Sunday, July 31, 2011

LA TRAICIÓN: UN ARGUMENTO EN DEFENSA DE LA IDEOLOGIA Y EL TOTALITARISMO.

Comúnmente el argumento de la traición facilita, bajo condiciones convenientes y especificas, una acusación; y si se trata de poner en vilo la posición asumida por alguien, mucho mejor aún. Si la actitud manifestada por  quien sea victimizado por traidor es política, mucho más justificada e inexorable se hace la revancha  contra  quien es señalado por el índice acusador en el contexto de una sociedad basada en el totalitarismo.

Ahora nos ocupa el tema de los que han sido o son víctimas de una acusación de traición política. En realidad es pocas veces admisible considerar esta “cuasi figura” de diabólica creación totalitaria, en términos del funcionamiento de un ambiente político democrático; de hecho y aún entre los enemigos más contumaces, no tiene cabida el argumento de considerar a alguien traidor porque no coincide con su antípoda o alienta una dicotomía en torno a una interpretación conceptual. 

Muy diferente resulta cuando desde una actitud que de por sí nace tarada por el ocultismo generado por la autocensura, alguien va desnudando su pensamiento a partir de un injustificado pudor social y termina dejando al descubierto lo que realmente piensa, siente y cree. De inmediato y sin  contemplaciones, ante el impúdico juicio ideológico, el reo se convierte en traidor.

Bajo la aplastante realidad de semejante acusación-categoría el reo pasa a ser, como bien decía Orwell, una “no persona”. Para quienes siempre han vivido en democracia y cuya voluntad cognoscitiva no ha sido empañada por los efectos ideológicos de una formación impuesta entre rígidos cánones que conforman su único universo, lo que afirmo y trato de explicar, es poco posible  que pueda suceder.

No se trata aquí de abordar teorías y procedimientos devenidos de ellas, para castrar la voluntad de los seres humanos e inducir actitudes ante la vida. La modernidad implica muchos riesgos y de hecho todos los mecanismos de genética social que se conocen y se aplican, pueden constituir una amenaza, cuando menos, potencial. Pero de lo que si se trata, es de llamar la atención acerca de cómo la impunidad de la práctica ideológica determina lo que es bueno o malo, aceptable o refutable, permisible o condenable.

Cualquiera de los anteriores dilemas contractuales suelen dirimirse a tenor de la imperatividad del condicionamiento ideológico en términos de traición (vocablo que en política, tiene un estricto valor semántico) para quien decida disentir – aun genéricamente- de lo establecido. El recurso es la vía para hacer desaparecer la idea, que es lo que importa y resulta en una acusación de traidor al individuo, cuyas alternativas se reducen al inculpamiento o salir de escena mediante el destierro, para seguir arrastrando el estigma original e injustificado donde quiera que decida permanecer. Si es justo o no, es lo de menos para los acusadores; el anatema dentro del medio de imposición ideológica sigue teniendo el mismo valor. Colateralmente, he ahí una posible respuesta a la ineficacia de la crítica, cuyos valores y posibles resultados se ven limitados por la posibilidad potencial de la acusación de traidor.

Desde finales del Medioevo hasta la actualidad, el patrón se conserva casi intacto, solo con las variantes que una actividad basada en cierto relativismo (cínicamente) social,  ha ido generando para condenar al supuesto traidor; de tal suerte los mecanismos se han hecho mucho más sofisticados. La traición es además un argumento de basta aplicación que suele imbricarse con facilidad en cualquier tema. Sin dudas, el más gráfico es la “traición a la patria”.

Suele suceder que en tiempo de guerra se constituya en acto de traición a la nación –eludo el término patria, con toda intención- el  actuar en contra de los intereses que se han jurado defender y que el soldado deba pagar por ello un precio que en situaciones muy extremas, puede hasta costarle la vida. Esa ha sido práctica conocida  y de alguna manera vinculada a la jurisprudencia militar bajo la cual deberá ser juzgado el reo, sin excepción, y en cualquier caso. La aplicación de consecuencias definitivas y que dependen de la famosa “decisión de dedo”-como sucede bajo las dictaduras- nunca podrán ser consideradas justas y siempre son culposas y deleznables, amén de cualquier subterfugio dizfrazado de legalidad y que diste mucho  de colmar los presupuestos más elementales en ese sentido. En tal caso el asumir la defensa, basada en un acto legal y jurídicamente arraigado, también llega ser considerado una traición.

Otra cosa, es el concepto que se induce e infiere de traidor dentro de un ambiente ideológicamente conformado y al que se somete a vivir a los ciudadanos abatidos y aplastados por la acción de la injusticia. El juicio personal que es por naturaleza inevitable, conformado a partir de niveles tendenciosos de información, se convierte en la primera evidencia de una libertad de expresión coartada, basada en un criterio conscientemente deformado del concepto de libertad en su acepción para quedar convertido en su negación manifiesta.  

De lo anterior se desgaja una actitud socialmente hipócrita que desemboca en la doble moral: las personas no dicen lo que realmente piensan y actúan, en consecuencia, en contra de sus principios mediante un enmascaramiento de su realidad individual que desfiguran a propósito, sin importar el costo que en el plano de las frustraciones y contradicciones personales semejante actitud puede acarrearles. La ideología es en todos los casos el principal gestor de semejantes evidencias y en el caso específico del totalitarismo político, la única  e insoslayable razón de su aplicación.

En las condiciones de funcionamiento de esas sociedades totalitarias la polea trasmisora entre la ideología y la sociedad es la amenaza representada por el "acto de traición" que, como espada de Damocles, pende sobre las cabezas de cada ciudadano a cualquier nivel. Parece poco discutible y probable que semejante esquema pueda ser diferido, sorteable o evitable sin que desaparezca su condicionamiento. La traición como acusación es demoledora y definitiva; aun en los casos en que un supuesto o real arrepentimiento pudiera producirse, siempre será excluyente. Para los intelectuales y en condiciones como las descritas, hay numerosos ejemplos, los conocemos y no es necesario entrar en detalles.

Para quienes ejercen el poder dictatorialmente la acusación de traidor con respecto a sus enemigos manifiestos y potenciales es algo muy fácil de dilucidar e imputar, en tanto les sirve  como definición y advertencia de lo que puede suceder al traidor pero, como no existe causa sin efecto, la traición aplicada como un boomerang en el caso de algunos dictadores, se ha convertido en su propia  y única alternativa. De ello también existen numerosos ejemplos conocidos y ciertamente gráficos y donde la connotación manifiesta de traición -como en el caso del soldado- ha pasado por el tamiz de la legalidad basada en una jurisprudencia que sea capaz de reivindicar los derechos legales del acusado e independientemente de los resultados. Esa es la verdadera justicia.

Es importante establecer la diferencia entre la traición como instrumento y la definición del vocablo, ya que muchas veces en la confusión generada a partir de su aplicación se comete el error de cometer un acto de injusticia. Uno de los principios más loables del derecho anglosajón es el que se basa en la no culpabilidad del acusado, mientras no se demuestre la culpa. Creo que aun en el caso de los que sistemáticamente demuestran su culpabilidad fehacientemente mediante la comisión de actos delictivos flagrantes, la misma tiene que ser demostrada para que exista la justicia.

Lo anterior define, dentro de los conceptos y objetivos de este trabajo, la abismal y tremenda diferencia entre condenar a una persona bajo la simple acusación de traidor y, en consecuencia, producir su descalificación ante la sociedad de cualquier manera y el establecimiento de una legitima culpabilidad demostrable en los términos de la verdadera legalidad. Sabemos, empero, que la ideología basada en el totalitarismo nunca es sinónimo de justicia y legalidad, y por ello habrán muchas victimas acusadas de traición por los modernos zares del discurso insensato y atropellado. Parece evidente que todas esas víctimas están muy lejos de merecer semejante calificativo y que estarían en condiciones  de poder demostrarlo plenamente, sobre todo, entre tantos confundidos.

Jose A.Arias.


Tuesday, July 26, 2011

ALGUNOS CRITERIOS EN DEFENSA DE UNA OPCIÓN DEMOCRÁTICA EN CUBA.

Aunque parezca simple, no lo es en absoluto. Polémicas, diatribas, criterios, opiniones y cuanta manifestación pueda ser escuchada, leída y hasta balbuceada en algunos casos, quedarán bajo el amparo de lo que muchas personas creen que resulta consistente con la manifestación de la democracia. Es cierto, como primer ingrediente habría que colegir que democracia versus totalitarismo significa libertad de expresión y opinión frente al silencio opresivo y embaucador de la ideología totalitaria.

Más allá del contenido del documento presentado por Osvaldo Payá, firmado por un buen número de disidentes y opositores y las discrepancias manifiestas de Oscar Elías Biscet  que también cuentan con el respaldo, verbalmente expresado por personas conocidas y de reconocido aval político, habría que plantearse cuál puede ser la rentabilidad de convertir la discrepancia en querella y pensar que por mucho desacuerdo que pueda haber entre unos y otros la diversidad de opinión deba convertirse en una guerra a muerte, capaz de crear la posibilidad de una exclusión para los que, hasta hoy, han decidido permanecer en Cuba.

Habría que comenzar por dar el merecido crédito, a los que delimitan el escenario de la acción al único lugar donde acontece, puesto que constituye la “plaza sitiada en donde la disidencia es un acto de traición”; según reza una consigna puesta en boga por el régimen para denostar por igual a todos los que manifiestan un criterio diferente. Desde el punto de vista conceptual no es posible entender el uso de los términos de forma relativa y por esa vía tratar de justificar posiciones. Ver los toros desde la barrera no significa tener la razón o sentar pauta.

Para los cubanos de la Isla, que en su inmensa mayoría no conocen la democracia, ni saben como funciona; la cuestión primordial es enseñarles a entenderla desde su propia óptica deformada groseramente por 52 años del más absoluto totalitarismo. Pero la labor paciente y pedagógica nunca puede confundirse con la imposición de un criterio que muchos amparan bajo un supuesto conocimiento de los argumentos democráticos y que en el caso nuestro, el de los cubanos, sufre de una especie de síndrome degenerativo casi congénito (visto desde el nacimiento de nuestro país a la vida republicana), que nos mantiene entre la añoranza y el recuerdo, la diáspora y el destierro y que nos ciega con los destellos de una que otra querella inmediata impidiéndonos ver el verdadero futuro.
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Como un cubano más que se interesa por los problemas de su país, he expresado mi opinión sobre ese futuro y durante los años transcurridos desde la primera vez hasta hoy, tengo que pensar que el juicio no ha sido erróneo. La primera idea al respecto –prefiero evitar la palabra conclusión- es que la solución de los problemas de la nación cubana está dentro del territorio nacional y la segunda es que esa cacareada “luz al final del túnel” sólo se hará manifiesta cuando los problemas generacionales dejen de ser asideros tenidos en cuenta dentro y fuera de la Isla.

La Historia tiene un poder y una influencia irrecusables pero siempre debe de ser un referente para el futuro, no un argumento para el regreso al pasado donde se afianzan una buena parte de las razones de nuestros males acaecidos y actuales.  Por razones que no son de mi interés tener en cuenta en este análisis, parece ser que no siempre sucede de ese modo. Cuba hoy es un país gobernado por el pasado y en el pasado, en consecuencia, la conjura de sus males no puede tener fundamento en él.

Es evidente que quienes dentro de Cuba se oponen al régimen, forman parte de una generación que ha sido su víctima. Si algunos de sus representantes estuvieron confundidos –no todos- también es probable y posible que muchos se hayan hartado de vivir con una máscara y bajo los perniciosos y antihumanos efectos de la doble moral. Pensar que el haber vivido dentro de ese medio, que sin razón real los verdaderos causantes de la catástrofe definen como “plaza sitiada” hace imposible desvincularse del contubernio, y renunciar sinceramente a esa malsana relación, es casi como creer que la Iglesia Católica de la Inquisición y Tomás de Torquemada es la misma de hoy. Para  los que saben a lo que me refiero, y son muchos, el argumento de la evolución del pensamiento es clave en política y esa historia vista como referente y no como paradigma –no es casual que un tipo como Chávez le atribuya a una fecha como el 26 de Julio semejante carácter- debe ilustrarnos con respecto al hecho de entender, por ejemplo, que las monarquías europeas vigentes hasta el siglo XVIII no tienen nada que ver con las monarquías constitucionales que aún son motivo de orgullo para los pobladores de naciones donde existen y solamente son razones vinculadas a la genealogía las  que  refrendan su vigencia. La Revolución Francesa trajo consigo un nuevo orden y en lo cultural, el humanismo acabó con la guillotina para dar vida a sus presupuestos de libertad, igualdad y fraternidad.

Nuestro país ha sido convertido en víctima de un oprobioso régimen que al amparo de la ideología logró confundir y enajenar amplios sectores de su población, siempre utilizando falsos e inescrupulosos argumentos que con el tiempo han ido quedando en evidencia. El fracaso del socialismo no es hoy un hecho por ver, es una incontrastable realidad y la misma deberá constituir la premisa inmediata en que ha de construirse nuestro futuro. Quienes coincidan en la idea anterior, no importa cual sea la argumentación en torno a ella, están bien encaminados porque entienden dónde se radica la razón de su desacuerdo y la primaria y elemental necesidad de erradicar el mal. Por el momento no es posible descartar a nadie en defensa de un radicalismo sin sentido. Creo que ha quedado evidenciado con creces, que quienes apuestan por el radicalismo desde adentro, algo que a muchos preocupa,  terminan enseñando la oreja negra y peluda de los que han contribuido y contribuyen al statu quo; dejemos que se diluyan en la maldad de sus bajas pasiones, sin  permitir y dar pábulo a su siniestra labor.

Quienes aboguen por una u otra alternativa, apoyada en uno u otro vector político, que no puede ser el socialismo (algo que quedará descartado como anatema en nuestro pais) o la dictadura de cualquier signo; se mueven dentro de la influencia de las ideas democráticas y el pueblo, que deberá ser en última instancia su único y verdadero usufructuario, tendrá la palabra final. Es políticamente inconsecuente que desde una posición que se basa en la defensa de la democracia, tratemos de alentar cualquier querella más allá de los conceptos y convertir en enemigos irreconciliables a quienes desde diferentes puntos de vista se oponen a los únicos y verdaderos enemigos de todos los cubanos que merecemos nuestro  gentilicio, más que por nacimiento, por el deseo y el sentimiento de querer reivindicar el bienestar para nuestra nación.

Acaba de fallecer Monseñor Pedro Meurice Estiú, el hombre que pronunció el mejor discurso que han escuchado los cubanos en más de medio siglo; breve pero certero, valiente y sin rodeos, sin citas ni alusiones a encíclicas, con proyección nacional e internacional; se ha repetido ahora para que quizás muchos que no lo escucharan o lo hubiesen olvidado,  puedan tenerlo presente. Hay en él frases que alientan el futuro para Cuba y los cubanos. Quizás si pensáramos en Martí y nos involucráramos en sus ideas sobre la patria y la libertad, pudiésemos concluir que mucho más allá de sus cánones religiosos, monseñor Meurice fue un martiano practicante, consecuente y valeroso. Sería la mejor manera de comenzar a construir la unidad transitando el camino de la justa y necesaria diversidad.

José A. Arias.

Tuesday, July 19, 2011

LA INVIABILIDAD DEL SOCIALISMO COMO CONCEPTO DEMOCRÁTICO. (SEGUNDA PARTE).

Al finalizar la primera parte de este trabajo me referí a la necesidad de “graficar mediante el ejemplo”, la razón de su título. No seré ahora quien se encargue de suministrar las evidencias, lo haré por intermedio de dos artículos de la periodista Myriam Leiva publicados en “Cubanet. Org”.Lamento que se haga algo extenso, pero estudiar y analizar los resultados de lo que significa la mal empleada relación socialismo-democracia en algunos países y por algunos individuos, no deja alternativas. Si lo que a continuación se expresa pudiera resultar rebatible sin caer en el uso de la mentira como recurso que sólo puede anidar en las testas de los abanderados de la demagogia; sería dable la discusión, pero no es así y cualquier intento de enmascarar los hechos, tergiversar datos o paliar mediante argumentos superfluos la realidad, constituyen la prolongación de un acto de ignorancia que sólo sirve para reforzar lo que pienso.

El juicio de valor que se sugiere debe servir para distinguir entre mentiras y realidades; pero sobre todo para que se pueda entender cuál es el verdadero destino cuando se asumen como válidas las promesas de un futuro que no sólo es incierto, pero cuya única definición acontece en el plano de la involución, el estancamiento y el fracaso. ¿Es acaso posible entenderlo en otros términos?

José A. Arias.

LOS NIÑOS SON LA ESPERANZA DEL MUNDO, PERO, ¿JUGUETES PARA QUÉ? Por: Miriam Leiva.
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Yumisladys abre sus ojos negros de cubanita, despierta y recuerda que hoy cumple siete años. Es el día que oficialmente perderá el derecho a comprar un litro de leche por la libreta de racionamiento. Por suerte mamá consiguió unos limones para acompañar el agua con azúcar que seguramente le dará como desayuno en lo adelante.
Es el Día de los Niños también, fecha que, según le cuenta abuelita, hace muchos años el Comandante en Jefe ordenó celebrar cada tercer domingo de julio, para acercarlo a los aniversarios de su asalto al Cuartel Moncada en 1953, inicio de su revolución. Dicen que antes los niños se acostaban emocionados muy temprano para esperar el 6 de enero, Día de Reyes, y hasta a los más pobrecitos les ponían algún juguete delante de las camitas, aunque papá hubiera tenido que carpintear un camioncito y un bate, o una cuna para la muñeca de trapo cosida por mamá.
Pero eso quedó en el pasado de diferencias entre los niños ricos y los niños pobres. Después, pusieron los juguetes racionados y los vendían por la libreta: uno básico (o mejor) y 2 adicionales (cosas como una pelota o un juego de yaquis). Tía le cuenta que abuelo quería comprar la única bicicleta que habían traído para vender a la tienda, pero se dio cuenta de que el administrador la estaba sacado por detrás, entonces armó una tremenda discusión y él terminó en el hospital con un infarto. Al año siguiente, por suerte, ya no tuvieron que dormir en la cola para comprar los tres juguetes que le tocaban, porque el turno para comprar se conseguía llamando por teléfono, pero era muy difícil lograr que el teléfono conservara el tono de discar y pasaron horas llamando a la tienda. Tío tuvo su última perreta cuando los abuelos sólo lograron conseguir el turno casi para la hora de cierre del último día de ventas, y ya no quedaba nada que sirviera.
Todo eso se “superó” cuando llegó el Período Especial. ¿Quién podía, entonces, pensar en juguetes? Por aquellos años 90 y pico, el sudor brotaba a borbotones en las furtivas guaguas repletas; casi siempre había apagón en la escuela, el centro de trabajo, las reuniones y la casa, donde había que aprovechar el rato con luz y agua para cocinar los pocos alimentos forrajeados, que además podían echarse a perder por falta de refrigeración. Después la situación comenzó a mejorar un poco y abrieron las “shoppings”. ¡Comida y juguetes!
Yumisladys juega con sus amiguitas a la shopping. Van a la que queda en la esquina, miran los juguetes, los zapaticos y las ropitas, que mamá no puede comprar porque todos son muy, muy caros. Regresan y dejan volar su imaginación. Ella es la administradora, Yoandris, el supervisor que vigila para que no roben, María Carla trae los juegos que le mandó su abuela, ¡de afuera!, y se imaginan la comida y todo lo demás. A la fiesta de fin de curso no sabe si podrán llevarla. Es en casa de un niño que tiene de todo. ¡Hasta piscina! Bueno, ya debe terminar el juego porque la llevarán al parque, donde actuarán unos payasos por el Día de los Niños.
En Cuba, los niños tienen garantizada la instrucción y atención de salud gratuitas. Por supuesto que debe ser así, porque los cubanos han sacrificado 52 años, o sea varias generaciones, para que supuestamente todo fuera mejor que antes de 1959. Sólo que antes de 1959 las escuelas no sólo eran privadas, también las había públicas y en todas partes. Ciertamente en algunas zonas, fundamentalmente rurales y apartadas, no las tenían, pero los que hoy son abuelos fueron hasta las montañas para eliminar el analfabetismo. Algo similar ocurrió con la atención de salud.
Sin embargo, el deterioro de la educación y la salud pública son sólo parte de la crisis que existe en todos los aspectos de la sociedad cubana. Los niños están subalimentados, y en algunas zonas del país la situación es alarmante desde hace años.
Los jóvenes han sido formados en un ambiente de prohibiciones del gobierno e ilegalidades, cometidas por sus mayores para sobrevivir con la bolsa negra, nutrida por el robo y la corrupción; la represión ha impuesto la doble moral, y la añoranza por lograr un futuro de esperanzas en el extranjero, fundamentalmente en Estados Unidos. Otra contradicción, pues al mismo tiempo que siempre los dirigentes les han dicho que si esto no les gusta se vayan, es allí únicamente donde sus parientes y amigos han podido progresar, y desde donde les envían algún dinerito para mitigar la miseria cotidiana. Muchísimos bisoños cubanos no tienen la opción de irse ni de recibir remesas de familiares en el extranjero; a veces inmersos en un ambiente donde “todo vale”, roban. Durante muchos años han tenido que entretenerse jugando al dominó en las esquinas con adultos alcohólicos que beben cualquier mejunje. El alcoholismo pulula en cualquier barrio, desde el Malecón de La Habana hasta las calles de Guantánamo, y la droga ya se extiende.
Increíblemente, los niños y jóvenes cubanos dicen que están aburridos. A pesar de la propaganda que se hace cuando se celebra la Feria del Libro, muy pocos leen. Seguramente el primer obstáculo para que se motiven por la lectura es que no aprendieron a escribir y leer bien, pues hasta recientemente se habían eliminado las clases de caligrafía, ortografía, expresión oral y redacción. Los libros desestimulan porque hasta los comics están atiborrados con propaganda ideológica. Los cines dejaron de atraer desde tiempos inmemoriales, debido al deterioro progresivo de las instalaciones, que en muchos lugares sencillamente fueron cerradas. Las escasas discotecas no están al alcance de los vacíos bolsillos de los jóvenes, que normalmente dependen de padres con muy bajos salario. Tampoco los jóvenes que tienen trabajo escapan de la miseria, porque sus sueldos resultan ínfimos, y cuando el gobierno decretó el despido de 500 000 empleados, los primeros lanzados a la calle fueron los recién graduados o los trabajadores con pocos años de incorporación. Además se les limita su desarrollo al impedirles el acceso a Internet, para privarlos de conocimientos e información.
En fin, el Día de los Niños es todos los días, más allá de las cifras, posiblemente alteradas por las autoridades, que los representantes de algunas organizaciones del sistema de Naciones Unidas u otras organizaciones latinoamericanas, alaban como logros del régimen totalitario.
Es encomiable la dedicación de los artistas y grupos de aficionados dedicados a entretener a los niños, muchos de ellos integrados por niños y jóvenes quienes, con limitadísimos recursos y mucho ingenio, hacen sus propios vestuarios, muñecos y todo lo necesario para su labor. Ellos alimentan la imaginación, incentivan las ilusiones y provocan las entusiastas carcajadas de los niños.
Lamentablemente, su trabajo solo llega esporádicamente a una pequeña parte de nuestros infantes, que necesitan libertad para expresarse, una verdadera educación que ofrezca opciones y prescinda del constante adoctrinamiento ideológico, y más atención de los agobiados padres y la sociedad, para adquirir valores morales positivos. Un futuro mejor es posible.

NO HUBO DIA MUNDIAL DE LA INTERNET EN CUBA. Por: Miriam Leiva.
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – El 17 de mayo se conmemoró el Día Mundial de Internet, pero en Cuba el Día del Campesino y el 50 aniversario de la fundación de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) acapararon los espacios informativos y las celebraciones.
Comprensible resulta en un país donde el acceso a la red de redes está prohibido en los hogares, y sólo desde 2009 los cubanos pueden acceder a ella en los escasos, lentos, carísimos y vigilados cibercafés; mientras el gobierno procura descubrir cómo recuperar las producciones agrícolas para dejar de importar el 80,0% de los alimentos que no cubren las necesidades reales de la población.
Las autoridades cubanas han mantenido aislada a la población de las fuentes informativas internacionales mediante la hegemonía de su propaganda, irradiada a través de profusos discursos de Fidel Castro, fundamentalmente, y los medios escritos, radiales y televisados, las organizaciones políticas, las supuestas ONG, las escuelas y los mensajes subliminales hasta en los lugares más inverosímiles.
No obstante, los cubanos han evolucionado según avanzaba la tecnología, desplazándose siempre por el filo de la ilegalidad. Escuchar subrepticiamente emisoras de onda corta se fue combinando con los canales de televisión de Florida, cuyas señales son captadas mediante burdas, pero efectivas antenas caseras, conectadas por cables entre los vecinos, a un precio de 10 dólares mensuales, y las carreras que nos colocan al borde del infarto para recogerlos cuando aparecen los inspectores.
Luego llegó Internet para las instituciones oficiales, ciertos funcionarios y personas autorizadas. Nuevamente la iniciativa popular se puso en marcha para lograr que los pocos extranjeros asentados o visitantes ayudaran o vendieran horas de acceso, usualmente en la madrugada. Empezó la cadena de servicio entre parientes y amigos, básicamente para comunicarse con la familia del otro lado del Estrecho de Florida y copiar información posteriormente circulada en memorias flash.
El gobierno, en su habitual afán por hacer creer al mundo que facilitaba lo más avanzado, instauró un programa de aprendizaje de computación en las escuelas y clubes, donde los conocimientos han sido limitados y de poca aplicación, porque los alumnos no pueden conectarse a Internet, sino, en el mejor de los casos, a la Intranet censurada y estrechamente controlada. Niños y jóvenes han jugado hasta el aburrimiento en los horarios de clase, y los adultos sortean obstáculos para sobrepasar los filtros y limitaciones de las computadoras de sus centros de trabajo. En algunas oficinas de correo se habilitaron espacios para el servicio de mensajería, pero los pocos equipos y limitados horarios provocan largas y demoradas colas.
Las autoridades han achacado la limitación del acceso a Internet al embargo económico impuesto por Estados Unidos, como es usual para todos los asuntos en Cuba. Pero ha sido una verdadera vergüenza el retraso en la revolución de la información en un país que fuera tradicionalmente de avanzada en la implantación de los progresos técnicos. Téngase en cuenta que la primera máquina de vapor para la industria azucarera funcionó experimentalmente el 11 de enero de 1797 en el ingenio Seybabo, y aunque fracasó, continuaron los intentos hasta 1817 con la exitosa aplicación a un trapiche horizontal de una máquina de Fawcet, Preston and Company Ltd., en el ingenio Juan Madrazo, de Matanzas. En Cuba hubo ferrocarril antes que en España, la metrópoli, y televisión llegó muy poco después que en Estados Unidos.
Un cable submarino de fibra óptica, que aumentará 3 mil veces la velocidad de conexión a Internet llegó a Siboney, Santiago de Cuba, tendido desde Camurí, norte de Venezuela, el 9 de febrero, y se anunció la entrada en operaciones en julio. “Con este cable que conecta a Cuba con Venezuela se impulsa la integración social, cultural y económica de los países de la región, pero va más allá, se trata de la complementariedad, solidaridad y cooperación entre los países”, expresó en esa ocasión Wilfredo Morales, presidente de la empresa Telecomunicaciones Gran Caribe de Cuba, responsable del proyecto. También abaratará el costo de las llamadas telefónicas, y coincide con el cese de la empresa mixta con una entidad italiana, al comprar la cubana ETECSA todas las acciones; con lo cual posee el monopolio de las telecomunicaciones.
Por su parte, José Luís Perdomo, viceministro de Informática, dijo a la prensa extranjera que “no hay ningún obstáculo político para que los cubanos puedan disfrutar de Internet en sus hogares”, pero que el arribo del cable no supone la extensión inmediata del acceso, porque se requieren fuertes inversiones en infraestructura y tecnología, pues “el cable es un pedazo del sistema”.
Entre los preparativos para la futura conectividad está el incremento de la campaña propagandística contra cubanos industriosos, entre ellos muchos periodistas independientes, que procuran ampliar las informaciones sobre Cuba a través de los blogs. Ellos no sólo afrontan las prohibiciones, el alto costo de acceso a Internet, el bloqueo de sus sitios y la represión; también se emiten programas de televisión y artículos difamatorios en los periódicos con la manida argumentación de que siguen los dictados de Estados Unidos. Simultáneamente, el gobierno abre sitios en Internet, procurando solapar y denostar a los blogueros libres que, desde Cuba, difunden sus escritos por diversos medios como memorias flash, CD y mensajes telefónicos (SMS).
El Día Mundial de Internet fue conmemorado en Cuba por muchas personas esforzadas en lograr que también los cubanos puedan acceder a la red que conecta libremente a los ciudadanos del planeta, para interactuar y elevarse cultural, técnica y científicamente. Hoy por hoy, este también es un derecho humano.
Nota aclaratoria.-Aunque estos trabajos están fechados en La Habana, no son dados a conocer en el territorio nacional por ningún medio oficial, ya que su autora es una periodista independiente y como tal, a más de asumir los riesgos personales por su publicación fuera del país es considerada una enemiga de la revolución, arrostrando con esa acusación los riesgos que la misma implica

Sunday, July 17, 2011

LA INVIABILIDAD DEL SOCIALISMO COMO CONCEPTO DEMOCRÁTICO. (PRIMERA PARTE).



Muchos coinciden en el hecho de que en política la perpetuidad se hace muy difícil porque se rompe el hábito de identificar la democracia con el cambio. Si nos adscribimos a la tendencia de pensar que democracia es –atenida al factor etimológico- el gobierno del pueblo, por supuesto, sin caer en el riesgo de demagogia a la que la contemporaneidad obliga en algunos casos; esa gestión de participación debe de ser un hábito colectivo sujeto a la evaluación permanente que el proceso electoral conlleva.

En la vinculación de la actividad política con el deseo y la proyección personal de algunos individuos o grupos, el anterior proceso se va viciando hasta llegarse a convertir en un esquema oclocrático y demagógico. Expliquemos un poco la diferencia: oclocracia –poder de las masas-y democracia –poder del pueblo- hay una diferencia vital; el concepto pueblo sólo válido en el segundo caso tiene como base una identificación de factores que conforman ante todo una nacionalidad que se define por intermedio de intereses muy particulares  de índole sociológica, cultural, lingüística, psicológica y religiosa. El primero, más que concepto, definición; constituye en sí la posibilidad de identificar un conglomerado que se desdibuja en tanto trata de ser definido, para ser utilizado políticamente, lo cual es imposible.

Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero quizás el más tangible fue el de la extinta Unión Soviética, una mal llamada nación que fue creada por decreto –el de las nacionalides- por V.I.Lenin en 1921. Sin entrar en detalles, baste solamente visualizar en lo que se convirtieron los territorios del extinto “país” tras la debacle del comunismo ruso-soviético en 1991. Ni que decir de la deformación del concepto democrático aplicado al grupo de países que conformaron el bloque euro oriental de las mal llamadas “democracias socialistas”.

Para confundir con toda intención (aquí no se trata de una evasión no culposa) la democracia con la oclocracia bajo el socialismo, se acude a la aplicación de un tercer elemento argumental que es la demagogia, se dice lo que no es y se promete lo que no se puede cumplir. Genéricamente analizado el hecho, no queda reducido al plano de la generalidad, es también un argumento de amañada validez en política, y aunque no es el caso que nos interesa, es saludable hacer la salvedad. Siguiendo esta línea de análisis llegamos al otro elemento importante: el populismo.

El populismo tampoco es vector de un solo signo, los populistas pueden argumentar acerca de la validez de su gestión desde cualquier posición en el espectro político. Es común que en algunos casos los populistas se disfracen de apolíticos para aprovechar la coyuntura de convertirse en hipercríticos de la gestión política e inducir el criterio de que debe constituir un argumento rechazable e identificable con corrupción, malversación, nepotismo y compadrazgo. Es precisamente aquí donde se inserta la contradicción –insalvable a mi juicio- entre totalitarismo y democracia, sobre todo si nos atenemos a la aplicación lógica de los argumentos conceptuales anteriores.

Sin excepción, aquellos que se perpetúan en el poder no pueden ser demócratas, ni siquiera en el supuesto e improbable caso de que se pueda –como ha sucedido- rebautizar la democracia agregándole apellidos como el de socialista, popular, etc. Por esa vía se va directo a confundir democracia con oclocracia, llegándose a la identificación, plenamente demostrable de demagogia con populismo. En la raíz más recóndita del fracaso de los “ismos” totalitarios del siglo XX subyace como rémora insuperable la insalvable contradicción imposible de ser dejada a un lado; sólo y únicamente bajo una condición, que es la antítesis de la democracia: el ejercicio del poder a través de la dictadura.

Al recordar el factor de descomposición casi congénito de los “ismos” a que me refería se puede argumentar en torno a su validez. Esos “ismos” son tres: el fascismo, el socialismo y el internacionalismo, en el caso de este último un argumento de contenido confuso e improbable aún desde su intrínseca debilidad, ya que siempre fue y es, en la práctica, lo contrario de lo que se proyecta convirtiéndose en un argumento demagógico y principal en el ejercicio del populismo más acendrado.

En lo tocante a los otros dos “ismos” el argumento que se superpone es el de la oclocracia sobre la democracia tratando de validar dicha hegemonía por intermedio de una falsedad a la que sólo es posible acceder mediante la fuerza política que el totalitarismo garantiza disfrazada de populismo y mediante el ejercicio de la demagogia más absoluta, que en el caso más grave, desconoce el elemento popular y lo somete mediante una exclusión de los factores que no puedan o deban ser incluidos en un fuerte esquema de dominación, como en el caso del nazi-fascismo.

En la Unión Soviética del estalinismo es ese socialismo excluyente de los factores conceptuales de una nación basada en el verdadero poder del pueblo, el argumento que relativamente consolidó la hegemonía del Partido Comunista. Allí como se sabe no hubo excepciones a la regla y desde el sometimiento forzoso de la voluntad popular a través del asesinato en masa, la creación de campos de concentración, eufemísticamente llamados de reeducación y el exilio –interno o externo- de los no re educables, el análisis deja de ser válido, por el contrario es como el colorario de esta tesis.

Si nos atenemos a lo que la Historia nos ha debido enseñar al respecto, hemos de encontrar las explicaciones que dialécticamente –este término no debe ser un pecado en su uso- nos permiten entender porque existieron insalvables contradicciones entre los socialistas del siglo XIX, tiempo de la ruptura verdadera que da lugar a la aparición de las diferentes manifestaciones del socialismo como forma de gobierno y lo que más tarde algunos trataron de rectificar en el siglo XX dando lugar a la clásica polémica entre marxistas clásicos y conservadores –totalitarios- y los llamados y acusados por los primeros de revisionistas y liberales aún dentro de la ortodoxia marxista. De Prohudon al binomio Marx-Engels que generó la ruptura en los marcos temporales de la Internacional durante el siglo XIX, a la aplicación práctica de un concepto que trató de materializar lo que Marx nunca logró definir, por parte de Lenin en los albores del siglo XX, hay una gran diferencia. La historia posterior de la oclocracia soviética bajo la bota del totalitarismo estalinista pone en evidencia la única versión posible de socialismo excluyente y sin apellidos; enfrentado y descartado en su aplicación por la democracia, que aún viciada resultó superior. No tengo dudas que el avezado Winston Churchill al emitir su opinión harto conocida sobre la democracia, pensaba en todas estas cosas.

Por supuesto que en la profundidad teórica de los planteamientos de los izquierdistas europeos, sobre todo de la postguerra –la segunda- hay una necesidad de justificar la validez de ciertos argumentos que no dejan de ser demagógicos pero que desde una visión accesible a las masas –oclocrática- debieron justificarse. Esa visión deja, a mi modo de ver, a estos miembros dentro de la llamada “intelligentsia” occidental, en la que solo prosperan sus ideas y conceptos a partir del predominio de la verdadera democracia, en cierto estado de orfandad: les resulta ajena la democracia política como control de un aparato productivo basado en el capitalismo de libre empresa y quedan fuera a la vez del entramado totalitario, bajo la insuperable y admonitoria acusación de revisionistas.

Es precisamente lo anterior lo que ahora, en los albores del siglo XXI hace tan mediocre, inválida e intelectualmente superable la versión maquillada de socialismo totalitario, demagógico y populista que algunos pretenden aupar y abrazar. El único problema sigue siendo la falta de conocimiento de los argumentos referidos que propicia el abrazo automático de ideas obsoletas y convierte en pasto reverdecido entre las masas el remendado cascarón ideológico de un socialismo que es imposible e inexistente. No quiero entrar en el análisis de las actuales variantes del socialismo asiático protagonizado por China y Vietnam –con particularidades visibles en ambos casos- ese es otro tema; baste decir que no solo el siglo XX fue testigo del insuperable enfrentamiento ideológico entra la República Popular China y la extinta Unión Soviética, o en otro sentido las variantes aplicadas en la economía vietnamita y el llamado “modelo chino” que establecen cierto hito de similitud en el caso. Para los que creen en un remedo de socialismo asiático, una especie de capitalismo sin democracia, ni pluripartidismo real y su posible aplicación en algunos países occidentales y dentro de la excluyente y amañada fobia tercermundista, lo potencialmente teórico se confunde con la práctica, así la contraposición que artificialmente se crea entre conceptos como globalización e internacionalismo –al parecer de nueva cuenta- carece de sentido  y quienes la propulsan y alientan no manejan –con o sin intención- los conceptos. Entre ALBA y ALCA, por ejemplo, no existe elemento alguno de referente comparativo, aun en el plano de la forzada confrontación de los protagonistas del primero y los gestores e impulsores del segundo. Se trata de propuestas de origen genéricamente distinto, el primero dentro de la ideología, el segundo vinculado a cuestiones económicas y de funcionamiento del mercado, aun entre países con diferentes formas de aplicar el concepto de democracia.

Entrar en el análisis de la idea anterior no es ahora mi intención pero lo cito porque se proyecta y se glorifica, muy a tono con la demagogia y el populismo, la idea de una entidad capaz de reivindicar las propuestas políticas de algunos de nuestros inveterados oclócratas –simples dictadores de izquierda- entre las masas. He escuchado a uno de estos personajes responder a una pregunta que sugería la clarificación de su filiación política decir: si estar del lado de los desposeídos (sic), significa ser socialista o comunista o cualquier otra acusación que los enemigos del pueblo me quieran hacer, entonces cuéntenme en ese bando. ¿Qué puede pensarse de quien asume las riendas del poder de una nación entre el marasmo de una confusión conceptual de semejante magnitud? Es evidente que la incertidumbre es el signo prevaleciente en la actitud de los que escuchan sin caer en el empirismo conceptual de los que responden de ese modo. Después de todo y como siempre existe una tendencia a definir lo que está por venir, habría que asumir que se trata de un demagogo populista con evidencias manifiestas de una marcada debilidad intelectual: ¿O es qué acaso hay otra manera de clasificar estos personajes?

La importancia de este tema me obliga a un análisis seccionado con el propósito de hacerlo accesible a quienes se involucren en su lectura. Una segunda parte sería necesaria e indispensable, sobre todo si se piensa en graficar mediante el ejemplo la validez de los argumentos y demostrar la inviabilidad de los proyectos políticos aferrados a lo que la historia ha descartado ya como inválido. De lo que si estoy seguro es que el futuro no pertenece por entero al socialismo, según afirma un conocido slogan alentado por tiranos y compañeros de viaje que no son otra cosa que ignorantes, oportunistas o ambas cosas.

José A. Arias.


Tuesday, July 12, 2011

VENEZUELA, LA ENFERMEDAD DE CHAVEZ Y LA SITUACIÓN CUBANA.

A continuación tres trabajos de opinión interesantes y de los que pueden sacarse conclusiones a las que el lector puede arribar a través de sus propios juicios. El último de los tres valora, según creo, algunos factores de manera un tanto festinada, por lo que parece reflejar cierta parcialidad al evaluar los argumentos que en consecuencia expone su autor; no obstante, se incluyen elementos que aun en ese caso, deben tenerse en cuenta.

José A. Arias.

Para Cuba, una dependencia ahora incierta
Tras la caída de la URSS, el régimen encontró en Chávez un socio indispensable; pero ya empieza a especular con su ausencia
Domingo 10 de julio de 2011  

César González-Calero
Para LA NACION
"Yo me puedo morir; tú, no." No hay un testimonio político más revelador de la dependencia de Cuba respecto de Venezuela que esas seis palabras dedicadas en 2006 por un quebradizo Fidel Castro a su epígono más destacado: Hugo Chávez.
Antes de que el líder cubano cayera gravemente enfermo, La Habana y Caracas habían conformado ya una hermandad política y económica tan bien engrasada que había dirigentes, como el posteriormente defenestrado Carlos Lage, que hablaban sin tapujos de "un solo país con dos presidentes".
La química entre Fidel y Chávez se remonta a 1994, cuando el joven y temerario oficial venezolano visitó La Habana por primera vez. Acababa de recobrar la libertad tras pasar dos años entre rejas por el fallido golpe de Estado perpetrado contra Carlos Andrés Pérez. Sin conocer todavía la madera de la que estaba hecho su admirador, Fidel le brindó honores de jefe de Estado sólo para enojar a Rafael Caldera, el mandatario venezolano que había recibido en su país a Jorge Mas Canosa, bestia negra de la revolución cubana durante décadas.
Desde el primer momento, Castro vio en Chávez al hombre que -gracias a los ingentes recursos naturales de Venezuela- podía rescatar a Cuba del precipicio en que se encontraba tras el desmoronamiento de la Unión Soviética. Y Chávez suspiró de placer al entrar con alfombra roja en el Olimpo revolucionario de los "dulces guerreros cubanos".
Cinco años más tarde, el teniente coronel llegaba al poder y Fidel, taimado, sonreía desde la primera fila de invitados al acto de investidura de su aplicado discípulo. La Habana había encontrado un nuevo Kremlin sin salir del Caribe.
Con el petróleo venezolano como colchón, la alianza política y económica se fue fortaleciendo. Desde hace unos años, Chávez factura 100.000 barriles diarios de crudo a la isla a precios preferenciales, un bombeo energético suficiente para hacer olvidar los años de apagones en la isla.
A cambio, el régimen cubano ha desplegado en Venezuela un contingente de 40.000 técnicos (la mayoría, del sector de la salud). Caracas es el primer socio comercial de Cuba, con un intercambio superior a 3500 millones de dólares anuales. Entre otros proyectos de cooperación, Venezuela avala con su petróleo la modernización de la desvencijada refinería de Cienfuegos, que financia China. Sólo en la reciente visita de Chávez a La Habana -antes de que el mandatario fuera operado de cáncer-, Cuba y Venezuela firmaron acuerdos comerciales valorados en 1300 millones de dólares.
Pero si la irrupción de Chávez en el tablero político latinoamericano fue milagrosa para la isla, la experiencia de Fidel resultó también decisiva para su socio caribeño. "Ambos tendremos que agradecerle a la vida el habernos conocido", declaró en su día el líder venezolano.
Cuba respira gracias al crudo venezolano, pero la popularidad de Chávez entre los sectores más humildes de su país se debe, en gran parte, a los consejos de Castro sobre la importancia de las "misiones" sociales o la impagable aportación del know how de los servicios de inteligencia cubanos.
Sorprendente déjà-vu
Con la llegada al poder de Raúl Castro, la relación bilateral no varió de puertas afuera, pero el pragmático general percibió pronto que la supervivencia del régimen no podía estar supeditada al chavismo ad eternum. Si Raúl ya era renuente a la excesiva dependencia de Venezuela, la enfermedad de Chávez podría acelerar ahora el calendario de reformas económicas en la isla.
Hace tiempo que Raúl contempla otros escenarios ante una hipotética ausencia de Chávez. Uno de ellos pasa por estrechar aún más los lazos con China, que ya es el segundo socio comercial de La Habana. A Pekín le interesa la isla por razones puramente económicas. El régimen de Hu Jintao no le vende un tornillo a Cuba sin recibir antes un billete verde a cambio. China piensa en grande. Y el sector petrolero cubano, ahora insignificante, puede dar que hablar en un futuro próximo si se confirma la existencia de unos 20.000 millones de barriles en la zona del Golfo de México dentro de la jurisdicción de la isla.
En el sorprendente déjà-vu habanero de junio (con un Chávez imitando casi al pie de la letra la convalecencia de Fidel en 2006), el líder cubano ofició de maestro de ceremonias del equipo médico que trató a Chávez. "El paciente ha librado una batalla decisiva", escribió el comandante en una de sus habituales reflexiones. Y en su fuero interno debió de pensar en aquellas seis palabras pronunciadas hace cinco años.
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Domingo 10 de julio de 2011  

Liza López
Para LA NACION
CARACAS.- Literalmente, Venezuela se descascara.
Bastan unas pocas imágenes para retratar lo que este país sufre hoy en muchos frentes. El jueves pasado, por ejemplo, la autopista Valle-Coche, una de las principales arterias de Caracas, amaneció con un cráter gigantesco de ocho metros de longitud por tres de ancho, lo que paralizó el tránsito durante varias horas. El colapso se debió a la rotura de una alcantarilla envejecida.
Escenas similares ocurren por lo menos tres veces por semana. Si a eso se le suman las huelgas de médicos y de maestros por reclamos salariales, la inflación, los motines carcelarios y las protestas por los apagones de luz, la estadística marca que Venezuela es escenario de uno o más conflictos de relevancia por día.
Esta crisis no es nueva para los venezolanos. De hecho, se acentuó en los últimos meses. Pero lo que cada vez inquieta más al país es saber si Hugo Chávez, enfermo de cáncer , será capaz ahora de hacer frente a un caos que reclama soluciones urgentes. El politólogo John Magdaleno cree que tres grandes incertidumbres reinan hoy en Venezuela: qué tipo de cáncer padece exactamente el mandatario, si esa enfermedad le permitirá gerenciar las distintas crisis y si será candidato para las presidenciales de 2012.
"Si su cáncer lo debilita, él deberá decidir si conviene que, aun así, sea candidato para mantenerse como el símbolo más fuerte del chavismo. Si su enfermedad se trata y logra recuperarse en menos de un año, igual enfrentará una candidatura con limitaciones de salud y tendrá que delegar funciones", afirma a La Nación.
La razón por la que se conjugaron tantos frentes caóticos -y que seguirán emergiendo- tiene una explicación. "Después de 12 años de gobierno, la institucionalización del régimen es precaria y no satisface las principales demandas -señala Magdaleno-. Estos problemas no eran tan visibles antes porque Chávez era el gran amortiguador de las crisis, con su capacidad persuasiva y su discurso carismático."
Pero esa imagen del líder todopoderoso se está derrumbando como se desmoronaron las rutas el jueves pasado. Y eso, definitivamente, cambió el juego político.
"Quedó claro que el líder del proceso revolucionario tiene limitaciones. Volvemos a la política de los líderes finitos", señala a La Nación la historiadora y ex partidaria de Chávez Margarita López Maya.
La ausencia del presidente durante casi un mes por su convalecencia en Cuba evidenció el carácter personalista de este gobierno, según resalta la doctora en ciencias sociales. "Venezuela vivió un proceso involutivo muy fuerte, porque el oficialismo depende del humor y de las decisiones de una sola persona. Pero creo que eso cambiará, pues Chávez ya no está en capacidad de concentrar todo el poder, aunque siga dando señales de que mantiene el control", insiste López Maya.
Este clima de incertidumbre afecta cuantiosamente la gobernabilidad, agrega Herbert Koenecke, politólogo y profesor de posgrado de la Universidad Simón Bolívar. "La condición precaria de salud del presidente disminuye su capacidad de gobernar de manera eficaz y transparente. Eso va a repercutir en cómo la gente aprecia su gestión", destaca.
Para López Maya, la crisis más inquietante es el declive del modelo económico estatista, porque hay un estancamiento del aparato productivo y una extrema dependencia de productos importados.
El país gobernado por Chávez registra la mayor inflación de la región y la segunda entre las más altas del mundo, después de Etiopía. Las autoridades anunciaron a principios de este año que 2011 terminaría con una inflación de un dígito, pero esa promesa está lejos de cumplirse. Según el último informe del Banco Central de Venezuela, rubros como los sectores alimentario, de salud, de transporte o agrícola aumentaron entre el 22 y el 28% en el último año.
Además, la incesante alza de los precios redujo sustancialmente el poder adquisitivo de los venezolanos, que decayó el 14,5% desde 2007. Por otro lado, la deuda pública aumentó en forma considerable a pesar de los altísimos ingresos petroleros (con un barril que ronda los 100 dólares).
Sin sucesor
El director de la escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, José Guerra, advierte que la deuda externa se triplicó, de 30.000 millones de dólares en 1999 a una que supera en la actualidad los 120.000 millones.
En una de sus pocas apariciones públicas desde su regreso de La Habana, Chávez ratificó en sus cargos a todos los integrantes de su gabinete, acto que tuvo la intención, para los analistas, de aplacar las críticas de sus detractores y dar la imagen de un gobierno unido.
La doctora Clara Salas siguió con atención los capítulos de la enfermedad del presidente en la televisión y quedó impactada con ese discurso . "Al escucharlo ratificar a sus ministros, sentí como si se estuviera despidiendo. La cámara enfocó cuando [Jorge] Giordani [ministro de Planificación y mano derecha de Chávez] estalló en lágrimas. Es peligroso si él muere de repente por este cáncer, porque estamos muy divididos y puede haber una guerra civil", dice a La Nación.
La incertidumbre sobre quién podría ser el relevo dentro del chavismo si la enfermedad del presidente se agrava ronda en todos los ambientes. Sin embargo, los analistas coinciden en que no hay nadie -ni dentro del chavismo ni en la oposición- que se equipare a Chávez en liderazgo y popularidad.
El politólogo Magdaleno señala que hay varios voceros del gobierno que cuentan con un buen nivel de aprobación entre la población, como el canciller, Nicolás Maduro; el vicepresidente, Elías Jaua; el diputado Diosdado Cabello, y el vicepresidente del Parlamento, Aristóbulo Istúriz.
Pero dice que la distancia con respecto a Chávez es enorme. El presidente todavía mantiene un 50% de popularidad, mientras que cada uno de esos posibles sucesores no tiene más de un 2 o 3% de reconocimiento. Esto confirma la frase que ya se ha hecho famosa entre seguidores y opositores: "No hay chavismo sin Chávez".
De ubicuo a ausente
López Maya concuerda con lo difícil que resulta en este momento pensar en un relevo. "Una de las características de los gobiernos personalistas es secar cualquier otro liderazgo. La gestión de sus autoridades ha sido pésima en todos los sectores y no hay ninguno con capacidad de sustituirlo. Su desafío será en cómo demostrar, a esta altura, resultados positivos de gestión para encarar las presidenciales."
Mientras todos estos debates se dan en distintos ámbitos de la sociedad venezolana, el presidente se mantiene al margen con esporádicas apariciones en Twitter o en breves alocuciones televisivas. Nada comparado al líder hiperactivo y omnipresente que aguantaba, varias veces al día, horas de discursos que se transmitían en cadena.
"La debilidad de este líder puso otra vez en primer orden de importancia a la sociedad. Antes, el foco se concentraba en él. Es una oportunidad para que la población venezolana recupere la normalidad de una sociedad civil", concluye López Maya.
UNA NACION GOLPEADA POR VARIOS FRENTES
·         Economía: mientras las economías latinoamericanas crecieron en un promedio de casi el 6% el año pasado, la economía de Venezuela se redujo en un 1,6%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, de las Naciones Unidas (CEPAL).
·         Crimen: estadísticamente, Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo. Sus habitantes mencionan el crimen como la principal preocupación cotidiana. La tasa de homicidios oficial del país es de 48 por cada 100.000 personas por año, aunque la oposición dice que es superior.
·         Sistema carcelario: una reciente protesta, que dejó 25 muertos en la cárcel El Rodeo, en las afueras de Caracas, puso de relieve el hacinamiento, el poder de las bandas criminales y el tráfico de armas en las cárceles de Venezuela.
·         Inflación: Venezuela tiene uno de los índices de inflación más altos de la región y del mundo. Se calcula que la inflación anual sería del 23,6 %.
·         Vivienda: con 29 millones de habitantes, Venezuela tiene un déficit de dos millones de casas. Los críticos de Chávez dicen que su desempeño en la construcción de viviendas -menos de medio millón de nuevas unidades desde que asumió en 1999- es peor que el de sus antecesores.
  
·         Servicios: el país no encuentra solución para la debilidad de su sistema eléctrico que opera desde hace años al límite y genera cortes en casi todo el país, con excepción de la capital. Los servicios de agua y teléfono también necesitan una modernización, mientras que algunas rutas están en estado deplorable.
·         Escasez: en el sector alimentario, la escasez llega al 18%, de acuerdo con la consultora Datanálisis. Lo que más escasea es la leche en polvo, el azúcar, el aceite de maíz, la carne y el pollo. Venezuela, que fue el quinto exportador de café del mundo, ahora importa café de Nicaragua.
·         Democracia: el estilo autoritario de Chávez es una fuente de controversia en todo el mundo y la sociedad venezolana está polarizada políticamente. Sin embargo, los sondeos muestran que el debate democrático no es una de las principales preocupaciones de los venezolanos.

Toda la prensa en Cuba está bajo control estatal.
 

Cuba puede sobrevivir sin Chávez

Artículos de Opinión | Stephen Wilkinson | 12-07-2011 | facebookyahootwitter
Acabo de regresar de una visita a Cuba donde el tema principal del día es, como era de esperar dadas las dudas acerca de la salud del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, si Cuba pudiera o no sobrevivir si de pronto Venezuela desapareciera como su principal aliado. Desde el anuncio de la grave enfermedad que afecta al líder venezolano, poco se ha hablado de otra cosa en bares, cafés y cenas en toda la isla. Se me planteó de la siguiente manera en una cena a la que fui invitado por unos amigos cubanos: “Stephen, tú eres una persona que ha pasado mucho tiempo estudiando a Cuba”, me preguntaron. “¿Cuál es tu opinión? ¿Habremos trasladado nuestra dependencia de la Unión Soviética a Venezuela? Si Chávez cae, ¿nos encontraríamos en la misma situación que al comienzo de la década de 1990?”
Cuando la pregunta se hace de esta manera, sin duda la respuesta es no. Si mañana desapareciera Venezuela, Cuba tendría dificultades, pero sobreviviría. He aquí las razones:
Primero la dependencia hoy de Venezuela sencillamente no es tan grande como la que Cuba tenía de la Unión Soviética y de los ex países socialistas. Cuando estos colapsaron, Cuba perdió de la noche a la mañana prácticamente el 85% de su comercio exterior. Aunque Venezuela es con mucho el principal socio comercial de Cuba en estos momentos, la proporción del intercambio entre los dos países nunca ha llegado a la mitad del total del comercio exterior de Cuba. Debido a que no toda relación con Cuba desparecería de inmediato, el choque inicial al sistema cubano no sería tan grande.
En segundo lugar, a diferencia de 1989, cuando casi todo el comercio exterior de Cuba era con países del bloque soviético, Cuba ha diversificado enormemente a sus socios comerciales. China Viet Nam, Canadá, Brasil, España e incluso Estados Unidos (bajo una excepción al embargo de venta de alimentos) son socios significativos. Estos pudieran llenar las brechas dejadas por Venezuela. Mientras que en 1989 Cuba tuvo que redireccionar todas sus relaciones económicas para enfrentarse a una realidad totalmente nueva, en la actualidad ya ha hecho ese reajuste. Por lo tanto, la recuperación del choque debido a la ausencia de su socio principal sería más rápida.
Esto lleva a un tercer punto relacionado: Cuba también ha diversificado su economía. En 1989, aproximadamente el 90% de sus ingresos por exportaciones provenían de la venta de azúcar al bloque soviético. Ahora Cuba ya no depende de un cultivo en solitario y cuenta con una variedad de industrias que no se verían grandemente afectadas por la ausencia de Venezuela. Una mirada al desglose de los ingresos de Cuba por exportaciones muestra que el níquel, los productos biotecnológicos y el turismo conforman una porción mayoritaria de sus ingresos. En 1989, Cuba no podía contar con ninguno de ellos, así que el país se encuentra en mejores condiciones que entonces para enfrentarse a la adversidad.
La principal amenaza del colapso de la relación de Cuba con Venezuela provendría de una caída de la importación de petróleo barato y un descenso de los ingresos por la exportación de servicios médicos a Venezuela. Ese país suministra a precio preferencial como la mitad de las necesidades de petróleo de Cuba, y la compra de los servicios de los médicos cubanos equivale aproximadamente al 20% de los actuales ingresos anuales de la isla. La pérdida de estos negocios sería un golpe significativo para el país, pero no sería catastrófico –y seguramente no tan desastroso como la pérdida de la sociedad con el bloque soviético en 1989.
En aquel entonces, todo el petróleo usado por Cuba venía de la Unión Soviética a precio preferencial, y el efecto de tener que comprar petróleo en el mercado mundial fue que las importaciones de petróleo de Cuba cayeron en 75%. La consecuencia fue un severo racionamiento de electricidad, súbitos apagones y el cese casi completo del transporte automovilístico. Una crisis a esa escala no sucedería ahora. Por una parte, Cuba podría comprar más petróleo de lo que pudo hacer en 1989, debido a que sus ingresos en moneda convertible son mayores en la actualidad. Por otra parte, la mitad de sus necesidades de petróleo están cubiertas por su propia producción y es autosuficiente en cuanto a producción de energía eléctrica. Aunque el precio de la gasolina aumentaría inevitablemente como consecuencia de la desaparición de Venezuela, no habría una escasez de electricidad porque Cuba genera toda la necesaria a partir del petróleo que ella misma produce.
Nada de esto significa que Cuba no se enfrentaría a un problema si cayera el gobierno de Chávez en Venezuela. Seguramente sería así. Habría unos 29 000 trabajadores de la salud que tendrían que regresar a la isla, los que se sumarían a los profesionales a los que se les dificulta ejercer. Habría escasez de petróleo y una inevitable austeridad impuesta a una población que ha sufrido décadas de dificultades. Pero la Cuba de hoy ha cambiado enormemente del país que era en 1989. Decir que tiene un amigo y aliado en Chávez es indiscutiblemente cierto, pero decir que la revolución cubana necesita de él para sobrevivir es evidentemente falso. Fuente: The Guardian