Wednesday, June 15, 2016

"EXPERTOS": UNA MIRADA AL ESTABLO.

Vivimos rodeados de “expertos” y en un país donde la experticia va de la mano de la realización y de una apreciación que se asume, la mayor de las veces, a priori. Es cierto que entre los espacios favorecidos de la cultura debe considerarse la posibilidad a su acceso y en tanto el desarrollo social lo permita en mayor grado. Para quienes interpretan esa relación con pleno conocimiento de causa, el resultado es, al menos; potencialmente válido. Lo contrario, es como caminar voluntariamente al cadalso tras haber dejado que nos venden los ojos.

Pero en el asunto de la supuesta experticia no siempre se cumple tal relación y, son muchos los casos en que suele ponerse la carreta delante de los bueyes; cualquiera emite opiniones festinadas, echa mano de estadísticas alteradas o crea historias amañadas con el único fin de refrendar una versión, pasto reverdecido entre los ignorantes (utilizo el adjetivo atribuyéndole la benignidad relacionada con el conocimiento, no más)

Por tales razones, cualquiera y por esta vía, puede llegar a parecer un “orientador de opinión” un “profundo conocedor de esto o aquello” y sentar pauta, sin dejar de ser un papanata. Las consecuencias, de la mano de la proliferación de la “experticia”, pueden llegar a ser muy peligrosas y esos a quienes podemos descubrir y catalogar como verdaderos hacedores de la farsa y perennemente a la caza del combustible de su quehacer, van, vienen, se regodean y se realizan conjugando la insensatez no culposa de sus seguidores para hacer de su discurso un medio de vida.

En el asunto de la sobre-dimensión del ego ―un caso de trastorno psicológico―, ni que decir. Tal trastorno, exacerbado en extremo (adopción de un lenguaje gestual para “posar” incluido) nunca deja de ser el denominador común. No importa lo que diga, más bien lo que suele hacer. El “experto” juega a las versiones ―sus versiones― y enajena la realidad confiado en la falta de verificación de las fuentes, del desconocimiento de la Historia, de las verdaderas estadísticas ― que deben ser ante todo originales e imparciales― y le deja el producto a la confiabilidad de sus seguidores. Puede dormir tranquilo, porque hasta la apostasía se vuelve meritoria ante el empuje de su impunidad. No, no… yo tenía entendido tal o cual cosa, pero estaba equivocado; fulano, que es un profundo conocedor del tema, lo “explicó” como realmente es. ¿Y cómo es en realidad?, porque alegato de “expertos”, no deja margen a las dudas.

El otro contrasentido exhibe tal grado de elementalidad, que si no fuera ―por sus resultados― tan trágico, sería cómico. ¿Qué nos dicen los expertos de tribuna que no sepamos? Para responder acertadamente hay que distinguir entre la verdadera experticia, esa que no se pregona, que viene de la mano del verdadero conocimiento y que; ni se compra en boticas o bodegas y es el producto de un verificable conocimiento refrendado por la experiencia intelectual de su poseedor y exponente.

El saber engarzar, más o menos, un discurso salpicado de verborrea incontinente y alguna que otra “cita” traída por los pelos, establece la diferencia entre quien en verdad sabe de lo que habla (experticia, entre otras cosas) y el que crea aquel famoso “coro de grillos que cantan a la luna” (“Retrato”.- A. Machado)

A favor de la humanidad; quien no esté preparado, sea incapaz de exhibir un currículo en su respaldo que garantice  la eficacia de su juicio, es mejor que calle, estudie y no suelte el libro ni para ir al baño. Wikipedia; un magnífico instrumento, pero se sabe que no puede ser citado, no precisamente por derechos de autoría; hay allí también, datos erróneos, sujetos a modificación. ¿Y cuántos “expertos” de “Wiki” no nos encontramos a diario?

Pensaba en estas cosas y arribé a conclusiones elementales. Resulta que en los montones de versiones que suelo escuchar y leer sobre otros tantos temas, el resultado era el indicado de antemano en consecuencia del desenvolvimiento de los acontecimientos; no había que ser ni adivino, estratega (político, militar… ― ésta, la de “estratega”, es otra “etiqueta” que se las trae) Tampoco hacedor de conclusiones, de eso que en ciencia pedagógica se conoce como “recurso nemotécnico” hilvanando experiencias o graficando explicaciones a partir de entuertos cuando no han lugar y la información tiene una verificación teórica y práctica que hace evidente el análisis.

Por eso he aprendido a desconfiar de ciertos “entendidos”, generalmente afincados en una polivalencia abarcadora que los convierte en “capitanes de todo y soldados de nada” Prefiero hacerme al propósito de empacar mis dudas ―que siempre existen― en la envoltura del conocimiento convincente, el que está refrendado en los originales, en los textos, los libros (ficción y no ficción) en el estudio afín a mis intereses y mis propósitos. Luego, me convenzo o no; es, después de todo, algo más sencillo y menos arriesgado que montarse en el tren de los “seguidores”


José A. Arias-Frá

Friday, June 3, 2016

FACEBOOK Y LA PROLIFERACIÓN DE SU USO COMO "RED SOCIAL"

Me picotea en la mollera un tema que se desgaja de las “redes sociales” y a su vez, suele diluirse en ellas. A más de un año de por medio (1-3-15) y en este mismo blog, publiqué un trabajo bajo el título: “¿Tecnología y globalización o egocentrismo mediático?” en él, abordaba el asunto en el marco de la comunicación y que suele definirse bajo los enunciados teóricos que le son inherentes, a través de los medios de comunicación social (MCS) Dentro de tal categorización, la información se suscribe entre emisores y “masas” En tal caso, el proceso de decodificación está sujeto a un destino en que la retroalimentación no puede ser verificable y el mensaje, generalmente tiende a diluirse, es; potencialmente imperfecto, sin dejar de ser válido.

En una “red” como Facebook, por ejemplo, sucede algo distinto porque a pesar de las opiniones en que se implica el desconocimiento (físico, aunque hay excepciones) entre emisor y receptor, no parece ser así. La concepción práctica del instrumento incluye la identificación personal y, aún en caso de que no medie una relación exhaustiva de conocimiento –físico- los que se lanzan “al ruedo” (“foros”, “foristas”) se apropian del contenido al suscribirlo o comentarlo; sobre todo, al hacerlo “público

En sus frecuentes críticas a las redes sociales Umberto Eco (1), quien alegaba utilizarlas por constituir un argumento ineludible y garantía de un mejor uso del limitado tiempo de que hoy se dispone, argüía a contrapelo cosas ciertas e interesantes. ¿Ejercicio justiciero, denuesto, egolatría? Quizás, un poco de todo. He aquí algunos juicios de Eco:

-Sobre el sujeto.- “Las redes sociales son un instrumento peligroso porque no permiten conocer quién está hablando”

“Las redes sociales le dan el derecho a hablar a legiones de idiotas que primero hablan sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio nobel. Es la invasión de los idiotas (Eco, “La Stampa”, junio de 2015)

-Sobre el emisor (transmisor) “Pero Internet es como el automóvil: uno no se puede pasar la vida en Internet como no se puede pasar la vida en un automóvil” y agrega; “…si acudimos a una determinada página web podemos saber que está escrita por un loco, pero un chico no sabe si dice la verdad o si es mentira. Es un problema muy grave, que aún no está solucionado”

El desarrollo tecnológico implica riesgos y conforma –sobre todo en el caso que nos ocupa- una especie de canon vulgarizado de alternativas ineludibles. Lo mismo sucedió cuando apareció la imprenta, se imprimió el papel –que ya tenía casi un milenio de existir- mediante tipos; proliferaron los libros y, sorteando valladares a través del tiempo –siglos- las fuentes de información le permitieron al hombre el conocimiento ordinal capaz de garantizar estadios superiores en el ámbito del conocimiento.

También, y por esos tiempos, existió una fuerte oposición; pero frente a los códices, se escribieron grimorios y para conjurarlos, tratados secretos y sinuosos, “martillos de brujas”, enciclopedias, crónicas, volúmenes sobre alquimia y esoterismo, magia (negra y blanca), así como manifiestos seglares y narraciones bíblicas –de hecho, la primera impresión de Gutenberg mediante el uso de tipos de madera, fue una versión de la Biblia de 1450 folios escritos en cuarenta y dos renglones por folio; el incunable más atesorado hasta hoy y del que se conservan más de veinte ejemplares originales. Al cabo, y de otro modo, la diseminación de la literatura impresa condujo a muchos a morir de forma atroz mediante el desafío del “statu quo” No nos olvidemos. El propio Eco, medievalista contumaz (aquí, obstinado en la defensa de valores) y entre muchas otras virtudes personales, lo sabía.

Si entendemos el dilatado proceso evolutivo de los retos como lo que siempre ha sido, un desafío, no se me hace válido minimizar la luz del Sol poniendo en evidencia sólo sus manchas. O, haciendo honor al precedente de “Trattato di Semiotica Generale” y la interpretación de los “signos” a través del lenguaje –palabras- “la zorra ataca el gallinero, con instintiva alevosía mientras devora los polluelos y las gallinas duermen”

EL PRECIO DE LOS RIESGOS

Equivocarse, de hecho muchas veces, es parte de la visión a futuro que suele ser el preludio de acontecimientos trascendentales. “Lo que es, es; y la realidad no es como a mí me convendría que fuera, no es como debería ser, no es como me dijeron que iba a ser, no es como fue, no es como será mañana. La realidad de mi afuera es como es” (2) No hay en ello, ni resignación, ni la asunción de una postura lapidaria, porque para enfrentar los riesgos hace falta valor, pero sobre todo, el de entender la relación entre el peligro y la ganancia. Todos estamos en acuerdo sobre eso de que pueden haber “…páginas web escritas por un loco” ¿pero acaso el instrumento no provee una fácil manera de identificarlas? Lo que nos queda es la ganancia que se traduce en información válida y que a través de un ejercicio intelectual mínimo e idóneo, no deberá conducirnos a la hoguera aunque haya alguien dispuesto a juntar la leña, prender el fuego y atizar la llama.

El asumir la interpretación como parte de la libertad individual y no como un acto de libertinaje egoísta y egocéntrico es un derecho que cada ser humano posee y debe ejercitar. “Tú no eres quien yo necesito que seas, tú no eres el que fuiste, tú no eres como a mí me conviene, tú no eres como yo quiero, tú eres como eres. Aceptar eso es respetarte y no pedirte que cambies” (3)

Si nos hacemos a la idea, exacta por demás, de que la información es alternativa biunívoca, tendremos que concluir que el hecho de la discrepancia es también parte del proceso de retroalimentación enmarcado en ella y no, el desconocimiento a priori tras el que muchos se escudan para minimizar el criterio ajeno. Es evidente que lo anterior suele suceder con frecuencia inusitada y, si llegara a medirse el efecto de tal circunstancia estadísticamente, habríamos de encontrarnos frente a una actitud que asumida por muchos, se hace deleznable. ¿Dónde queda entonces, el respeto por la opinión ajena? La respuesta puede ser fácil, en tanto se tengan en cuenta algunos criterios que rebasan el ámbito de la simpleza y la superficialidad.

Primero, el promover una opinión, tratar de exponer una idea o abordar un tema, independientemente de cuál sea su contenido, constituyen acciones, determinaciones; que deben estar avaladas por la percepción del respeto a sí mismo.

Segundo, nada de lo que se diga o pueda inferirse de la intención debe constituir un ejercicio lacerante para los receptores potenciales. En éste sentido hay, con frecuencia, un acto de violación sistemática de la sensibilidad ajena en virtud de la consecución de un objetivo espurio (videos de contenido inapropiado, pornografía, etc.) que persigue convertir al mensajero en agente del terror o de una vulgaridad banal. Quizás fuera a esos “locos” a los que Eco quería referirse, pero nuevamente: las partes asumibles como riesgos en el todo, no permiten su descalificación como instrumento, ni la minimización de su potencial.

Tercero, el debate para que resulte atractivo y en consecuencia educativo, tiene que incluir una mínima dosis que lo enlace con el carácter didáctico y psicopedagógico que siempre habrá de estar implícito y, aunque se desconozca el alcance de tales ciencias; en el argumento tácito de lo expresado, la palabra escrita es lo perdurable y, bien escrita, siempre es educativa. Lo contrario es desbarrar y hacerse víctima del auto-engaño. Para mentir a otros empezando por mentirnos a nosotros mismos no hay que saber de nada; fomentar la discusión en torno a la mentira (bombazos, palos periodísticos, tubazos) es sólo una manera, muy dañina, de perder el tiempo y hacérselo perder a los demás. En el mejor de los casos, “propaganda tendenciosa” que la realidad termina por descalificar.

CONCLUSIÓN.

El avance y la constante renovación de las tecnologías que las ponen a disposición de grupos cada vez más numerosos de personas, el uso de los instrumentos que tales adelantos implican, no pueden, ni deben ser condenables por los aspectos negativos que puedan entrañar; deben ser loables por todo lo positivo que pueden aportar.

En consecuencia, enfrentar los “riesgos” es necesario, constituye el desafío de las actuales generaciones, artífices y protagonistas de los cambios que acercan a los humanos al ejercicio de una actividad que cada vez en mayor medida, traspasa los límites de lo pensado y aún, de lo creíble. El solo hecho de la diseminación en el ámbito de la información, nos educa, nos arma intelectualmente y nos protege.
Lancémonos al ruedo animados por una óptica positiva y aceptemos el reto, cualquier otra alternativa significa vivir en una cueva.

NOTAS.- 
  
(1)  Umberto Eco (Italia,1932- febrero,2016) Semiólogo (autor de “Tratado de Semiótica General” -1974), escritor (El Nombre de la Rosa –novela (1980), El Péndulo de Focault –novela (1988), filósofo, crítico literario y uno de los fundadores de la escuela post-moderna en el ámbito de la teoría comunicacional (La Forma y el Contenido -1968, La Estructura Ausente -1971). Aunque desde 1973, abordó el tema de la comunicación social en su obra “El Super Hombre de Masas” (1976), pocos años antes de su fallecimiento, se convirtió en crítico de los nuevos medios de comunicación y su obra póstuma, la novela “El Número 0” constituye una sátira al respecto, Eco está considerado uno de los principales arquetipos de la semiología moderna por su obra teórica y su interpretación (su obra “El Signo” 1973, es clásica al respecto)

(2)  Bucay, Jorge.-Cuentos para Pensar.-Ediciones Integral, U.S.A. 1999. Pag.15 –introducción.

(3)  Bucay, Jorge.- Ob Cit. Pag. 17 –introducción.

    José A. Arias-Frá