Friday, May 25, 2012

LA VISITA DE MARIELA Y EL ENFOQUE DE LA PROTESTA


Hay una pregunta que me parece interesante: ¿Qué sucedería con una persona perteneciente a la comunidad LGBT –lesbianas, gays, bisexuales y transexuales- que asuma una actitud crítica y pública en contra del régimen en Cuba?
¿Sería condenado por su pertenencia a dicha comunidad, por su opinión política, o por ambas cosas? Seguramente a la condena y el rechazo de su opinión política le colgaría un vestigio de homofobia que sería difícil de ocultar. No he estado al tanto de la ponencia de Mariela Castro –flamante directora del CENESEX- sobre “la comunidad LGTB y su importancia en la cuestión política”, parece que desde el punto de vista participativo, aunque puedo imaginar que debe existir una defensa a priori del derecho de opinión y que, como en otros casos se dilucida sólo en torno a las opiniones favorables a conceptos basados en el soporte ideológico de los intereses que representa, debe anular una buena parte del asunto. Probablemente algunos de los que formen parte de su auditorio, y por pueril ignorancia, ni siquiera piensen en ello.
La ponente representa un régimen que no tiene nada que aportar en el sentido de las libertades concebidas en el ámbito de lo político porque su condición de pertenecer a la dinastía del poder en Cuba, sencillamente se lo impide. El derecho de participación es discutible aunque no necesariamente inevitable. Se sabe, además, lo que han representado los eventos de LASA. No es para nada recomendable, sin embargo, superponer opiniones sin traer a la palestra argumentos contundentes; si discutimos si debe estar o no en el medio donde expone sus incongruencias estaremos dejando a un lado lo medular de nuestra opinión y, ante cualquier argumento festinado y a priori, damos, como casi siempre, la espalda al verdadero debate. En gran medida sucede lo mismo con las participaciones de otros personeros, el caso de Eusebio Leal, por ejemplo, y al que prefiero no referirme ahora, puesto que ya lo hice en otro trabajo anterior. En esencia es la misma cosa.
Lo que en cualquier caso me parece desquiciado es que obviemos la confrontación en el terreno de las ideas. Al fin y al cabo estas personas vienen aquí a exponer criterios que se deben contrarrestar y combatir en medio de una discusión democrática y en la que obviamente, deberán llevar la peor parte. No faltará quien diga que no merece la pena hacerlo; creo que si no es posible enfrentar esta gente en su medio, cuando se aventuran a buscar apoyo fuera de él y nada menos que en “territorio enemigo” se nos presenta la gran oportunidad de confrontarlos. En cierto modo ellos se arriesgan y deben chocar con una realidad contundente y no con actitudes asumidas a priori, y si esa no fuera la alternativa, quizás fuera mejor ignorarles; el final de su camino siempre tiene como refugio la obediencia a sus progenitores, que en el caso de Mariela debe ser tomado en el sentido más literal de la frase.
Pero no es dable dejar sin respuesta la pregunta originalmente expuesta. En muchos casos, ha sido ampliamente respondida por miembros de esa misma comunidad que Mariela defiende –manipula y utiliza- y que no pertenecen a los tiempos de la UMAP (1), en que se reprimían abiertamente y en nombre de la revolución, no sólo a los homosexuales, sino también a los religiosos, los “lumpens” y cualquiera que pudiera parecer un protestante en ciernes y/o potencial; parece que todavía hoy y de la misma manera que no se puede ser buen revolucionario si se tienen opiniones diferentes (disidentes o divergentes), tampoco se puede ser un “buen gay”. Es muy probable que siendo así, la interpretación de Mariela Castro sobre la participación de la comunidad LGBT se parezca mucho aún, a aquello de que “dentro de la revolución todo, fuera de ella nada”. Caben, por último, algunas preguntas más: ¿Por qué en el auditorio que escuchó la ponencia de Mariela, no habían miembros de la comunidad LGBT en capacidad de hacer preguntas incómodas?, ¿Acaso el auditorio fue escogido a la medida y los deseos de la ponente?, ¿Cuál fue la causa de los arrestos llevados a cabo entre miembros de esa comunidad –LGTB- que emitieron sus opiniones desde el exterior del recinto y a los que la policía arrestó y condujo esposados como delincuentes? Hasta donde sé, nadie estaba allí produciendo un escarceo o alentando a la violencia y algún que otro cartel es parte de la tradición afianzada en la conciencia norteamericana acerca de la protesta pública.
Al tiempo que todo lo anterior ocurre, y a contrapelo de envolvernos en el verdadero debate, nuestra óptica de la cuestión se minimiza entre opiniones que nada tienen que ver con el meollo del problema mientras seguimos en campaña electoral. Mariela no sólo es Castro, su segundo apellido es Espín y de casta le viene al galgo, pero sus apellidos son la parte menos importante del asunto; lo peor son las ideas que representa y defiende.
José A. Arias.
Nota.-UMAP: Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Cualquier interesado puede encontrar en INTERNET, amplia información al respecto.

Friday, May 18, 2012

CARTA DE PAQUITO D´RIVERA A UN AMIGO

Muchos deben conocer el contenido de esta misiva, otros quizás no. En cualquier caso me parece muy bueno contribuir a su divulgación. Su autor, el sobresaliente y conocido músico cubano Paquito D´Rivera, se expresa en ella sobre un tema de actualidad y vigencia y lo hace contundentemente y sin el exceso de innecesarias disquisiciones. Comparto su opinión.
José A. Arias.


Paquito D’Rivera músico de fama internacional y hombre integro   le escribe a un amigo.

Carta a un amigo
Amigo Florencio:
¡Qué pena te tomaste tan a pecho mis desilusiones por la nuevas (y no tan nuevas) generaciones de cubanos de aquí y de allá! Lamento que el inclemente poder ofensivo de la verdad te hiriera tanto, pero es que hace ya más de tres décadas que nos largamos de aquella bazofia de sistema y el cuartico está igualito. Así que dime tú: ¿orgullosos de ser cubanos, por qué?
Han pasado más de 20 años de la caída del muro de Berlín, de la revolución de terciopelo en Checoslovaquia, de la protesta juvenil de la plaza de Tiananmen en China; y más de treinta años tiene ya la valiente creación de los sindicatos independientes en Polonia. Más recientemente, la Primavera Árabe conmovió al mundo… ¿Y a todas estas, a los cubanos solo se nos ocurre pedir permisos renovables para residir en otros países y de vez en cuando mendigar visas de turistas para pasear por las ruinas de La Habana? ¿A rezarle al Papa?...No me hagas reír, Flori. Tal parece que ya los escritores y artistas cubanos de principios como Celia, Olga, Lecuona,  Cabrera-Infante, Cachao, Bebo Valdés, Montaner, Álvarez Guedes y Rolando Laserie se van acabando. Ahora son "apolíticos", y algunos hasta actúan gratis en los festivales que organizan sus antiguos verdugos aquí o en Cuba. Y de los artistas y músicos de la Isla mejor ni hablar. Allá hacen cualquier cosa por ganar unas piastras afuera (o más bien adentro, como diría nuestro amigo Nicolás), y después ir a la chopin a buscar jabones, pasta de dientes, blumers y cuanta chuchería de "área dollar" encuentran pa’ llevar, como hormigas, pal solar. Tú y yo hicimos esto por un tiempo, pero ¡Hasta cuando!
El lenguaje de tu carta –que suena un poco como Manolo Ortega–, me hizo recordar también a esos nuevos (y no tan nuevos) “exiliados” de Miami, que cuando quieren portarse bien pa’ que los autoricen a ir de visita a (lo que queda de) el Caimán, se vuelven apolíticos, cambian los CDs de Chirino por los Van Van, hablan de los supuestos logros en la educación y la medicina, mencionan a Viet Nam y empiezan a llamar bloqueo al embargo. Yo conozco a uno que tuvo que corretear por todo el mapa de México, desde Cancún a Tijuana, huyendo de los comunistas que lo querían zumbar pa’ La Habana antes de tiempo. Cuando llegó aquí echaba pestes de los dirigentes cubanos, pero unos años después también se volvió “apolítico” y hace poco me dijo: –­Voy pa’ Cuba (como por tercera vez); ¿quieres algo de allá?–. Y yo pensé contestarle que sí, que me trajera de vuelta el derecho básico y fundamental de entrar y salir de nuestro país cuando nos diera la gana, sin pasar por la humillación de pedirles permiso a los dueños de la perla de las Antillas. Y que si podía me trajera la libertad de expresarme y de escribir libremente sin ser encarcelado ni golpeado salvajemente como lo son las Damas de Blanco, el doctor Biscet, Yoani Sánchez, Gorki Águila y unos pocos cubanos con dignidad que aun quedan por allá sueltos (casi ninguno músico). También me gustaría que me regresaran la propiedad de la casa que construyó mi abuela en 1929, donde crecimos mis hermanos, yo y mi hijo, y donde ahora vive un militarote. Y de paso –como me gustan tanto los carros viejos–, que me pasaran las llaves del Plymouth 41 que mi padre tuvo que entregar a Inmigración para que lo autorizaran a emigrar. Además, pensé pedirle a mi amigo que hablara a favor de reinstalar la opción legal de afiliarme a un partido político, aspirar a cualquier cargo público y cooperar al progreso del país en que nací y que ellos hayan destruido metro a metro. Hasta me pasó por la mente sugerirle a los de la Nueva Trova que le pidieran disculpas a Mike Porcel por el tremendo “mitin” de repudio que le dieron en la puerta de su casa sitiada, cuando decidió irse con su música a otra parte. Y también a las familias de los fusilados y a los periodistas independientes presos por informar lo que el gobierno esconde. Y le iba a insinuar a mi amigo que les halara las orejas a los escritores, pintores, bailarines y músicos de vuelos internacionales por su silencio cómplice ante tanta coacción, abuso de poder, corrupción administrativa y familias separadas. No le pedí que me trajera la niñez de Franco, mi único hijo, porque al secuestrármelo por casi 10 años y destruir además mi matrimonio, ya no había forma de recuperar esos años perdidos, que lo convirtieron en un verdadero extraño para mí. Tampoco me atreví a pedirle que por lo menos protestara cuando estuviera allá, por aquella censurable acción que fue el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, comparable solamente a la monstruosa voladura del avión de Barbados, que tú mencionas en tu carta. Ambos hechos lamentables; solo que en aquel infortunado vuelo iban en su mayoría unos cuantos funcionarios comunistas, policías guardianes y atletas que representaban a la tiranía castrista; mientras que por otro lado, en aquel barco arbitraria e innecesariamente hundido, fueron masacrados hombres, mujeres y niños cuya única culpa era tratar de escapar del anacrónico sistema que tanto aquellos políticos como los “medallistas” del fatídico vuelo celebraban con júbilo.
En conclusión, mi querido Florencio, que decidí no pedirle nada a mi apolítico amigo, pues no podría complacerme en ninguna de mis peticiones. Solo le recordé que cuando él y yo tuvimos que huir de Cuba, existía allí una dictadura que encarcelaba, reprimía, y fusilaba a los opositores. Nada de eso ha cambiado en 53 años, de modo que sigo sin entender el por qué regresaba a donde poco antes había tenido que espantar el mulo.
Para terminar, debo confesarte que no por triste me resultó sorprendente la despedida de tu carta: –“Hasta la victoria siempre”–, citando el slogan favorito del Che Guevara, siniestro personaje de la camarilla de ineptos que montó en nuestro empobrecido país ese régimen cruel y obtuso, hecho a la medida para vagos, resentidos, mediocres y envidiosos, del cual tú y yo tuvimos la suerte de escaparnos hace ya muchos años.
Saludos:
Paquito D’Rivera
New York, Marzo 23-2012


Tuesday, May 15, 2012

EL POPULISMO BOLIVIANO SE CUECE EN SU PROPIA SALSA. Mario Morales.


            Para un cubano que vivió más de 8 años en Bolivia, entre dos regiones que tipifican la diversidad etnogeográfica de ese inmenso país, Cochabamba y el Beni, los interminables desórdenes sociales constituían una experiencia inigualable, que fueron observados y vividos intensamente.
            Recuerdo cuando entre enero y abril del 2000 la curiosa guerra del agua, que tuvo por escenario la ciudad de Cochabamba, provocó un desabastecimiento de alimentos, agua y combustibles debido a los bloqueos que establecieron los piquetes de exaltados en todas las carreteras que permitían el acceso a la ciudad.
            En mi Yamaha 115, con Gerardo en la grupa de la moto (un guitarrista concertista que había conocido junto a su familia) nos lanzamos a la aventura de conseguir alimentos y pasamos serios sofocones porque las avenidas principales estaban ocupadas por numerosas gentes armadas de palos y objetos punzantes con los que picaban las gomas de los autos, buses públicos y todo tipo de transportes sobre ruedas. Era el caos total, árboles derribados obstaculizaban el paso de los vehículos. Los colegios todos cerrados y el agua ausente de los grifos.
            Desde 1999, como parte de las políticas privatizadoras que recorrían América Latina, la multinacional Bechtel había firmado un contrato con Hugo Banzer, presidente de Bolivia, para privatizar el servicio de suministro de agua a Cochabamba. El contrato fue adjudicado a Aguas del Tunari, un consorcio empresarial en el que Bechtel participaba con el 27,5 por ciento. Poco después, las tarifas del agua aumentaron un 50% y se desató la protesta que era encabezada por una coordinadora integrada por profesionales.
            A mi entender los reclamos eran justos puesto que hubo una posición bastante entreguista por parte del gobierno nacional con relación al capital internacional que se asentaba en tierras bolivianas. Pero esta coyuntura fue aprovechada hábilmente por otras fuerzas más extremistas interesadas en desestabilizar el sistema democrático neoliberal que se venía edificando a duras penas desde la década de los 80s.
            El entonces congresista Evo Morales, líder de los productores de coca del Chapare, una de las 16 provincias del departamento de Cochabamba, ni corto ni perezoso, encabezó las movilizaciones de los cocaleros con la pretensión de robar el protagonismo de estas jornadas. Las denuncias de que los dineros de los traficantes de drogas estaban detrás de estas acciones fueron numerosas.  Mucho dinero corrió por las calles para pagar a campesinos analfabetos que eran ignorantes totalmente del motivo principal de la protesta.
            Pero la miseria moviliza más que cualquier ideología. En Bolivia, con una población indígena alejada y olvidada por los sectores dirigentes de la política era previsible una fácil manipulación de éstos por aquellos líderes populistas que emergían de las bases más humildes gracias a las libertades políticas restablecidas en la década de los 80s. El país salía de un largo y oscuro periodo en el que se habían producido más de 180 golpes de estado desde que se fundó como republica tras su independencia de España en 1825.
            No hubo en el tiempo que residí en este hermoso país un periodo prolongado de paz social. Los paros y bloqueos eran constantes. Y siempre, de una manera u otra el Sr. Evo aparecía en primera plana. Por aquella época, previa al 2005, que es cuando Morales llega por fin a la Presidencia, se veía en las ciudades principales muchos activistas venezolanos y cubanos con fachada de colaboradores profesionales. No sé si los bolivianos se han dado cuenta de que fueron penetrados poco a poco por miles de agentes. No poco dinero, o mejor dicho petrodólares, llegaron para financiar la estrategia propagandística del candidato indígena contra la democracia neoliberal. Algún día se sabrá el monto exacto y las vías utilizadas para canalizar la "ayuda".
            Siete años después del ascenso a la presidencia de Evo Morales los propios mecanismos de subversión desenfrenada impulsados por su Movimiento al Socialismo (MAS) se vuelven contra él, están fuera de control, exigen condiciones que para uno de los países mas pobres de América Latina prácticamente son imposibles.
            Los trabajadores de la salud piden la anulación del decreto que aumenta la jornada de seis a ocho horas diarias. Los estudiantes de las universidades exigen el aumento del presupuesto. La histórica COB (Confederación Obrera Boliviana) que agrupa a los sindicatos obreros y maestros rechaza el aumento salarial del 8%, no es suficiente. Demandan entre un 40 % y 70% de incremento, así como una canasta familiar de 8900 bolivianos, que al cambio actual vendrían a ser unos 1297 dólares. Imposible de mantener para un Estado tan pobre como el boliviano.
            ¿Qué va a hacer ahora el socialismo indigenista del Sr Evo Morales? ¿Va a satisfacer las millonarias aspiraciones de su clientela política abriendo más la piñata? ¿De donde sacará los recursos financieros para debilitar las demandas de los sectores que lo llevaron al poder? ¿Qué sucederá cuando su padrino moribundo fallezca?
            Bueno, ya aparecerán las nuevas galimatías discursivas de este pintoresco señor tratando de explicar lo inexplicable a un pueblo, sufrido y engañado una y mil veces, que depositó su confianza en él.
Mario Morales.
           

Monday, May 14, 2012

LAS COSAS BELLAS SUELEN SER INÚTILES.

Lunes, Mayo 14, 2012 | Por Leonel Alberto P. Belette
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Casi me desmayo en medio de un ómnibus urbano atiborrado hasta el tope –como es “normal”–, cuando para distraerme del desagradable entorno me concentré en leer el periódico Granma y descubrí que Cuba acababa de aparecer ubicada como el mejor país de América Latina para ser madre. Aunque el asunto no es para bromear, una sonrisa me vino al rostro al ver que la organización que certificaba la lista era la ONG Save the Children.

Diez años atrás conocí a una de las representantes de esta ONG en la Isla; una hermosa peruana, de ojos preciosos y dulces ademanes, nombrada Ana María Béjar, a la que siempre yo repetía: “Es una lástima que no seas una cubana más”. Ana nunca entendió el piropo de este criollo que andaba en bicicleta. Ella vivía encerrada en la misma burbuja con aire acondicionado que envuelve a la mayoría de los representantes en la Isla, de organismos internacionales, religiosos de abolengo, reporteros de agencias acreditadas y embajadores de países democráticos, a los que asesoran analistas políticos que ni siquiera entienden el español que hablan los cubanos.

Ana vivía en un espléndido apartamento en el Vedado, a un costado del Hotel Presidente. Tenía sirvientas y conducía un excelente todo terreno de modelo reciente. Sus oficinas daban al Acuario Nacional, en el elitista barrio Miramar, donde viven casi exclusivamente altos funcionarios y extranjeros. Su salario era estratosférico comparado con el de cualquier nacional –inclusive con el de profesionales cubanos tan capacitados como ella, o hasta más, que ganan un dólar diario.

Aunque era divorciada no tenía que lidiar con los problemas que enfrentan cotidianamente los padres cubanos –profesionales o no– que tienen hijos en edad escolar: escuelas con maestros improvisados porque los verdaderos maestros han dejado la profesión –algunos para vender empanadas caseras–, enseñanza mediocre y politizada, violencia escolar, la alimentación de los niños, etc.

El hijo de la funcionaria de Save the Children asistía a un Colegio Internacional, exclusivamente para extranjeros, al que ningún niño cubano tenía acceso, y ella misma siempre se rodeada de miembros de la élite dictatorial propietaria del país. Indudablemente, para Ana María Béjar, Cuba fue un lugar ideal para ser madre.

La realidad que enfrentan las madres cubanas, los padres y los mismos niños, es cruda y tiene muy poco que ver con la que experimentó la funcionaria durante su estancia en nuestro país. La casi totalidad de las familias cubanas tiene que hacer malabares para brindar mínima alimentación y cuidados a sus niños.

Para los padres cubanos, los problemas empiezan mucho antes del nacimiento del bebé. Personalmente sufrí las terribles condiciones de los dos hospitales obstétricos capitalinos donde nacieron mis hijos, el González Coro (antiguo Sagrado Corazón) y el América Arias (Maternidad de Línea). Mi primera esposa, al llegar al Sagrado Corazón, con una crisis de presión alta y otras complicaciones de parto, debidas a una reacción a un medicamento mal indicado, tuvo que subir las escaleras porque no funcionaba el elevador, ni había camilleros. Durante su estancia en el destartalado hospital –más digno de Burundi que de la capital de una supuesta potencia médica- debí actuar como plomero, albañil, limpiador de piso, electricista, carpintero y cerrajero en la habitación. La alimentación dada a las madres en ese hospital materno de la capital del “mejor país del continente para ser madre” –según Save the Children– era peor que la de la peor prisión y, para colmo, los propios empleados del lugar se robaban los pocos alimentos e insumos médicos. Mi esposa y el niño se salvaron solo por la incuestionable profesionalidad de algunos médicos.

Hospitales cayéndose a pedazos tras décadas sin reparar, y ahora sin médicos suficientes porque miles han sido alquilados como mano de obra de exportación a otros países, el aborto como método anticonceptivo, estratosférico índice de divorcios, desintegración de las familias, la prostitución como forma de subsistencia, cientos de miles de familias hacinadas en ruinosos inmuebles debido a la crisis habitacional más grave que haya padecido nuestro país en toda su historia, maltrato y violencia en las escuelas, internados que pretendían sustituir el papel de los padres en la crianza de los hijos, impedimento de salida del país a niños para castigar a los padres que se atreven a “desertar”, incalculable cantidad de adolescentes y jóvenes muertos en el mar tratando de escapar de esta Isla-prisión. ¿Quién quiere tener hijos en semejantes condiciones?

Supongo que los confeccionadores de la lista de Save the Children pensaran que las mujeres cubanas son seres muy extraños, porque en “el mejor país de América Latina para ser madre”, muy pocas quieren serlo: la población no crece; ya somos un país de viejos y se prevé que, de no revertirse la tendencia, seremos en menos de 20 años el país con la población más envejecida de America Látina. ¿Cómo explica Save the Children esta contradicción?

Al bajar del ómnibus recordé los bellos ojos de Ana María Béjar y pensé que es una lástima que no le sirvieran para ver. Me vino a la mente una frase de Dulce María Loynaz, en el documental Havana, de la directora checa Jana Bokova, refiriéndose a su preciosa colección de abanicos: “Las cosas bellas suelen ser inútiles”.



Monday, May 7, 2012

¿POR QUÉ DESFILAN?. Esteban Gutiérrez. (La Habana, Cuba. 05-07-2012).



El miedo inoculado durante más de cincuenta años se ha metido hasta la médula de los cubanos. Todos estamos convencidos de que nuestras conversaciones telefónicas y nuestro correo electrónico (los que lo tienen) están tomados; todos pensamos que hay cámaras vigilándonos a donde vamos, todos bajamos la voz cuando hablamos de “Él” o criticamos al Gobierno; siempre sospechamos de algún vecino, siempre pensamos que la Seguridad del Estado nos tiene fichados. Estamos convencidos de eso, aunque la razón nos diga que es imposible; ni siquiera ahora tienen los recursos para hacerlo, pero tenemos la certeza de que nos escuchan y acechan.

Este 1 de mayo desfilaron cientos de miles de cubanos en todo el país. Y es verdad, ahí están las imágenes. Siempre he pensado que el Gobierno podría ahorrarse millones de pesos en cada desfile: con escoger algunas imágenes de ocasiones anteriores y envejecer un poco a los líderes que aparecen en la tribuna, sería suficiente. Un “desfile virtual”, total, todos son igualitos y no consiguen engañar a nadie. La historia nos ha enseñado que las plazas llenas no significan nada. Basta con recordar las imágenes de Ceausescu en la plaza de Timişoara.

Algunos cubanos desfilan porque creen todavía en el sistema o son víctimas del chantaje gubernamental que exige incondicionalidad por los beneficios que “generosamente” le ha dado al pueblo, como si el dinero del Estado proviniera de una herencia y no del sudor de los trabajadores; una gran mayoría va por temor a perder su trabajo, otros van para “no señalarse en el CDR”, o por irresponsabilidad, por el “no cojas lucha”, el choteo cubano, la pachanga, la falta total de conciencia política. La gente no analiza, no razona, no critica. La libertad de expresión es un derecho que aquí nunca ha existido y, si no se ejerce, se oxida. Con repetir la monserga oficial “resolvemos”, nos vamos a bailar con los Van Van y repetimos como papagayos “pa’ lo que sea Fidel, pa’lo que sea”, “esta calle es de Fidel” y ahora… “de Fidel y de Raúl”. Es justo señalar, no obstante, que la mayoría del pueblo solo tiene acceso a la información oficial, la que se repite, como letanía, por la televisión, la prensa, el radio. El acceso a Internet es limitado y rigurosamente controlado, son muy pocos los autorizados a tenerlo.

El pueblo, las capas más humildes de la población, no conoce lo que realmente sucede en el mundo y, mucho menos, en su propio país. El país que se les presenta en la televisión es irreconocible. Pero de lo que sí sabe es que sus casas se están derrumbando, que la salud pública y la educación cada día empeoran más, que no alcanza el dinero, que no hay comida, que montarse en una guagua se ha convertido en una verdadera agonía, todas estas cosas sí se critican abiertamente. Pero van y desfilan…

Si bien es una vergüenza muy grande el silencio y la apatía de todo un pueblo, que nos hace cómplices de lo que ha sucedido, por miedo o por lo que sea, no somos los únicos responsables, esta vergüenza no es solo nuestra. También es de todos los que se fueron, porque se cansaron, porque los reprimieron, porque los encarcelaron, porque los humillaron, porque es humano pensar que solo tenemos una vida y por qué vamos a desperdiciarla por algo que parece no tener remedio y que a nadie le interesa, ni a los políticos de aquí ni a los políticos de allá. Por la razón que sea. Abandonaron el barco y dejaron la Isla a su suerte, a su mala suerte (yo también me quería ir, no es altruismo de mi parte, simplemente no pude). Muchos mantienen una posición política firme, crítica, están comprometidos con su país, y eso me parece muy bien, pero están lejos, a salvo. Esa es la verdad. No sienten miedo cuando publican un artículo revelando las atrocidades que se cometen, la pobreza generalizada, la corrupción, la prostitución infantil, el robo. No lo sienten, no lo pueden sentir, son libres de expresar lo que piensan y eso no les quita el sueño ni les provoca ningún tipo de tensión. Otros, sencillamente, se olvidan, no les importa, están saturados y ya no quieren saber nada de nada. Es humano. Pero también son cómplices y responsables de lo que pasa aquí. Todos lo somos.

Una de las tragedias más grandes que ha ocurrido en Cuba en estos últimos cincuenta años, fue la muerte, por negligencia, abandono y desidia, de más de treinta ancianos dementes hospitalizados en Mazorra. Murieron por hipotermia, en un país tropical: con unas cuantas mantas, buena alimentación y atención médica, se hubiera evitado una masacre así, no tiene otro nombre. ¿Y qué pasó? Nada. Los médicos cubanos callaron, la prensa calló, todos nos callamos. Las imágenes que circularon “afuera” recordaban los campos de concentración. Me contó una doctora que estuvo haciendo las autopsias, que se encontraron cadáveres abrazados unos a otros, en un intento desesperado por calentarse un poco. El Ministro de Salud Pública no fue destituido, nadie protestó. Enterramos a los pobres viejitos locos. La denuncia internacional fue grande, es cierto. Pero ya, se acabó. Los cómodos e ingenuos (¿ingenuos?) izquierdistas del mundo ponen de ejemplo la asistencia humanitaria de Cuba a todos los pueblos del mundo. Pero es a costa de la salud del pueblo cubano. Solamente en Venezuela hay 30.500 médicos y enfermeros cubanos. Gracias a esto, en parte, cualquiera piensa, lógicamente, que en Cuba estamos tan bien, tan desarrollados, que nos sobran médicos, medicinas, equipos sofisticados… Somos, algo así, como la “Suiza del Caribe” y por eso podemos darnos el lujo de ser tan generosos.

Pero todo no ha sido silencio, miedo y aceptación cómplice. Algunos hacen lo que pueden. Muchos critican desde aquí y divulgan sus opiniones a través de amigos que viven fuera y que las reenvían por correo; firman con seudónimos o con sus nombres, en dependencia del grado de paranoia que tengan “inoculado”. Los pintores se manifiestan en sus obras, en una especie de “lenguaje codificado”, y todos hemos aprendido a leer “entre líneas”. Pero los cuadros no hablan, dirán las autoridades, no importan. En la literatura se han dicho cosas, esos libros desaparecen misteriosamente de las librerías, pues solo se venden algunos ejemplares. Los cineastas han hecho críticas, toleradas, pero críticas al fin. Sobre todo los jóvenes, que ya no creen en nada ni en nadie ni temen a nada ni a nadie. Y están los que abiertamente se oponen al sistema, como las Damas de Blanco, los periodistas independientes, los grupos de disidentes, “jóvenes airados” como Yoani, Gorky y su grupo, los Aldeanos, ahora el joven Eliécer Ávila, los grafiteros (que son como una especie de “francotiradores con spray”), asociaciones como Estado de SAT, que propicia un diálogo abierto con todos los que deseen participar. A todos por igual el Gobierno los acusa de mercenarios pagados por el imperialismo yanqui, contrarrevolucionarios, traidores. Con el desarrollo de la telefonía, las computadoras, Internet, celulares, cámaras de fotografía digitales, se ha podido mostrar al mundo imágenes siniestras de la represión y de la situación de pobreza, corrupción y deterioro moral y material de este pueblo, videos donde los jóvenes se expresan libremente, sin miedo a las represalias. Circulan de mano en mano y, sin dudas, han puesto a pensar a mucha gente.

Muchos consideran que con la debacle económica y el descontento popular in crescendo, pronto la gente se lanzará a las calles, como sucedió en 1994. Ahora hay constancia gráfica de la represión y de los actos de repudio, la imagen puede más que la palabra, habla por sí sola. Pero ya varios articulistas han señalado un fenómeno que hay que tener en cuenta. En su trabajo La ilusión de la impotencia, Alejandro Armengol lo explica muy bien: “la alternativa entre la cárcel y el esperar la oportunidad de partir hacia Miami u otro país define desde hace décadas la realidad cubana”. Esto es cierto. En los países de Europa del Este y la antigua URSS no existía esa válvula de escape, estaban atrapados en una cárcel del tamaño de su propio país. En Cuba, dos millones de cubanos han escogido irse, y para muchos, sobre todo los jóvenes, es la única opción en la que piensan actualmente. Los “eliécers” son pocos. La única variable nueva y real en esta ecuación no es, solamente, esperar por el desenlace biológico de la octogenaria dirigencia cubana. La grave enfermedad del presidente venezolano Hugo Chávez, que pudiera causar un cambio de Gobierno en ese país, cortaría el flujo de petróleo a la Isla y eso sí provocaría una situación insostenible que podría lanzar a la calle a un pueblo entero.

Wednesday, May 2, 2012

CRISTINA, EVO Y LAS EXPROPIACIONES.


Observar las recientes tendencias a la expropiación de recursos naturales importantes como el petróleo en la Argentina (YPF-Repsol) o de las fuentes de producción de energía eléctrica en el caso de Bolivia (TDE), es altamente sintomático de la inclinación política de ambos estados. El procedimiento impone un control estatal característico de la socialización frente al liberalismo como parte de las políticas populistas que caracterizan a los estados que afianzan su poder en la actitud demagógica de sus líderes y que en el medio latinoamericano siempre encuentran respaldo inmediato.
La historia de los vaivenes en los que en algunos casos, como el actual de Argentina y los Kirchner en su momento, la postura ha oscilado entre un apoyo irrestricto a la privatización y una “recuperación de la soberanía nacional de un importante recurso” según ha expresado la presidenta en esta ocasión. El presidente Morales, por su parte, ha sido consistente en producir nacionalizaciones como manera de gratificar al “vapuleado” proletariado en su país –el cuarto más pobre de América Latina- en el día de los trabajadores. Sólo pocos días después de la expropiación de YPF-Repsol en Argentina, ordena hacer lo mismo con TDE (Empresa Transportadora de Electricidad) en Bolivia.
Parece que los españoles están enfrentando un vendaval en el momento que menos les conviene. España, junto a Grecia e Italia han sido los países más golpeados por la crisis económica en el marco de la Comunidad Europea y los socialistas latinoamericanos, han escogido el momento oportuno para golpear donde más duele, algo que no se les hace difícil por la debilidad jurídica imperante y el irrespeto absoluto de las normas que debían garantizar la estabilidad de las inversiones extranjeras en sus respectivos países.
Es sintomático que si la urgencia de las expropiaciones está relacionada con una política de intereses draconianos por parte de las empresas y de su falta de interés manifiesto en el beneficio nacional en cada caso, no hayan procedido antes, cuando Zapatero y el PSOE gobernaban en España y lo hagan ahora en que el PP ha regresado al poder, creando otro reto adicional e importante a la gestión gubernamental de Mariano Rajoy.
El gobierno español alega que no es comparable la situación de TDE con la de Repsol, en tanto Evo ha manifestado el interés de su gobierno en indemnizar convenientemente a la empresa, aún a pesar de haber ordenado una toma militar de sus oficinas que junto a una comitiva del poder judicial  se hizo cargo de hacer efectiva la medida. Ya desde 2008, en Bolivia se ha hecho habitual celebrar el 1 de Mayo llevando a cabo nacionalizaciones de empresas extranjeras, ese fue el caso de ETECSA, filial de la corporación italiana ENTEL que tenía el control de las comunicaciones telefónicas en el país.
Para poder entender todo esto y desde una perspectiva concreta en que propósitos manifiestos y resultados a corto y mediano plazo vayan más allá de la simple demagogia, habría que observar el resultado real de las medidas tomadas. Se habla de defensa de la soberanía nacional, de recuperación de recursos, de reinversión de dividendos en los sectores vinculados a la producción energética y eléctrica respectivamente. Pero si tenemos en cuenta que en la Venezuela de Chávez y tras haberse producido el control absoluto del gobierno de PDVESA, los apagones se han hecho una realidad en el país –algo ridículamente kafkiano- no parece probable que la gestión gubernamental pueda producir resultados más loables en los casos descritos.
El problema siempre es el mismo, a saber; las transnacionales esquilman los recursos, se apoderan de los beneficios, no los comparten, producen un saqueo voraz, permanente, con un consiguiente efecto de depauperación. Eso es lo que se alega, pero es bueno recordar que nunca hay beneficios tangibles y más allá de las efímeras expresiones de júbilo nacionalista, las cosas empeoran y el gobierno como gigantesco ente parasitario, termina mostrando su ineficacia administrativa cuyo inmediato efecto paralizador está dado en el desinterés de los inversionistas nacionales y extranjeros en invertir en rubros básicos para conseguir el desarrollo económico sostenido y su efecto en el desarrollo social. Esa y no otra ha sido la historia desde la nacionalización del petróleo llevada a cabo por Lázaro Cárdenas en Méjico en 1938 y al cual los extremistas de izquierda llegaron a acusar de “reformista burgués”, amparándose en posiciones trotskistas (en ese entonces el revolucionario ruso vivía exiliado en Méjico) que defendían la radicalización basada en la lucha de clases de la medida tomada por Cárdenas.
Es bueno recordar que algunas de estas compañías, ETECSA y Repsol, por ejemplo, bajo las condiciones del gobierno de los Castro, han llevado a cabo importantes inversiones en Cuba. Ahora Repsol acaba de instalar la primera plataforma de exploración en aguas cubanas, la Escarabeo 9 y ETECSA hace posible la existencia de la red telefónica en el país. Todo esto después de 52 años de gobierno socialista y revolucionario. ¿Cómo entender que los indiferentes y voraces capitalistas, sujetos a la justicia socialista y revolucionaria en algunos lugares, sean vitales mediante su presencia en otros? Parece que de esta necesidad deberían aprender también nuestros bisoños socialistas del siglo XXI. Puede ser cuestión de coyunturas, adecuación a “condiciones objetivas” y toda esa parafernalia que como extraño galimatías termina siendo siempre un ininteligible fiasco.
José A. Arias.