Sunday, January 7, 2018

CUBA Y LA UE. EL PATROCINIO EN ALQUILER

Desde el punto de vista de una perspectiva global a la que la Unión Europea (UE) se encamina en razón de su interpretación de los principales acontecimientos en su contexto inmediato ― también fuera de él ―, el caso de Cuba parece interesante, tiene aristas que, cuando menos, tienden a ser contradictorias. Nunca, sin embargo, deberán ser analizadas fuera de contexto, ni de una lógica razonable y desapasionada; algo que debe suceder desde cualquier perspectiva.

Es visible que, al interior insular, el reclamo de derechos elementales conculcados por décadas y que no se circunscriben solamente a derechos políticos que, además, conforman la amplia gama de voluntades reprimidas y a consecuencia, precisamente, de la gestión política; esa, la interpretación del   concepto de derechos humanos haya sido y continúe siendo el vórtice de la tormenta. En teoría, desplaza el argumento pragmático que, contra la más racional ética evolutiva, demuestran en cuanto a la economía una absoluta incapacidad operativa.

Entre la voluntad visible y manifiesta de entidades representativas de una gestión alternativa y paralela a la gubernamental, se nota una estructuración en activa y lógica correspondencia con una visión mucho más estructurada ― científicamente ― que no sería inteligente desconocer: ese es un fenómeno que, de nueva cuenta, ha puesto en vilo a las autoridades que se empeñan en mantener el poder aferrados a viejas estructuras totalitarias ancladas en el modelo superado del sovietismo a ultranza.

En éste, su último viaje de comienzos de año, el tercero de Federica Mogherini a Cuba, hay evidencias de que todo no parece ser como muchos creen. Es lógico que si la representante y encargada de las relaciones internacionales del SEAE (Servicio Europeo de Acción Exterior) regrese al país, se reúna con funcionarios de alto nivel, firme acuerdos, cartas de intención y cooperación y oficialice de esa manera, lo que ya se venía adelantando; produzca una oleada de interpretaciones en función del efecto inmediato. Pero en lo esencial, hay que tener en cuenta los resultados basados en: a) la coyuntura internacional y la peculiar visión territorial (geopolítica) diferenciada de la UE, b) la reiterada práctica elusiva del gobierno cubano de interpretar cualquier posibilidad como una coyuntura que se traduzca en garantía de mantener el poder político in extensus.

En cuanto al primer enunciado Mogherini dejó clara la posición de UE en el interdicto cubano; habría que recordar que circunstancialmente la posición de UE ha devenido diferente desde que se establecieron las relaciones en 1988, sólo ocho años después esas relaciones se congelaron y en 2008 se anunció la Posición Común de los 28 estados miembros reforzando el aislamiento y condicionando su desaparición a un cambio de interpretación en el tema de los derechos humanos; en 2016 se reanudaron las negociaciones y se les dio cuerpo en este tratado, funcional desde el 1 de noviembre pasado y oficialmente reconocido ahora en enero 2018 pero que deberá ser ratificado en febrero 28, algo que se da por hecho.

La evidencia correlativa y coyuntural queda manifiesta al decir de Mogherini, cuando expresa: “…frente a los que levantan muros y cierran puertas, nosotros los europeos queremos tender puentes y abrir puertas mediante la cooperación y el diálogo” (1)

Luego agrega: “…igualmente rechazamos las acciones norteamericanas sobre ciudadanos, empresas e intereses cubanos. No podemos aceptar que medidas unilaterales impidan las relaciones económicas y comerciales con Cuba”

Con acierto se dice que, el momentun y la secuencia entrañan una interpretación sesgada y carente de observancia en el detalle. Con respecto al régimen cubano el diálogo se produce con los personeros de su tradicional desenfado argumental y los que observan desde fuera van a tenerlo en cuenta; no importa desde que atalaya presencien el devenir de los acontecimientos. Si en Cuba la sociedad civil ha dado muestras del incremento de su actividad; a contrapelo, y en función de la respuesta de las autoridades, no es posible pensar en lo que se ve como una actitud de inmovilidad que se traduce en una ostensible falta de declive (todo lo contrario) de la represión concebida como un todo excluyente de excepciones, porque en la práctica es "frente a la contrarrevolución y el entreguismo"; términos aún vigentes en el discurso cotidiano de la dirigencia que se define a sí misma como revolucionaria.

Precisamente en ese último argumento se entroniza la veleidad coyuntural de UE si recordamos que con respecto a Bielorrusia el Consejo de la UE (que Mogherini preside ― también en el momento referido) ha decidido, fundamentalmente, en función del irrespeto a los derechos humanos en ese país y bajo el régimen de Alexander Lukashenko (94), mantener activas las medidas dictadas en su contra por violaciones que, exactamente se corresponden con el régimen de detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas, persecución de individuos por su integración personal a diferentes organizaciones, reclamos de libertad sindical y derecho a huelga; aún más en el caso cubano; importantes funcionarios considerados en la línea de sucesión al poder, que públicamente manifiestan su voluntad de limitar la participación ciudadana en una perspectiva y entorno verdaderamente democráticos. Parece razonable la pregunta: ¿cuál es la diferencia?

Para algunos la diferencia puede constituir un acto de nihilismo geopolítico y circunstancial. Las relaciones entre la Rusia de Putin y la UE no son las mejores y las reiteradas amenazas a los estados orientales miembros, el conflicto de Ucrania y la ocupación de Crimea son espina clavada en el costado de UE. En ese sentido y en varias ocasiones, la más reciente en visita de un alto funcionario de UE a Bielorrusia, Lukashenko ha manifestado su intención de fungir como mediador entre Rusia y UE, a su decir, sin ningún interés personal de su parte. Lo cierto es que desde 2016 se han apreciado ciertos cambios ―elementales y someros ― en las relaciones Bielorrusia - UE. Ello sin dejar de tener en cuenta el desinterés de Bielorrusia en solicitar su integración a la Unión (ni ésta habérselo ofrecido) porque prefiere seguir representando su papel de estado colchón de Rusia en el anillo periférico del  ring land del proyectado entramado neo-imperial de Putin y que UE la inserte como estado en medio de una relación de favorecimiento que data de 1989, antes de la desaparición de la URSS.

Cuba, Isla caribeña, es otra cosa y sería ilusorio pensar y/o creer que en el contexto de la relación bilateral puedan existir todos esos presuntuosos avatares de la diplomacia que no son válidos en ningún contexto, ni más allá del discurso, excepto cuando la fuerza establece la visión inmediata de una amenaza real, como en el caso del conflicto Estados Unidos – Corea del Norte. Allende ese discurso, es necesario adentrarse en su letra sujeta a correcciones que aún aguardan por su realización en lo que atañe a la parte cubana; dicen mucho, y más que una lectura entre líneas, parecen alusiones definitivas y definitorias.

Llama la atención que en el último lustro Cuba ha tenido sucesivamente tres proveedores principales que se han disputado la deshonrosa categoría de ocupar el primer lugar en esa lista: Venezuela, China y ahora UE. Tras la firma del acuerdo definitivo que tendrá lugar en Bruselas en 2018 (entre Mogherini y Bruno Rodríguez) debuta UE como la entidad que ocupará ese nada envidiable sitial. Pero lo hace en una perspectiva muy afín a sus intereses y a un nivel de desbalance comparativo muy inferior a los anteriores proveedores del período postsoviético (catastrófico en resultados) Aquí, el monto de la inversión inicial de UE es de apenas 49 millones de euros; 18 para un programa de conservación de energías renovables, 21 para la agricultura sostenible y un programa de ayuda al sostenimiento de la cultura y la rehabilitación de las zonas afectadas después del paso del huracán Irma de 10 millones de euros. Con pragmatismo económico pleno: más o menos el costo de unos envíos de pollo congelado, arroz y cereales, por los que Cuba debió pagar en cash a los EE. UU. en tiempos recientes.

Sería apropiado referirse a dos aspectos que desde la perspectiva cubana no parecen tener, independientemente de la manifestación labios afuera de una supuesta voluntad política, una solución inmediata y que sin embargo están en el interés de conseguir. Sobre la posibilidad de que UE retire el visado a Cuba de sus nacionales, Mogherini expresó: “…tenemos un diálogo abierto con Cuba para tratar diferentes temas. Esta mañana durante mi reunión con el canciller Bruno Rodríguez, convocamos a nuestros equipos a generar todos los asuntos posibles que se puedan tratar desde este momento hasta febrero, cuando desarrollaremos el primer Consejo. Vamos a explorar los temas de interés común y estamos abiertos al debate” Parece evidente el propósito que entraña la respuesta (dilación-ganar tiempo -disolver argumentos -evitar las contradicciones entre Estados Miembros) O, ¿está UE en disposición de convertirse en receptor de más emigrantes y en medio de los consabidos y enormes problemas que confronta al respecto?

El otro asunto de sensibilidad medular, el de la interpretación sobre la importancia de los derechos humanos quedó definido en los siguientes términos: “…estamos trabajando ―dijo Mogherini ― para formalizar el diálogo de Cuba y Europa sobre los derechos humanos, que comenzó en 2015. Aunque hay algunas diferencias en nuestras posturas respectivas, la apertura y disposición para el diálogo están siempre presentes”

Hasta hoy las evidencias demuestran que, para Cuba, China, Viet Nan y el caso extremo de norcorea, la importancia del vínculo partido-estado cancela cualquier posibilidad de negociación en la práctica y en este sentido; llega a suceder, inclusive, en el caso ruso y bajo una supuesta y actual influencia que tiende a una vinculación del asunto con temas ideológico-religiosos que no vienen al caso. ¿qué esperar de argumentos que desdicen de la lógica política más elemental al escudarse en una interpretación de la soberanía nacional en la que según alegan, los “principios” no están a discusión? Ello equivale a entender los derechos humanos como parte de una interpretación sui generis, deslindada de su esencia genérica y bajo la conceptualización conveniente de una política de estado totalitario. Para quien sabe de lo que se trata, es posible entender que semejante relación no es válida, pero, además; de ser así, las evidencias prácticas lo demuestran en lo que se crea la condición del desmentido.

Como en la concertación entre realidad y fantasía, en la que suele mediar un abismo de circunstancias insalvables, los argumentos ― por momentos intangibles ― ajenos a la realidad, desbordan las posibilidades. Los problemas acuciantes de la Cuba actual no van a encontrar solución fuera de sus límites geográficos. No importa si se mira en dirección a diferentes referencias y/o vectores; mientras los demás se entienden entre sí, los cubanos estamos obligados a mirar hacia adentro. En eso, debemos andar, ¿Aprenderemos a hacerlo?

José A. Arias-Frá
1/07/2018.
  
 (1).- Todas las citas de Mogherini pertenecen a la conferencia de prensa dada tras la presentación de una "conferencia magistral" (Relación UE-América Latina) en el antiguo Seminario de San Carlos y San Ambrosio, ahora Centro de actividades artísticas y culturales para la Juventud; uno de los proyectos de restauración  del Casco Histórico llevados a cabo bajo el auspicio de UE en Cuba por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.