Friday, November 25, 2011

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL TEMA DE LA RELIGIÓN.

Mucho me temo que en asunto tan importante como la religión, la premura y la falta de un tratamiento más específico, vinculado al ser humano como tal; no sea la pauta que se siga en la actualidad para llegar a conclusiones más o menos válidas. La superficialidad no es un aval apropiado para entender la influencia de más de dos mil años de historia de la Institución Eclesiástica.
Partiendo de una visión focal y dentro de un ambiente al cual ya me he referido en el trabajo anterior a éste, y a fuero de ser rectificado por quienes conocen mejor el carácter ontológico de la teología; se impone una especie de proceso de simplificación casi matemático y un tanto empírico en lo temporal (cronológico),y que hay valores comunes a cualquier análisis, en cualquier época y bajo cualquier circunstancia. Tengamos en cuenta entonces los dos más importantes: la fortaleza secular de la Iglesia-lo cual no está a debate aquí- y el argumento de la fe  del individuo.
En el primero de los elementos existe una especie de “hilo de vinculación” que funciona como una correa trasmisora de una gran parte de la influencia emanada de la Historia, lo cual no significa que la Historia en si, sea un desgajamiento de la Historia de la Religión –fundamentalmente católica y en el Occidente de habla castellana- pero sin dudas ha sido, el único y relevante cauce por el que la Historia, entendida de cualquier manera (hechológica y elementalista o científicamente) se conduce en medio del decursar del tiempo cronológicamente ordenado.
El segundo elemento, sin dejar muchas alternativas a una posibilidad de análisis, es parte integrante de una actitud y una actividad individual de la persona que si bien cambia con el tiempo, enfrenta al hombre con la duda en su medio social específico: se trata de lo que atinadamente se define como Fe. El ensayista español Salvador Pániker dice al respecto: “…el vocablo fe no significa lo mismo en el siglo XIII que en el siglo XX (menos aún en el XXI, N.de A.) La distinción entre personas decentes y las que no lo son va menguando, igualmente va menguando la distinción entre creyentes y ateos. Ambos, creyentes y no creyentes dudan; pero en un caso es la fe la que duda y en otro caso es la duda la que busca la fe (todo ello), ambas actitudes se encuentran en la duda, lugar propio de la razón” en cuyo caso me permito agregar que el planteamiento anterior refuerza el argumento de la eficacia y la perdurabilidad de la fe.
¿Puede ser capaz el elemento histórico, aún encarado desde un punto de vista trascendental, de voltear la página y dejar a un lado la influencia de los vectores mencionados? Se me hace realmente imposible y en términos eclesiásticos, bíblicos; una blasfemia, aun en el caso de los que dicen carecer de fe. La religión ha estado allí porque originalmente constituye un acto de fe y una respuesta cuyo contenido carece de decisiva y final contundencia argumental hasta hoy. Eso quiere decir que su influencia a cualquier nivel social es imperecedera, no por divina; sino por la valía que la fe como tal le concede, sumada a la incapacidad del hombre de encontrar respuestas definitivas en este sentido.
De lo anterior se infiere que tratar de aminorar el efecto de la fe es nadar contracorriente y para quienes lo han intentado, la Historia de los hombres tiene una respuesta terrenal, concreta y contundente, veamos: bajo el título de “Por una propaganda efectiva del ateísmo” Pravda, con fecha 27 de julio de 1968 publicó un artículo del cual reproduzco el siguiente contenido:
“En la etapa actual de desarrollo de la sociedad soviética, cuando se resuelven en una escala inmensa los problemas de la constitución del comunismo, nuestro partido le da una importancia particular al trabajo ideológico…la parte más importante de este trabajo es la que hace referencia a la necesidad de acentuar la propaganda científico-atea” y se agrega más adelante, “…sería falso y además perjudicial creer que la religión morirá por ella misma. ¡No!. La formación de una conciencia comunista es imposible sin una lucha contra la ideología religiosa”
Cuarenta y tres años han transcurrido y la Rusia Soviética y en adición el mundo que regentaba, son parte de un pasado que, como ahora en nuestro caso, constituyen un mero referente histórico. Pero la institución eclesiástica sigue viva sostenida por la fe de los creyentes ortodoxos, los circunstanciales y los que parecen adherirse a una especie de virtud ocasional en dependencia de las circunstancias que casi nunca coinciden con las benevolencias o las carencias propiciadas por los vaivenes políticos a través de los tiempos.
Para concluir con respecto a lo anterior reproduzco un análisis de  Jaume Miravitlles quien nos dice: “…Es evidente que el marxismo considera absolutamente imposible un diálogo con cualquier religión, si no está destinado a destruir sus tesis espirituales a favor de la tesis materialista”. ¿Es esto hoy diferente? Con certeza absoluta puedo afirmar que no y aun más, la Iglesia Católica bajo las circunstancias de la llamada “post-modernidad” sabe que es así y allí donde se le tienden trampas a la fe el único objetivo válido y final para sus contendores es conseguir su desaparición.
La Iglesia de Roma, enfrentada a sus enemigos durante dos milenios ha terminado siendo siempre la vencedora porque la Historia a puesto de manifiesto que sus adversarios circunstanciales se involucran en un estado de cosas donde la fe es el factor común en el tiempo de la vida de los hombres y en el decursar de sus generaciones, aún de aquellos que no creen y que al decir de Pániker se sitúan en el lugar común que la duda les crea. Reprimir, controlar, escamotear, solo son recursos que reflejan efímeras ventajas de ocasión; la fe, aunque no esté definida en una tendencia específica es un argumento que va con el hombre y forma parte de su misma esencia. En ese diálogo con su conciencia que los seres humanos son capaces de mantener, aun en medio de la adversidad más acuciante, vale la pena recordar aquellos versos de Machado de su poema Retrato: “Converso con el hombre que siempre va conmigo…mi soliloquio es plática con ese buen amigo… que me enseñó el secreto  de la melancolía …y cuando llegue el día del último viaje…y esté al partir la nave que nunca ha de tornar…me encontrareis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar…”. Ese no ha dejado de ser hasta hoy, e independientemente de su voluntad, un superlativo y último recurso para la salvación, física, contundente, real; e inmediatamente conseguida.
Olvidan los que se empeñan en infaustos y fallidos vaticinios, que aún disfrazados de creyentes, su hipocresía y su soberbia los invalidan ante la fe y la Historia. Su lugar en ella siempre tendrá abierto un espacio en el que muy a su pesar tendrán que aceptar la valía de la contundente respuesta del filósofo español Julián Marías al ser interrogado acerca de su fe: “Dios hace de mi lo que quiere, pero lo que quiere es mi libertad”.    
José A. Arias.                                                                  
                                

Friday, November 18, 2011

CUBA, LA RELIGIÓN Y SU INFLUENCIA HISTÓRICA COMO FACTOR SOCIAL.

Nota introductoria.
Mi intención no es periodística, tampoco el contenido ni el formato de éste "blog", que no pretende, ni tiene como objetivo; el dar informaciones noticiosas. Mi propósito y en consecuencia mi labor, se encaminan a desarrollar mis oficios de historiador y profesor con la claridad y la seriedad que siempre me han merecido. Así podrá entenderse la extensión de los trabajos que se incluyen. Quiero dejar constancia a mis lectores y seguidores de mi agradecimiento por su aprecio a mi trabajo. Lamento, sin embargo, que existan personas que se consideren bien informadas y carezcan para ello del tan elemental hábito de la lectura. Gracias.
                                                        
                                                       ***********************

El tema de la religión, que hasta hoy sigue siendo uno de los más álgidos en Cuba, no puede ni debe ser abordado en función de una óptica festinada, convencional y mucho menos amañada, ya que quienes se vinculan a las diferentes confesiones, comuniones, tendencias o sectas –en el caso de la religión Yoruba así como de otras manifestaciones afrocubanas ( según el origen congo o lucumí)- y desde el mismo instante en que se enuncia, habrá que ser muy cuidadoso, inclusive, al escoger los sustantivos.
No se trata de comprimir el tiempo de la Historia, pero en ocasiones como ésta, deberá tenerse en cuenta. Al igual que todas las colonias españolas en el Nuevo Mundo, el tema de la fe religiosa en la Isla de Cuba tuvo una vinculación única con el catolicismo de origen apostólico y romano. Uno de los principales presupuestos de la conquista y la colonización, fue la catequización de los aborígenes para convertirlos en fieles súbditos de la corona. La cruz y la espada marcharon de la mano, de la misma forma que había sucedido para expulsar a los moros de la Península tras ocho siglos de dominación y, mediante el empuje de La Reconquista; materialmente posible sólo después de la unificación de los reinos de Castilla y Aragón. Isabel, “La Católica”, cuya influencia sobre su marido, Fernando, era decisiva; hizo que tanto fuera como dentro de la corte se hiciera vox populi aquello de que “…tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.
No en todos los casos las condiciones fueron similares ante el efecto del mismo presupuesto. Como narra el cronista Bernal Díaz del Castillo en sus “Crónicas de la Conquista de la Nueva España”, la estrategia –divide y vencerás- utilizada por Hernán Cortés contra el Imperio Azteca en tierras del futuro virreinato, hubo de ser mucho más taimada y compleja que la de exterminio masivo y acelerado que ocurrió con la población aborigen en la ínsula apenas transcurrida la primera mitad del siglo XVI. De Cuba, precisamente, partió Cortés para llevar a cabo su empresa, con la experiencia además, de haber fungido como uno de los subalternos del Adelantado de Indias Diego Velázquez, poco tiempo después de la fundación en 1506 de la primera villa insular: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.
El aniquilamiento de los aborígenes que por diversas razones tuvo efecto bajo la mirada insensible –y con muy pocas excepciones, como en el caso de Fray Bartolomé de las Casas- de los clérigos que acompañaban al conquistador que los diezmaba; sirvió para introducir en el territorio y en nuestra historia el argumento basal de la esclavitud. A fuero de las ventajas que representó para la empresa colonial en el apogeo del desarrollo del capitalismo mercantil, no sólo de España, sino también del resto de las potencias coloniales involucradas en la misma empresa como Holanda, Francia, Portugal e Inglaterra; la esclavitud, en el caso cubano, tuvo un particular efecto en el desarrollo y afianzamiento de las ideas religiosas: el sincretismo fue en nuestro caso  muy diferente y mucho más amplio y marcado que en otros territorios bajo la férula de otras metrópolis como el territorio de Haití bajo los franceses y solamente comparable al de Brasil bajo el control de los portugueses.(1)
Mientras, la evolución que fue teniendo el catolicismo durante la época colonial y que en el caso cubano se prolongó hasta 1898, la imagen de percepción social no fue la mejor. El elemento criollo en primera instancia y hasta los tiempos del “Despotismo Ilustrado”, no logra alcanzar una definición de la cubania sólo hasta después del dominio inglés en la parte occidental de la Isla (1762) y, tras la terminación de este episodio; a través de la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País mediante la gestión del ilustre Francisco de Arango y Parreño y bien entrado el siglo XVIII. Entre tanto, la imagen reflejada del catolicismo no era otra que la de los hechos que se producían en la Metrópoli, donde era posible observar profundas grietas entre el liberalismo aupado por los constitucionalistas y las ancestrales ideas monárquicas apoyadas por la curia de marcada tendencia realista. En medio de la invasión napoleónica y de las guerras carlistas, el pueblo español toma cuenta por primera vez, quizás, en contra de la curia anquilosada y en apoyo de la represión popular. El testimonio para la historia quedó magistralmente reflejado por Francisco de Goya durante la segunda etapa de su vida artística cuya motivación nada tuvo que ver con el refinado escenario de las cortes y las intrigas palaciegas, motivos de sus pinturas de aquella primera época.
Es cierto que lo ocurrido durante la primera mitad del siglo XIX y con anterioridad al estallido de la Guerra Grande en la colonia cubana (1868-1878), contribuyó a clarificar la influencia de las diversas corrientes de pensamiento, la presencia notable determinada por las enseñanzas del presbítero Félix Varela vino a ser tempranamente diezmada al interior de la Isla por la infausta acción del gobierno colonial en concupiscencia con la propia Iglesia a la que el Padre Varela pertenecía. (2)
Mucho tiempo después y casi transcurrido un siglo desde las prédicas de Varela, se produjeron hechos que ponían en tela de juicio la participación de la Iglesia en la vida política de la colonia como la captura, juicio y ajusticiamiento –asesinato- de Narciso López tras el fracaso de la expedición del Pampero y el desembarco en Cárdenas en 1851; veinte años después ocurre algo no menos culposo y negativamente vinculante, al producirse el proceso y condena a muerte de los ocho estudiantes de medicina en 1871 por el supuesto delito de haber mancillado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón, ciertamente muy vinculado a la jerarquía eclesiástica de la colonia en ese momento. (3)
La tardía emancipación de los esclavos por el decreto real de 1884, conjuntamente con la promulgación de la Ley de Vientres Libres dos años antes, en 1882 y que estableció gradientes diferenciales en el aspecto social para los llamados libertos, contribuyeron a que el subterráneo mundo de las creencias generadas por el sincretismo, continuara desarrollándose, entre criollos primero y cubanos después. Creo que, hasta hoy, los principales aportes a la cultura nacional –al menos originalmente- acerca de la influencia de éste fenómeno en nuestra historia siguen siendo y en ese mismo orden de importancia, las obras del etnólogo e historiador Fernando Ortiz, el historiador Ramiro Guerra Sánchez y más recientemente, los también historiadores Leví Marrero y Manuel Moreno Fraginals. En el ámbito de la antropología, la etnología y el folklore es también indispensable y de obligada consulta la monumental obra investigativa de Lydia Cabrera. (4) Otros estudios –muchos y muy serios- han encontrado su punto de partida y su referente científico e intelectual, sin excepción, en las obras de los autores citados.
La historiografía, al documentar los hechos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XIX cubano, e independientemente del enfoque que se le de al tema, no pueden hacer desembocar nuestra historia nacional en los albores del siglo XX, en la presencia de un país independiente que se identifique con un catolicismo activo y militante. Viva aun entre los cubanos la imagen de una Iglesia –la católica- que no fue capaz de pronunciarse y oponerse desde su jerarquía a una estrategia como la del general Valeriano Weyler al llevar a cabo la campaña de Reconcentración; las esperanzas alentadas entre los seguidores de los ritos no católicos y fustigados por la Iglesia, parecía alejar a los cubanos del modelo de fe que mantuvo, por más de cuatro siglos, su aliento en España; uno de los territorios más ortodoxos en la práctica de la religión católica.
Aunque en la Constitución de 1901, más por un alarde de civilismo que por constituir la expresión de un ambiente socialmente prevaleciente, se declaró al catolicismo como religión oficial; ello no impidió que sobreviniera un período en el que las cosas no cambiaron mucho y, estoicamente, la Iglesia continúo convalidando, desde una posición de defensa a priori de sus ideales tradicionales, muchos hechos reprobables y de carácter aborrecible.(5) En el período que recién se iniciaba y que abarcó la primera mitad del siglo XX las cosas no cambiaron sustancialmente y ello explica en gran medida la facilidad con que se hizo posible conculcar la fe de los cubanos, hasta el momento en que arribaron al poder los que aun permanecen en él.
La fe en un Dios, máxima expresión de cualquier religión, continúo teniendo dos vertientes fundamentales para los cubanos; las sempiternas ideas basadas en un catolicismo furtivo y no militante y su vinculación con las creencias relacionadas con el sincretismo. Aunque pueda parecer que existe cierta intención empírica, el catolicismo como práctica acendrada entre los sectores populares, no pasaba de ser una actitud que se manifestaba mayormente fuera de los límites de la Iglesia, como entidad oficialmente reconocida y capaz de inspirar entre sus fieles una participación manifestada a través de un ejercicio consecuente. La imagen del Corazón de Jesús y a su lado el altar colmado de ofrendas a los orichas era –sigue siendo- la norma entre la población y si bien no todos eran practicantes de los ritos afrocubanos, los otros integran el numeroso grupo de los que se incluyen en esa categoría tan poco ortodoxa y nada convencional de los que se auto describen como “católicos a su manera”
Precisamente en esos grupos se inscribían –haciendo salvedad de algunos ateos confesos- los rebeldes de la Sierra Maestra. Muy conveniente debieron resultar las veleidades religiosas de los cubanos, para que las nuevas ideas del marxismo-leninismo, que les eran ajenas y estaban basadas en un ateísmo, casi primitivo para la mayoría, pudieran tener efecto y que uno de esos “creyentes" de poca monta y nula voluntad eucarística, a pesar de su formación, comenzara a proclamar la idea de la justicia social terrenal importada de lejanas latitudes; casi todos se apresuraron a renunciar a su rudimentaria fe, ya tan diezmada; a la vez que influenciada por otros factores que la Iglesia católica, como institución, no supo identificar a tiempo para asi llevar a cabo la denuncia y convertirse en valladar ante la ofensiva del ateísmo. Parecía que casi todo sucumbió al empuje arrasador de los asaltantes del poder, y la fe sólo terminó proyectándose ante los paredones de fusilamiento, mediante el grito valiente, pero sin eco, lanzado por los condenados de “viva Cristo Rey”.
¿Puede haber evidencia más atroz que la ofensiva antirreligiosa y anticlerical de los comunistas españoles durante los años de la república española? (1936-39). Los comunistas fusilaron sacerdotes, quemaron iglesias, pero la fe no declinó ni tampoco desapareció y cuando la República y el comunismo fueron derrotados, la esencia del catolicismo parroquial de los españoles les permitió tender un puente hasta la muerte de Franco y el advenimiento de una concepción más popular y realista que había tenido colofón con la celebración del Concilio Vaticano II en Roma, aun bajo la dictadura franquista  en España y cuya plenitud no sería apreciable hasta después de la muerte del caudillo.
De lo evidenciado hasta ahora hay que colegir que si la fe, en su dimensión extraterrenal no constituye un argumento de aceptación y práctica sistemática, a la vez respaldado por las instituciones que le representan; puede llegar a convertirse en algo totalmente falible. Es eso, lo que parece suceder en Cuba. Otros subterfugios, sin embargo, y con cierta laxitud y temporal cercanía es lo que ha empezado a ocurrir hace algún tiempo. Al forzosamente menguado argumento estructural del catolicismo impuesto por el estado comunista, se han venido a sumar otras manifestaciones del cristianismo cuya raigambre ha sido históricamente focal y ciertamente alejada de la tradicional actitud religiosa de los cubanos.
En los últimos tiempos se ha observado un notable crecimiento de las diferentes vertientes y expresiones del protestantismo y las denominaciones evangélicas y es significativo que, al socaire de este ambiente de aparente diversidad religiosa, el estado, fiel a su estrategia de aprovechar las rupturas que este tipo de diversidad puede  generar y promover; no se ha demorado en reconocer y validar la actividad de los creyentes, pasando de una posición de cancelación y persecución de la práctica religiosa a la de permitirla y reconocerla, sin que, en realidad, ello pueda ser algo más que una maniobra diversificante y tendenciosa. Resulta conocido que en la práctica de la fe y desde los tiempos de Calvino, Lutero y la Reforma, el establecimiento de la Iglesia Anglicana en Inglaterra y su extensión y desarrollo ulterior en otros países como los Estados Unidos, donde el protestantismo es particularmente influyente; el catolicismo ha debido llevar a cabo un marcado esfuerzo para no perder su hegemonía; en alguna medida este factor de competencia religiosa tiene una proyección local que, en el caso cubano no parece ser ni desconocido, ni descartable por el gobierno en ese país.
En medio del control que se ejerce, y como parte de éste, la existencia de una muy controlada libertad de cultos, no puede ser comparada con el status prevaleciente en lugares donde las estructuras religiosas conforman una parte importante en la vida de la sociedad civil.En Cuba, bajo las pretensiones gubernamentales lo que se presenta como el homónimo y que en la práctica es su antítesis, se aúpan estructuras capaces de controlar las actividades de los fieles desde y por el poder. Baste decir que ha existido por muchos años un “Departamento de Relaciones con la Iglesia” –en general- dentro del Partido Comunista, que funciona al más alto nivel y supervisa esas relaciones. En realidad lo que se ha buscado hasta ahora no es un entendimiento para propiciar la práctica de la religión y el efecto práctico ha sido determinante en la limitación de la influencia religiosa en la vida del país y entre sus nacionales.
Muy por el contrario de lo que pudiera pensarse, la supuesta diversidad religiosa, que como todo al interior, carece de real autonomía operativa, lo que se produce como efecto colateral es un afianzamiento de la contraposición entre los grupos por intermedio de las diferencias conceptuales que en el plano estrictamente religioso pueden existir. La Iglesia Católica, que numéricamente es la más importante, conoce perfectamente todos estos manejos, pero en el contexto en que se mueve le es imposible tratar de contrarrestar los efectos; en consecuencia se ha limitado a sobrevivir y es lo que ha hecho y aun continúa haciendo. En fin, que su experiencia histórica y secular como Institución le otorgan un sólido crédito en éste particular.

Es común escuchar críticas, en algunos casos demoledoras, condenando la posición del episcopado y la persona del Cardenal Jaime Ortega Alamino, pero su gestión encarada en el día a día de la Iglesia Católica cubana y sin ánimo de tomar partido en un sentido crítico o de aprobación de su responsabilidad, ha sido inteligente: “del lobo un pelo” y es evidente que la alta dirigencia en Roma respalda esa actitud. Desde los tiempos de monseñor Zachi, que en los años difíciles fungía como Nuncio Apostólico y cuando la correlación de fuerzas entre la Iglesia católica y el gobierno estaba totalmente inclinada a favor de éste último, no ha sido diferente.
Tras haberse producido la visita de Juan Pablo II, no han habido avances significativos más allá de lo relativo al mantenimiento del statu quo religioso al interior del país. La imagen del Pontífice, recientemente beatificado y en acelerado proceso sin precedente, por su sucesor el Papa Benedicto XVI; pronunciando homilías colmadas de frases sentenciosas como aquella de que “…el mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al mundo, o la de recomendar a los cubanos perder el miedo (“…no tengan miedo”) y que en algunos de los discursos de introducción a las eucaristías efectuadas por Juan Pablo sirvieron para presentar de una manera inédita hasta ese momento, a los líderes regionales de la curia, que como en el caso del memorable discurso del Arzobispo de Santiago de Cuba Pedro Meurice Estiú, brevemente, fue capaz de decir cosas que en más de cincuenta años los cubanos nunca habían escuchado, la consecuencia tangible es que a pesar de los esfuerzos, todo se encuentra en el mismo sitio.
Hace aproximadamente un año el Cardenal Tarsicio Bertoni, Secretario de Relaciones Exteriores del Vaticano, visitó la Isla; como era de esperarse su proceder, a tono con la gestión diplomática ejecutada al más alto nivel, demostró la complacencia de Roma con el desempeño de la Iglesia Católica en Cuba; algo que entra en contradicción con las expectativas de los fieles a nivel popular. Acaba de anunciarse la próxima visita de Benedicto XVI para la primavera del año entrante y lo que la lógica indica es que más allá de algunas que otras sentencias expresadas desde el púlpito, quizás menos contundentes que las de su antecesor, pero más a tono con su intelecto, no existan otros resultados que los que se empeñan en hacer prevalecer el grupo de viejos comisarios que sólo tienen en común con el Pontífice el ejercicio vitalicio de sus respectivos cargos.
Mientras, seguimos esperanzados y esperando que, con, o sin la fe de los cristianos –todos- Cuba se abra al Mundo, lo que a nivel gubernamental parece haberse entendido entre los devaneos de la discusión bizantina en torno al "embargo/bloqueo", o mostrando una raquítica reforma económica, no estructural en lo político y medieval en lo puramente económico. ¿Será capaz el Papa Benedicto de evaluar y dar consecuente seguimiento a las propuestas de su antecesor? Creo que al respecto, el “General Presidente”, tendrá bien definida su postura y, mientras se haga presente para escuchar a Benedicto propagando el evangelio entre mis compatriotas, muy en silencio se hará eco de aquella castiza sentencia que reza: “…predícame pura, predícame fraile, que por un oído me entra y por el otro me sale”.
José A. Arias.
NOTAS.-
(1).-Ello tuvo mucho que ver con las guerras entre las potencias coloniales por conseguir acceso a los mercados de esclavos que, procedentes de diferentes regiones africanas, profesaban diferentes manifestaciones de sus primitivas religiones que sólo tenían en común el politeísmo, lo cual en el proceso de sincretización que da origen al pabellón Yoruba identifica las deidades con el santuario católico.
(2).-Como es conocido la prédica del Padre Varela fue identificada por las autoridades coloniales como un elemento de subversión que le mereció el destierro y lo trajo a ejercer su pastoral a San Agustín en época del dominio español en el territorio de Florida.
(3).-La condena a muerte de Narciso López y el fusilamiento de los estudiantes de medicina, aunque no fueron los únicos hechos del período de referencia (pueden citarse otros como las condenas y ejecuciones del poeta Gabriel de la Concepción Valdés “Plácido”, el proceso seguido a los participantes de la conocida “Conspiración de la Escalera” o los de los camagüeyanos Francisco Agüero e Isidoro Armenteros). Sobre el fusilamiento de los estudiantes en 1871 –para los interesados- recomiendo la obra de investigación del historiador –ya fallecido- Luis Felipe Le Roy y Gálvez: “A Cien Años del Fusilamiento de los Estudiantes, 27 de Noviembre de 1871”publicada con motivo del centenario de los hechos.
(4).- Fernando Ortiz: Los Negros Brujos y Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar. Ramiro Guerra y Sánchez: Azúcar y Población en Las Antillas. Leví Marrero: Historia de Cuba -11 tomos, específicamente los tomos 4 y 5. Manuel Moreno Fraginals: El Ingenio. Lydia Cabrera: El Monte.
(5).-En los inicios de la etapa republicana acontecieron hechos deplorables como el asesinato y desmembramiento del cadáver del General Quintín Banderas, los crímenes perpetrados durante la “Guerrita de Agosto de 1906”, los hechos de profundo matiz racista vinculados a los “Independientes de Color” y Martín Morúa Delgado en 1912. Muchas de las implicaciones sociales de estos sucesos se reflejan en la literatura de la época como en el caso de las novelas de Miguel de Carrión.




                                                          



Saturday, November 12, 2011

LA INFORMACIÓN: UNA CARRERA QUE DESALIENTA A LOS TIRANOS.

A veces es agobiante, aunque no innecesario, el volumen de información que las personas medianamente actualizadas reciben por conducto de las diferentes vías que la tecnología ha sometido a un “up grade”. Los tiempos en que la noticia fluía con cadencia acompasada y acomodada a determinados intereses parecen parte del guión de una película insertada en la historia de algún “cine dorado” en la cinematografía de algún que otro país.
Para los que tenemos el privilegio de vivir estos tiempos y poder juzgarlos contando con el antecedente de lo que he referido, el valor que debemos atribuirle a esa suerte de avalancha es incalculable. Los que hoy viven en la zaga de las redes sociales, incluidos los que de ellas hacen un uso profesional, la tecnología es indispensable.
Visto de ese modo, el énfasis ha de ponerse en la diferencia abismal entre las sociedades con acceso a los avatares tecnológicos y las que por diversas razones aun están impedidas de retroalimentar la necesidad informativa de sus deudos. Aquí se emplean, en medio de una justificación muy parcial, argumentos como el de la desigualdad económica, social y el enorme foso que separa el desarrollo del subdesarrollo, el norte del sur, las barreras religiosas, la lucha de clases y cuanto pretexto pueda argüirse para desviar la discusión de lo verdadero. (1)
La realidad está fundamentalmente influida por el factor político. La información y el consiguiente tratamiento que se da a la noticia, abre; para los que viven en libertad, el camino a las opciones y a los que viven sin ella, un derrotero que conduce a la carencia de criterio, a la ignorancia, la intransigencia, la insensatez y la falta de tolerancia que es el resultado de una acción impuesta y originada desde el poder.
Con la velocidad informática a través de la cual se hace posible asumir una actitud socialmente válida hoy; la única alternativa que queda a quienes pretenden evitar lo inevitable es tratar de cancelar las vías en que la difusión de la información se produce. El régimen criminal y dictatorial de Bashar El Asad en Siria ha dictaminado que no es posible la presencia de prensa internacional –la nacional no cuenta- en las actuales circunstancias por las que atraviesa el país; las imágenes de la represión pueden, sin embargo, ser vistas por millones de personas en todo el mundo.
Cuando el régimen de Ahmadineyad, ahogó en sangre las masivas protestas populares en Irán tras su reelección, la humanidad pudo constatar los hechos que corroboraron la deleznable acción gubernamental. Los ocho meses que duró la sublevación de los guerrilleros contra Gadafi en Libia y la guerra que se desató, más que recibir una amañada versión de los hechos;  permitió que amplios sectores de opinión pudieran ser testigos de una descarnada crónica gráfica hasta ocurrir el desenlace con la ejecución del coronel.
Los días que precedieron al abandono del poder por Hosni Mubarak en Egipto y su posterior captura y enjuiciamiento, la ejecución de Saddam Hussein y algunos de sus siniestros colaboradores, los sucesos de Yemen, Bahréin y los acontecimientos que han precipitado la "primavera árabe" en un mundo que a nosotros desde la perspectiva de occidente nos parecía inamovible, han debido servir para entender que en medio de las actuales circunstancias cualquier desenlace, por imposible que pueda parecer es factible.
Los policías universales de la ortodoxia ideológica, se empeñan en hacer creer a sus víctimas que lo único malo que acontece es lo que ellos muestran como acciones execrables de las masacres llevadas a cabo por los “enemigos de la humanidad” y manejan a su antojo la palabra, dosifican la imagen, la falsean y la suministran como medicina social para acallar la conciencia de sus súbditos. Olvidan que los medios a través de los cuales esa información se hace accesible, son los mismos que ellos suelen criticar, desde luego, mientras no estén en su poder, bajo su control y siendo usufructuados para llevar a cabo el ejercicio de su política tendiente a materializar el logro de sus objetivos.
¿Puede establecerse alguna diferencia entre los casos donde la censura es el patrón por intermedio del cual se dosifica la información? La evidencia demuestra que ningún caso es excepción, y la identidad ideológica predetermina lo que en la práctica constituye un patrón de procedimiento que enfila sus baterías a la difusión de la noticia en su magnitud más impactante: la originalidad que los hechos, en el momento en que ocurren, evidencian. Ahí está el peligro que para los manipuladores representa la opción como alternativa y que constituye un lujo que ellos no pueden permitirse.
En los tiempos de las leyes marciales, los toques de queda, la supresión de la libertad de expresión ejercida por intermedio de la prensa escrita, radial y televisiva como únicos recursos de viejo estilo; aún era posible ejercer el poder dictatorial pagando un precio que no solía ser descartable por los dictadores. Hoy es diferente, es cierto que los que tienen vocación de ejercer el poder en esos términos no la abandonan fácilmente, pero su acción en el afán de evitar el descubrimiento de la realidad, se les hace cada vez más difícil, sino imposible.
Tanto como la imagen de verter agua en la canasta, es creer que las historias contadas por los titiriteros del retablo de crónicas elaboradas, pensadas en blanco y negro y fabuladas por los amanuenses de los dictadores, puedan hoy impresionar a quienes tengan la posibilidad de confrontarlas con los recursos que van satisfaciendo la necesidad del hombre de juzgar la realidad y emitir su criterio.
Tiempos muy difíciles acontecen para los amantes de la eternidad de falsas ideas mesiánicas y redentoras y ellos lo saben; por eso se aprestan a conjurar los efectos del presente y lo que es peor para ellos, de un futuro que se les escapa de las manos, aunque se empeñen en querer demostrar lo contrario. Sin dudas, el desarrollo de las comunicaciones les impone una necesidad que entraña un alto riesgo para la humanidad; la de hacer la guerra –hasta hoy solo evitable en esos mismos términos- como último recurso que les garantice su permanencia en el poder.
NOTAS.-
(1).- En Cuba el gobierno suele alegar que la incapacidad de difundir el uso de INTERNET es consecuencia de impedimentos generados para acceder a la conexión de cable de fibra óptica, que ha sido a su vez y según ellos, un resultado del “bloqueo” norteamericano. Recientemente se inauguró una conexión directa –vía acuática- de fibra óptica con Venezuela –muy sintomática, por cierto y en función de la relación entre los dos países- y la situación de acceso a la red de la población se mantiene al mismo nivel, -uno de los más bajos del mundo- sin que el gobierno se haya mostrado interesado en dar explicación alguna al respecto.
    

Thursday, November 3, 2011

EL DEDO EN EL RENGLÓN. PERIODISMO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Una de las grandes polémicas –o tema que mueve a la discusión- del periodismo y su función social, es la que vincula la percepción como fenómeno en el plano individual y psicológico, con la realidad. Sin duda, la realidad es un tema que sólo admite una concepción absoluta cuando se manifiesta como el resultado de la vinculación con la percepción social que es esencialmente colectiva. En democracia esa concepción es totalmente incluyente de las diferentes tendencias que se mueven y se materializan en cada caso.
En las sociedades que sirven para crear condiciones en las que la libertad de expresión es el reflejo más cercano a la expresión de la libertad individual, la polémica se intensifica y la complejidad del problema se incrementa. Mover la opinión entre quienes aceptan o discrepan y pueden hacerlo públicamente; sin limitaciones, ni escollos insalvables de índole ideológica, es lo que hace apreciable la función periodística.
En los Estados Unidos, por ejemplo, hay publicaciones –muy prestigiosas- que se hacen eco de puntos de vista que algunos consideran en la extrema derecha del espectro político, de la misma manera si vamos al otro extremo encontraremos medios que representan la opinión de los sectores más liberales de la sociedad y todo ello, sin dejar de ser tan prestigiosos como los anteriores. Así ha sido por muchos años, y en esa diversidad de criterio, el individuo a través de su percepción y por intermedio de la individualidad que representa, contribuye a crear una realidad que es esencialmente auténtica, de ahí su complejidad y la razonable aceptación que le asiste.
Históricamente los experimentos sociales suelen tomar muy en serio el papel que desempeñan los medios de comunicación y por ello sus primeras andanadas de ablandamiento de la conciencia colectiva, que es también una de sus principales premisas, tiene un papel relevante. No es necesario saturar de ejemplos –que sobran- éste argumento; baste decir que el establecimiento de una prensa (escrita, radial, televisiva) controlada deberá ser uno de los primeros objetivos a lograr. Controlar se convierte entonces en una obsesión que ni se deja de mano, ni se descuida.
Si estamos de acuerdo en lo expresado hasta aquí, es fácil imaginar dónde y por qué la libertad de expresión, cuyo deber de ser ejercitarda y salvaguardada, deberá corresponder al estado en lo político, al menos; es limitada hasta dejarla convertida en un instrumento para ejercer la demagogia. Es importante entender la diferencia conceptual entre expresión libre e imposición de un falso concepto de expresión en países donde el periodista es un reo de la voluntad del estado.
Eso explica que siempre existan mal llamados periodistas y comunicadores dispuestos a justificar el statu quo prevaleciente. Habrá quien sea capaz de alegar que en un medio bajo el control de determinados grupos de opinión pueda prevalecer un criterio editorial que no coincida con la percepción de alguno o algunos, pero siempre queda la posibilidad de manifestarla previo “disclaimer”  y en el peor de los casos, acudir a otro medio, o convertirse en un “free lance”. Todo ello sin otro riesgo que una variación, quizás, en la situación económica y no por fuerza, como siempre sucede en la antípoda, tener que pagar la osadía, cuando menos, con la exclusión definitiva del juego y la condena al anonimato.
Recuerdo un caso ocurrido en medio de una de estas sociedades totalitarias y del que fui testigo. Sucedió que un día en que un periodista del principal órgano –oficial y único, así se proyecta- que acompañaba una delegación de canadienses y franceses por una provincia, dio su opinión sobre el tema que se debatía: la participación de la Unión Soviética en la derrota de la Alemania Nazi en la II Guerra Mundial. Alguien aludió al heroísmo soviético y cómo Moscú fue defendida con patriotismo y entrega por sus habitantes, el periodista sólo dijo que; como en ocasiones anteriores –se refería a las huestes napoleónicas derrotadas a las puertas de esa ciudad en 1812– “el general invierno” había desempeñado “un papel muy importante”. Me consta que éste “compañero”, nunca más ejerció el periodismo porque fue definitivamente invalidado para ello. En lo adelante otras ocupaciones, onerosamente escogidas para hacerle sentir la humillación; fueron su ulterior destino. Este hecho ocurrió hace muchos años, pero en el medio donde aún prevalecen los mismos criterios, aún sigue siendo así. ¿Cómo explicar que exista eso que se denomina “prensa independiente”?
¿Independiente de qué?  De seguro que la independencia no es el apelativo para un “free lance“ que puede o no ganarse la vida mediante el desempeño de su actividad. Necesariamente hay que colegir que la independencia es relativa al control gubernamental capaz de anatematizar al periodista por ejercer su derecho a emitir un criterio. ¿Puede producirse una situación más contradictoria?
 Hoy escuché con tristeza la sarta de improperios proferidos por uno de esos defensores a contrapelo de los intereses populares, cuyo lenguaje daba cuerpo a una especie de edicto real mediante los cuales los señores feudales amedrentaban a sus vasallos y con los que ahora estos redentores suelen manejar a su antojo a quienes les siguen y les respaldan; ejemplarizante castigo incluido en contra de los osados violadores. ¿De que sirve entonces, me pregunto, la supuesta “redención” que estos señores preconizan? Prefiero decir, porque me asiste el derecho, que para mí es importante y necesario continuar siendo un “irredento” en capacidad de expresar lo que le venga en gana.

José A. Arias.