás Rodríguez (Gabino) a nombre de las FARC y el ELN, respectivamente. Creo que los planteamientos se explican por sí mismos, graficados en su intención y a la luz del análisis.

Marta Lucía Ramírez, ex -candidata presidencial y líder conservadora, casi al socaire de tales argumentos, ha expuesto: “…con la justicia que garantice el imperio de la ley, el desarrollo del campo, el acceso a la educación, la defensa de la familia o la búsqueda de una paz verdadera, con condiciones, con justicia, sin reclutamiento de niños, sin uso de minas, ni atentados terroristas, justificaría el apoyo del partido (conservador, n. de a.) a las iniciativas del gobierno” (2)

Si realmente entendemos la democracia y cómo funciona, debemos dar crédito a los resultados de un proceso electoral que separó al ganador (Santos) del perdedor (Zuluága) por poco menos de un millón de votos (7 816 986 vs 6 905 001) debe concluirse que la intención de generar un gobierno de coalición, sin despropósitos, es justa de ambas partes y de ello puede depender en gran medida el resultado final de las conversaciones. Ya lo he dicho antes, no podemos creer y mucho menos pensar que somos fuertes, si como verdaderos demócratas no somos capaces de demostrarlo. Allá quienes se aferran al pasado que, dicho sea de paso, no son siempre los que viven presos de ideologías incongruentes, armados de fusiles y metidos en la selva.

José Antonio Arias.

Agosto1, 2014.    

 Notas.-

(1).-Rodrigo Londoño Echeverri (alias Timochenko) en comunicado leído y presentado en las “redes sociales” a raíz del discurso de Santos en la presentación del Senado de la República de Colombia para su nuevo mandato.

(2).-Marta Lucía Ramírez en declaraciones a “El Tiempo” sobre la posibilidad de la integración de una coalición partidista en respaldo de Santos durante su nuevo período.

Wednesday, June 11, 2014

LA COPA DE LAS VICISITUDES





En nueve años a partir de 2007, Brasil, ese gigante en crecimiento del continente suramericano, ha organizado tres eventos deportivos internacionales: los Juegos Panamericanos, La Copa Oro y ahora el Mundial de Futbol; pero sus aspiraciones en acaparar glorias trascendentales en el ámbito deportivo no concluyen con la convocatoria del máximo evento del deporte rey, en breve plazo -2016- tiene sobre la testa de sus más de 180 millones de habitantes el peso de organizar una Olimpíada. ¿Está preparado el país para encarar el reto que ello representa? Sin ánimo de  minimizar el esfuerzo creo que no. Veamos.

La acumulación de compromisos a puesto al descubierto la crisis interna de las instituciones brasileñas y las lagunas de una administración que desde los más altos niveles enfrenta la pujanza de una relación fatal entre demagogia política y capitalismo salvaje. Todos conocemos la raíz del Partido en el poder hace ya algunos años,  el PT, con Lula primero y su discípula Dilma ahora, ha tenido como uno de sus pilares a nivel social, la participación popular a través de los sindicatos de grandes sectores de la sociedad productiva; pero la compra de imagen a través de las apariencias que suelen ser traicioneramente engañosas, ha catalizado la debacle política, trastrocando en evidencias contundentes la gran contradicción que éste fenómeno implica. No es posible “agarrar a cuentas” sin saber cómo y cuando se va a pagar.

Recién ahora los Estados Unidos y Europa, han empezado a dar señales de una recuperación económica de la gran debacle que comenzó a gestarse en 2005 y años siguientes hasta el hundimiento casi total a partir de 2010 y hasta fines del 2013. Escuché comentarios muy favorables acerca de que dicha crisis no parecía haber afectado a países como Brasil o China; algunos expertos en relaciones económicas internacionales no podían contradecir con argumentos inmediatos tales alegatos, pero hubo unos pocos que se atrevieron a preconizar lo que en este momento es un hecho basándose en las evidencias; Brasil enfrenta un problema social cuyas raíces se hunden en factores hasta ahora no resueltos, primero: la dispersión sobre su basta superficie territorial de una población que se concentra en emporios costeros con la excepción de Sao Paulo (alrededor de 27 millones de habitantes y constituye la urbe más poblada de América Latina después del área del Distrito Federal en México que por supuesto incluye la ciudad Capital) y Brasilia, la Capital política. Esa diferencia entre nivel social y poder adquisitivo entre zonas rurales y centros urbanos al que tampoco es ajeno el gigante asiático -China- es un problema que ofrece pasto reverdecido a las agitaciones sociales en los conglomerados citadinos más importantes. Del caso Chino no voy a hablar porque a la vista saltan las diferencias y su análisis merece un tratamiento aparte y diferenciado. Siempre en estos casos la migración interna se mueve en la dirección campo-ciudad, creando de inmediato nuevos bolsones de pobreza que se suman a los ya existentes con todas sus secuelas.

Los observadores versados, adelantaron que la resaca de la crisis vendría de todas maneras y pudieron hacerlo porque tuvieron en cuenta que, al disminuir la capacidad de inversión de EE. UU. y Europa, fijarse tazas de cambio en connivencia con la situación que se produjo y a la vez tratar de poner a buen recaudo los recursos conque se contaba -algo lógico- el efecto inmediato fue la disminución de las importaciones y la consiguiente reducción del crecimiento, mientras; Brasil y su gobierno Socialista (con o sin las salvedades que ello conforma) ya estaba envuelto en los compromisos deportivos magníficos, por demás, con los que se ha visto obligado a cumplir y aún está por producirse la máxima cita olímpica en 2016. Para el común, es evidente que en última instancia, a ellos les tocará pagar la mayor parte y cargar con los resultados de una supuesta cosecha que no existe. Ante los ojos del resto del Planeta se pone de manifiesto y de manera inocultable, el gran problema que todo lo anterior está acarreando.

Como era común escuchar en mi terruño: el gobierno brasileño “compró cabeza y le cogió miedo a los ojos” Si se tiene en cuenta que otro fenómeno de terrible incidencia como la corrupción político-administrativa, el nepotismo y las lacras que de todo ello se desprenden ha sido una constante en la gestión del PT; la taza, simplemente, se desborda. Los eventos deportivos de gran envergadura sugieren el empleo de cuantiosos recursos económicos y una planificación pormenorizada a futuro que evidentemente no ha existido en el caso de la Copa FIFA. Los plazos de las construcciones no fueron cumplidos, o su cumplimiento ha sido cuestionable y el vaticinio de un efecto dominó es visible para la opinión pública en general que ha tenido y tiene puestos los ojos en lo que muchos no logran entender desde una óptica común que tiende a prescindir de los argumentos que aquí se manejan. ¿Cuál es la estrategia inmediata?: el gobierno asume boca afuera, las responsabilidades   a riesgo de un alto costo político y la Presidenta, para paliar los efectos de la huelga de transportistas en Sao Paulo -solo a 48 horas del pitazo inicial para el partido Brasil vs Croacia- pongamos por caso, se compromete a “conversar” con los sindicatos después que termine el clásico. Evidentemente cualquier cosa es preferible -aún  desde el punto de vista del gobierno- antes que permitir que el sinfín de reporteros de todo el Mundo presentes, matice sus crónicas con los efectos de una parálisis casi total de la ciudad donde comenzará a rodar el balón. Aunque en una escala menor, fue lo mismo que hizo cuando se suscitaron las protestas en torno a la celebración de la Copa Oro y la evidencia de que a la larga nada fue resuelto, es esta nueva ola de protestas en torno a una situación mucho más comprometedora por su trascendencia. Me pregunto: ¿qué habrá de suceder en poco más de un año cuando se les vengan arriba las Olimpíadas? Para los brasileños, que a pesar de amanecer con el esférico entre los pies y acostarse con él bajo la almohada, esto puede ser una pesadilla con el estómago vacío.

Si a todo lo anterior sumamos la influencia de la información a la mano  sobre los entretelones de los manejos turbios de las entidades (supuestamente organizaciones “non-profit”) como la FIFA; la gente necesita, reclama, exige; respuestas satisfactorias. A Joseph Blatter -que ahora aspirará a un nuevo período al frente de la entidad, ya a sus 78) nadie le pide responsabilidad por el hecho de que el evento mundialista promete dejar al mínimo ganancias por 4000 millones de dólares -cuatro billones- para FIFA y el equipo que resulte campeón recibirá solamente !alrededor de 37! y ¿qué del resto?. Si se compara el gasto estatal -costo del evento para el país- ni siquiera el precio de una habitación de hotel tres estrellas en Río -por ejemplo- por encima de los $1000.00 -lo cual no deja de ser abusivo- hace que “la lista coincida con el billete” Todo el mundo sabe que es así y que la FIFA desde ya ha vendido los derechos de auspicio y patrocinio del  mundial 2022 a Qatar, rico emirato petrolero del oriente medio, pero país sin tradición futbolística al nivel que se pretende y enclavado en medio de un desierto donde las temperaturas alcanzan niveles por encima de los 50 grados (C) en la temporada de la realización del evento.

Hoy el inefable Dieguito, abrió la boca en una conferencia de prensa para la cadena Telesur y dijo, usando esas frases lapidarias (algunas buenas, otras no tanto) y que matizan la sorna de sus planteamientos, que Blatter y la FIFA se “estaban comiendo la pelota”; tiene razón,  y ¿qué con eso?; a lo mejor se le olvida poner en recuadro el contubernio entre el gobierno socialista del PT -sus amigos- y los corruptos de la FIFA. No voy a esperar que Diego, digno representante de su alcurnia futbolística y su etnia, dé su brazo a torcer, pero cada quien le escucha asimilando la parte de su discurso que se hace manejable sobre todo sacando las cosas fuera de contexto para arrimar la sardina al bracero, asunto en el que ese pulpo que llaman “Media” goza de gran experticia. Pero la Copa añade otros matices que respaldan el título de éste trabajo en lo estrictamente futbolístico; veamos que le añade más leña al fuego.

Confieso que no soy un fanático a tiempo completo del balompié y menos un conocedor profundo de sus interioridades, pero me admira la ortodoxia casi religiosa y militante de los hinchas argentinos, las torcidas brasileiras y los cabezarrapadas ingleses, mácula de la flemática diplomacia social británica y capaces de emular a Jack el Destripador si alguien se les interpone en el camino de sus pasiones por el esférico, rodando entre piernas y patadas en las canchas de sus devaneos. Por dinero, y según coinciden los expertos, los “amistosos” en fechas anteriores a la copa -aún al momento de escribir este trabajo, a Portugal le queda uno por celebrar antes de la gran cita- han sido más frecuentes que en ocasiones anteriores y en cotejos, según agregan, con equipos intrascendentes que, al no tener nada que perder se esfuerzan por conseguir al menos un empate frente a los clasificados, estos han arriesgado a sus jugadores estelares produciéndose lamentables bajas de algunos de ellos y a los que el público esperaba ver en acción. Lo cierto es que aunque no siempre por la causa referida, no estarán en el Mundial Falcao, Ribery y otros jugadores de selecciones nacionales con menores posibilidades como en el caso de Ecuador, Chile e inclusive; Cristiano Ronaldo no llega en plenitud de condiciones producto de algo que definen como “cansancio muscular” en sus piernas y Messi sigue vomitando quizás a consecuencia del estrés que le producen sus desvaríos monetarios en España, ahora incrementados por una acusación de prestarse para lavar fuertes sumas de dinero de dudosa procedencia utilizando el “reality” de ”Messi y sus Amigos” como pantalla, mientras el uruguayo Luis Suárez tiene apenas tres semanas después de haberse operado un menisco en una de sus rodillas.

¿Existe realmente la cortesía necesaria por el gran hacedor del espectáculo? Ese que llaman “el respetable”, compuesto por quienes  malviven y llegan hasta el ayuno ocasional durante cuatro años para tratar de conseguir hospedaje y pasaje y estar allí para vivir la epopeya sin lograr el rédito necesario a su esfuerzo? Baste decir que los propios brasileños serán indirectamente victimizados por el “schedulle” creado por la FIFA, que sólo le concederá el honor a los Cariocas -la gente de Río- de ver en Maracaná a su selección nacional si llega a la final. Todo el país espera que así sea, pero ¿y si no?; muchos habrán enterrado su aspiración de no conformarse con menos que el sexa-campeonato, frente a las pantallas de los televisores. La condición de anfitriones pone una responsabilidad más sobre las ya normales que cualquier equipo enfrenta envuelto en una competencia como esta; para el país sería un paliativo a las heridas abiertas y una especie de necesaria pausa antes de que la sal vuelva a caer sobre ellas en 2016. Parece que nunca antes gobierno alguno hubo de necesitar con tanta vehemencia una victoria de sus jugadores para contrarrestar la presión que resiste por concepto de una imagen deteriorada ante propios y extraños.

José A. Arias.
Junio 10, 2014





Principio del formulario
Final del formulario