Friday, October 28, 2011

EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Uno de los argumentos menos entendidos cuando se trata de evaluar y emitir criterios tiene que ver con la interpretación que comúnmente se ofrece acerca de la libertad de expresión. El concepto en sí es explícito, pero suele padecer laceraciones cuando el factor político manifiesto por intermedio de la influencia gubernamental entra en escena.
Basándose en una supuesta relatividad que no debería existir, pues hay conceptos cuyo valor absoluto no deja mucho margen a las interpretaciones diversas, la libertad de expresión viene a estar limitada cuando en cada caso y desde el poder se le confiere un significado sobre temas cuyas implicaciones suelen ser doctrinales.
Lo anterior es en cierto sentido inevitable; pero la diferencia queda marcada cuando la intensidad del problema pre-establece sus propios límites de influencia. Cuando se trata de gobiernos democráticos en que la competencia está centrada en el pluripartidismo, es común que los competidores lleven a cabo una interpretación conceptual afín con sus presupuestos y aspiraciones. Sin dudas, hay aquí una especie de vicio del valor objetivo del concepto motivado por el interés, pero siempre, y esa es la alternativa; habrá quien esté más cerca de una interpretación real.
En medio de un proceso donde los intérpretes de las diferentes propuestas tienen la posibilidad de someterlas a un juicio de criterio, cuyo resultado final se materializa en las urnas, la libertad de expresión adquiere vida propia. Se cierra de esa manera un ciclo que transita de la objetividad conceptual, a la diversidad interpretativa y regresa a la materialización del valor original por intermedio de la expresión general y concreta.
Muy diferente es el tratamiento acreditado a la libertad de expresión en sociedades totalitarias estructuradas piramidalmente. En estos casos y sin posibilidad de variación, real o aparente, se produce una interpretación unívoca del referido concepto. Es curioso que quienes ejercen el poder en representación del estado, reconocen como válido el absoluto control sobre los medios de comunicación, que conforman –en cualquier caso- el vehículo de garantía para la exposición de criterios que llegado ese momento deberá poseer una connotación singularizada.
Lo anterior representa una alternativa que en la práctica contradice la esencia del concepto, aún en su forma más genérica. Es esa la causa que impone un énfasis desmedido al factor de condicionamiento ideológico como preámbulo a la formulación de una tautología en la que la libertad de expresión se diluye en la falta general de libertad. Sobreviene, por esa vía, la gestación y promoción de teorías políticas pseudo-científicas que respaldan la existencia de una libertad de expresión amañada y sui generis y que en la práctica no es otra cosa que la negación más absoluta del concepto.
El problema no es tan simple, pero aleja a los pretendidos artífices del nuevo orden neo marxista desde Lenin hasta hoy, del componente básico de la teoría original: la dialéctica, a la que se atribuye una deleznable y torcida interpretación. El resultado es que se prescinde de su uso para crear un rígido encasillamiento (casi un corsé, según lo definió Octavio Paz) basado en la ideología; cuya ortodoxia justifica la existencia, cuando menos, de una prensa parcializada cuyo ejercicio crítico se limita a servir como contrafuerte al estado todopoderoso convirtiendo al periodista en un simple vocero.
Aunque en realidad hay muchos vectores que pueden ser sometidos a éste análisis, otro realmente importante está relacionado con el proceso educativo, que en sociedades no democráticas tiene un carácter condicionante, preceptivo y en consecuencia alienante; encaminado a establecer el compromiso del educando desde los niveles más elementales. Muy distinto es el caso de los estados democráticos donde es importante la separación de poderes entre iglesia y estado y la opción de permitir a los padres, sin convertirse en reos de desobediencia o poseer sentimientos de culpabilidad injustificados, el tomar la opción que consideren adecuada.
Hay, por último, un aspecto de índole censurable en el caso de países bajo gobiernos totalitarios. Muchas veces la longevidad de las dictaduras –es sabido que existe total coincidencia entre dictadura y totalitarismo, independientemente del origen o signo político- obliga a sus defensores a situarse muy cerca de la estafa social proyectada en absoluta falsedad al pretender crear un nivel interpretativo común acerca de la libertad de expresión.
El ladrón, en acto de auto descargo, suele pensar que todos se le igualan en su deleznable actitud. Lo mismo  sucede cuando criterios políticos disímiles se producen en las sociedades empíricamente estructuradas. Pensar, decir, escribir; puede llegar a ser “justificadamente condenable” por intermedio de falsas acusaciones, en cuyo caso no sólo se minimiza, sino que se coarta y destruye la validez de las hipótesis. Aquel que acusa al otro de “vender” su intelecto se proyecta a sí mismo como el referente de una formación limitada, quizás no tanto en lo científico, sino más bien castrada por la incidencia fatal de la ideología; por intermedio de la cual se auto justifica para hacer exactamente lo mismo que el ladrón de marras.
Pensar, y lo que es peor, referirse a la libertad de expresión como una quimera inalcanzable (algo que he escuchado muchas veces entre ignaros representantes del totalitarismo) constituye la evidencia más rotunda del anquilosamiento. La argumentación histórica que posibilita esta afirmación se remonta a los tiempos del “Ancient Regime” en la Francia anterior a 1789, donde los preceptos del absolutismo monárquico muy vinculados a la ortodoxia religiosa, entraron en contradicción con  las concepciones filosóficas que catapultaron las ideas de la Enciclopedia y el Iluminismo a sectores de la población que experimentaron la necesidad de evolucionar hacia la modernidad en la esfera de las ideas y el pensamiento, mucho mas a tono con el desarrollo que sobrevino un siglo antes con la revolución industrial iniciada en Inglaterra en 1640.
La evidencia anterior convierte en insoportable el argumento de poner al mismo nivel la libertad de expresión en sociedades democráticas y totalitarias. Ahí esta enmarcada la querella entre Voltaire y Rousseau; de la cual quedó como sentencioso y sólido argumento el planteamiento del primero: todo ser humano tiene el derecho a opinar – es inherente a la racionalidad humana (nota de autor)- pero también le asiste la obligación de respetar y defender, aún con su vida, lo que digan los demás. El verdadero contenido de la exactitud realmente dialéctica de un concepto como “libertad de expresión” quedó pautado a través de la posterior influencia de la filosofía racionalista de los pensadores ingleses y alemanes entre los que Emmanuel Kant desempeñó un papel preponderante.
La castración de los argumentos por vía del uso de un recurso tautológico se convierte entonces en la negación más absoluta de la libertad de expresión y lacera definitivamente el concepto “per sé” de libertad. En medio de semejante orden, la relatividad a que se pretende hacer referencia, no sólo carece de contenido real –sujeto a la pura sintaxis- sino que tampoco está amparado en la dialéctica, muy maltratada por aquellos que pretenden utilizarla como escudo (1).
José A. Arias
(1).-En el marco de un análisis conceptual, como el que se expone, no resulta posible elaborar sobre otros conceptos como los de materialismo dialéctico o histórico; en buena medida bases argumentales y a priori del revisionismo marxista en la época contemporánea y que han formado parte de la defensa de un proyecto que ni es puro, ni real y cuyas intrínsecas contradicciones lo han puesto en evidencia.

Thursday, October 20, 2011

LA COLMENITA, ABRACADABRA Y LOS ZÁNGANOS.

Es bueno advertir mi aversión por las participaciones histriónicas de los infantes, quizas a muchos les parezca errado de mi parte y me atrevería a pensar que tendré en contra de mi opinón un gran número de personas. Creo que el desempeño de la actuación, por elemental que sea, sugiere cierta dosis de hipocresía -en el sentido más genérico del término- que no le es dable a los niños. En función de lo anterior, la no existencia de una conciencia plena -parte de la personalidad en formación- aún en el caso de un adolescente; victimiza en cierto sentido la existencia del niño-actor, algo que me parece un acto de insensibilidad Respeto el criterio, aun de los padres que consideren el teatro infantil como una manifestación espontánea y viable en esos términos. Personalmente no coincido con ello.

Dicho lo anterior que es casi una salvedad -o lo que en inglés llaman "disclaimer"- entremos en materia. No quiero hablar de lo que ya otros han abordado hasta la saciedad: las campañas burdas que se orquestan sin mucho miramiento en el afán de reivindicar causas volátiles y de argumentación ideológica. En el tema está fuertemente implícito el daño que puede hacer el tratamiento ideologizado de un asunto. Visto de esa manera no es necesario argumentar demasiado en torno a una pregunta que no tiene respuesta: ¿Cómo entender que niños de entre 6 y 11 años de edad puedan convertirse en defensores conscientes de una temática de fuerte contenido político e ideológico?

Escuché al director de este grupo de teatro infantil llamado "La Colmenita", procedente de Cuba y de gira por varias ciudades norteamericanas, expresar que viendo la televisión americana (trato de recordar sus palabras con la mayor exactitud posible) vio como a un grupo de niños de kindergarten les hablaban de Marthin Luther King y decía que era plausible el hecho de que los países tengan el derecho de inculcar a sus niños el amor por sus héroes (sic). De ser cierto lo que el señor director alega es necesario recordar que en un medio donde impera el respeto a la opinión, donde el adoctrinamiento no se impone como parte de una política educacional que proviene del estado, ello es criticable, censurable e inaceptable; pudiendo llegar a ser judicialmente dirimible en un proceso que la ley ampara y, según los involucrados estimen, llegar a ser punible.

Lo anterior puede parecer ajeno y extraño a quien o quienes son el producto de una formación impuesta desde la óptica del poder, como en el caso de los defensores de una actitud de irrespeto a la infancia que permite un acto de violación que sí es consciente, imponiéndole a un niño el abanderarse con una ideología que por razones elementales no es capaz de comprender. Desde otra óptica me parece un abuso flagrante de la visión infantil del mundo circundante en formación que, aunque en diferentes circunstancias, puede ser tan criticable como las acciones llevadas a cabo por el difunto Michael Jackson -posteriormente exonerado de culpa tras un arreglo con la parte acusadora- al meter en su alcoba y en su cama niños en la hacienda Neverland, o los execrables desafueros cometidos  por la gavilla de Sergio Andrade -compositor y productor mejicano- prometiendo a menores el éxito en una futura y supuestamente rentable vida artística, mientras eran explotados sin miramiento y  hasta con el consentimiento de los propios padres, como sin dudas, sucede también en el caso que nos ocupa.

No son situaciones similares, pero hay un hito de relación en lo tocante al manejo de la voluntad infantil con propósitos espurios, políticos en este caso. De ello no tengo duda alguna. Se añade, por último, un ingrediente de malsano melodrama, cuando de forma sensiblera se pretende manejar la opinión de quienes no tienen claros los conceptos descritos y lo que es peor, mucho menos la forma de enfrentarse a planteamientos que puedan contribuir a una reflexión que los haga pensar. Llevado a cabo un procedimiento de esta narturaleza sería justo decir que quien comparte el criterio de considerar todo lo anterior como un acto de buena fe y patriotismo, le asiste el derecho; lo imposible es creer que se actúa correctamente al afirmar que presenciar menores espetando diatribas, es un acto de justicia inspirada en el más sublime y conspicuo acto de amor patrio.

Por último me pareció muy buena la recomendación de un conocido abogado del medio que sugirió llevar a los niños a visitar Disneylandia y dejar que quienes quieran ver la puesta en escena de  "Abracadabra" creada para los niños actores por los zánganos de la colmena; acudan, aplaudan e inclusive recomienden a otros que lo hagan; pero si verdaderamente y en lo recóndito de sus conciencias no sienten verguenza ajena al ver un niño espetando bocadillos propios de un agitador de barricada, con enorme tristeza tendré que concluir que los zánganos no tienen remedio.

José A. Arias.


Monday, October 17, 2011

EN MEMORIA DE LAURA POLLÁN TOLEDO (1948-2011).

De alguna forma, los que como en mi caso, no podemos prescindir de nuestro origen nacional, debemos manifestarnos y expresar nuestro duelo por la muerte de Laura Pollán Toledo. Ante todo porque se trató de una mujer humilde que a todas luces defendió principios en los que indudablemente creía y la consecuencia es una de las credenciales principales que toda persona honesta debe exhibir. Pero ella fue también muy valiente y lo demostró con el más caro de los sacrificios: su propia vida.

Su dimensión se incrementa con su desaparición física.  Suele suceder así con los que concluyen su existencia en medio de la muestra de una inquebrantable voluntad para no dejarse vencer por las adversidades y los obstáculos que aparecen en el camino y que, sin dudas, para Laura fueron muchos y difíciles. Quien dentro de un país como Cuba, se compromete a ir en contra de lo impuesto sabe muy bien a lo que se expone y no todos tienen, como ella, la determinación de quedar en el camino sin llegar al feliz término de ver sus objetivos conseguidos.

Hay que recordar que el movimiento de Las Damas de Blanco del que fue fundadora y el cual encabezó como su líder hasta su desaparición, es el más puro que se ha originado dentro de la disidencia y/o la oposición en Cuba en los últimos años. Conceptualmente ha ido clarificando sus objetivos y es el de mayor repercusión y proyección dentro y fuera de la Isla según quedó demostrado con el otorgamiento del premio Sajarov en el año 2005. Estimo y espero que su proyección se mantendrá y que a partir de la  pérdida que la ausencia de Laura Pollán representa, siga siendo así.

Para los cubanos que conservamos la fe en un cambio de destino en nuestro país debe constituir una premisa importante y permanente apoyar a estas mujeres que con su sacrificio y tenacidad, ponen en evidencia la degradación a que, bajo circunstancias como las prevalecientes hasta hoy, asumen quienes las reprimen, demostrando a que niveles se puede llegar cuando la arbitrariedad y la soberbia se apoderan de la conciencia.

Se que no es fácil encontrar eco entre los que no viven en el horror, pero tampoco es posible ocultar la insolencia, la vesania y la maldad; hoy más que nunca se hacen visibles y nuestro propósito debe ser amplificar la denuncia que con sin igual coraje Laura, hasta su muerte y las Damas de Blanco han  llevado a cabo por varios años. En la tierra que verá crecer las flores que Laura designó para esparcir sus cenizas y perpetuar su presencia, quedaran sepultadas algún día y para siempre las bayonetas del terror.

José A. Arias
Octubre 17, 2011.

Thursday, October 13, 2011

LA CAPERUCITA Y EL LOBO: UN CUENTO QUE NO TERMINA.

Acaban de aprobarse por el Congreso norteamericano los tratados de libre comercio con Corea del Sur, Colombia y Panamá. La libertad de expresión que a muchos sirve para llevar a cabo la propaganda reaccionaria de los izquierdistas, enarbola “ipso facto” su versión pomposamente antiimperialista. Parece más un forcejeo de niño majadero que una opinión sensata y digna de ser evaluada; es casi algo menos que un argumento proselitista envolver en fantasías ideológicas lo que certeramente puede demostrarse, veamos.

De los tres países Panamá es el más modesto y no digo pobre, porque en el contexto centroamericano ha evidenciado un despegue real, no como en otros territorios donde siempre resultó frustrado a pesar de cuantiosos e innumerables recursos que no ocultaban su interesada y realmente imperialista razón. La última década ha sido testigo en Panamá de una sucesión democrática de gobiernos de diferente tinte político pero en todos los casos respetuosos del orden democrático. Los panameños dejaron atrás los cuartelarios y castrenses tiempos de Torrijos y Noriega, recibieron el Canal de manos de los norteamericanos, lo han administrado con efectividad y el visible resultado es un Sky Line de Ciudad Panamá que algunos comparan con el de Miami, pero no sólo eso, el ingreso per cápita es de 13,000 dólares al año y el recién aprobado tratado no sólo constituye un reconocimiento al esfuerzo, sino también la incorporación al proceso de globalización económica, el impulso a la creación de empleos y una mejor perspectiva para solventar la situación de crisis por la que atraviesa el mundo hoy.

El otro país latinoamericano es Colombia, territorio en el que por muchos años la izquierda radical y revolucionaria a puesto sus ojos por intermedio de ese flagelo que ha representado la guerrilla de las FARC y el ELN; donde el narcotráfico hizo en su momento su nido más poderoso, creando un caos de intensidad similar, aunque con otros matices, al que hoy se vive en Méjico. Allí tampoco la acción de la narco guerrilla logró conjurar la democracia, sí hubo momentos en que el proceso democrático se vio fuertemente amenazado, hasta la llegada de Uribe a la presidencia y su política de Seguridad Democrática que puso a raya y en repliegue a las FARC. Ahora durante el actual gobierno de Santos, proveniente de las filas del uribismo, y poniendo en práctica su propio estilo de gobernar, llega por fin para los colombianos la ratificación del tratado que proveerá al país con no menos de 70,000 nuevos empleos, ampliará las exportaciones en lo referente a la diversidad de rubros comerciales en ambas direcciones y garantizará la intensificación de la diversidad tecnológica imprescindible en el mundo moderno. ¿Existe en el caso colombiano, fuera de la inverosímil propaganda de los alabarderos de la izquierda, alguna evidencia de dominio imperialista? Los sempiternos necios responderán afirmativamente, pero sería bueno conminarles a que pusieran sus imperceptibles logros en evidencia, reconocieran su ineptitud congénita y dejaran de culpar a los Estados Unidos de su raigal, intrínseca y antonomástica incapacidad.

El otro país es Corea del Sur, una de las economías más fuertes del Asia y que con su propia historia caracteriza lo que representa la libertad política y de empresa para cualquier nación. Con la división de la península en dos territorios después de la guerra en 1952 y en poco más de medio siglo, el territorio del sur goza de niveles envidiables de desarrollo tecnológico, industrial y social que sus rivales del norte están muy lejos de poder disfrutar. Allí la dinastía iniciada con Kim Il Sung empezó a sepultar el país en un considerable atraso, cuyo único engendro devenido en el dominio de la energía nuclear sólo ha sido un permanente elemento de chantaje para aliviar las hambrunas que como plaga endémica azotan a los coreanos del norte, los cuales padecen uno de los regímenes más atroces que el mundo de hoy observa con asombro. El libre comercio con Corea del Sur es quizás, de los tres casos, el que mejor evidencia el contenido novedoso de las relaciones económicas entre países en el mundo actual porque establece y da pié a que la alta tecnología se convierta para los dos países en una total y verdadera relación biunívoca. ¿Y mientras tanto –me pregunto- que hacen los emperadores del norte sino planificar su onerosa sucesión para continuar refundiendo al pueblo norcoreano en el atraso y la miseria?; creo que esta sería otra pregunta interesante para los sesudos defensores del socialismo a ultranza y bajo cualquier perspectiva, incluso las mas inhumanas, descaracterizadas por años de fracasos sin cuento.

Mientras, el genio de los socialistas innovadores del siglo XXI con su líder Chávez al frente e inspirado en el paradigmático ejemplo de los Castro –otra dinastía socialista- y seguida por el grupo del ALBA, pretende presentársenos como alternativa para un futuro mejor.¿ Hasta cuando podrá tener validez una propuesta semejante que parece más que competencia, una broma de mal gusto? Como cualquiera capaz de analizar sin apasionamientos ideológicos esta pretendida competencia, me remito a los datos y las estadísticas y trato de imaginar cuantos años tendrían que transcurrir para que los flamantes y libertarios países del ALBA puedan cumplir índices que los hagan competitivos con el resto del mundo. Ya se que Chávez repite constantemente lo de las envidiables reservas petroleras de Venezuela, pero no debe olvidarse que vendiéndole el petróleo –que incorpora al país al nada envidiable grupo de los mono productores y mono exportadores- a los países del primer mundo, entre ellos a los Estados Unidos que ocupa una buena parte de su mercado de exportación petrolera, consigue los petrodólares que le sirven para fomentar su demagogia en otros territorios y a los "paradigmáticos" comunistas caribeños para mantenerse a flote; es posible que este personaje tan adicto a cierta y pretendida jocosidad a ultranza, no sepa aquello de que “quien da pan al perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”

Como ha quedado demostrado con creces, “el perfecto idiota latinoamericano” tan bien descrito por Montaner, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo en su libro del mismo título, es tenazmente procaz y empecinado en materia de reconocimiento no solo de su ignorancia, sino también de su culpa; mientras, sigue aferrado a la bitácora casi bíblica de las venas abiertas, del libertario Galeano en un mundo que avanza y en el que los cuentos de hadas del socialismo promisorio son sólo un buen motivo para explicar y entender los fracasos. Quizás si los cubanos –dentro de la Isla- pudieran hablar, serían capaces de dar una contundente explicación. Llevan años votando con los pies, 2 millones se han reinsertado con éxito en los más disímiles parajes del planeta y los de dentro, por simpatía u obligación descubren ahora con asombro que la manera más segura de llegar al capitalismo es el socialismo. Ahí les queda de tarea a los “compañeros de viaje”.

José A. Arias.

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Thursday, October 6, 2011

POR EL CAMINO DE LOS FRACASADOS.


Entre la Revolución Cubana y el llamado Socialismo del Siglo XXI hay media centuria de diferencia, tiempo suficiente para establecer una distinción que para la primera representa el colorario de un fracaso y en el segundo caso, una entelequia injustificable. A pesar de todo, la precaria situación actual de la revolución castrista no evade el efecto de las argucias populistas mientras pueda elaborar versiones vinculadas a una temática pretendidamente justiciera e insertarse en los cambios ocurridos entre liberalismo y globalización, utilizando los pendones de un marxismo sui generis que pueda encontrar eco entre imberbes de oficio.

Al hablar de “inserción” –que difiere medularmente de participación- lo que trato de poner en evidencia es la incapacidad de regeneración de un proceso encabezado por personas que se ven a si mismas como objeto y sujeto de la historia y que se proyectan y valoran como paradigmas –vivos o muertos y desde su perspectiva- de lo que proponen como parte del argumento de funcionamiento de la sociedad moderna. El primer intento consistió en darle un contenido filosófico al proyecto, sobre todo en los aspectos político y económico y en ese mismo orden de importancia, basándose en el elemento teórico del marxismo decimonónico y el leninismo y su teoría del imperialismo y el eslabón más débil en los inicios del siglo XX.

No precisamente, y como se ha tratado de hacer creer, la inserción de la asonada revolucionaria cubana de 1959 en el mundo comunista de la postguerra, fue el resultado de un proceso de convicciones profundas entre sus principales figuras; de hecho el factor de apoyo popular no incluía entre sus ingredientes principales la simpatía de las masas por lo que poco tiempo después y de manera precipitada, se enarboló como ingrediente principal. Muy recientes y aún no superadas, eran las diferencias entre los revolucionarios de oficio y los comunistas de carrera y cierta formación teórica que militaban en el Partido Socialista Popular desde su funcionamiento bajo ese denominativo y además tendiente a paliar el apelativo, furibundo para la mayoría de los cubanos, de Partido Comunista, lo cual fue así desde los años de la asonada revolucionaria y antimachadista de 1930 concluida con el triunfo revolucionario de Agosto de 1933.

Versiones ampliamente difundidas acerca de culposos enmascaramientos a priori de la dirigencia revolucionaria han prevalecido hasta hoy; creo que más que todo y como ha sido desde entonces, la razón estrechamente vinculada a una perniciosa relación causa-efecto, propendió al ejercicio de la improvisación que tan malas consecuencias ha arrostrado para el pueblo cubano. Aunque pueda parecer intrascendente y hasta un tanto folklórica, hay una anécdota que insertada en la coyuntura del momento en que tuvo lugar, así lo evidencia. El enlace soviético con la Cuba de los “aguerridos barbudos” de la Sierra Maestra instalados en el  poder, fue el “abrazo del oso” –Anastas Mikoyan, el agente- que ordenó el inmediato traslado del supuesto prolegómeno técnico-científico denominado “Avances de la Ciencia y la Técnica Soviética” desde Ciudad de Méjico a La Habana y que no estaba en el itinerario de la exposición, los líderes cubanos, serviles y obsequiosos le regalaron al ruso una caja de mangos del Caney que Mikoyan nunca había probado y a los que se refirió como manjar de dioses; en Bellas Artes y sus alrededores se exhibieron durante un mes una caterva de artefactos cuyo discutible valor cualitativo, los cubanos pudieron comprobar después.

A veces la Historia se nos presenta como un acto de crueldad que en la mayoría de los casos el tiempo tiende a vindicar. Nuestros estrenados camaradas buscaban un elemento de compensación y soporte frente a la amenaza del vecino del norte, algo que como fantasma recurrente, ha oscurecido el horizonte insular y contribuido a engrasar nuestra sempiterna vocación caudillística; los soviéticos por su parte, encontraron la deseada coyuntura para insertarse en occidente a través de una presencia total y permanente. El mismo factor que la envidiable posición geográfica de Cuba representaba para la ínsula con relación a los Estados Unidos, se convirtió en la posibilidad soviética de ejercer presión a su principal contendiente en medio de la guerra fría.

Se hizo evidente entonces que entre palos de ciego de los cubanos y retorcidos propósitos de los soviéticos se gestó el futuro estado comunista y marxista-leninista que ha prevalecido hasta hoy. Luego vendrían los discursos, las consignas y por último la legalización constitucional de un proceso oneroso –constitución socialista del estado cubano de 1976, única en el mundo que hizo referencia a otro estado en su parte introductoria – que sin embargo, siempre fue sui generis y en el que la aceptación a priori de los comunistas ortodoxos estuvo supeditada a la acción intempestiva de los guerrilleros históricos. Baste recordar el sonado proceso de purga bajo el nombre de “microfracción”, que sacó del juego a los comunistas no manipulables y dejó a otros a expensas de los intempestivos designios, primero del PURSC (Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana) y en su momento y hasta hoy, del PCC (Partido Comunista de Cuba).

El verdadero valor de la posición soviética en el Caribe quedó demostrado en el intermedio, cuando al sobrevenir la crisis de los misiles en octubre de 1962, los hechos se dirimieron entre norteamericanos y soviéticos sin el más mínimo nivel de decisión entre los bisoños y pretendidos comunistas cubanos que probablemente comenzaron a darse cuenta a partir de ese momento, de lo que verdaderamente representaba la alianza con el bloque soviético. En consecuencia con los hechos lo único verdaderamente ostensible, fue el papel de instrumento que Cuba aceptó representar bajo la égida soviética y del que fue haciéndose partícipe para cada vez, en mayor medida, delinearse como estado parasitario y subvencionado; dilapidador de recursos y muy a tono con la inconsistencia teórica de sus líderes. Me he preguntado muchas veces, si las consecuencias actuales de todo lo anterior no son evidencia contundente de lo afirmado y la única respuesta lógica de la involución actual tiene que buscarse en el hecho de haber tratado de equiparar independencia con totalitarismo ideológico, agravado con el ingrediente de la distorsión teórica de presupuestos desconocidos y por intermedio de una culpabilidad que hasta hoy no se reconoce.

Crónica aparte del proceso que tuvo lugar en los años subsiguientes las realidades fueron encargándose de demostrar la falibilidad del socialismo marxista y ortodoxo que laceró y frenó el desenvolvimiento de los territorios bajo su férula. La explicación que aún a muchos les cuesta trabajo aceptar, no tuvo que ver tanto con la acción de factores exógenos como con la propia ineptitud de un sistema cerrado, poco competitivo y carente de los impulsos que provee a la economía el mercado capitalista y el imperio de la democracia. Semejante afirmación refutada con la sola intención de justificar la inoperancia tiene dos vertientes que la hacen debatible; primero, los pocos países donde el socialismo a la manera tradicional aún se defiende desde el poder como Cuba, Corea del Norte y Laos, sufren de una crónica e indetenible involución o al menos de un estatismo social y productivo, que no encuentra paliativos a partir de la improvisación y que se agrava a consecuencia del factor más demoledor e inevitable: el tiempo. El otro argumento, diferenciado en cierto sentido, es el de China y Vietnam, países que conservan un régimen político de austero totalitarismo combinado con el empleo de lo que ya se conocía como capitalismo de estado en el socialismo. En estos casos el experimento consiste en separar lo ideológico de lo rentable y esto último conduce a pensar y creer que cualquier otra alternativa carece de sentido. He ahí la razón de existir del cacareado “modelo chino” cuya denominación más exacta pudiera expresarse bajo los términos de “experimento chino”, dada su incapacidad de ser trasplantado con éxito a otros territorios esencialmente diferentes desde criterios como la geografía, la idiosincrasia y los índices de población.

Comenzada la década de los años 90, sobrevino para Cuba –caso que nos ocupa- un período de un mayor deterioro de las fuerzas productivas, a las que no escapó el factor humano, el declive de los índices alimentarios generó epidemias vinculadas a una alimentación deficiente como la neuritis, el dengue hemorrágico y otras secuelas y la planta productiva, agotada de por sí, dejó al país a merced de sus propias limitaciones, y lo condujo a enfrentar la cruda realidad. Queda claro que en situaciones como las que caracterizaron el llamado “período especial” el recurso de culpar a la eterna polémica con los Estados Unidos y al bloqueo/embargo ocupó –aún sigue y seguirá siendo así- el primer lugar en la tendenciosa propaganda para responsabilizar a terceros y hacer más profunda la trinchera dentro de la cual llevar a cabo esa especie de ostracismo social que auto invalida regímenes de la naturaleza del cubano.

Al no poder ser de otro modo y como parte de los  objetivos y antecedentes de un estado políticamente clientelista y dependiente, con su base productiva natural, la producción agropecuaria, tremendamente dañada y sin posibilidad de resarcimiento en breve plazo, los sempiternos comunistas cubanos pusieron proa al encuentro de otro asidero que a finales de la misma década apareció como conejo sacado de una chistera bajo el pomposo apelativo de Socialismo del Siglo XXI; aupado por la gestión de un desconocido con las características idóneas para ser usado y manejado a conveniencia: el teniente coronel Hugo Chávez  Frías, que con la óptica y la capacidad, única real, de los dirigentes cubanos con nivel de decisión –todos saben de quienes se trata- fue perfilándose como el atleta de una nueva propuesta en la que siempre es posible dorar la píldora y arrimar la sardina al bracero emprendiendo la campaña antiimperialista y defendiendo la autodeterminación de los pueblos que no por casualidad es menos probable donde estos señores y sus acólitos ejercen el poder.

Pero como dos males nunca hacen un bien, el nuevo escenario creado pronto dejó ver sus propios agujeros negros y los problemas que parecen recordar a muchos la similitud con los mismos que hemos vivido bajo la influencia de una experiencia similar. La solución en términos de subsidio ahondando la improductividad y haciendo florecer la demagogia no conduce a nada. Existe cierta afinidad entre el recurso de crear bloques de acción cuyo matiz político es la esencia de su razón; frente a esta peculiar alternativa otros grupos, los que propenden al reforzamiento de las alianzas económicas dentro del total respeto a las decisiones soberanas en el ámbito político, suelen tener más éxito que los “clubes” internacionales inspirados en tiempos que pasaron y que nada tienen que ver con el matiz y la complejidad de las relaciones entre países en el mundo de hoy. Me cuesta trabajo creer que puedan tenerse dudas con respecto a lo anterior y quienes acusan a otros de fomentar una política imperial, se disfracen a su vez de emperadores empedernidos en el ejercicio indefinido del poder y su usufructo vitalicio; más trabajo aún me cuesta reconocer que el discurso de personajes anodinos y con una propuesta insensata, irreal, poco factible y para nada liberadora en la práctica de las fuerzas productivas, encuentre apoyo y reconocimiento en ciertos sectores de la población.

Hay una respuesta a ello que si tiene que ver con la historia, la manejada a contrapelo de la realidad, y donde suelen enfatizarse los escollos que nunca fueron salvados. Arrebatar la conciencia de las masas y usarla con fines establecidos y calculados con villanía y vesania política, no siempre es culpa de los autores de esta estrategia y hay en el antecedente histórico inmediato una buena dosis de culpabilidad. El asunto está entonces en hacer comprender a esas masas que el manejo engañoso de que se les hace víctimas no ha de conducir a la solución de sus problemas, sólo que en ocasiones o no existe el recurso o llega demasiado tarde; el resultado: medio siglo de comunismo en Cuba, 12 años de chavismo en Venezuela y la perspectiva de una dominación pseudo liberadora en algunos países cuya situación no acredita, fuera de los marcos de la insolencia gubernamental, ningún resultado loable o positivo. Mientras; otros países al margen de estos laberintos de desembozada raigambre antiimperialista, van situándose en un plano de competencia que les permite mostrar signos tangibles de crecimiento económico que bajo los efectos de una administración prudente les permite alcanzar la justicia social a partir de la distribución mucho más equitativa de la riqueza de que pueden disponer en cada caso.

En medio de las evidencias con que puede contarse, habría que concluir que cualquier alternativa inspirada en el fracaso, es por necesidad un camino irreductible hacia un nuevo revés. La miseria, en medio de un absoluto control y de la imposición de ataduras desde el poder, solo permite la distribución, agotable por añadidura, de la propia miseria. Aún cuando parecen existir recursos, si se dilapidan a consecuencia de una administración supeditada a intereses políticos, los resultados siempre serán funestos y un fantasma, originalmente ecléctico y políticamente desgastado no puede ser inspiración para nada y para nadie.

José A. Arias.  


Tuesday, October 4, 2011

DE LA SACAROCRACIA FORJADORA A LA TOTALOCRACIA DESTRUCTORA. Miriam Leiva.

Nota: Creo que como un triste epitafio de la industria azucarera cubana, este artìculo de Miriam Leiva es suficiente. Mi labor es educar, ya lo he dicho antes, y trabajo como el que ahora incluyo, constituye una muestra  contundente de que ello es posible. Penosamente,  es tambièn una evidencia de lo que realmente va quedando a los cubanos y lo que tendremos que enfrentar cuando alguna vez el dìa se haga de nuevo para nosotros. A continuaciòn el contenido bajo el tìtulo principal:


“Sin azúcar no hay país” se decía en Cuba hasta la década de 1960. La caña de azúcar debe haber llegado a comienzos del Siglo XVI, cuando se fundaron las primeras siete villas (1511-1517) y desde Santiago de Cuba, Hernán Cortés partió a conquistar México. Luego Puerto Carenas —la bahía de La Habana—, por sus óptimas condiciones para la concentración y avituallamiento de la flota, se convirtió en el faro económico y comercial de la Isla… y las feraces tierras circundantes se llenaron de cañaverales.

Originaria de la Polinesia, la caña de azúcar (saccharum officinarum) pasó de Siria y Persia a la Península Ibérica hacia el siglo XII, para llegar luego a la Isla y convertirse en la “caña criolla” cubana. Cuando las tierras perdieron su riqueza y los bosques ―utilizados para la elaboración de leña― se agotaron, los cultivos e ingenios se esparcieron por la llanura de Habana-Matanzas. También se extendieron por Camagüey y Oriente, pero el espíritu innovador para engrosar su caudal y el desarrollo cultural de la sacarocracia de la capital no fue nunca superado. El genio de su ideólogo, Francisco de Arango y Parreño, y la sabiduría de Álvaro Reynoso, entre otros, elevaron Cuba a primera productora mundial de 1829 a la década de 1870.

Las ansias de lograr mayor eficiencia y ganancias llevaron a la introducción de los más avanzados progresos técnicos en la incipiente industria, a la inauguración del ferrocarril Habana-Bejucal el 19 de noviembre de 1837 y a completar el tramo hasta Güines en igual fecha de 1838. En 20 años las líneas férreas comunicaban todas las áreas azucareras, o sea, prácticamente todo el país. Igualmente en 1854 el telégrafo se estableció en los ingenios modernos y dos años después existían oficinas telegráficas por todo el territorio insular. Se ha dicho que el azúcar unió a Cuba.

En los bateyes —poblados de los ingenios— se fueron desarrollando las tradiciones y la cultura de quienes serían los cubanos; muchos llegaban con su calificación y sus familias a medida que avanzaban los requerimientos técnicos. Como la esclavitud —que además de inhumana era productivamente retardatoria— terminó tardíamente (1886), se recurrió al uso de fuerza de trabajo libre: inmigrantes irlandeses hacia 1840 y catalanes y gallegos en 1854, aprovechando sus pobres condiciones de vida. Pero el engaño y la sobreexplotación en condiciones de cuasi esclavitud los hizo regresar. En el caso de los gallegos, gran parte huyeron y hasta se contrataron clandestinamente, lo que dio lugar a la persecución de los “gallegos cimarrones”, pero lograron su liberación gracias al escándalo que se suscitó en España. Entre 1848 y 1860 arribaron 59 077 chinos. Se fraguaba así desde el sincretismo religioso hasta el “ajiaco cultural” descrito por Don Fernando Ortiz.

La gran competencia surgida con la producción de azúcar a partir de remolacha en Francia e Inglaterra, cuyo avance tecnológico abarató los costos, también separó a la sacarocracia criolla de la metrópoli y la inclinó hacia Estados Unidos, donde encontró un mercado cercano y de gran demanda. Además, en torno a esas contradicciones se fueron desarrollando corrientes ideológicas: anexionismo, reformismo, independentismo. Incluso destacados pensadores recorrieron esos caminos, con el desenlace en el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes y otros ricos hacendados azucareros en las provincias orientales, el 10 de octubre de 1868.

Imposible que Miguel Aldama, uno de los más encumbrados representantes de la sacarocracia habanera y quien, a mediados del Siglo XIX, describió a su cuñado residente en París las características y funcionamiento del watercloset automático instalado en su palacio, antes de que fueran conocidos en Europa, imaginara que la gran industria azucarera de Cuba sería descargada a comienzos del Siglo XXI.
 
La pesadilla que comienza en la década de 1960 tuvo su momento de inflexión en la malograda Zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar de 1970. No valieron las opiniones de los especialistas, la voluntad única los apartó de por vida. El Siglo XX concluyó con el desensamble de decenas de centrales porque la producción azucarera era supuestamente irrentable, y la destrucción de cañaverales para dedicarlos a la siembra de productos alimenticios que sustituyeran las costosas importaciones.

Ni lo uno, ni lo otro. El Ministerio del Azúcar fue eliminado y sustituido por el Grupo Empresarial de la Industria Azucarera, por decisión del Consejo de Ministros efectuado el 25 de septiembre. Se esperaba desde hacía tiempo, pues no se requería la gran burocracia escalonada hasta el nivel de ingenio. Se anunció que de los 61 que podrían realizar zafra ahora, seguirían activos 56, de los cuales 46 molerán en la zafra que comenzará en diciembre, según el periódico Granma del 29 de septiembre. Vale recordar que Cuba tuvo 156 centrales azucareros, y llegó a producir más de 8 millones de toneladas de azúcar. A finales del Siglo XIX elaboró 1,1 millón de toneladas, igual cantidad que el estimado de la zafra 2008-2009.

Además es imperdonable el daño causado a trabajadores de los ingenios eliminados, sus áreas cañeras y producciones relacionadas y a sus familias residentes en los bateyes. Esos poblados fueron virtualmente condenados a languidecer en el atraso. Se asesinó la industria que contribuyó a fraguar la nacionalidad y la cultura cubanas. Se ha privado de tradiciones productivas irrecuperables y de sustento a cientos de miles de personas. Incluso los centrales existentes son tecnológicamente obsoletos, mientras Cuba no posee economía para reconstruirlos y modernizarlos. Desde hace años, el azúcar es el producto alimenticio con más alta cotización en el mercado internacional. Pero la antigua azucarera del mundo ha tenido que importar. No menos ha ocurrido con el café y estuvo a punto de suceder con el tabaco, también producto emblemático cubano.

Se eliminó el monocultivo y la monoproducción, objetivos primordiales del gobierno desde 1959. Sólo que ahora prácticamente no hay medios para remontar la profunda crisis nacional y la totalocracia impone a los cubanos tener paciencia. Ya no habrá “Danza de los Millones”… quizás porque es un rezago el capitalismo.

Tomado de: www.cubanet.org

UNA SEMEJANZA SOSPECHOSA. Renè Gòmez Manzano.

| Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org – Cuando en 1959 los revolucionarios llegaron al poder en Cuba, iniciaron un feroz ajuste de cuentas contra los personeros del régimen derrocado. El fatídico paredón de fusilamiento irrumpió de manera destacada en la vida nacional. Se dijo que era menester evitar los excesos de 1933, a la caída de Machado, cuando hubo linchamientos mientras muchos culpables eludieron todo castigo.

La gran mayoría de los cubanos, ilusionada con el nuevo régimen, estuvo de acuerdo. Los hechos demostraron que, en el gobierno, primaron no las ansias de justicia, sino el deliberado propósito de instaurar el terror. Desde el mismo 1959 quedó claro que cualquier oposición a Castro entrañaba el riesgo cierto de penas severísimas, incluyendo la muerte.

Los comunistas consideraron que las catorce prisiones que existían en tiempos de Batista eran demasiado pocas para formar el “hombre nuevo” entusiasta y obediente, adecuado a la nueva sociedad que debía surgir como resultado de la ingeniería social basada en las teorías enunciadas decenios antes por Marx, Engels y Lenin.

No pasó mucho tiempo antes que esas catorce cárceles se multiplicaran hasta alcanzar los centenares que existen hoy. Organizaciones independientes calculan que por esos centros ha pasado el diez por ciento de la población adulta del país, lo cual explica la involución de la vida social que ha sufrido Cuba.

El lugar que correspondía a los esbirros tradicionales de la época batistiana pasó a ser ocupado por los nuevos corchetes adoctrinados en el marxismo-leninismo e inspirados en el ejemplo de organismos tenebrosos: la Cheka creada por el fundador de la secta y sus legítimas herederas, la OGPU y la NKVD de la era estalinista y la Stassi de Alemania Oriental.

Para mantener al pueblo a raya, sumiso, también estos agentes de nuevo tipo denigran, golpean o ejecutan, aunque esto último, como regla, no de manera extrajudicial, sino tras una especie de juicio, celebrado antes en los tristemente célebres tribunales revolucionarios, y ahora en una sala de la seguridad del Estado, que es algo parecidísimo.

Por supuesto, no han faltado matanzas colectivas, como las del Río Canímar y el remolcador 13 de Marzo, con muertos por docenas. Los desdichados que perecieron en las naves hundidas tuvieron la desgracia de emplear el medio de transporte utilizado generalmente por los cubanos para huir del “paraíso socialista”.
En los últimos años, cuando la pena de muerte, que permanece en los códigos cubanos, está sujeta en la práctica a una moratoria, habría que señalar el retorno a ejecuciones extrajudiciales quizás no deliberadas, pero sí innegables, como la de Juan Wilfredo Soto García el pasado 8 de mayo en Villa Clara, como resultado de una tunda policial.

También se ha recurrido a una institución añeja, aunque creada no por Batista, sino por Machado. Las porras del “mocho de Camajuaní”, encargadas de apalear y aterrorizar a quienes se oponían a su gobierno, evitando así que la policía tuviese que dar la cara, han resucitado ahora, aunque bajo la denominación de brigadas de respuesta rápida. Un nombre nuevo para unas funciones viejísimas.

La propaganda comunista insiste en hacer grandes distingos entre las políticas represivas de los tiempos de Batista y las actuales, pero yo sólo veo algunas diferencias en las formas, no en el fondo. Confieso que añoro los tiempos del presidente Prío, cuando, de niño, oía a los mayores explayarse en un tranvía o una emisora hablando mal del gobierno sin que nadie los reprimiera por ello.

Mientras en Cuba no renazcan la democracia y la tolerancia, no veremos un cambio real en la actuación de las fuerzas policiales. Si en Rebelión en la granja George Orwell pintaba a un cerdo Napoleón que se parecía cada vez más a los antiguos amos humanos, así también los órganos represivos del actual régimen totalitario presentan, en lo esencial, una sospechosa semejanza con los de las execradas dictaduras.

Tomado de: www.Cubanet.org