Thursday, June 30, 2011

EN LA SOLIDARIDAD DEL INFORTUNIO.

Creí que no iba a escribir sobre el tema, pero en realidad hay dos ángulos desde el que se puede abordar. El más común, relacionado con la especulación que tanto gusta y entretiene; el otro vinculado a lo que constituye la infalibilidad del jefe en los regímenes totalitarios. Es sólo desde esta última perspectiva, desde la que habré de referirme al asunto.

Como ha quedado evidenciado en la novelística latinoamericana contemporánea dedicada a describir, entre otras cosas, la súper hombría de nuestros caudillos; el jefe no suda, es poco proclive a los padecimientos físicos y corporales y cuando acaecen quedan minimizados a fútiles argumentos clínicos, Tampoco solloza, llora o se lamenta, porque semejantes actitudes, despreciablemente humanas, ablandan su majestad entre sus súbditos y son actos de debilidad que no se pueden permitir. Son jefes y su condición extraterrenal no está a discusión.

Por lo anterior es que compulsa mi hilaridad el hecho de que se originen debates, nada menos, que para discutir la “constitucionalidad” del mandato que ejerce Hugo Chávez en medio de su convalecencia desde Cuba.

Lo primero que habría que preguntarse es: ¿por qué desde allí? Más allá de la potencialidad médica blasonada, es la experiencia en el tratamiento del esquema publicitario por intermedio del cual se maneja todo el proceso clínico-quirúrgico de los inmortales dirigentes.

Tal y como antes sucedió con su acólito, el comandante en jefe, debe suceder ahora con el “presidente candanguero”. Ridículas –no hay otra palabra más definitoria- imágenes de enfermos que cambian el pijama por las sudaderas deportivas, que no suelen aparecer bajo la supervisión de médicos, pero si de gorilas con cuerpos de gimnastas y cara de celadores y una música de fondo de velada solemne que concita el futuro, conforman la escenografía proyectada a quienes alienados del lógico pragmatismo, abren su encallecida mollera a estos recursos de melodrama planeado.

Realmente no es de mi interés cuál es el padecimiento de estos estoicos enfermos, si vuelven, o si se quedan, o la urdimbre especulativa –el plan no deja otra opción- que lógicamente desatan sus actitudes en los medios informativos. Lo que es indigno, es dar pábulo o lo que dicen o hacen, es como atarse al culebrón televisivo de una telenovela –sin ofender a quienes las prefieren- donde siempre existen argumentos para nuevos capítulos mientras estén entre nosotros estos inveterados histriones de la demagogia.

No dudo que a pesar de su padecimiento, el enfermo bolivariano se sienta orgulloso de poder interpretar el mismo papel de su gran mentor. Al menos está claro que en la salud y en la enfermedad, la solidaridad prevalece y para quienes lo pongan en tela de juicio, allí está el “venerable anciano”, periódico en mano, dosificando a su antojo las imágenes y moviendo los hilos de su marioneta preferida.

José A. Arias.

NOTA.- Hace algún tiempo escribí este trabajo que agrego como complemento del anterior, ya que me parece muy a tono con lo referido en el actual. Creo que es evidente la relación.




LA  INSOLITA  REALIDAD  DE  UN  FANTASMA.

José A. Arias.

Varias veces han venido a mi mente las imágenes recreadas por García Márquez en “El Otoño del Patriarca” al describir al personaje protagónico paseado en andas por sus acólitos entre una multitud cansada y ebria, alabadora y sempiterna, paciente y frustrada; exhibiendo enormes telarañas que crecen entre sus genitales no menos agigantados por el ejercicio del poder a lo largo de un tiempo que no pasa.

Habría que pensar en establecer cierto hito de contacto entre fantasía y realidad y lo literariamente tramitado por “El Gabo”con lo acontecido en una Isla, realmente maravillosa, en la que un personaje aún da visos de incredulidad al ejercicio de una tiranía.

Ahora todos opinan –yo entre ellos- sobre lo frustrante que resulta la connivencia entre los factores que conforman la anatomía del patriarca que nos ha tocado. La visión de su desconflautada humanidad y el sonido de su voz, apagada, pero aún condenatoria y sentenciosa; sus ademanes airados y prepotentes, que de no ser para imitar su ira y a la vez bendecirla resultan irreproducibles en su entorno, así ha debido dirimirse la vida de millones de seres humanos a través de varias generaciones.

De esa Isla, la mayor del Caribe, no puede hablarse sin pesar y entre los que encaran sus días vistiéndose con el ropaje de la conformidad, yace la duda. Es tanta la diferencia entre la maravilla y la realidad, que hasta “la praxis” de los marxistas dialécticos y benévolos pondría al desnudo los entuertos de ese camino sin final por el que hoy, en andas y enredado entre seculares telarañas, se mueve el fantasma convirtiendo la fábula en una cruel realidad.

No es el odio la principal motivación. El fantasma hará mutis algún día y ya no volverá a mostrar su impúdica arrogancia, temo sin embargo, que nos dejará la huella de una experiencia traumática y terrible cuyo conjuro tomará mucho tiempo en producirse tal y como suele suceder en estos casos.






Saturday, June 25, 2011

NOTA.-Tenía en perspectiva escribir un trabajo sobre el tema, no creo que hubiera sido mejor o más completo que el que pongo a consideración. Es largo, pero los interesados llegarán al final.

José A. Arias

) El castrismo: una herencia económica catastrófica

Cuba es el país que más ayuda exte­rior, en tér­mi­nos abso­lu­tos y rela­ti­vos, ha reci­bido del mundo al que intentó expor­tar su revolución.
En este tra­bajo, publi­cado en el número 135 de la revista Estu­dios Empre­sa­ria­les de Deusto Busi­ness School – Cam­pus de San Sebas­tián, se expone la polí­tica eco­nó­mica del cas­trismo, sus con­cep­cio­nes y sus con­se­cuen­cias. Esta comenzó siguiendo el dic­tado del Che Gue­vara pre­ten­diendo eli­mi­nar hasta el mismo dinero. Luego se con­vir­tió a la planificación cen­tral. De la Unión Sovié­tica reci­bió abun­dan­tes sub­ven­cio­nes, pero su desa­pa­ri­ción le obligó a adop­tar incen­ti­vos. La Vene­zuela cha­vista vol­vió a garan­ti­zar la super­vi­ven­cia del régi­men dic­ta­to­rial de los Cas­tro. Por todo ello, Cuba es el país que más ayuda exte­rior, en tér­mi­nos abso­lu­tos y rela­ti­vos, ha reci­bido del mundo al que intentó expor­tar su revolución.
La falta de un sis­tema eco­nó­mico míni­ma­mente racio­nal y efi­caz explica su triste situa­ción actual: su capa­ci­dad de pro­duc­ción men­gua sin cesar y todo cuanto logra es man­te­ner un nivel de vida mínimo. Lo más triste de todo es que a la oli­gar­quía cas­trista lo único que les preo­cupa es refor­mar su eco­no­mía para man­te­ner su poder absoluto.
Hace mucho tiempo que no hay datos fia­bles, siquiera apro­xi­ma­dos, sobre la eco­no­mía cubana. Desde 1959 a 1969, el cas­trismo fue gue­va­rista, empe­ñado en la des­truc­ción de la con­ta­bi­li­dad y del dinero como medio de pago. Tras el fra­caso de la zafra de los 10 millo­nes, en 1969, el cas­trismo se con­vir­tió a la pla­ni­fi­ca­ción sovié­tica. Por unos años, hasta que la subida de los pre­cios del azú­car en el periodo 73–76 y el aumento de la ayuda de la URSS per­mi­tie­ron a Cas­tro invo­lu­crarse en las gue­rras afri­ca­nas: Angola, Soma­lia, Etio­pía y Eri­trea fue­ron algu­nos de los paí­ses en los que hubo ejér­ci­tos cuba­nos desde 1976 hasta media­dos de los ochenta. La eco­no­mía cubana pasó a ser la de un país en gue­rra, vol­cada a la inter­ven­ción exte­rior, some­tida a las nece­si­da­des de los gran­des ejér­ci­tos a los que acom­pa­ña­ban sani­ta­rios y edu­ca­do­res. La peres­troika de Gor­ba­chov puso fin a las inter­ven­cio­nes exte­rio­res del ejér­cito cubano. La caída del muro en 1989 y la desa­pa­ri­ción de la URSS deja­ron a la eco­no­mía cubana sin los sub­si­dios sovié­ti­cos que supu­sie­ron, como mínimo, alre­de­dor del 30% de su PIB anual desde 1970 a 1990. La eco­no­mía cubana entró, enton­ces, en lo que se deno­minó un “periodo espe­cial”, carac­te­ri­zado por la adap­ta­ción a una situa­ción en la que la ayuda sovié­tica había des­a­pa­re­cido. Fue el segundo periodo desde 1959 –el pri­mero ocu­rrió entre 1970 y 1976– en el que el líder máximo aceptó la intro­duc­ción legal de algu­nos incen­ti­vos eco­nó­mi­cos, hasta que la con­quista del poder por Chá­vez en Vene­zuela per­mi­tió, desde prin­ci­pios del nuevo siglo, recu­pe­rar sub­si­dios del exte­rior y ase­gu­rar que la pobla­ción no pasara ham­bre. Fidel Cas­tro eli­minó enton­ces algu­nas refor­mas e intentó reto­mar los prin­ci­pios gue­va­ris­tas. Cuba vol­vió a ser “anti-capitalista” sin inten­tar, siquiera, la pla­ni­fi­ca­ción. La enfer­me­dad de Fidel Cas­tro y los lími­tes de la ayuda de Chá­vez obli­ga­ron, hace ahora alre­de­dor de cinco años, por ter­cera vez a ini­ciar otra polí­tica de refor­mas para per­mi­tir que una mínima racio­na­li­dad ele­vara la pro­duc­ción y el comer­cio de ali­men­tos y algu­nos otros pro­duc­tos bási­cos. Ésta ha sido la his­to­ria de la polí­tica eco­nó­mica del cas­trismo. El siguiente capí­tulo comen­zará cuando muera el tirano.
«Lo único que preo­cupa a la oli­gar­quía cas­trista es cómo refor­mar la eco­no­mía para man­te­ner el poder polí­tico abso­luto de la nomenclatura.»
Mien­tras en el exte­rior dis­cu­ti­mos sobre si el régi­men cas­trista evo­lu­cio­nará hacia un modelo chino o viet­na­mita, en el inte­rior lo único que preo­cupa a la oli­gar­quía cas­trista es cómo refor­mar la eco­no­mía para man­te­ner el poder polí­tico abso­luto de la nomen­cla­tura, en la que par­ti­ci­pan la fami­lia Cas­tro, los man­dos mili­ta­res, la poli­cía polí­tica y los buró­cra­tas del régi­men. En la duda, se ha depu­rado a los que que­rían más cam­bios y más poder, y se ha optado, nue­va­mente, por la repre­sión polí­tica y auto­ri­zado unas míni­mas refor­mas para evi­tar las hambrunas.
En la Cuba cas­trista no hay esta­dís­ti­cas fia­bles, ni medi­cio­nes homo­gé­neas de la acti­vi­dad, ni un sis­tema de pre­cios que per­mita asig­nar los recur­sos en fun­ción de su ren­ta­bi­li­dad. Hay pre­cios que no se han movido desde prin­ci­pios de los años 60, otros de los 70, los 80 y los 90, hasta pre­cios actua­li­za­dos –algu­nos, incluso, en dóla­res– para un pequeño con­junto de bie­nes de impor­ta­ción que se pue­den adqui­rir por toda la pobla­ción o por peque­ños gru­pos, selec­cio­na­dos con cri­te­rios polí­ti­cos. Desde 1993 hasta 2004, en Cuba con­vi­vie­ron tres mone­das: el dólar nor­te­ame­ri­cano, el peso cubano con­ver­ti­ble –que tenia la misma coti­za­ción que el dólar– y los pesos nacio­na­les, que tenían un tipo de cam­bio ofi­cial de 24 pesos nacio­na­les por 1 peso con­ver­ti­ble. En 2004, apro­ve­chando la mejo­ría que supuso la ayuda vene­zo­lana, se prohi­bió la cir­cu­la­ción del dólar nor­te­ame­ri­cano. En 2005 el peso con­ver­ti­ble fue reva­luado un 8% en rela­ción con el dólar. En 2011 se ha vuelto a la pari­dad peso convertible-dólar nor­te­ame­ri­cano para inten­tar mejo­rar la com­pe­ti­ti­vi­dad del sec­tor turístico.
El único fac­tor de homo­ge­ni­za­ción para medir lo que se pro­duce y lo que se invierte es el con­junto de pre­cios del mer­cado negro en el que se comer­cia­li­zan dóla­res, pesos con­ver­ti­bles, pesos nacio­na­les no con­ver­ti­bles y algu­nos bie­nes y ser­vi­cios. En este mer­cado, la oferta y la demanda fijan pre­cios; pre­cios que, obvia­mente, depen­den de la can­ti­dad de pesos que pone en cir­cu­la­ción el Banco Cen­tral, de la can­ti­dad de pesos con­ver­ti­bles que tiene a la pobla­ción –por trans­fe­ren­cias de los exi­lia­dos a sus fami­lias–, del sumi­nis­tro de pro­duc­tos ali­men­ti­cios que se per­mite que los cam­pe­si­nos ven­dan en los mer­ca­dos y algu­nos ser­vi­cios que, legal o ile­gal­mente –en su mayo­ría– se comer­cia­li­zan tam­bién en esos mer­ca­dos, y de la impor­ta­ción de bie­nes de con­sumo, dura­de­ros y no dura­de­ros, que lleva a cabo el Estado cubano y que legal –y sobre todo ile­gal­mente– ter­mi­nan, tam­bién, en el mer­cado negro.
Estos pre­cios, pre­cios del mer­cado negro, no exis­ten para las auto­ri­da­des. De hecho, los res­pon­sa­bles eco­nó­mi­cos no uti­li­zan nin­gún sis­tema de pre­cios para tomar deci­sio­nes eco­nó­mi­cas. Saben que los ofi­cia­les son fic­ti­cios. Las deci­sio­nes eco­nó­mi­cas se toman por los “pla­ni­fi­ca­do­res” en fun­ción de las caren­cias; por ejem­plo, la falta de car­bón para poner en fun­cio­na­miento las cen­tra­les tér­mi­cas exis­ten­tes, la falta de trans­por­tes para la pobla­ción, la falta de camio­nes para mover mer­can­cías, las fal­tas gra­ves de ali­men­tos, de medi­ci­nas, de camas de hos­pi­tal o de qui­ró­fa­nos. Y, por supuesto, la falta de ener­gía eléc­trica. Los sala­rios, por su parte, se fijan para que la mayo­ría pueda pagar los míni­mos sumi­nis­tros que se con­si­guen con la raquí­tica car­ti­lla de racio­na­miento, con los que es impo­si­ble vivir. En eso con­siste la polí­tica eco­nó­mica. En inten­tar resol­ver los cue­llos de bote­lla que se pre­sen­tan y que nadie muera de ham­bre. El resto es un lujo. Lo es la ali­men­ta­ción no racio­nada, la vivienda, la elec­tri­ci­dad, los libros, la aten­ción hos­pi­ta­la­ria, las medi­ci­nas, los coches y camio­nes, los car­bu­ran­tes, el ves­tido, el cal­zado…
«Nadie puede dis­po­ner de medios eco­nó­mi­cos sufi­cien­tes para vivir al mar­gen de lo que decida el líder máximo.»
El cas­trismo, como ideo­lo­gía, sólo tiene un dogma: que “el coman­dante” es el único cubano con capa­ci­dad para pen­sar y deci­dir lo que nece­si­tan sus súb­di­tos. El dogma tiene dos caras: la pri­mera que el poder tiene que ser abso­luto; la segunda, que nadie pueda dis­po­ner de medios eco­nó­mi­cos sufi­cien­tes para vivir al mar­gen de lo que decida el líder máximo. El gran enemigo es, en esta ele­men­tal ideo­lo­gía, la pro­pie­dad pri­vada. Por eso se nacio­na­li­za­ron pri­mero y se esta­ti­za­ron des­pués todos los medios de pro­duc­ción, desde las fábri­cas hasta los comer­cios, desde la tie­rra hasta las ofi­ci­nas o los medios de trans­porte. Fidel Cas­tro se ha dis­fra­zado con todo tipo de ropa­jes a lo largo de los inter­mi­na­bles 52 años en los que ha ejer­cido la tira­nía. Ha sido gue­va­rista, sovié­tico orto­doxo, gol­pista en Amé­rica Latina, mili­tar en África, cola­bo­ra­dor de nar­co­tra­fi­can­tes, incluso cer­cano al sis­tema capi­ta­lista a media­dos de los 70, pero siem­pre ha tenido claro un prin­ci­pio: en Cuba nadie debe poder ganarse la vida autó­no­ma­mente de una forma con­ti­nuada. Siem­pre ha tenido claro que la pro­pie­dad pri­vada es el ger­men de la liber­tad de pen­sa­miento. Y en Cuba sólo él se con­si­dera con capa­ci­dad para pen­sar correc­ta­mente y deci­dir lo que con­viene a todos y cada uno de los 11 millo­nes de cubanos.
En los tres momen­tos de mayor riesgo polí­tico y eco­nó­mico del régi­men, el pri­mero des­pués del fra­caso de la zafra de los 10 millo­nes de tone­la­das, el segundo tras la desa­pa­ri­ción de la URSS y, el ter­cero, el actual –con ayuda vene­zo­lana, pero limi­tada–, los res­pon­sa­bles eco­nó­mi­cos, siem­pre diri­gi­dos por Raúl Cas­tro, han hecho algu­nas refor­mas que han con­sis­tido en per­mi­tir cierta liber­tad eco­nó­mica para pro­du­cir ali­men­tos, para comer­cia­li­zar­los y para abrir peque­ños nego­cios. Vigi­lando siem­pre que nin­gún cubano pudiera tener dema­sia­dos ingre­sos. La pro­pie­dad pri­vada sigue siendo, y es, el enemigo. A pesar de que cada vez que se libe­ra­liza la acti­vi­dad eco­nó­mica, aumenta la pro­duc­ción y mejora el bie­nes­tar de la pobla­ción. La acti­vi­dad nor­mal, la pública, es inefi­ciente, pesada, corrom­pida, mili­ta­ri­zada o cedida par­cial­mente a empre­sas extran­je­ras. Se admi­nis­tra por la buro­cra­cia castrista.
Con este “sis­tema”, por lla­marlo de alguna forma, eco­nó­mico –algo que los pro­gre­sis­tas de este mundo no entien­den ni acep­tan– lo lla­ma­tivo es que en la Cuba cas­trista no haya ham­bru­nas, que el nivel edu­ca­tivo ase­gure una for­ma­ción entre baja y media y que el sani­ta­rio evite las epi­de­mias y haya redu­cido al mínimo la mor­ta­li­dad infan­til. Algo que se con­si­de­ran triun­fos fun­da­men­ta­les en el exte­rior de Cuba, sobre todo por los que creen que esos triun­fos se han logrado a pesar del “blo­queo” nor­te­ame­ri­cano. Un blo­queo que per­mite a Cuba comer­ciar con todo el mundo, excepto con Esta­dos Uni­dos y con empre­sas nor­te­ame­ri­ca­nas. Que no ha impe­dido que Cuba sus­penda pagos en rublos con­ver­ti­bles, en divi­sas de paí­ses occi­den­ta­les y en moneda nacio­nal, hasta el punto de que el tipo de cam­bio ofi­cial del peso con­ver­ti­ble es 24 veces el del peso con el que los cuba­nos se ganan la vida. Y que tam­poco ha impe­dido que haya gran­des inver­so­res extran­je­ros, sean espa­ño­les (tabaco y hote­les), cana­dien­ses (níquel) o de otras nacio­na­li­da­des.
«No existe nin­gún medio para medir el valor de la pro­duc­ción de bie­nes y ser­vi­cios cubanos.»
Las ins­ti­tu­cio­nes inter­na­cio­na­les, ya sean el FMI, el Banco Mun­dial, el Banco lnte­ra­me­ri­cano de Desa­rro­llo –de nin­guna de las cua­les quiere ser miem­bro el régi­men cas­trista– no pue­den medir su PIB, ni la renta per capita de sus ciu­da­da­nos. Por más que se empe­ñen los orga­nis­mos nacio­na­les cuba­nos y las cáte­dras espe­cia­li­za­das de las uni­ver­si­da­des nor­te­ame­ri­ca­nas, no existe nin­gún medio para medir el valor de la pro­duc­ción de bie­nes y ser­vi­cios cuba­nos. Cons­cien­tes de esta limi­ta­ción, los buró­cra­tas del régi­men se dedi­can a ela­bo­rar y publi­ci­tar esta­dís­ti­cas de pro­duc­ción, en tone­la­das, metros u otras uni­da­des físi­cas, de todo tipo de bie­nes. Que esos bie­nes se hayan pro­du­cido, que ten­gan algún valor prác­tico, o que su cali­dad per­mita que se apro­ve­chen, no es rele­vante para el régi­men. Igual ocu­rre con los ser­vi­cios. Lo impor­tante para el régi­men y sus estu­dio­sos es resal­tar que en Cuba no hay anal­fa­be­tismo, y que se licen­cian anual­mente dece­nas de miles de maes­tros, médi­cos e inge­nie­ros. Lo que sepan no importa.
Hay que reco­no­cer que el régi­men ha con­se­guido la acep­ta­ción, por parte de los orga­nis­mos intere­sa­dos en la eco­no­mía cubana, de que sus esta­dís­ti­cas se hayan tra­du­cido a un nivel de renta per capita y a un PIB nacio­nal com­pa­ra­ble con los del resto de los paí­ses, lo cual es un error imper­do­na­ble. En Cuba no hay pre­cios. Todo es tan falso como lo eran las esta­dís­ti­cas de Ale­ma­nia Orien­tal, que pare­cía ser una eco­no­mía avan­zada antes de que la reuni­fi­ca­ción pusiera al des­cu­bierto su mise­ria. En Cuba solo hay tres o cua­tro obje­ti­vos eco­nó­mi­cos medi­bles. Siem­pre cuan­ti­ta­ti­vos, nunca valo­ra­bles monetariamente.
Sin embargo, no cabe duda de que man­te­ner ali­men­tada y for­mal­mente edu­cada a una pobla­ción que ha pasado de 6 millo­nes de habi­tan­tes en 1959 a 11 millo­nes en 2010, sin un sis­tema eco­nó­mico digno de ese nom­bre, es un logro, que puede expli­carse, en gran parte, por una serie de fac­to­res eco­nó­mi­cos que se expo­nen a con­ti­nua­ción, pero que resul­tan insu­fi­cien­tes. Para expli­car la super­vi­ven­cia del régi­men hay que tener en cuenta los fac­to­res polí­ti­cos: la reali­dad de una tira­nía bien orga­ni­zada, que cuenta con el miedo, y con el terror con­ti­nuo, para man­te­ner míni­ma­mente acti­vos a todos los tra­ba­ja­do­res cuba­nos. Los fac­to­res eco­nó­mi­cos por sí solos, aun­que impor­tan­tes, como se verá a con­ti­nua­ción, no pue­den expli­car el man­te­ni­miento de un régi­men tan inefi­ciente como el cubano.
1.Cuba era un país prós­pero en 1959. Con una moneda solida, con­ver­ti­ble en dóla­res, con un nivel de anal­fa­be­tismo de sólo el 21% (en España era de más del 32% ese año), con una cul­tura moderna, con un comer­cio exte­rior equi­li­brado y cada vez más diver­si­fi­cado, y, lo más impor­tante, con un nivel de for­ma­ción pro­fe­sio­nal de pri­mer orden en muchos sec­to­res, empe­zando por el edu­ca­tivo, el sani­ta­rio y el de la pro­duc­ción agra­ria. Por más que, polí­ti­ca­mente, fuera un país corrupto, una autén­tica repú­blica bananera.
Muchas de las infra­es­truc­tu­ras exis­ten­tes en ese momento (carre­te­ras, puer­tos, aero­puer­tos, ferro­ca­rri­les y vivien­das y otras edi­fi­ca­cio­nes) siguen siendo uti­li­za­das en 2011. En más de 50 años ape­nas se han cons­truido 300.000 vivien­das, de una espan­tosa cali­dad, mien­tras la pobla­ción se ha doblado. Por eso los cuba­nos viven haci­na­dos en las anti­guas vivien­das cons­trui­das antes del triunfo de la Revolución.
2.Cuba es el país que más ayuda exte­rior ha reci­bido en el mundo, en tér­mi­nos abso­lu­tos y rela­ti­vos, en estos 50 años. De la URSS, de los paí­ses del este euro­peo hasta su libe­ra­ción y de Vene­zuela, desde que Chá­vez se hizo con el poder.
Ha sido una ayuda en forma de bie­nes físi­cos, como el petró­leo, el trigo, los fer­ti­li­zan­tes y el acero, o de cons­truc­ción de fábri­cas –aun­que con tec­no­lo­gía sovié­tica– o de cré­di­tos para uti­li­zar en los paí­ses del anti­guo COME­CON. Impo­si­ble cal­cu­lar cuánto supuso esa ayuda. Cier­ta­mente más del 30% del PIB desde fina­les de los sesenta hasta la desa­pa­ri­ción de la URSS. Ade­más de la ayuda directa, Cuba reci­bía cré­di­tos de los paí­ses comu­nis­tas. Sólo en cré­di­tos impa­ga­dos, Cuba debía más de 30.000 millo­nes de “rublos con­ver­ti­bles” a Rusia en 1991. Más del 100% del PIB cubano de ese año.
Por otra parte, la cola­bo­ra­ción mili­tar, que no apa­rece en nin­guna esta­dís­tica, ni en las sovié­ti­cas ni en las cuba­nas, mul­ti­plica lo reci­bido por Cuba, que tuvo en África ejér­ci­tos de miles de hom­bres a los que la URSS armaba pero a los que Cuba apor­taba la tropa, junto con dece­nas de miles de edu­ca­do­res y sani­ta­rios que nunca sabre­mos cómo se finan­cia­ban pero que posi­ble­mente, en parte, se hacía con dinero cubano, a costa de la eco­no­mía nacio­nal. Son innu­me­ra­bles los casos que cuen­tan los exi­lia­dos de oca­sio­nes en los que se “cani­ba­li­za­ron” plan­tas indus­tria­les para con­se­guir equi­pos para enviar a África. O del des­pla­za­miento de téc­ni­cos y espe­cia­lis­tas, a los que se “suge­ría” que pasa­ran unos años en algún país afri­cano, aun­que ello supu­siera la para­li­za­ción de otros pro­yec­tos impres­cin­di­bles para la eco­no­mía cubana.
3.A par­tir de 1971/72 Cuba se con­vierte, apa­ren­te­mente, en una eco­no­mía socia­lista más y los paí­ses occi­den­ta­les, sus ban­cos y sus gobier­nos, con­si­de­ra­ron que el riesgo polí­tico había des­a­pa­re­cido. En ape­nas 10 años, Cuba se endeudó en más de 6.000 millo­nes de dóla­res. En 1983, como resul­tado del dete­rioro de una eco­no­mía que no fue capaz de sopor­tar las gue­rras afri­ca­nas y el sumi­nis­tro a la pobla­ción de ser­vi­cios médi­cos, edu­ca­ti­vos y de pro­duc­tos ali­men­ti­cios sin nin­gún tipo de pagos ni de impues­tos, así como de deci­sio­nes eco­nó­mi­cas incohe­ren­tes por parte de Fidel Cas­tro, Cuba sus­pen­dió pagos en divi­sas. Vein­tio­cho años des­pués, en 2011, toda­vía no se ha sen­tado en la mesa de nego­cia­ción con sus acree­do­res. Los cré­di­tos exte­rio­res impa­ga­dos, desde media­dos de los ochenta, a los paí­ses de eco­no­mía de mer­cado deben sumar, hoy, alre­de­dor de 10.000 millo­nes de dólares.
4.Hasta la desa­pa­ri­ción de la URSS, Fidel Cas­tro no per­mi­tió el desa­rro­llo del turismo, al que tachaba de corrup­tor. Des­pués, en el “periodo espe­cial”, cam­bió la polí­tica hasta el punto de que las “jine­te­ras” y “jine­te­ros” se con­vir­tie­ron en uno de los mayo­res atrac­ti­vos del turismo cubano.
5.Desde enton­ces, desde 1991/92 hasta hoy, se ha per­mi­tido que en algu­nos sec­to­res gene­ra­do­res de divi­sas –turismo (con el que se ingre­san, en bruto, alre­de­dor de 2.500 millo­nes de dóla­res), tabaco y mine­ría (níquel), bási­ca­mente– entrara inver­sión extran­jera, aun­que siem­pre en mino­ría, en empre­sas mix­tas. La parte cubana está repre­sen­tada en esas empre­sas por la poli­cía polí­tica, los mili­ta­res o los buró­cra­tas más pró­xi­mos a la fami­lia Cas­tro. Los ingre­sos de divi­sas, tanto de la inver­sión como de la acti­vi­dad corriente, se uti­li­zan para hacer las impor­ta­cio­nes impres­cin­di­bles para cum­plir con los obje­ti­vos que se mar­que el régi­men, que nunca se sabe cuá­les van a ser. Todo sigue, incluso hoy, depen­diendo de las ocu­rren­cias de Fidel Castro.
6.El mayor gene­ra­dor neto de divi­sas es la comu­ni­dad cubana exi­liada, que suman hoy alre­de­dor de dos millo­nes de per­so­nas y que trans­fie­ren a sus fami­lia­res alre­de­dor de 1.000 millo­nes de dóla­res anua­les para que pue­dan sobre­vi­vir. Esas divi­sas sólo se pue­den gas­tar, en teo­ría, en los comer­cios públi­cos ins­ta­la­dos por el régi­men donde, a pre­cios de expo­lio, los afor­tu­na­dos con un fami­liar gene­roso en el exte­rior pue­dan com­prar bie­nes impres­cin­di­bles para sobrevivir.
Estos fac­to­res, la heren­cia del pasado, la ayuda y los cré­di­tos del socia­lismo, los cré­di­tos occi­den­ta­les, las inver­sio­nes extran­je­ras en los sec­to­res gene­ra­do­res de divi­sas, el turismo y las trans­fe­ren­cias de los exi­lia­dos a sus fami­lia­res, expli­can el ori­gen de los fon­dos de los que ha dis­puesto, y dis­pone, el régi­men cas­trista para per­mi­tir que la eco­no­mía cubana siga renqueando.
La falta de un sis­tema eco­nó­mico míni­ma­mente racio­nal explica, a su vez, que esa ingente suma de fac­to­res posi­ti­vos se haya tra­du­cido, sola­mente, en el man­te­ni­miento de un mínimo nivel de vida, mien­tras la capa­ci­dad de pro­duc­ción autó­noma de la eco­no­mía cubana es cada vez más redu­cida. Hasta el punto de que incluso la pro­duc­ción de azú­car es un 70% infe­rior a la de 1959.
Pero las caren­cias eco­nó­mi­cas no se expli­can sólo por la irra­cio­na­li­dad del sis­tema eco­nó­mico. Desde 1959 ha habido otros obje­ti­vos que han absor­bido una gran parte de los recur­sos disponibles:
1.El apa­rato poli­cial y repre­sivo. Cuba es una dic­ta­dura en la que lo único que fun­ciona es la poli­cía, que uti­liza la vio­len­cia y el miedo de una pobla­ción some­tida, a la que se obliga a tra­ba­jar por suel­dos de mise­ria, así como para evi­tar cual­quier tipo de con­tes­ta­ción al régi­men. Un apa­rato repre­sivo de esta natu­ra­leza ha absor­bido, y absorbe, una gran can­ti­dad de recur­sos económicos.
2.El ejér­cito. Durante muchos años el pri­mero –o el segundo, tras Bra­sil– más pode­roso de Amé­rica Latina. Las gue­rras expli­can el papel de los mili­ta­res en la Cuba actual. Los man­dos mane­jan una parte sus­tan­cial de la eco­no­mía gene­ra­dora de divi­sas y con­tro­lan los sec­to­res eco­nó­mi­cos inter­nos más sen­si­bles para el man­te­ni­miento del régi­men. Y siguen supo­niendo un coste muy ele­vado para una eco­no­mía en con­trac­ción o en estan­ca­miento permanente.
3.Las inter­ven­cio­nes en el exte­rior. No sólo en el pasado, en Amé­rica Latina, Medio Oriente y África. No sabe­mos cuánto cuesta la pre­sen­cia de mili­ta­res, poli­cías, médi­cos y otro per­so­nal sani­ta­rio y edu­ca­do­res en Vene­zuela. No es impo­si­ble que, si se pudiera valo­rar, el coste para la eco­no­mía cubana fuera supe­rior a los sub­si­dios que recibe de Chá­vez. Pero, nue­va­mente, lo impor­tante no es la eco­no­mía sino lo que decida “el comandante”.
El fac­tor clave, el que explica –como se ha expuesto ante­rior­mente– que pueda man­te­nerse un régi­men tan inefi­ciente eco­nó­mi­ca­mente, es el miedo. Los cuba­nos crí­ti­cos con el sis­tema saben que si mani­fies­tan sus opi­nio­nes tanto ellos como sus fami­lia­res per­de­rán su tra­bajo, y que sus hijos serán dis­cri­mi­na­dos en las escue­las y que no podrán estu­diar en la uni­ver­si­dad. Saben que ten­drán que bus­carse la vida en la eco­no­mía infor­mal o con­se­guir la ayuda de algún fami­liar que viva en el extran­jero. Y si sus crí­ti­cas suben de tono y se con­vier­ten en disi­den­tes saben que ellos, y sus fami­lias, serán gol­pea­dos alea­to­ria­mente y encar­ce­la­dos por tiempo indefinido.
El miedo del con­junto de los tra­ba­ja­do­res y del resto de la pobla­ción con­si­gue, sin embargo, el man­te­ni­miento de un cierto nivel de pro­duc­ción nacio­nal, así como de inter­cam­bio y venta de lo pro­du­cido en las empre­sas públi­cas a los pre­cios que dicta el régi­men. La eco­no­mía cubana es un no-sistema eco­nó­mico, en el que los bie­nes y ser­vi­cios se pro­du­cen, se inter­cam­bian y se dis­tri­bu­yen en fun­ción de los pre­cios –y en las can­ti­da­des– que deci­dan las auto­ri­da­des. Que, a su vez, no tie­nen otro reme­dio que apo­yarse en la prác­tica de 50 años de transac­cio­nes obli­ga­to­rias para con­se­guir, final­mente, sumi­nis­trar algu­nos bie­nes y ser­vi­cios fina­les a la pobla­ción, al ejér­cito y al apa­rato represivo.
No hay nada más incierto que la forma en que ter­mi­nará la dic­ta­dura cas­trista. Lo que sabe­mos de otros regí­me­nes dic­ta­to­ria­les de paí­ses comu­nis­tas o del ter­cer mundo en los que el poder se ejerce, o se ha ejer­cido, con carác­ter exclu­si­va­mente per­so­nal, como Corea del Norte, China, Siria e Irak es que en todos los casos los dic­ta­do­res inten­tan impo­ner una suce­sión fami­liar, que puede tener éxito o no. En el caso de Cuba, Raúl, here­dero de su her­mano, no tiene suce­sor. Su dinas­tía se extin­guirá con la desa­pa­ri­ción de ambos.
El poder se lo dispu­tarán los mili­ta­res y la poli­cía polí­tica y el resul­tado es impre­vi­si­ble. Pero parece difí­cil creer que un régi­men tan per­so­na­lista como el cubano pueda sos­te­nerse sin gran­des cam­bios, polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos.
«Todas las empre­sas gene­ra­do­ras de divi­sas ya se han repar­tido entre la poli­cía, los mili­ta­res, la fami­lia y los buró­cra­tas más afi­nes a los Cas­tro. Habrá luchas entre esas mafias.»
Si hubiera una revo­lu­ción, pací­fica o vio­lenta, el cam­bio eco­nó­mico sería inevi­ta­ble. Si hubiera una trans­for­ma­ción a la china, lo que sin duda quiere toda la nomen­cla­tura cubana, habría en lo eco­nó­mico gran­des cam­bios, inclu­yendo la pri­va­ti­za­ción de la mayo­ría de los acti­vos del sec­tor público.
Pero el pro­ceso de pri­va­ti­za­ción no será como el de la Rusia de Yel­tsin. Todas las empre­sas gene­ra­do­ras de divi­sas ya se han repar­tido entre la poli­cía, los mili­ta­res, la fami­lia y los buró­cra­tas más afi­nes a los Cas­tro. Habrá luchas entre esas mafias, ven­gan­zas y reasig­na­ción de par­ti­ci­pa­cio­nes. Pero la nomen­cla­tura inten­tará poner en valor sus acti­vos abriendo la eco­no­mía y pri­va­ti­zando para obte­ner, final­mente, patri­mo­nios per­so­na­les y no sólo corporativos.
Lo que es seguro es que, eco­nó­mi­ca­mente, Cuba pasará por una época caó­tica, en la que todo dejará de fun­cio­nar. Hasta que la liber­tad en la fija­ción de pre­cios deter­mine qué es y qué no es ren­ta­ble pro­du­cir. Un periodo de tran­si­ción en el que des­a­pa­re­cerá una parte sus­tan­cial de la indus­tria y en el que debe­rían pro­du­cirse inver­sio­nes en el sec­tor agra­rio –de una tie­rra que ten­drá que ser pro­pie­dad de alguien– y en el sec­tor del turismo, el más cla­ra­mente com­pe­ti­tivo. Una tran­si­ción que ten­drá que sopor­tar una pobla­ción enve­je­cida demo­grá­fi­ca­mente, que no con­tará con pen­sio­nes públi­cas cuando se retire ni ser­vi­cios médi­cos míni­ma­mente aceptables.
Ten­drá, sin embargo, la posi­bi­li­dad de apo­yarse en las inver­sio­nes que pueda lle­var a cabo la colo­nia cubana que vive en el exte­rior, que sabe que puede con­tar con un nivel de for­ma­ción media de la pobla­ción cubana, junto con un cono­ci­miento exhaus­tivo de la situa­ción de las infra­es­truc­tu­ras y de los dife­ren­tes sec­to­res eco­nó­mi­cos. Los capi­ta­les nece­sa­rios para ir recons­tru­yendo la eco­no­mía exis­ten en poten­cia. Lo que, lógi­ca­mente, no va a ocu­rrir es un pro­ceso de inver­sión desde el exte­rior sin un pro­yecto polí­tico que ofrezca un mínimo de segu­ri­dad a todos, tra­ba­ja­do­res, empre­sa­rios e inversores.
Fuente: Marha Colmenares
Autor: Alberto Recarte

 

Monday, June 20, 2011

LO JUSTO Y LO REAL EN LA HUELGA DE HAMBRE COMO ESTRATEGIA.


A veces no queda otra alternativa que comentar lo que sabemos, lo demás sería pura especulación y para no errar y ceñirnos a la verdad lo mejor es decir las cosas como se piensan después de haberlo meditado. Es posible que un recurso de lucha –eso debe ser- como las huelgas de hambre se pueda convertir en arma de doble filo. Todos los que inician una, tienen el propósito de llevarla hasta las últimas consecuencias, al menos eso es lo que se dice, aunque no sea lo que siempre sucede.
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Si como la lógica indica, la acción de morir por dejar de consumir alimentos debe conducir al alcance de un resultado concreto, la verdad es que en nuestro caso –el de los cubanos- no ha sido así. ¿Cuál es la razón?: el presupuesto inmediato de la inmolación, en los casos en que se ha producido, ha evidenciado un límite demasiado focal; a saber la consecución de un mejor tratamiento carcelario, la liberación de presos como en el caso de la última huelga de Fariñas, o la evidencia del cansancio que irrespeta la vida misma de sus protagonistas, ante el régimen atroz e indiferente que los condena.

En Cuba cualquier manifestación de rebeldía se hace difícil, porque el estado totalitario maneja las informaciones a su antojo y en la mayoría de los casos el subterfugio más socorrido es tildar de orates a los protagonistas de acciones definitivas y que además se presentan como definitorias. El problema está en que el hecho no se conoce lo suficiente dentro del escenario de desenvolvimiento inmediato y si, como en ocasiones, esto llega a suceder; no dudo que muchas personas consideren el sacrificio supremo de la autoinmolación como algo banal, irresponsable o atentatorio con relación a una práctica o sentimiento de origen religioso.

No se puede poner en duda que respaldar a quien se decida a poner en vilo su existencia debe de ser para todos los que vemos con impotencia estos intentos, una obligación que vinculamos con un “acto de patriotismo” llevado a cabo por el protagonista con el que nos vincula un sincero sentimiento de solidaridad; el problema está en las situaciones que se desgajan del hecho en sí: la repetición puede convertirlo en un argumento a la larga ineficaz, la inconsecuencia puede atacar el recurso de la muerte por inanición desde adentro y, entre personas confundidas y desinformadas, darle un pretexto a los represores para convertir en intrascendente una decisión personal de tamaña naturaleza.

Como se sabe, al menos desde afuera, muchas personas han entregado su vida a una idea dejándose morir; desgraciadamente los resultados nunca han sido los esperados. Factores no previstos de antemano, han determinado que así sea. El caso de la penúltima y más sonada huelga de Fariñas condujo al ominoso arreglo entre la tiranía y la iglesia católica para expatriar a la mayoría de los excarcelados a otros territorios como una única y absoluta condición de su excarcelación, jugada llevada a cabo por el gobierno que lejos de perder, se deshizo de la mayoría de las personas que le molestaban como daga clavada en su costado una vez que se hallaran fuera de la prisión. Pareciera entonces que Fariñas –el protagonista- consiguió un objetivo inmediato, pero posteriormente la represión se ha incrementado y el gobierno, a quien poco o nada le interesa la opinión pública internacional también consigue objetivos en el corto plazo, para lo que ya se ha convertido en una práctica cotidiana: ganar tiempo.

Algunos son de la opinión de que la susodicha represión es evidencia de debilidad, es cierto; su intensidad es una especie de recurso desesperado, así ha sucedido en casos que conocemos y en los que la historia ha dado cuenta del fin de regímenes opresores, pero el complemento de la acción personal de una muerte o la prueba suprema de una actitud extrema, aunque sin llegar a ella siempre, tiene que estar acompañada de un respaldo popular y general que debe tener como escenario el ámbito nacional de la influencia desenvuelta por el opresor. Si el silencio, la desidia, la inmediatez regional local, en ocasiones hasta circunscrita a los muros de una prisión; así como la conformidad o el desinterés, son el resultado del sacrificio supremo de alguien, el propósito queda condenado a poco menos que el fracaso.

Alguna vez me referí al hecho de que, entre las situaciones anteriores y estos intentos en los que la huelga de hambre es el momento de concretar una actitud frente a la tiranía, hay una gran diferencia. Muchas veces lo más frecuente fue que muchos estuvieran dispuestos a dejar sus huesos en el camino mediante la confrontación directa y bajo el rigor de la acción en el plano militar. Ese recurso que constituye la evidencia del valor de muchos hombres, nos ha ganado un martirologio que hasta el momento nos queda para la historia y para defendernos de quienes nos acusan de no haber hecho cuanto ha sido posible para desembarazarnos de la tiranía, pero sólo eso; la tiranía sigue allí y ahora frente a estas intentonas engarzadas en el pacifismo y la resistencia no violenta, tengo el temor de que tampoco se logren resultados. Tendríamos que preguntarnos qué actitud asumían los hindúes cuando Gandhi era apaleado ante los ojos de muchos por los colonos ingleses, o qué pasó cuando los polacos supieron que el cura Popielusko fue asesinado y lanzado al fondo de un lago por las hordas policiales del general Jaruselski. En la historia que muchos conocemos y de la que algunos prefieren no enterarse, está la respuesta.

En consecuencia, las preguntas que se imponen son: ¿Por qué antes de asumir actitudes radicales y definitivas en lo personal, no suelen calcularse, además de los riesgos y la trascendencia internacional, los posibles resultados para alcanzar una razonable efectividad intramuros?, ¿por qué ante la evidencia del sacrificio supremo de la vida de alguien que está dispuesto a ofrendarla, no se dejan de lado las absurdas diferencias de criterio entre las numerosas organizaciones existentes?, ¿por qué no se potencia  al interior de la nación y en toda su negatividad la actitud criminal de un régimen que deja morir una persona, sólo por defender su derecho y el de los demás a pensar diferente?, ¿En que radica el éxito de la siniestra práctica mediante la que un sistema fallido, obsoleto y desgastado como el cubano, logra conjurar a su favor la mentira y el escarnio con la acción directa de los organismos represores, para minimizar el efecto de una acción concluyente como la de morir en una huelga de hambre?.

Como cubano que vive al tanto de lo que sucede en su país, me gustaría ver respuestas a esos cuestionamientos. Quizás por su intermedio podamos encontrar una pauta a seguir para que los sacrificios pasados y por venir no sean sólo óbice de un patriotismo real pero insensato. Nada es descartable cuando se pone en vilo al enemigo, pero la fría lógica que la medida de los hechos nos impone debe encararnos a calcular exitosamente nuestras posibilidades tácticamente e impedir al enemigo llevar a cabo un repliegue estratégicamente avizorado de antemano y según ha sucedido.

José A. Arias.

Thursday, June 16, 2011

LA IMPORTANCIA DE SER BUEN PADRE.

NOTA INTRODUCTORIA.-
En medio del desmedido afán comercial del mundo moderno, la importancia de poder ubicarnos al margen de cualquier desenfreno material potencia el espíritu y complace los sentimientos. Nos ponemos, de esa manera, a tono con la vida y sus circunstancias verdaderas y válidas, únicas.
El contenido del trabajo a continuación fue en su momento, un particular homenaje a mi padre y es mi contribución al aliento para los que hemos aspirado a encarar esa función –la de ser padres- con éxito.
Según queda mencionado, no fue una nota escrita con motivo del día que se nos avecina y la forma espontánea de su necesidad me compele hoy el sugerir a otros padres,  emitir su juicio. Feliz día a todos los padres y un buen recuerdo para quienes tengan la dicha de verse reflejados. Muchas gracias.
José A. Arias.

LA IMPORTANCIA DE SER UN BUEN PADRE.
Hace sólo unos días recordaba con desusada vehemencia a mi padre. No era el  doloroso duelo de su partida de este mundo, ni el día de su nacimiento; pero por alguna misteriosa razón estaba en mi pensamiento y se me hacía fácil recordar detalles de mi infancia y adolescencia vividos junto a él.

Le vi de nuevo enfrente con su impresionante anatomía de un hombre de más de seis pies de estatura y ataviado de pulcra e impecable indumentaria que no discriminaba entre las horas del día para mostrarse a los demás como ejemplo de buen gusto al vestir y en ejercicio de  los ademanes delicados, pero seguros, que adornaban la parsimoniosa cadencia de su expresión oral que lo ató eternamente a su origen.

Cuando aún tenía que mirar al cielo para verle, en medio tropezaba con su rostro en el que relucían sus escrutadores ojos azules empequeñecidos por el uso de unas gafas de prescripción que trataban de paliar la miopía que padecía; al darse cuenta de mi esfuerzo, se sentaba y cuando casi me tenía a su altura,  ponía su mano sobre mi hombro creando de antemano la comunicación entre ambos; nunca le escuché decir nada inapropiado, y aún si me debía reprender por alguna travesura, su palabra entrañaba un consejo que siempre fue inteligible y a tono con las circunstancias de mi vida.

No era hombre de títulos, pero si de éxito; su sabiduría la adquirió en su tránsito por la vida y su infinita capacidad de trasmitir su experiencia, una de sus principales virtudes. No hay mejor lección que la que se aprende por imitación voluntaria y por intermedio de un ejemplo que te llega de tan cerca y con tanta fuerza. Aprendí con él mi avidez por los libros, la palabra bien dicha, y la cultura de los hombres; en la escuela me enseñaron a leer, él me enseñó a encontrar respuestas en la lectura. En muchas ocasiones sus regalos fueron libros que nunca me parecían aburridos y de los que me hablaba con desenvoltura y profusión, fue una gran suerte que no sólo fuera mi padre, sino uno de mis mejores maestros.

Era un hombre visionario y aún, me sigue impresionando su capacidad de reconocer escollos por anticipado, su habilidad para avizorar los problemas lo ponía en ventaja, y era muy raro encontrarlo confuso en sus juicios sobre aspectos importantes o situaciones por ocurrir. Cuando le fueron llegando los tiempos más difíciles no le sorprendieron, ya estaba preparado y su condición mental lo ubicó de nuevo a la ofensiva; era casi infalible en esas circunstancias.

Llegado el momento me recordó los comentarios sobre lo que estaba sucediendo en nuestras vidas y sus vaticinios anteriores, a la vez me argumentó sobre la importancia de ser libre y lamentó que por razones muy ajenas a ambos, no lo fuéramos en ese momento pero como parte de las tantas cosas que genética y espiritualmente me heredó, dijo: mi tiempo acabará pronto, pero el tuyo aún está por comenzar, no lo desperdicies; si decides enfrentar estos caminos del mundo como lo hice yo alguna vez, encuentra tus raíces, crece sobre ellas y llévame contigo en tú pensamiento y empezaras a comprender porque te pido éste favor, recuerda que tú patria comienza con tú familia, cuídala siempre y, junto a la otra, la grande, la que te vio nacer; respétala y hónrala, es el único modo de saberse recompensado.

Hace ya muchos años que partió pero frente a una fotografía suya que es mi objeto de confidencialidad cotidiana seguirá siendo mi mejor consejero, porque si algo he alcanzado, y mucho, se lo debo ante todo al hecho de haber tenido un padre como él.

En ocasiones el expresar sentimientos íntimos constituye una necesidad, estoy seguro de que como en esta ocasión ha sido así; he querido explicar, no obstante,  a los que no hacen el merecido juicio de valor sobre el particular, la  importancia de ser buen padre; la esperanza que me alienta: contribuir a conseguirlo.
José A. Arias
Febrero 27, 2008.





Wednesday, June 15, 2011

JORGE LUIS BORGES: A 25 AÑOS DE SU MUERTE.

Todos tenemos favoritos y a veces más de uno. Cuando de literatura se trata, casi siempre lo encontramos entre quienes además de escribir en nuestra lengua materna, deba ser también capaz de hacernos ver las ideas propias reflejadas en los textos y nos ayude a dilucidar aciertos y equívocos de la mejor manera.
No importa si somos amantes del relato, el cuento, la novela o la poesía; compulsivamente tratamos de encontrarnos en las páginas de un libro bajo las circunstancias de nuestra óptica singular avalada por una experiencia exactamente irrepetible.
Ayer –cuando estas líneas debieron haber aparecido- se cumplieron 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges (24 de agosto de 1899 – 14 de junio de 1986). Grande entre los grandes, universal por derecho propio, intérprete de todos y de todo. He ahí lo que filosófica, sociológica y semióticamente se define en la epistemología de la literatura y entre las variables de su magnitud universal. Borges es grande, porque no hay excusas para dejarlo olvidado entre la desidia del tiempo y la opresiva influencia del futuro que se puede presentar sesgado entre ideas imprecisas, capaces de sepultar en el olvido a los intrascendentes usuarios de la palabra escrita.
Borges es universal porque compitió, sin proponérselo, con su propio pasado y su presente para prevalecer en el futuro. Supo ganar la partida, y materialmente apto, sin dejar de ser un latinoamericano eximio entró sin temores en el mundo en que le tocó vivir y al que supo sobreponerse aún desde los peligrosos y difíciles subterfugios del idioma –fue políglota y un estudioso de las lenguas- con la fuerza de su expresión y su opinión. Es de esos escritores con los que se puede coincidir o no, lo imposible es no reconocer su talento y sus aportes, inclusive a la modernidad que no logró vivir físicamente pero que pudo prever sin hundirse en la veleidad de la adivinación.
Hombre fuera de las cómodas argumentaciones ideológicas que le granjean a muchos la aceptación, o de la ortodoxia religiosa que suele comprar perdones por anticipado, dejó su huella indeleblemente impresa entre los que han tenido la curiosidad y la sabiduría de conocerle al socaire de su obra.
Hay en su vida una conjunción de tendencias que convirtió en pasiones y que le acreditaran su gigantesca magnitud intelectual. Algunos sólo son buenos para algo, otros para algunas cosas, pocos los que como él logran sobresalir en todo. En la equivocada conclusión de un juicio –a veces a destiempo- también logró acertar e influir, así; en el concepto que tuvo de la amistad, está la prueba de ello.
Casi ciego a los 55 años, logró imponer su plenitud como escritor, único oficio para el que vivió, y como alguna vez dijo; desde su oscura realidad encontró la luz entre los libros que le abrieron las ventanas al Mundo.
He tenido el placer de encontrar en la lectura un paliativo y en ocasiones respuestas; pero tener a Borges entre manos es algo diferente: es el acierto de dilucidar lo que nos preguntamos para comenzar a reflexionar sobre lo que desconocemos. De la Argentina que se lo regaló al mundo y del Buenos Aires de sus cuitas y sus cuentos, de sus amores frugales, hemos de estar agradecidos; habría que concluir que un hombre no sólo pertenece a donde nace o yace –murió en Ginebra, Suiza y allí descansa- si como él nos representa; será para siempre de todos.


                                              




Fotografías del autor con su esposa Sara, en el interior del famoso Café Tortoni de Buenos Aires, al que Borges y otras celebridades solían acudir con frecuencia para llevar a cabo sus tertulias. Año 2009.

Thursday, June 9, 2011

FANTASIAS, REALIDADES Y MUCHAS PREGUNTAS SIN RESPUESTA.
Sin hacer comparaciones que no son necesarias, ni tomar como referencia lugares que en ocasiones por imitados y por constituir quimeras geográficas inalcanzables, no se convierten en propósito para una diáfana demostración de lo que se pretende explicar; quiero referirme a aspectos muy concretos que grafican la demagogia en los regímenes totalitarios.
Hay un lugar común para la explicación del por qué triunfan las personas cuyo propósito expreso es lograr el igualitarismo social: “dar a las masas la posibilidad de hacerse dueñas de su propio destino”. En la inmensa mayoría de los casos lo anterior ha de lograrse basando la ejecutoria política en un gobierno de corte socialista –el apellido depende del protagonista de la historia- que reparta entre los desposeídos lo que otros han logrado a expensas de su explotación.
Parece una simple lógica, de aplicación mucho más  simple aún. Lo anterior no sólo es imposible, es además una mentira. Usualmente dicho argumento, que a nivel gubernamental esconde los propósitos de llevar a cabo el desfalco de la economía a través de los procesos de nacionalización para engordar a un estado parásito que administra y controla bienes que no ha producido; niega en la práctica la real participación de los productores cuyas limitaciones crecen a consecuencia de una política que los aleja cada vez más del control de su destino y el de su familia, aún a corto plazo.
Por otra parte la única manera de garantizar la prevalencia de este esquema es la de producir por quienes lo aplican,  la permanencia indefinida en el ejercicio del mismo, lo cual  previene la posibilidad de un cambio aún por la vía de las urnas. La manera efectiva de lograrlo: llegar al poder habiendo sido electo, crear desde el mismo los mecanismos de control que garanticen el “statu quo” y continuar utilizando las elecciones, ahora como evidencia de una amañada estrategia electorera. Este es el esquema que tenemos tomando cuerpo y vida política en algunos países suramericanos ante la incrédula mirada de muchos, que sólo nos contentamos con repetir que nadie escarmienta por cabeza ajena.
Pero la pregunta evidente tendría que ser: ¿Es posible mediante la aplicación del esquema anterior lograr cambios reales en la vida de las personas? Si tomamos los ejemplos a mano y más conocidos, aún sin mencionarlos –cualquiera con cierta suspicacia sabría a lo que me refiero- tendría que responder que no; la supuesta eliminación de las contradicciones clasistas, desemboca en un estado donde el pequeño grupo que ejerce el poder se reserva para sí los pormenores de la vida muelle, antes vivida y disfrutada por los desplazados, al amparo de la lucha de clases y la revolución social. El preconizado igualitarismo es, sin dudas, una estafa.
La posibilidad de conseguir un futuro próspero y digno, sin ser victimizado por los “inescrupulosos” agentes del capital es una quimera de condición reiteradamente inalcanzable, algo cuyo término nunca se materializa y se diluye en el tiempo físico de la vida de las generaciones que se sacrifican una tras otra porque de manera evidente no encuentran las vías para la definición de su existencia en el plano individual. Eso es lo que se define como la pérdida de la libertad en medio de los escorzos socialistoides de quienes basan sus predicas en el viejo adagio que reza: haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago.
¿Saben ustedes porque quise escribir sobre estas cosas hoy? Pues bien,  hoy 9 de junio del 2011, ha llegado a los Estados Unidos una familia encabezada por la señora Reina Luisa Tamayo Danger (1) y doce de sus miembros, esto sucede a 52 años del supuesto establecimiento en la Isla de Cuba de un gobierno que aún se enmascara en el igualitarismo social y se atreve a mostrarse como un modelo en ese sentido. Allí se abolieron las clases sociales, pero quienes gobiernan no están dispuestos a compartir los beneficios del poder que representan  y que solo son comparables a los disfrutados por personas de gran fortuna material en el mundo en que vivimos y  que malamente conocemos, convirtiéndonos  en sus críticos y dando así pábulo a las fantasías de otros mundos sin conocer.
¿Es que acaso esta familia de personas pobres, de la raza negra, provenientes de una modesta localidad del interior del país, no es suficiente evidencia en sí misma de las estafas ejercidas por aquellos que dicen no tener enemigos ni opositores? Vamos a dejar a un lado un sinnúmero de verdades que harían irrebatibles nuestro argumento y demasiado largo este artículo,  por ahora sólo les conmino a pensar en el referido hecho factual. Estos mesías políticos que en La Tierra nos gastamos nunca repartirán lo que compulsivamente se apropian porque no han trabajado para conseguirlo; el caudal de las riquezas de nuestros países bien alcanza para adueñarse de una buena parte y mal administrar el resto, al fin que no habrá quien les ponga freno.
Para quienes se preguntan cuál es el mayor atractivo del poder perpetuo, mi recomendación es que traten de averiguarlo con los que hacen lo que sea necesario para atornillarse en él; sobre todo teniendo en cuenta los “sacrificios” que alegan realizar  en defensa de los intereses de sus crédulos compatriotas.
José A. Arias.
(1).-Reina Luisa Tamayo Danger.- Madre de Orlando Zapata Tamayo, muerto como consecuencia de una huelga de hambre de más de 80 días en cárceles cubanas. Después de su fallecimiento el gobierno cubano argumentó que se trataba de un “personaje antisocial con extenso pasado delictivo”

Sunday, June 5, 2011

AL PIE DE UNA MAJESTUOSA FORTALEZA.

La mañana era gélida, quizás no la más apropiada para disfrutar en todo su esplendor el paisaje circundante. La organización que la modernidad ha creado en el mismo sitio en que se inscribe la Historia; el único elemento disociador en medio del encanto. Hay en el lugar una pared de roca, en que sabiamente escogidos, están escritos en bajo relieve dos párrafos de Jorge Luis Borges referentes a La Alhambra.

No puede haber mejor escenario que la geografía andaluza para la ciudadela fortificada que los califas nazaríes escogieron como su morada palaciega y, entre la astucia y el misterio que emana de su religión, erigieron el principal desafío a la tradición de la cristiandad. El promontorio en que se asienta la construcción, permite al observador graficar con creces todo lo contado entre olivares y dinastías taurinas. Es, como si el presente pretendiera rendir un homenaje al pasado.

Aún sin saber cuan hondo puede calar la significación de hallarse ante la historia, tocarla y sentir al tacto que es posible adueñarse de ella; se nos va transformando la curiosidad en sentimiento de absoluta e imperiosa necesidad. Desandando la Calle Mayor, comienza a perfilarse la evidencia del estilo mudéjar de cimacios y obeliscos calafateados, de imperecederos azulejos; recintos soportados por columnatas de capiteles en yeso repujado y de elaboración perfecta. Son siglos en los que se conjuga la sapiencia de los habitantes originales de la fortaleza, con la idolatría pagana y la ortodoxia cristiana. No creo que exista otro lugar donde esta impía trilogía pueda encontrar una mejor imbricación. Aquí la tierra granadina desempeña, sin dejar margen a la duda, un papel sobresaliente.

Lo que La Alhambra representa para nosotros hoy, es un perfecto patrón donde la arquitectura militar se vuelve arte y las erróneas costumbres de los hombres quedan para siempre sepultadas. ¿Acaso se puede odiar al prójimo después de atravesar los imponentes portones que nos conducen entre las habitaciones y observar los celajes de sus bóvedas que nos acercan al misterio de la cosmogonía celestial?.

Hay hitos singulares en la historia que el hombre ha conservado para afincar en ellos sus raíces: la Acrópolis ateniense con sus Cariátides colgadas de balcones, palacios nórdicos en que las walkirias emergen de sus sombras para vivir eternamente entre los nibelungos; pero aún así, no dejan de ser mono temáticos ritos imperecederos. La Alhambra es, sin embargo, una amalgama a pesar de su origen musulmán. De su interior y como evidencia de su multilateral filosofía, se proyecta el sobrio y contrastante estilo del Palacio Real de Carlos V, y de la huella dejada en sus acechantes murallas por la invasión napoleónica y el consecuente descalabro de los mamelucos franceses a sus pies.

Sigue hoy allí, la frescura de sus acequias perfectamente concebidas. Vagan a la sombra de sus jardines imponentes, repletos de silentes cipreses, sus moradores originales. Canta hiriendo la quietud y entre abigarrados arpegios; la guitarra gitana y andaluza, velan entre sus postigos y aspilleras en los minaretes, los negros ojos de una bella mujer que nos observa, oran entre gemidos y sollozos huestes de hombres dispuestos a morir.

Tendríamos que prescindir de casi todo lo humano para acercarnos a la vida de La Alhambra. Sería de rigor envainar el alfanje de la guerra para redimir la paz en nuestras vidas, lo que al decir de Borges, haría valedera nuestra existencia y, en consecuencia, estar conscientes de nuestra verdadera dimensión al hallarnos al pié de esta majestuosa fortaleza.

José A. Arias
Agosto 3, 2007.

                                               ETERNA  ALHAMBRA

                                               Entre el gélido umbral de la mañana
                                               se oye una copla sin que nadie cante,
                                               nace del corazón de una guitarra
                                               herido por el filo de un alfanje

                                               Se desliza cristalina el agua
                                               por las acequias de tu arquitectura
                                               que en seculares vidas atestigua
                                               la eterna majestad de tu estructura

                                              Por los visillos de los capiteles
                                              y entre murmullos ininteligibles
                                              nos velan las pupilas azabaches
                                              de doncellas preciosas y sensibles

                                              Perfume de su cielo, azahares,
                                              que inundan a la tierra granadina,
                                              adornan como gemas el gracejo
                                              tejido entre batallas y conquistas

                                             Majestuosa Alhambra de los sueños
                                             te hiciste realidad ante mis ojos,
                                             naciste para mí junto a los versos
                                             que con vehemencia te cantó el poeta.

Poema dedicado a La Alhambra tomado del poemario "AMAR  EN  VARIOS  TIEMPOS".