Saturday, September 24, 2011

LOS JUGLARES DE OFICIO Y LA HISTORIA VERDADERA..

El gran reto de la Historia –y de los historiadores- en la contemporaneidad, es poder cotejar lo que teóricamente se halla establecido como un proceso que debe ser premisa de algo que pretenda la seriedad en su contenido y que pueda ser creíble, aunque deba resultar –según parece prudente- discutible.

Desde que la Historia, con el soporte científico que le proporciona la historiografía, dejó de ser un puñado de hechos contados y recogidos en crónicas y se convirtió en una ciencia capaz de servir como punto de referencia; la interpretación de la misma ha sido blanco de la influencia ideológica en múltiples ocasiones.

El gran aporte de la escuela historiográfica francesa encabezada por Bloch y Lefebvre en la revista “Annales”, consistió precisamente en proporcionar a los historiadores un instrumento capaz de respaldar, vincular, organizar y presentar el hecho histórico como parte de un proceso; algo de lo que, en gran medida se adueñaron los teóricos del marxismo y el post-marxismo en momentos diferentes del siglo XX. Los políticos, más que los historiadores, aunque algunas veces ayudados por estos, no demoraron en tratar de pescar en río revuelto.

A diferencia de lo que pudiera pensarse, una posibilidad tan saludable se convirtió para muchos; en algunos casos de manera pueril, y en otros llenos de malsanas intenciones, en la forma de apoyar y aupar propósitos políticos capaces de justificar los medios en virtud del alcance de un objetivo final espurio.

El uso de la Historia se convierte entonces en una especie de mal propósito al que se accede desde el poder y se reinventa en aras de crear un argumento insalvable, insoslayable e indiscutible. El resultado es la aparición como apelativos de lugar común, de consignas y lemas que se irán estampando en el quehacer ciudadano bajo la apariencia de una necesaria y real defensa de la historia nacional; algo que para nada tiene que ver con la verdadera realidad.

Un caso típico de este ensamblaje pseudo histórico y malintencionado ha sido el pertinaz proyecto de revisión de la historia nacional que el gobierno cubano ha ordenado, estructurado y condonado durante los 52 años de su permanencia en el poder.

No es simplemente el tenaz cacareo ideológico producido entre los sectores más susceptibles de ser influenciados; es algo aun más pernicioso: la posibilidad de influir en medios de opinión cuya importancia es notable y trascendente. Entre los factores a considerar y en medio de regímenes totalitarios ello forma parte de la plataforma propagandística y el costo, dada la importancia que reviste, nunca es un problema.

Hechos –elevados al rango de tesis históricas por amanuenses disfrazados de historiadores- como el de la supuesta continuidad histórica entre la lucha anticolonial durante el siglo XIX y la revolución castrista expresada en la consigna de “Cien Años de Lucha” (1868-1968) y a la que aun, 43 años después se le sigue dando crédito, son entre otros remedos parte del soporte ideológico del desgastado proceso.

En el “leiv motiv” de una campaña como la citada y en la que tienen cabida otras muy diversas argucias como la de considerar, por ejemplo, a José Martí autor intelectual del ataque al cuartel Moncada, en el año de la generación del centenario (1953) se superponen y entremezclan argumentos de muy diversos orígenes. Explicar la diferencia de épocas y objetivos no viene ahora al caso. Baste sólo decir que el alcance de la libertad como meta final, propósito siempre aludido en el contexto de esta discusión, no se ha producido y, tras haberse generado un cambio de influencia y matices geopolíticos por el establecimiento de una ideología totalitaria y perniciosa; el concepto de libertad aun no se materializa y mucho menos en virtud de un proceso de continuidad histórica, del cual se ha llevado a cabo un conveniente y selectivo ejercicio de censura para minimizar cualquier inconveniencia. Todos saben que la historia de la nación cubana en sus casi 59 años de república anterior al castrismo ha sido estigmatizada bajo el apelativo de “república mediatizada”.

Es evidente, no solo por lo que escucho y leo, que muchos intelectuales se han percatado de lo que las versiones ideológicamente y a priori maltratadas de la historia, representan. Escribir la Historia –como un proceso y no como cartilla- es parte del quehacer que encabeza la avanzada intelectual de una nación.

El intelectual verdadero, mesurado y analítico, no suele ser revolucionario o reaccionario, y aunque no siempre sea así; lo que permite al intelecto producir juicios de verdadero valor científico no es el apasionamiento a favor de una tesis política cuyo contenido se vincule a la idea de alguien - caudillos y/o dictadores- o de algunos –partidos políticos.

En virtud de lo anterior la relación entre el hecho histórico y las circunstancias en medio de las cuales se produce debe centrarse en la interpretación inmediata traspuesta a su influencia colectiva, sin que medre el propósito amañado de una consigna política como objetivo final; de no ser así, lo que tiene lugar en realidad es el desconocimiento del verdadero  rol de la historia en las sociedades modernas y según sucede en el caso cubano; al tratar de encontrar una explicación a todo aludiendo a la Historia, que como catecismo ideológico, proporciona respuestas favorables a partir de enfoques ambivalentes y predeterminados. Es algo más que un simple paliativo, es un patrón de conducta perfectamente reglamentado y determinado.

La Historia mal y parcialmente contada, mutilada, censurada y en edición de gavilla panfletera puede tener entre sus autores y voceros un ejército de juglares que en el trasunto de su pensamiento se reconocen traidores a su oficio, otros –hay evidencias- que no soportaron el alto precio a pagar por el ejercicio de la traición a la verdadera pero inconveniente forma de ver las cosas. En el peor de los casos, impenitentes forajidos ideológicos que se creen sus propios cuentos tan mal contados e impúdicamente falsos; lo mejor es que a pesar de todo siempre hay quien sabe de lo que se trata y se dispone a pensar en ello, contribuyendo así a que la Historia no se vea convertida en una sarta de consignas lapidarias y tremebundas tendientes a desacreditar su carácter y disminuir su valor.

José A. Arias.



Thursday, September 22, 2011

EDUCAR CONTROLANDO LA INFORMACIÓN. Maida L. Donate.

 Para mí cada inicio de clases es un evento vital trascendente. Desde muy temprano me hicieron incorporar como valores cívicos aquellos pensamientos martianos, quien siembre escuelas recogerá hombres, ser cultos para ser libres. Sin dudas, educación y libertad no pueden ser concebidas la una sin la otra, y el soporte de toda educación ha sido y es el libre acceso a la información. Mucho se ha hablado de los logros alcanzados por la educación cubana después de 1959, pero muy poco se dice del punto de partida socioeconómico que permitió al Gobierno liderado por Castro poner en marcha las acciones sociales de las que tanto se ufana la gerontocracia gobernante de la Isla. En este trabajo pongo a consideración del lector algunas reflexiones acerca de la educación en Cuba.
 
Según el diccionario de la Real Academia Española, logro es la acción y efecto de lograr; es decir, de conseguir o alcanzar lo que se intenta o desea. La idea de logro siempre expresa sentido positivo y se relaciona con desarrollo, evolución y perfeccionamiento. Cuando afirmamos que hemos logrado algo, debemos establecer una comparación obligada con un punto de partida determinado, el resultado de esa comparación debe ser positivo para que se pueda considerar logro. A medida que crece el consenso nacional e internacional sobre la necesidad de cambio político en Cuba, el Gobierno cubano y diferentes políticos e intelectuales no cubanos, han intentado justificar el no realizar los cambios necesarios, bajo pretexto de salvaguardar los logros de la revolución, en particular el desarrollo alcanzado en la educación
 
Históricamente la educación en Cuba siempre tuvo un desarrollo acelerado y hemos contado con maestros y pedagogos de prestigio nacional e internacional. Entre mayo de 1902 y enero de 1959 se alcanzaron en este campo resultados importantes y significativos que fueron la base de los cambios posteriores. Al triunfo de la revolución, el 80 % de la población mayor de 6 años estaba escolarizada. El 20 % que no lo estaba, se concentraba en las zonas rurales. El Censo de Población y Viviendas de 1953 reportó que el 57 % de la población total era urbana y el 43 % rural. La Constitución reconocía la enseñanza laica y obligatoria hasta el sexto grado, para los niños de 6 a 14 años. La escuela pública era gratuita. En la escuela primaria, además de las asignaturas generales, se impartía educación física, música y artes manuales por maestros debidamente preparados. En las escuelas se daban clases de moral y cívica, asignatura en la que se explicaban los elementos básicos de la Constitución del 40 y la Declaración de los Derechos Humanos, de la que Cuba era signataria. Se había logrado sentar las bases para la enseñanza técnica especializada, que se encontraba en proceso de expansión y desarrollo.
 
Existían tres universidades oficiales: la hoy bicentenaria Universidad de La Habana y otras dos nuevas, la Universidad de Oriente y la Universidad de Las Villas, donde se estudiaban las carreras tradicionales de Ciencias, Humanidades, Derecho, Medicina, Farmacia, Odontología, Arquitectura, Ingeniería Eléctrica y Civil, Agricultura, Pedagogía, Contador Público, Agronomía, y Veterinaria, entre otras. En la Universidad de Oriente y en la Universidad de Las Villas, se cursaban otros estudios de mayor actualización, tales como, Economía, Química Industrial, Ingeniería Mecánica y Minería. En el contexto del sistema, en los diferentes niveles y tipos de educación, florecía paralelamente la escuela privada, nutriendo la inteligencia de niños y jóvenes, y estimulando la diversidad de pensamiento. Entre ellas impactaron la formación intelectual y moral de los cubanos por varias generaciones, el Instituto Edison, la Academia Baldor, la Academia Valmaña, el Colegio Estrella, fundado por Felicia Guerra, hermana de Ramiro Guerra, La Progresiva de Cárdenas, donde estudió José Antonio Echeverría, por solo citar unas pocas. Los hermanos Castro se beneficiaron del sistema de educación privada, ambos cursaron estudios en el Colegio Dolores de Santiago de Cuba, y más tarde concluyeron la enseñanza media superior en el Colegio Belén de La Habana
 
El sistema de formación de maestros estaba organizado en las Escuelas Normales para Maestros, en correspondencia con la división política administrativa del país. Existía la carrera de Pedagogía a nivel universitario. La totalidad de los maestros estaban titulados y organizados en Colegios que los representaban como grupo social activo en la vida pública de la nación. Los maestros y pedagogos cubanos eran uno de los sectores sociales más activos en la política nacional. Jugaron un papel protagónico en la huelga general de 1935 y estuvieron presentes como fuerza cívica influyente en los momentos históricos en que había que defender los derechos civiles y constitucionales de los cubanos. Los maestros en Cuba enseñaban a pensar.
 
Si tenemos en cuenta que estamos hablando de una república que solo tenía cincuenta y nueve años de vida socio-política independiente, y algo menos de seis millones de habitantes, se puede concluir que la situación de la educación en Cuba al momento del arribo al poder de la revolución, distaba mucho de ser caótica ni siquiera similar a la que existía en la mayoría de los países de América Latina, incluso en España. De haber sido otra la situación, al Gobierno revolucionario no le hubiera sido posible realizar las primeras acciones de las que tanto se han estado ufanando durante todos estos años en el campo de la educación.
 
Las 10.000 nuevas aulas rurales que se crearon con la Ley 561 de septiembre de 1959, fueron ocupadas por maestros normalistas graduados y jóvenes graduados de bachillerato, o próximos a concluir esos estudios, que habían sido formados antes de enero de 1959. La creación de esas aulas fue parte del conjunto de acciones que el magisterio cubano había estado promoviendo y demandando por años, y no constituía parte esencial del programa político de Castro. Fue una acción política que utilizó el terreno que había sido abonado por los maestros y pedagogos cubanos.
 
La Ley de Nacionalización General de la Enseñanza de 6 de junio de 1961, solo abolió el derecho a la enseñanza privada, y en consecuencia, la posibilidad de acceso a otros enfoques del proceso educativo y de estimulación del pensamiento libre. La enseñanza pública laica, gratuita y como derecho de todos los cubanos ya estaba legislada.

La campaña de alfabetización se pudo hacer a dos años escasos del triunfo de la revolución, porque la población cubana estaba esencialmente escolarizada. Fue una campaña diseñada por los profesionales de la educación en Cuba y llevada a cabo por los maestros y los estudiantes de la enseñanza media y superior, sin ayuda internacional alguna. En las estadísticas, al finalizar la campaña, no se hizo propaganda a la distribución de los alfabetizados según edad, porque gran parte de los analfabetos censados al inicio, eran personas mayores de 50 años. Manipulando los datos, la tasa de analfabetismo inicial corresponde al total de la población cubana mayor de 10 años, pero la tasa de analfabetismo final corresponde al total de personas entre 10 y 49 años, siguiendo los criterios internacionales para determinar la tasa de analfabetismo de un país.

La Reforma Universitaria de 1963 amplió el espectro de las ingenierías, pero sentó las bases para el control del desarrollo del pensamiento filosófico, político y humanístico en las universidades. Las ciencias sociales y las humanidades, muy poco tiempo después, dejaron de jugar el papel activo que siempre habían jugado en el paisaje intelectual cubano. Además, dio al traste con la autonomía universitaria. Los estudiantes dejaron de ser agentes activos de cambio social
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Hay otras cuestiones relacionadas con la educación: los planes de becas, la reestructuración del plan de formación de maestros, las escuelas de enseñanza especial —música, artes plásticas, deportes—, la universalización de la enseñanza universitaria en 1970, el plan estudio-trabajo, que se incluyen en el acápite de los logros de la educación, que solo se mencionan y no se profundizan en el discurso oficialista del Gobierno cubano y sus simpatizantes, porque los resultados no son de exhibición y en la práctica han tenido un impacto muy fuerte en la desestabilización e involución de la psicología social cotidiana de los cubanos.

Al finalizar la campaña de alfabetización se reestructuró el plan de formación de maestros, bajo la dirección de Elena Gil surgieron las escuelas pedagógicas Antón Makarenko. El enfoque filosófico que debían aprender las nuevas generaciones de maestros cubanos era que el mejor sistema de educación es el que se basa en el quebranto de la voluntad del educando, porque el sacrificio, como estilo de vida, es el recuerdo vívido de la verdadera condición humana y el único objetivo del ser social (sic). Los adolescentes y jóvenes que deseaban estudiar magisterio, debían probar su vocación para el sacrificio y estudiar los tres primeros años de la carrera en condiciones de campamento guerrillero en Minas del Frío, zona situada en las montañas de la Sierra Maestra en la región oriental del país. Después, pasar dos en Topes de Collantes, en el edificio que en su día fue sanatorio antituberculoso, en medio de la cordillera del Escambray en la región central de la Isla. Solo a los que habían pasado satisfactoriamente esos cinco años de privaciones materiales y de lejanía de la familia, se les permitía continuar un año más en Tarará, zona residencial de playa al este de La Habana, hasta graduarse. Si por voluntad propia, los alumnos de las escuelas Makarenko interrumpían el ciclo de formación una vez admitidos y matriculados, se les consideraba desertores, se dejaba constancia de ello en el expediente escolar y se les tenía en cuenta a la hora de solicitar otros estudios. Para distinguir a los que eran o habían sido alumnos de ese plan del resto de los maestros que no se habían formado en la fragua del sacrificio, los estudiantes y graduados de las escuelas Makarenko tenían la obligación de vestir uniforme todo el tiempo. La mayoría absoluta de los estudiantes eran del sexo femenino.

Casi desde el principio la revolución abolió la enseñanza de la música, las artes manuales y la educación física en las escuelas primarias. Más tarde, se exigió a los maestros de enseñanza general que dieran clases de educación física. La enseñanza de la música y las artes manuales no se ha sistematizado aún. El sistema no prevé esos conocimientos como parte de la educación general. La enseñanza de idioma extranjero no se contempla hasta el séptimo grado y en las escuelas de idiomas no se admiten menores de 15 años. En el presente, no se considera importante ni útil aprender un segundo idioma.

En 1970 no se hicieron los tan anunciados diez millones de toneladas de azúcar. Aquel evidente fracaso económico y político, afectó de manera particular al sistema de educación cubano. La más dramática de las afectaciones fue el desmantelamiento de la enseñanza politécnica en todo el país. Después de aquel despropósito, llegó el tiempo de la institucionalización de la revolución, pero, como los dirigentes no cumplían los requisitos de instrucción que se estaban planteando para ocupar los cargos de dirección, entre otras razones, porque no consideraban importante la educación para ser buen revolucionario, la solución fue una amnistía de cinco años para que todo aquel que no fuera universitario lograra un título y así permitirles mantenerse en puestos de dirección. Bajo el amparo de la Ley de Universalización de la Enseñanza de 1970, la universidad comenzó a graduar en los cursos para trabajadores a funcionarios y dirigentes de cualquier nivel de dirección, para que las nuevas medidas de orden no los afectaran en su status social.

A principio de los años setenta, la primera ola de la explosión demográfica de los sesenta arribó a la enseñanza secundaria básica, las escuelas que existían no alcanzaban. Por otra parte, las empresas agrícolas justificaban la falta de productividad y eficiencia con la escasez de mano de obra. Coyuntura que aprovechó el Gobierno de para dar otro enfoque al sistema de becas: de la escuela al campo se pasó a las escuelas en el campo. Se construyeron escuelas en zonas rurales apartadas de los pueblos y principales centros urbanos. Los alumnos de secundaria básica y preuniversitario de todo el país comenzaron a realizar, obligatoriamente, labores agrícolas o de otra naturaleza en la sesión contraria a la de clases. Fue la época de la hemorragia de certificados por enfermedad, solicitados por los padres tratando de evadir la realidad que les tocaba vivir a sus hijos adolescentes. Los maestros fueron compulsados a dejar sus familias e ir a vivir con sus alumnos, en consecuencia y unido a otros problemas no menos enajenantes, se produjo un rechazo a la profesión de maestro. En los albores del siglo XXI, los edificios construidos bajo el principio de escuelas en el campo se han quedado vacíos y en franco deterioro. Se han creado planes para la formación de maestros emergentes porque el magisterio no le resulta atractivo a las nuevas generaciones de cubanos. ¿Qué dirían José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona?
 
En Cuba el acceso a la instrucción no ha significado acceso a la información. El sistema de educación cubano no entrena ni estimula al educando y les prohíbe, de las más diversas maneras, la búsqueda libre de información; tampoco los adiestra en cómo orientarse para acceder a fuentes de información variada y compleja. Definitivamente, el método socrático no forma parte del pensamiento pedagógico cubano actual. El dogma como estilo obligatorio de enseñanza no se limita a la repetición de frases hechas, sino que añade la obstinada negación de la realidad circundante. En Cuba, la práctica no es criterio de verdad. La involución en el terreno de la educación es evidente en la relación instrucción-información que existe en la Isla. El acceso a Internet es selectivo y está bajo control de un único servidor que funciona como red interna nacional. Los que tienen computadoras, están bajo vigilancia cibernética y, aunque pueden comunicarse a través del correo electrónico, solo los más iguales dentro del grupo de otros más iguales, pueden tener acceso a Internet. El teléfono móvil se puede tener, pero solo para hacer llamadas… dentro del territorio nacional.

En el 2010, en el discurso inaugural de la escuela de trabajadores sociales de Holguín, Castro afirmó que había habido que estudiar la eliminación de conocimientos innecesarios que no preparaban a las nuevas generaciones para trabajar. Por curiosidad me informé al respecto. Entre los conocimientos innecesarios que se habían considerado superfluos y se habían suprimido, desde la enseñanza media, están la geografía y el español. Al parecer no se quiere que se sepa que existen otras regiones del planeta donde viven gentes con fracasos y éxitos; tampoco se considera necesario la correcta expresión oral y escrita en la lengua materna, o en ninguna otra, porque así se evita la comunicación entre los seres humanos y se les simplifica el trabajo a los censores de libros, artículos y blogs. En este punto recuerdo a Galileo, no importa lo que hagan los represores, la vida se mueve de todas maneras.
 
NOTA.-Extenso trabajo, pero muy bueno; puedo dar fe de que no hay en él inexactitud alguna. La autora sabe de lo que cuenta y lo hace magistralmente. Es una buena contribución para eliminar mitos injustificables. 
José A. Arias.

Friday, September 16, 2011

LA CUBANOLOGÍA EN BOGA.

Aclaración: el trabajo a continuación fue escrito en 2009, creo que mantiene su vigencia y sobre todo, para quienes no son cubanos su contenido puede resultar interesante e informativo. Gracias, el autor.


Uno de los resultados tangibles de la llamada “revolución cubana” ha sido, sin dudas, el advenimiento de la experticia en diferentes medios no sólo relacionados con las comunicaciones; sino también en los círculos que se definen como académicos  y en cuyos “think tanks” se agrupan no pocos miembros de reconocido prestigio en el  mundo de las ideas. No puede ser de otra manera cuando se trata de explorar e investigar a cerca de un proceso tan longevo; la curiosidad y la festinación a veces se conjugan para tratar de promover los argumentos mas variados.

La esencia del problema, que obliga a tratarlo de forma un tanto cáustica, es que por momentos se evidencia que el nivel de seriedad que se antepone a los diferentes enfoques se nos hace tan variable que parece transitarse de lo sublime a lo ridículo. Quiere esto decir que la “cubanología” está en ocasiones ausente del conocimiento de causa que debería prevalecer a la hora de emitir un juicio que aspire a ser válido y, a contrapelo de la lógica mas elemental, resulta mas loable y aceptada cuanto más superficial es.

Por supuesto que si nos atenemos de una manera rígidamente cartesiana y usamos el método como único recurso –filosóficamente debe ser así- los resultados van a tener siempre un carácter preliminarmente concebido. El momento en que se desata el avispero, hará que todos y bajo toda circunstancia se den a la tarea de esbozar la misma temática y en consecuencia las conclusiones se hagan fácilmente previsibles: el “embargo-bloqueo”es un argumento envejecido e inoperante y, aunque no deba ser eliminado, tendrá que revestirse de la modernidad en sintonía con las cambiantes circunstancias.

La anterior es la alternativa más discutida. ¿Es sin embargo, la que la lógica, la razón y el conocimiento de las circunstancias deberían imponer? A mi manera de pensar la respuesta es absolutamente negativa; y si hablamos de razones históricas, como algunos alegan, tengo la impresión de que se diluye la historia en una empírica y parcial relación de hechos. Quienes no tienen la experiencia vívida de cualquier proceso y recepcionan  la información recopilándola a través de diferentes fuentes, siempre corren el riesgo de la falta de mesura, la parcialidad y el esbozo de un argumento fútil y vano. En nuestro caso, al juzgar un proceso aún en desenvolvimiento, habría que ser más incisivo y sagaz.

Pero llegado el momento de ventilar las intrínsecas e insalvables contradicciones del pretendido paradigma cubano es donde la falta de entendimiento se hace más notable. Cuba es un país sujeto al inmovilismo y donde la falta de una verdadera dialéctica –la hegeliana y no precisamente la marxista- nunca ha dejado de ser el evidente anclaje del estado totalitario y vertical, que si bien no se inaugura allí; si tiene matices muy peculiares relacionadas con el elemento geopolítico que por arte de  la sinrazón se trasmuta de ventaja, en parte de un discurso obsesivamente negativo. Cuba se convierte, en consonancia con los desvaríos de sus representantes en “faro de América en su lucha contra el imperialismo yanqui” y deja de ser “la llave del Golfo” que su envidiable posición geográfica debería depararle.

Cincuenta años de desculturización y anti-intelecto -no se trata aquí del ritualismo folklorico de consigna y barricada- no pueden ofrecer alternativas viables cuando se trata de encarar cambios, aún si solo nos atenemos a la implicación genérica de la palabra en general. El atrincheramiento ideológico –término este último de ralea antidemocrática per se- evidenciado en la falta de un legado valedero por los que han estado y aún estan al frente del país, la incapacidad manifiesta de resolver los problemas mas acuciantes de la sociedad y el encarar la toma de todas las decisiones a través de un poder piramidalmente estructurado y verticalmente estatuido, impiden  el diálogo y congelan de antemano las posibilidades de un posible entendimiento. La semántica es diferente y exclusiva desde el punto de vista de las tiranías; si no, ¿a que vienen los retorcidos argumentos expuestos a través, por ejemplo, de la llamada “batalla de ideas”, o el simplismo de acusar a quienes se atrevan a discrepar de “diversificados ideológicos”?. Sin dudas la respuesta está en el hecho de  que diversificar la manera de pensar y desdeñar las ideologías puede ser un pecado en ambientes  donde la persecución es un delirio como bien dijo Cabrera Infante.

¿Estamos entonces ante una situación insoluble? Creo que por el momento si, pero el tiempo histórico ahonda la crisis generacional que constituye la única puerta de salida y a la larga hará inclusiva la posibilidad de participación de sectores más amplios y variados, capaces de ir situando los hechos en su verdadera perspectiva y acreditarles su valor justo y real. El tiempo que ha de demorar este proceso, hoy no es predecible; la vinculación de ingredientes disímiles impide emitir criterios al respecto sobre todo si nos alejamos de los oráculos tremebundos y nos acercamos al cientificismo que la seriedad de la historia nos impone.

José A. Arias.




Wednesday, September 14, 2011

UNA OPINIÓN INTERESANTE.




Régimen cubano, en descomposición: Hora de la muerte...

Alberto Pérez Giménez

lunes, 12 de septiembre de 2011
Casi cincuenta y tres años después del triunfo de la revolución de "los barbudos", el régimen castrista muestra ya los síntomas imparables de la descomposición de un sistema anclado en la represión y la asfixia económica. Y en la última semana, esos síntomas se han multiplicado hasta mostrar el cuadro de un enfermo terminal a imagen y semejanza de la decrepitud de su máximo líder.
Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, enfrentados por la política. El primer acceso febril del régimen cubano, y quizá el que más impacto ha tenido en la isla, ha sido la denuncia efectuada por uno de sus iconos culturales, criado, potenciado y exportado por la revolución y que, como un "hijo desagradecido", ha acabado por traicionar y morder la mano que le dio de comer. Ha sido el caso de Pablo Milanés, que cometió el pecado de calificar de "viles" e "injustificables" los actos de hostigamiento de los llamados "revolucionarios" contra las opositoras "Damas de Blanco". Milanés, aunque muy tarde, ha denunciado lo que durante décadas han venido callando los que como él gozaron de los privilegios de la Revolución. Sin embargo, a Milanés no tardó en responderle el otro gran representante de la Nueva Trova Cubana, el políticamente correcto Silvio Rodríguez, que le acusó de "desamoral" por hacer las críticas en Miami (era la primera vez que Milanés actuaba allí) e insinuó que hizo esas críticas porque no era capaz de vender el aforo completo del lugar donde iba a dar el concierto. Cuando dos de los dinosaurios de la canción revolucionaria cubana se enfrentan en público están abriendo la puerta a que todos los demás, de menor impacto en el imaginario cubano, hagan lo mismo y se quiten el miedo que durante décadas ha impedido la discrepancia.
Etarras huyendo como "balseros". Otro de los síntomas reveladores de la podredumbre del enfermo cubano ha sido, sin duda, el rocambolesco episodio de la huida de tres etarras "históricos" que preferían huir de la isla donde llevaban décadas acogidos. Los tres decidieron abordar un yate de un conocido matrimonio vasco "abertzale" que se dedica a dar la vuelta al mundo en su velero para salir corriendo de Cuba después de denunciar la pérdida de privilegios. La razón no es otra que la crisis económica y la mala situación por la que atraviesa todo el régimen no permite mantener a sus "huéspedes" políticos con el mismo tren de vida que siempre les había regalado. La Habana, y más concretamente las casas de estado del barrio de El Vedado, han sido conocidas en las décadas de los 70, 80 y 90 por todos los "revolucionarios", "guerrilleros" y terroristas de Iberoamérica, pero también de Oriente Medio y Europa (en especial, de España) por sus comodidades. Nadie les molestaba, facilidad de movimientos, acceso a los privilegios de los dirigentes, visitas... La crisis y la caída del sistema ha acabado con eso, y los tres etarras prefirieron salir en un velero para intentar llegar a Venezuela, la nueva arcadia para estos individuos. De momento, están detenidos, pero es todo un síntoma que ni los etarras quieran estar ya allí.
La Iglesia sale a la calle. La sociedad civil es inexistente en Cuba porque el régimen se ha ocupado, durante medio siglo, de que sólo el Partido Comunista y su brazo armado en las ciudades y pueblos, los Comités de Defensa de la Revolución, sean las únicas organizaciones permitidas y dedicadas a organizar y vigilar la vida del cubano en la escuela, la universidad, el trabajo y, sobre todo, en el patio de vecinos. La iglesia católica estuvo perseguida hasta finales de los 90, y solo empezó a tener espacio en la medida en que las autoridades eclesiásticas se plegaron a pactos poco menos que vergonzantes con el régimen: ganaban espacio para la religión a condición de que colaboraran en el control político y colaboraban para que las iglesias no sirvieran para hacer política. Sin embargo, la labor de cristianos de base y de protestantes también de base se ha acelerado en los últimos tiempos, y en la primera semana de septiembre se han multiplicado los incidentes. Primero, en una procesión de la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, que se le escapó de las manos tanto a la jerarquía católica como a las autoridades, y se convirtió en una procesión trufada de demandas de libertad que los Comités de Defensa de la Revolución intentaron sofocar a golpes. También en el caso de los protestantes, una parroquia de fieles se ha rebelado contra los intentos de la Policía castrista de detener a un pastor y se encerraron con él en la iglesia. Castro, que en Sierra Maestra, cuando luchaba contra Batista, sale fotografiado con una imagen de la Virgen de la Caridad permanentemente al cuello, se empeñó pronto en que no hubiera otra idolatría en Cuba más que a su persona. Ahora, enfermo y a duras penas controlando los resortes del poder, ve cómo el poder espiritual se le escapa de las manos de forma inexorable.
La prensa adicta ya no le quiere. Y en un último golpe de efecto, el régimen anunciaba la retirada de la acreditación al corresponsal de "El País", Mauricio Vicent. La noticia no sería tal sino fuera por el medio que representa y la postura que hasta ahora, tanto el medio como el corresponsal, han venido teniendo con respecto al régimen de Fidel Castro. Vicent llevaba casi dos décadas como corresponsal en La Habana, y como tal ha visto salir del país caribeño a decenas de colegas a los que el régimen declaraba "non gratos" por el delito de criticar la política castrista. La salida del corresponsal de "El País" demuestra que éste y su medio han cambiado, algo que los Castro no pueden consentir.
Y no pueden porque sería reconocer que han fracasado. Y ya lo dijo Fidel hace muchos años: "Un paso atrás, ni para coger impulso". Pero es evidente que cuando los que normalmente aplaudían la política de Cuba o, en el peor de los casos, guardaban silencio, ya no callan y hay que expulsarlos, significa que uno está cada vez más solo. Aislado. Enfermo. Y no hay suero ni respiración asistida que puede revitalizarlo. Como en las series televisivas, sólo queda certificar la hora de la muerte

Tuesday, September 13, 2011

UNA EXISTENCIA CONSECUENTE Y EL VALOR DEL INTELECTO.

Agustín, un "loco" despierto en la Cultura Cubana
Por: Luis Machado Ordext
12 de Septiembre de 2011
El jueves 20 de enero de 2011 Agustín de Rojas Anido asistió a la tertulia «La Voz del Otro». Allí se sometió al amplio cuestionario oral que hice sin darle tiempo a una reflexión reposada. De aquel encuentro suscribo los puntos de vista que ofreció en torno a la ciencia ficción, su labor narrativa, y también las consideraciones  que lo convirtieron en un defensor de la Cultura Cubana. Este lunes 12 de septiembre el escritor fue sepultado en la necrópolis de Santa Clara, su ciudad natal.  


Agustín de Rojas Anido. Foto: Del Autor)

Agustín de Rojas Anido, el escritor cubano más prolífero de la ciencia ficción, acaba de fallecer en Santa Clara, su ciudad natal. A pesar del lamentable suceso, todavía guardo instantes de aquellas asiduas conversaciones momentáneas que ocurrían en las aceras de la calle Céspedes, en las proximidades del Parque Vidal, cuando bien temprano en la mañana salía a auscultar la realidad social que observó por más de seis décadas de existencia.

A paso lento y al saludo de los amigos, tal vez los conocidos, le hacían detenerse, soltar una ironía en voz baja; decir una sarta de ocurrencias sobre un suceso histórico o el panorama político del mundo. Más de una ocurrencia movían a la risa o la reflexión soltaba al interlocutor que conocía de su locuaz y pertinente conversación. Por más de 20 años, antes de trascender como escritor tras la llegada de la novela Espiral (1981) --Premio David de Ciencia Ficción--, lo intimé en la calle sin que mediaran formalismos.   

Su sencillez al vestir y dialogar, jamás lo envanecieron ante nadie. No importaron sus triunfos literarios para mantenerse por igual:  Una leyenda del futuro (1985); Año 200 (1990); El Publicano (1990) --Premio Dulce María Loynaz--, y Catarsis y sociedad (1995). Desde entonces, decía: «sin un sustrato de humedad no hay hierba que crezca», para referirse al por qué no escribía en estos tiempos en que un pensamiento más allá de lo cotidiano lo hizo permanecer fiel a sus raíces.
De camino hacia la Academia de Ajedrez de Santa Clara, a donde iba para seguir aprendiendo sobre el juego ciencia y comulgar con los jóvenes que allí concurrían, casi siempre al encontrarlo espetaba: «El espíritu de un pueblo está en el escritor, en el ausculta la realidad social, porque crear es vivir. Estos son tiempos difíciles donde lo material golpea con una fuerza tremenda; por eso no se puede renunciar a ser un simple vientre.»  
Una vez le pregunté, ¿pero Agustín para que vas a la Academia?, y de inmediato dijo: «Nada, a pensar. Yo soy malísimo en el ajedrez, y la gente me busca para hablar de cosas cotidianas; y escucho sin que el mundo me caiga arriba; sin echarme a reír. El que escribe es por que tiene que decir algo, pero debe saber oír, con humildad. Ahí tienes al barrendero, con un nivel e satisfacción cuando ve terminar su limpieza. Todo lo hace con amor o dedicación. El mayor estímulo es sentirse amigo de esa persona; y si algo necesita la gente cotidiana es el estímulo, el ser juzgado en lo positivo; eso es el saber oír a los demás cuando hay problemas, el reconocimiento de los valores; el tratarlo con respeto, el mostrarlo con aprecio

A principios de año, el tercer jueves de enero de 2011, Agustín de Rojas Anido acudió a mi invitación en la tertulia literaria «La Voz del Otro», un encuentro mensual entre escritores y periodistas. Vino a compartir el espacio con el periodista Yandrey Lay Fabregat y el público. También a someterse a la inquisición de mis preguntas sobre la ciencia ficción y el periodismo. Son tópicos muy distantes, pero de cierta vinculación. Cada cual, desde nuestro punto de vista ausculta la realidad; uno la futura, la hipotética; el otro la inmediata; la que hace trascender.

A cada pregunta, entre el sorbo del líquido que rebosa una taza de café y el acostumbrado cigarro Popular, surgió una pertinente respuesta en sentido paternal. Era el profesor, el biólogo, el escritor, el sencillo hombre de calle el que conversaba con el público. Por supuesto, pudieron derivarse muchas interrogantes en torno a lo que decía; en cambio, el imperio del horario, el ceñirse al tiempo, obligó a la coherencia de un diálogo; de un instante de comunicación.

--¿Cómo surgen tus libros?

--Nada, por un azar del tiempo. Ya existen tres estudios universitarios sobre mi obra, aunque creo que se hizo otro por la Universidad de La Habana. Hay cientos de comentarios que la ubican como referente de la ciencia ficción en Cuba. Mi profesión es biólogo, y como hombre de ciencia persiste un deslumbramiento a partir de lecturas juveniles. Allá en el preuniversitario Raúl Cerero Bonilla, de La Habana, se destapó el primer bichito. Ver y disfrutar cómo existen, en manchas negras sobre papel blanco, seres de carne y hueso. Ahí está la magia de la palabra; hace ver cosas que antes no se apreciaban, eso es lo insospechado de la realidad, y comprendí que la ciencia ficción denota los mundos posibles.

(Foto: Tomada del sitio digital de la Emisora CMHW)

--¿Es necesario estudiar Letras para escribir un libro?
 

--¡No, no, que va! Por suerte no estudié Letras; me hubiera suicidado. Recuerdo que los profesores de Matemática y de Español se enfadaron; querían que optara por una de esas especialidades. Tenía idea de estudiar Antropología, y de ahí vino la Biología. Con eso no hubiera escrito jamás, cosa que ahora al cabo de los 60 años entiendo, y la comparación más exacta es cuando ves una película de buena acción en el cine, con la condiciones idóneas. Sales a la calle y te identificas al vivir las imágenes como algo real. Es como percibir las manchas negras sobre el papel, esos personajes son los reales que apreciaste desde la óptica de la ficción, y dices, pero que es esto, un sueño.

«La magia está en la palabra, en el acto de conocer, y pensaba escribir el día que me jubilara; esto era un sueño imposible, como Sancho Panza con su eterna Ínsula. También estaba el trance de la vida, como cuestión práctica --ganabas un premio literario o tenías que cortarte la cabeza--. Pensé en ganar un premio, pero no sabía nada de escritura, y no quería someterme a la literatura corriente, sino a la ciencia. Tenía su conocimiento, y también la captación de ese pensamiento. Todo lo que está detrás del hombre de ciencia, y esa era la única variante para hacer literatura.

«No es hasta finales de 1979 en que anuncian el Premio David. Tenía escrita las dos primeras partes de Espiral. Todo lo hice a máquina, con una cinta que se partía constantemente. Eran más de 700 cuartillas, y al fin envió la novela. Ya el año anterior, Daína Chaviano, ganó ese certamen Con el mundo que yo amo. Dije entonces, ahora toca a Espiral. Ángel Arango, el patriarca de la ciencia ficción de Cuba, no era partidario del catastrofismo, y era el presidente del jurado. Lo veía todo perfecto y luminoso. En cambio mi novela hablaba de guerras nucleares, y los sobrevivientes reducidos a nada. Miguel Collazo era otro del jurado, integrado, además por Daína. Ahí ocurre el milagro, me salvan los criterios compartidos, y viene el premio.»

--El Publicano tiene un giro, una vuelta, ¿por qué?

--Por la cantidad de cosas que desconocemos, por la existencia de una sola visión; si hay muchas visiones nos podemos marear, y confundirnos y eso es malo. Ya no existe un pensamiento enciclopédico; eso se acabó con el Renacimiento. Sin embargo, cualquier ciencia puede ser objeto de ficción. Hay una diferencia clave si leemos el artículo «Desde la imaginación disciplinada». ¿Cuál es? Pues, entre fantasía e imaginación. La fantasía, autentica, rompe con lo que es conocido, y en la realidad se introducen cosas que no tienen fundamentación. En la imaginación, lo importante es qué pasaría si…. Es algo que no es conocido, pero al  menos resulta probable y no contradice planteamientos. Eso obliga a mayores conocimientos. El mundo no se traslada, y se crean personajes. El escritor de ciencia ficción tiene que preocuparse por la coherencia; ser creíble, y eso sin error no rompe la atmósfera mágica. La coherencia es para mi la visión número uno, con la cosas que allí interaccionan en la creación de un universo.

«Soy un fresco, y se me quedó el habito de la coherencia. Cuando termino El año 200, estaba totalmente desinformado de lo que se hacía en el mundo: Tenía otra novela casi concluida, pero la dejé por falta de documentación correcta. No quería hacer nada que no fuera reproducción exacta de una época; algo así como novela histórica de ciencia ficción. Algunos no consideran esas obras en un panorama puro, pero aplicando principios científicos, es posible reconstruir la historia con un universo creíble que se enmarque en una época, y que suene convincente. Así nació El Publicano, no para demostrar una tesis, sino para contar aspectos del realismo sin penetrar en signos imaginativos o del concepto clásico de lo fantástico; sin nada artificial.

«Ángel Arango con El visitante inesperado convierte a Jesús en un extraterrestre, casi similar a nosotros. Un científico jamás lo admitiría;  por eso fui a los textos bíblicos para no hacerlo creíble, sino que emocione al lector, y demostrar como un individuo tiene una influencia notable en la humanidad. Hasta en los milagros doy una explicación.»

--En la década del 80 trataste de explicar en teoría tu obra, ahí están tus libros teóricos sobre el teatro, ¿porqué de ese cambio por la  unidad o la organicidad de los seres humanos?

--Mira, si dan una bofetada a un cubano en cualquier parte, uno lo siente como propia. Eso es martiano; ahí está la unidad en el ser humano a la que te refieres. No es salvar el pellejo, sino dibujar con claridad cómo habían soñado Marx y Engels la sociedad del futuro, de  comunismo. Creí en el deber que la gente pudiera entender a dónde podíamos llegar, sin que eso fuera una inocencia. Por eso hice algunos ensayitos cortos.

«El escritor tiene como objetivo tratar de preparar a la gente para el futuro; no por hipótesis científicas, sino como abertura hacia las posibilidades persuasivas de la magia literaria. Ahí está la ciencia ficción, con un público capacitado para contemplar al hombre fuera de la faja de su tierra; como si la imaginación permitiera salir más allá de la realidad de los pensamientos normales, coherentes.

«Es como despertar un gusto en el lector; es llamar la atención y dar un impacto social, y cultural en la historia. Es el sueño de la realidad, y la imaginación, sin dudas es más importante que el propio conocimiento, y siempre se va más allá de lo sencillamente conocido. El poder profético de la literatura está, desde los Viajes de Gulliver o Julio Verne. Desde entonces se hablaba de viajes, de la existencia de dos satélites, y recorridos submarinos. Son ejemplos proféticos, de anuncios que aparecen no solo en la ciencia-ficción, sino en cualquier palabra escrita por el hombre.

«Por mis concepciones y manera de escribir enclaustrado en Santa Clara, surgió en algunos corrillos el concepto de que “!Agustín está loco!” En una ocasión dije en la tertulia de “La Buena Pipa”, conducida por Lorenzo Lunar Cardedo, que “sin esa fama de loco, tu sabes dónde estaría yo”. Lorenzo me interrogó, pero ¿tu estás loco?, y respondí: “bueno hijo tu sabes que la locura tiene muchas definiciones, en alguna estaré yo”. De veras, mi locura es escribir y apreciar la realidad social y cultural de un pueblo; de mi pueblo.»

(Foto: Tomada del sitio Cenit.cult.cu)

--Vamos a otro punto. ¿Qué es para ti el hecho cultural?

--Estar aquí conversando con ustedes. Yo a veces me cuestionaba y decía, por aquí no podemos llegar allá. Cuando la UNEAC hace el llamamiento que lo primero que necesitamos salvar es la Cultura, afianzo la perspectiva del conocimiento orgánico del individuo. Los seres humanos más cercanos son mis compatriotas, y si tienen un problema, ese también me afecta a mí. Hay quien es como los  canarios que cantan y no se dan cuenta de lo que hay atrás. Está el concepto de mucha gente que por diversas razones quiere ser cualquier cosa menos su tradición cultural, histórica. ¿Quién fuera...? Así dicen. El tipo quiere hablar todos los idiomas, menos el propio. Es el sueño de mucha gente que ve como modelo ideal lo extranjero. No hay cosa que amenace más la integridad cultural de una nación que aspirar a dejar de ser creíble. Eso me preocupó, y me sigue preocupando. Hay quien se viste para aparentar ser un turista, y eso es amenazante.

«La cultura cubana tiene valor; soy un simple producto de la cultura villaclareña, cubana. Defiendo el genio universal de Martí, está regado entre nosotros, y no soy un genio, sino un sencillo cubano, con sus locuras, tal vez una, pero en pelea desde cualquier calle del país. Así abro la vista, y también contribuyo a que mis coetáneos sean cada día mejores.»

Así percibí a Agustín de Rojas Anido. Durante años lo aprecié como un sencillo niño; hombre de ciencias, despierto en defensa de la Cultura cubana dentro de las constelaciones de un firmamento histórico concebido para defender y confirmar al hombre entre los sueños posibles de ese futuro que describió sobre el papel y su literatura  





Wednesday, September 7, 2011

INVOLUCIÓN EN LA REVOLUCION.

Con el propósito de expresar las razones de un fracaso que es ostensible, trataré de expresar ideas muy simples y para ello he de acudir a los argumentos por todos conocidos, inclusive por quienes se empeñan en no tenerlos en cuenta, o de atenuar sus efectos. El contenido de éste trabajo es un resumen en el que se hace dejación de los consabidos datos estadísticos; factibles, por demás, de ser encontrados en numerosos estudios realizados al respecto. Más bien lo que me interesa es demostrar porque Cuba como nación es en gran medida la negación de lo que supuestamente pretendió ser y porque no es posible tratar de paliar, u ocultar mediante el uso del terror, la fuerza y la represión; verdades que se hacen evidentes y a las que, cada vez en mayor medida, se les trata de encontrar una respuesta ajena a las alternativas gubernamentales.

En el contexto de una explicación consecuente, no habría que hacer demasiados esfuerzos para demostrar lo que en el concierto de naciones, Cuba hoy representa. He de insistir en que numerosos y serios estudios realizados grafican con creces en el frío, pero proverbial mundo de las estadísticas, todo lo que puede decirse.

En consecuencia estimo que una actitud sincera debe estar precedida siempre del reconocimiento de las limitaciones; lo demás es engañarse a sí mismo o engañar a los demás de una manera culposa, y en el caso que nos ocupa; menos lo primero, pero siempre lo segundo, es exactamente lo que hacen quienes ejercen el poder en Cuba.

Si nos atenemos a llamar a las cosas por su nombre, el descalabro de Cuba como nación desatinadamente insertada en la modernidad contemporánea, se originó al tratar de construir, sin éxito, el desarrollo económico basándose en la improvisación y en medio de una absoluta falta de sentido común que, para nuestra desgracia, resultó ser el menos común de todos los sentidos. Quien conozca la historia, grosso modo, ha de saber que fue y aún sigue siendo así.

Basándose en una concepción peyorativa y excluyente se pasó de una supuesta relación de dominación, que en gran medida no era otra cosa que una entelequia para las consignas, a otra que si resultó ser verdadera y comprometedora pero amparada en las mismas eufóricas consignas que pretendieron combatir todo lo vigente con anterioridad; incluido el estado de derecho y las instituciones conformantes de la sociedad civil. Un factor inmediato de influencia temporal –el golpe de estado del 10 de marzo- fue el único pretexto para inducir la confusión.

La falta de visión política, una alta dosis de elevada pasión por los caudillos y la demagogia y el populismo fueron los elementos para concluir la escenografía en medio de la cual ha sido conculcado el destino de la nación cubana. La llevada y traída “batalla antimperialista”ha sido el único argumento capaz de justificar cualquier horror, aunque ello por sí mismo pueda constituir el peor de los errores. El clásico discurso demagógico e incestuoso, de trinchera y barricada, es siempre en todos estos casos la envoltura capaz de ocultar los mecanismos reales para la detentación del poder en la medida de una eternidad que se disfraza de histórica y justiciera.

Miles de páginas se han escrito –en contra y a favor- para tratar de justificar o analizar lo que se anunció bajo los caros propósitos de exhibir un estado soberano, el cual ha devenido en un completo fracaso. El “modelo cubano” que en realidad es inexistente no sirve a nadie de paradigma político o social y mucho menos económico y aunque halla intentos de revitalizarlo bajo otras denominaciones es medularmente irreproducible; más allá de la pretendida contraposición socialismo versus capitalismo, hoy inexistente. La única evaluación real está reflejada en el estancamiento político y la falta absoluta de una opción democrática.

El resultado de lo anterior es la exclusión de los ciudadanos de las alternativas del mundo moderno donde impedir el acceso a la tecnología no es sólo una necesidad que va de la mano de la represión sino también una imposibilidad del estado totalitario que no produce bienes para generar el consumo y muy importante, no se trata aquí de defender el consumismo insensato, pero si del gasto necesario para impulsar la competencia a nivel individual que cualquier estado moderno necesita. La ineficacia productiva es en lo económico una respuesta a la represión socialmente ejercida y su consecuencia más notoria, inevitable e insuperable.

Todo lo anunciado en el marco de la “emancipación antiimperialista” se ha convertido en una estafa por la que una población creciente y hasta cierto punto ignorante de la verdadera realidad histórica, aún en el ámbito pueril de las promesas, ha tenido y tiene que pagar un elevado e inmerecido precio. Habría que tener una muy obtusa y/o parcializada mentalidad para poder entenderlo de otro modo fuera del discurso ideológico. Aquí no existen alternativas de discrepancia en el plano de la lógica, puesto que tratar de aplicarla a lo sucedido no sería otra cosa que negarla. La lógica de la razón sólo procede cuando entre los argumentos en contraste existen variables de compensación; en el caso que nos ocupa y al menos desde mi punto de vista la pobreza tangible del argumento ideológico es tal, que sencillamente lo invalida.

Es evidente que no para todos el supuesto intento de edificar una nación próspera basada en la independencia política constituyó el aliento de sus ideas y su proceder, pero todos los que entendieron su motivación en esos términos han sido paulatinamente eliminados y sacados del juego, cuyas reglas impuestas desde “arriba” eran muy diferentes de los subterfugios en que pudieron haber pensado.

Si verdaderamente la inteligencia, la conciencia y el cauto proceder hubieran sido la brújula para emprender el camino, quizás los resultados habrían sido diferentes; pero en medio de la orgía revolucionaria el terror se apoderó de todo y de todos, aún los que tempranamente comprendieron la verdadera esencia del problema y pagaron por ello un precio muy elevado. El resultado lógico e indiscutible es lo que se evidencia hoy en donde la única manera de seguir aferrándose al poder es tratando de perpetuar el engaño.

Llegado el momento en que la sociedad cubana se ha ido consumiendo a través de varias generaciones en el más absoluto ostracismo y cuyo aislamiento solo le permite un mínimo de vinculación con sociedades similares que no abundan en el mundo actual, el único resultado posible es la frustración colectiva y en el plazo inmediato, la desesperación. No se puede desconocer que el resultado de vivir entre eufóricas y falsas consignas es lo que conduce a “caminar al borde del precipicio” y el percatarse de ello y no proceder en consecuencia alejando a las víctimas de la catástrofe, hace a quienes propician y ejercen la demagogia aun más culpables.

Como en otras ocasiones, recuerdo aquel ensayo de Regis Debray ¿Revolución en la Revolución?, cuando desde la óptica del euro socialismo de los 70 y obnubilados con los supuestos logros de la revolución cubana, se pretendió dar un contenido formal al “internacionalismo proletario” y donde los fallidos intentos guevaristas se revirtieron en el pago de una alta cuota para la nación cubana. Para llegar al momento en que hoy se encuentra el país, son muchos y de muy diversa índole los fracasos enfrentados pero el resultado no es otro que el total desgaste de la sociedad cubana, alejada por fuerza del cauce en el que una nación debe utilizar sus recursos en función de su propio desarrollo y no malgastarlos enfrentada a proyectos ambiguos, de dudosos alcances y resultados intangibles. El heroísmo de una nación y de su pueblo no tiene nada que ver con los afanes de gobiernos que se equivocan, sino con la capacidad de poder sustituirlos para que los errores no se perpetúen y poder salir del marasmo creado por la confusión de haber caído en semejante error.

Para los que sin mucho que decir tratan de imponer la tautología disfrazada de verdad y acusan a los que no comulgan con ruedas de carreta de lo que ellos en realidad son; la siguiente pregunta puede ser un buen colofón: ¿Es el estado cubano, bajo el gobierno actual, capaz de resolver los problemas más acuciantes de la población sobre la que ejercita su poder? Si la respuesta es positiva, predeterminada y a priori; habría que demostrar cómo y cuándo. Pienso que para muchos está claro que ello no es posible; sobre todo, porque en el mundo hoy es muy difícil ocultar la verdad y la brecha otrora insalvable entre realidad y fantasía, así como culpar a terceros constituye una retórica desgastada y vacua.

No me parece adecuado creer que fuera de los marcos de una ortodoxia religiosa y en consecuencia, irremediablemente fanática; una sociedad pueda propender al acto de masoquismo colectivo. Los bonzos de tales ideas se cuidan muy bien de permanecer a buen recaudo –dentro y fuera- creando una avanzada del oportunismo revolucionario. Quienes a la sombra de las circunstancias que alegan combatir andan con las banderitas y las consignas a cuesta no representan mas que la rentable fórmula de “hagan lo que digo, pero no lo que hago”, al fin es una buena alternativa para seguir medrando.

Los que padecen el resultado del experimento, tras largos años de frustración y sin el atisbo de alguna mejoría, representan gráficamente la involución de la revolución, única causa de sus problemas y a la que cada vez en mayor medida se atreven a denunciar coherente y consecuentemente. El tiempo no ha transcurrido en vano, parece que por fin le está pasando la cuenta a sus conscientes e incautos dilapidadores.

José A. Arias.