Monday, May 30, 2011

AMERICA LATINA, LA HISTORIA RECIENTE Y LOS ARGUMENTOS DE LOS FALSOS PROFETAS

Al acercarse las elecciones de segunda vuelta en Perú y después de escuchar muchas opiniones, la de Mario Vergas Llosa incluida, se me hace insoslayable el tema; primero porque soy hispanoamericano de origen, segundo porque soy cubano. Esto último, pensarán algunos, no obsta para intentar dar una opinión basándonos en nuestra propia experiencia  que, como se sabe, no es tan maravillosa como a muchos se les ha hecho creer; además, sin argumentar demasiado en las razones históricas de los problemas de nuestro continente, fue en mi país de origen donde de nueva cuenta –mediados del pasado siglo- todo comenzó.
A partir de lo que Carlos Rangel definió como la “catarsis fidelista” y al socaire de la entrada victoriosa de Fidel Castro en La Habana en enero de 1959 la historia del antiimperialismo latinoamericano se hace más notoria: “no podrá nunca extirparse del corazón de los latinoamericanos la emoción de haber visto desafiado ¡desde Cuba! El poder imperial norteamericano (Rangel, Carlos.- Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario. Monte Ávila. 10 ma. Edición, 1982, pág. 83). La expresión del antiyanquismo no tuvo sin embargo, una justa medida en razón de la forma en que se desenvolvieron los acontecimientos. En los dos años siguientes al comienzo de la revolución castrista, la nación cubana engrosó el grupo de territorios en la órbita soviética sin que a casi nadie le pareciera extraño e inaceptable.
Castro había vencido a los norteamericanos en Girón, garrafal error de apreciación que aún hoy  día se mantiene intacto en la mente de quienes ven en los Estados Unidos el enemigo de todos y de todo, prestándose a partir de ese momento a convertir en realidad la idea soviética, vigente desde los tiempos de Stalin, de conseguir un territorio de avanzada en Occidente. Los soviéticos llevaron a cabo el arreglo más conveniente logrando situarse a sólo 90 millas de las costas floridanas para poder contar con un tremendo argumento de presión política y militar en medio de la guerra fría.
Pero la estrategia no sólo tenía que ver con Cuba; desde mucho tiempo antes en el continente latinoamericano, el antiyanquismo había sido directamente proporcional al crecimiento de la influencia comunista; en algunos países existían partidos políticos de filiación marxista o propiamente denominados comunistas cuya participación en la actividad política no era descartable. Casos como el de Chile (recordar el binomio Luis Corvalán-Volodia Teitelboin) y otros de inspiración más liberal –genéricamente vistos- como el de Perú con la Alianza Popular Revolucionaria (APRA) de Víctor Raúl Haya del la Torre se hallaban en absoluto compromiso con la retórica anti yanqui de entonces.
El Justicialismo en Argentina con Perón y la marcada y prolongada gestión del PRI en México a través de su peculiar estilo de ejercer el poder y sus clásicamente agrias relaciones con los Estados Unidos durante más de 70 años de dictadura partidista conformaron un escenario en que el enfrentamiento con el norte era asumir una actitud de” vergüenza nacional” frente a los “desmanes” del poderoso vecino. La coyuntura se tornó más que propicia para que se conformara una alianza entre los sectores de izquierda y al extremo de esa posición y comenzar así una etapa de consolidación para llegar al apogeo de la nueva revolución antiimperialista latinoamericana.
En las décadas doradas del antiyanquismo (los 60 y 70 del siglo XX) confluyeron entonces varios elementos que matizaron la vida política del continente. La lógica parece irrebatible, el fenómeno de las oligarquías nacionales cuyo origen se remonta a la etapa colonial y hasta 1826, año de la independencia, se erige en argumento embrionario de la cuestión. El elemento criollo, atenazado en su crecimiento por la metrópoli, España, consigue al fin hacerse, a través de una evolución de varios siglos, con el suficiente poder económico para encarar la dirección de la guerra anticolonial y sin excepción, los patriarcas, futuros oligarcas, se convierten en los precursores de esa asonada; este argumento que suele ser dejado de lado por muchos en el afán de arrimar la sardina a su bracero marcó la posterior historia continental desenvuelta entre los avatares caudillescos en lo político y los abusos de la oligarquía en lo económico.
A diferencia de la Revolución de Independencia en Norteamérica y en consecuencia con un anterior destino colonial muy diferente al que tuvo lugar protagonizado por España en los territorios hispanoamericanos; nuestras repúblicas parieron caudillos que las dirigieron sobre la incontrastable fórmula del poder vitalicio y la aceptación de los pueblos que solían escuchar sus voces como semidioses de incontrastable opinión. La conclusión a la que puede arribarse es la de que el origen colonial de Hispanoamérica, resulta hasta hoy uno de los principales frenos en el desarrollo y la modernidad continental. ¿Cuál puede ser sino, la razón de que en muchos países del continente hayan habido tantos tiranos –de diferente signo político- hasta hoy? Si la balanza de la justicia, que se aduce ciega, y su fiel representa la verdad, debemos colegir que la práctica constitucionalista y democrática en América Latina ha sido, con contadas excepciones, un argumento ajeno a nuestros hábitos políticos.  
En fuerte evidencia de todo lo anterior la interpretación medular de la independencia política a partir de los años 60 y tras el catalizador que fue la revolución cubana, produjo un vicio de origen conceptual que perjudicó cualquier esfuerzo democrático en muchos países del continente. El presupuesto de que la lucha armada era la vía más acertada para alcanzar la plena independencia política tenía que abanderarse forzosamente del antiyanquismo y su natural complemento, el anti-neocolonialismo para así meter dentro del mismo saco a los países que según la nueva óptica ordinal comenzaron a ser  llamados del “primer mundo” en contraposición a los expoliados del tercero. Aparecieron entonces las ideológicas diatribas, las opiniones justicieras, los manuales de confrontación antimperialista, los de lucha guerrillera, se orquestaron foros y conferencias de “unidad” y se comenzó a hablar de América Latina como “El Continente de la Esperanza”
Para ser fieles a una interpretación histórica ordenada debemos seguir el hilo de los acontecimientos y una vez más el caso cubano se convirtió en el paradigma de los nuevos revolucionarios latinoamericanos. El modelo cubano tuvo influencia en todos los órdenes de la vida política continental. Avalado inclusive por aspectos superestructurales (dialécticamente visto el asunto) como la cultura, la religión y el movimiento obrero a través de la acción de los sindicatos; eso que hoy se define como “sociedad civil”, en los tiempos referidos adoptó un cariz paramilitar. Cuba se autoproclamó como “faro y guía” de la revolución latinoamericana cuyo enemigo principal eran los Estados Unidos, el neocolonialismo y las oligarquías nacionales, burguesas y explotadoras, aliadas de los dos primeros. Esta ecuación aún no del todo descartable al día de hoy no puede ser resuelta, según los que la alientan, fuera del marco de la confrontación absoluta y en muchos casos articulada por el uso de la violencia extrema.
De la anterior hipótesis se enamoraron muchos que con el tiempo se dieron cuenta de su error. Entre la intelectualidad y la iglesia católica se produjo una extraña coincidencia mediante la cual les extendieron un cheque en blanco a los nuevos revolucionarios latinoamericanos. La febril actividad literaria de aquellos tiempos produjo un movimiento importante en los anales de la literatura a nivel universal; el Realismo Mágico catapultó a la fama la obra de hombres cuyo argumento puso en evidencia los desmanees del casi feudal parroquianismo latinoamericano entre la suciedad y el compadrazgo de la corrupta sociedad castrense ignara e imberbe. Los fuertes impulsos aperturistas de Roma bajo el papado de Juan XXIII y el Concilio Vaticano Segundo crearon el trasfondo para una supuesta nueva actitud de la Iglesia Católica en Latinoamérica y por ese conducto se llegó a la santificación de la curia revolucionaria y guerrillera. EL primer mártir de esa hornada fue el cura colombiano Camilo Torres quien murió en combate de la guerrilla con el ejército de su país, brindando así un poderoso argumento de respaldo a la tesis de otro sacerdote, el peruano Gustavo Gutiérrez, quien sólo meses antes había publicado su libro “Hacia una Teología de la Liberación” que vio la luz en 1971.Todo lo que sobrevino después de lo anterior es también historia  y aunque para los tiempos de Juan Pablo II se tomaron enérgicas medidas en afán de producir cierta rectificación, la curia en Latinoamérica sigue, sobre todo a nivel parroquial, muy vinculada a los afanes populistas.
El tercer elemento de la escenografía revolucionaria en el continente, y el más importante, estuvo –y sigue estando, aunque muchos no lo crean así- en la exportación de los ingredientes para el desaguisado. La ambición castrista de insensata raigambre antinorteamericana rebasó toda predicción posible, le llevó a sacrificar los intereses de su país en función de estructurar un frente común de lucha antiimperialista que no dio resultado. La intentona más conocida fue la protagonizada por Ernesto “Ché” Guevara en Bolivia; la consigna pública: “convertir Los Andes en la Sierra Maestra de América Latina”, los recursos económicos, proporcionados por la extinta Unión Soviética. No habría que ser demasiado brillante para concluir que el actual estado de la nación cubana es principalmente una consecuencia de la malhadada política de despilfarro propagandístico, económico y militar de los comunistas cubanos que encaramados en esa ideología y envueltos en el argumento del “internacionalismo proletario” todo lo lanzaron por la borda, al final y como hasta hoy, siempre es posible culpar a los yanquis y el “bloqueo” de ser  causa de cualquier mal acontecido  y aún por venir. La teoría del “foquismo” alentada por Guevara resultó a la  larga un estrepitoso fracaso y su principal ejecutor, el propio Guevara,  lo pagó con su vida. El mecenas intelectual, Regis Debray, mutó hacia una posición de desentendimiento absoluto con relación al problema, que le ha ganado  el apelativo de traidor entre las “izquierdas irredentas” y el consecuente argumento para  convertirse en un  proscrito de las mismas.
Los dividendos de la lucha revolucionaria debieron ser evaluados en función de los resultados y habría que medirlos en las elevadas cifras de muertes ocasionadas por la intempestiva y anímica descarga, que como orgasmo revolucionario acabó con la vida de cientos de miles en un escenario en que la acción y la reacción fueron forzadas a enfrentarse en el menos recomendable terreno: el de la lucha armada y en el cual ninguno saldría victorioso. El caso de El Salvador es gráfico en éste sentido y aún en el  presupuesto de que los revolucionarios de marras obtuvieran victoria, siempre fue lo suficientemente pírrica para ser trascendente. La supuesta batalla por la soberanía nacional sigue siendo un pendón de uso irracional y coyuntural y el desarrollo económico una quimera inalcanzable diezmada por el olor de la pólvora  y el luto, la frustración y la tragedia.
Sacando nuevamente conclusiones lo estrictamente apropiado es pensar que el éxito de los revolucionarios no es el fin de los problemas de los pueblos y la única manera de paliar los efectos de estos resultados es tratar de argumentar en torno a las amenazas del imperio que sigue siendo un factor decisivo y aplastante según se alega. ¿Hasta cuándo, me pregunto, algunos pueblos de Latinoamérica seguirán centrando la óptica de sus propios problemas y de manera exclusiva, en factores de índole externa?
Si dijéramos que la Historia no cuenta, y que no hay excepciones, pudieran tener cabida algunos juicios de valor; pero lo cierto es que la gestión de países como Chile, Colombia, Brasil, Costa Rica, Panamá, Uruguay y Perú demuestra lo contrario. Es innegable que problemas ancestrales, aún en algunos de esos países limitan sus posibilidades, pero en todos los casos dichos problemas son anteriores  a la validación e inclusión del argumento imperialista y la supuesta necesidad de combatirlo. El indigenismo, los problemas lingüísticos y de comunicación, la insuficiente y famélica política educacional no son el resultado de la omnipresente contradicción; nadie se roba los cerebros, los cerebros se escapan de los áridos escenarios donde no encuentran rédito a su esfuerzo, lo cual es plenamente demostrable y daría pié a otro análisis concluyente. Baste decir que ninguno de los alabarderos del chauvinismo revolucionario les place responder a la pregunta de por qué Costa Rica, país pequeño de sólo cuatro millones de habitantes ha sido un paladín de la democracia en el mismo escenario geográfico donde otros no han podido lograr encontrar la solución a sus propios problemas en medio de una histórica ordalía antinorteamericana.
Es un hecho que cuando los Estados Unidos no eran más que un gran predio rural, ya la América española tenía una historia de varios siglos en la que instituciones educacionales, religiosas y aún políticas, dentro de las limitaciones del ambiente colonial, habían echado raíces. ¿En qué radica entonces el obstinado empeño en hacer creer a muchos que la única causa de todos los problemas de nuestros países está en su relación con los más industrializados? Si decidimos responder esta pregunta fuera de los argumentos de Galeano y sus “Venas Abiertas” el intríngulis del problema no es una supuesta y abusiva relación que siempre está a la mano aún amparada con datos que siempre suelen ser manejables a conveniencia. No pudieran desconocerse entonces las interpretaciones que validen el llevar a cabo una buena administración de los recursos de todo tipo y propiciar el desarrollo hacia adentro, basado en la libertad individual y la libre empresa, y en el hecho de que los gobiernos renuncien al latrocinio y no sean juez y árbitro, sino sólo esto último. Ese es el caso de los países que he citado y una posible respuesta al caso de Costa Rica, tan incómodo para los paladines del antiimperialismo tercermundista.
Constituye una posición muy cómoda jugar al atrincheramiento y descargar responsabilidades propias en terceros y ajenos. Describir la relación norte-sur (como también se ha presentado) como un convite cuasi esclavista de los primeros con respecto a los segundos no es, y no ha sido otra cosa que gobernar desde la demagogia, lo que para algunos y en función de sus propios intereses sí constituye una fórmula para perpetuarse en el poder.
A pesar de todo y si con el rigor político e ideológico bajo los cánones del marxismo-leninismo, sólo ha logrado prevalecer la evidencia debilitada y marchita de Cuba, el problema de América Latina parece enfrentado a una nueva coyuntura donde las alternativas se conducen en algunos casos por vía equivocada. No es predecible cuánto puede prolongarse este subterfugio en su duración; lo único cierto es que allí,  dónde éste preconizado y vacuo socialismo del siglo XXI se entronice, sus resultados no serán otros que la antinomia de lo que se pretende conseguir, al menos por quienes se atrevan a apostar por dicha alternativa. Si en medio de una correlación de fuerzas que dividía el Mundo en dos y supuestamente enfrentaba ambas tendencias bajo argumentaciones políticas disímiles, aquellos que por despecho e incapacidad intrínseca de competir en buena lid perdieron la partida y aún teniendo a su disposición recursos que parecían inagotables, ¿qué puede esperarse de los que desperezando limitaciones seculares hablan de un socialismo que parece más bien una suerte de galimatías sin asideros teóricos reconocibles?
Lo único que me parece claro en toda esta gestión, es que un grupo de personas cuya inflamada y enardecida oratoria, trasmiten a las masas su voluntad de llevarlos al poder, para que una vez alcanzado se perpetúen en él y las manejen a su antojo, no es solución  a ningún problema. Quizás sea erróneo percibir esta gestión como fórmula de acceso a los gobiernos, ya que por esa vía la democracia puede convertirse en un camino para ejercer la tiranía. Los  nuevos mesías del populismo han encontrado un camino para circunvalar la democracia, deben abandonarlo e inclusive, no conseguirlo. Dejarnos arrebatar el más sólido instrumento con que contamos en el ejercicio democrático, el derecho a votar y decidir, sería poner en bandeja de plata a esos señores la cabeza de la democracia, en torno a la cual y a través de sus acciones, tanto desdicen.
América Latina, en  muchos de cuyos territorios se entronizaron dictaduras de derecha o de izquierda, de militares con ansias e ínfulas de gobernar sus países como cuarteles; ha podido superar esos momentos difíciles en la mayoría de los casos y con la sola excepción de Cuba que no puede  y no debe ser ejemplo para nadie, tiene que mirar hacia el futuro siguiendo el derrotero de los países que conforman su vanguardia; así como olvidarse de las tendenciosas confrontaciones que sólo atizan la envidia y menoscaban el espíritu de sus habitantes. Los gobiernos deberán estar llamados a alentar el desarrollo y la explotación de los recursos al interior de sus economías para conseguir la equidad y el respeto del resto del mundo. No hay explicación alguna que no esté motivada por espureas intenciones, capaz de evitar que así sea. Cuando se pongan por delante los intereses nacionales y se llegue a demostrar mediante una gestión política exitosa lo redituable de sus resultados, quedaran en evidencia las intenciones de quienes pretenden ver la paja en el ojo ajeno sin ser capaces de descubrir el lingote en el suyo propio.
Con la definición política que sobrevendrá tras la segunda vuelta electoral en Perú, podrá saberse por donde encontrar el camino más adecuado, además de si  nos asiste la razón en uno u otro sentido. Si bien ese resultado no cambiará la historia descrita, una suerte de elección entre males mortales –al menos hasta hoy- no me ha parecido la mejor forma de encarar el problema y menos para condenar a muerte y por anticipado el destino de una nación que merece algo más que una expresión lapidaria. Como expresó Plinio Apuleyo refiriéndose al comentario de su amigo Mario Vargas Llosa, hubiera sido mejor votar en blanco. Para los que hemos sido víctimas del engaño y que por muchas razones aún no hemos podido conculcar sus efectos,  el crédito a los falsos profetas solo contribuye a la prolongación del engaño como tal. Gozar de libertad no debe permitirnos actuar en su contra.
José A. Arias.

Sunday, May 22, 2011

CUBA Y LA PERSPECTIVA DE LA INMEDIATEZ.
Conversaba recientemente con un amigo sobre los matices que está tomando la situación cubana tras la celebración del VI Congreso del partido comunista en Cuba. Algunas de las ideas y análisis que expondré a continuación matizaron nuestro diálogo y en muchos  aspectos estuvimos de acuerdo.
Las conclusiones que se pueden sacar, que no tienen mucho de novedosas, son las que sin equívoco alguno se han planteado: a saber, que existe una total imposibilidad de que se generen cambios  cualitativamente reales y beneficiosos para la población a corto plazo, aún dentro de los exhaustos cánones prevalecientes en el país.
El otro aspecto evidente resulta la permanencia de las mismas personas en las altas esferas de lo que festinadamente pudiera reconocerse como la “vida política nacional”. Con un promedio de edad de 69 años entre los miembros del comité central y el buró político y, donde los más ancianos ocupan los cargos más importantes, creo que es justo y acertado definir ese gobierno como una gerontocracia –no es la aplicación a priori de un sustantivo- en la cual predomina un “consejo de ancianos”.
El problema resulta que el consejo de ancianos no se ve a sí mismo como sustituible, aunque se sabe que los efectos del almanaque y la biología son inevitables. Es precisamente en ese aspecto donde se puede apreciar algo novedoso en la estrategia a seguir a mediano y largo plazo y que entre este grupo de personas se ve como algo capaz de ser  eternizado.
La observación y el conocimiento de la intríngulis del entramado político-familiar que ha prevalecido en el país durante los últimos 52 años me induce a pensar que si bien Fidel Castro encarnó al caudillo que alguna vez muchos adoraron, los avatares de su ambiguo carácter y su retorcida personalidad no le permitieron ver, y menos crear una posibilidad de sucesión aún entre su propia descendencia. La familia de Castro es a todas luces una familia disfuncional, afectada por las descompensaciones psicológicas que su propio patriarca le ha infringido; que todo el mundo conoce y que no viene al caso evaluar ahora.
En cambio Raúl Castro, cuya oscura vida política a la sombra de su hermano, y eterno segundón en todas las instancias; parece haber invertido una parte importante de su tiempo en crear una agrupación familiar con características muy diferentes a la de su hermano mayor. Digamos que a instancias de un mecanismo compensatorio y de defensa, los hijos del actual “presidente” tienen una preparación intelectual más sólida, han vivido sujetos a una disciplina familiar más loable en términos de las relaciones padre-hijos-hermanos y eso les ha llevado a crear relaciones personales más estables y duraderas. De ahí que los que han logrado integrar la familia Castro-Espín, estén libando a plenitud y sin obstáculos ni riesgos, las “mieles del poder”.
Ya algunos analistas se han percatado del significado que lo anterior puede tener. A saber, los históricos resultan insustituibles mientras el tiempo y sus facultades se lo permitan pero se hayan dentro e incorporados, los sustitutos potenciales que desde posiciones claves y bajo denominativos muy sui generis tratándose de un sistema como el cubano, se encuentran actuando al frente de proyectos económicos, militares e ideológicos. La herencia del poder es lo más importante que estos señores le pueden ofrecer a sus deudos y eso es, precisamente, lo que los cubanos tenemos que evitar. La acción de Raúl Castro es evidente, y no apunta en otro sentido.
Defenestrado (en medio de cierta discreción coyuntural) Abel Prieto, no queda del grupo de individuos con edades que se ubican dentro de generaciones previas, ninguno entre los poderosos que no sea familia de Raúl Castro, que sin vergüenza y en acto de nepotismo gubernamental sin precedentes, ha puesto allí a sus hijos, sus yernos, sus nietos; lo que el mayor de los Castro no pudo lograr parece estarlo logrando su hermano: transferir esa especie de pseudogenética moncadista a los de su propia familia. Esto ha de resultar preocupante y no ha de tomarse como algo vinculado a las argucias y las superficialidades del poder. Corea del Norte y la China post Mao son referentes de muy mal agüero. Sé que la idiosincrasia oriental constituye una real diferencia, pero la nuestra no nos ayuda demasiado. Como he dicho alguna vez, le temo a la festinación de nuestro carácter y a la inmediata y superficial condición de nuestras conclusiones.
Frente al argumento analizado se manifiesta otro de no menor importancia y con el cual se halla relacionado de manera directa. Es hora de que se empiece a encarar el papel de disidentes y opositores más allá de la poca trascendente actividad focalmente apreciable. También en política suelen evidenciarse los efectos de la acción y la reacción y creo que a consecuencia del semisecular control del estado cubano sobre la información y de cierta confusión conceptual que la defensa de los derechos humanos representa, la reacción de quienes acometen su defensa se produce en ocasiones con la evidencia de cierto infantilismo político. En periodismo, por ejemplo, la prueba documental  específica tiene que ser argumento para la crónica pretendida, de no ser así sólo se accede a un rompecabezas en el que siempre faltaran algunas piezas; es ello lo que deja sin respuesta muchas de algunas de las informaciones que solemos recibir.
Todo lo que se ha hecho y se haga dentro de Cuba y que demuestre una manifestación de inconformidad, no es sólo valiente y respetable; también debe ser apoyado. Digamos que ese apoyo tiene que ser directamente proporcional al hostigamiento que el régimen lleva a cabo; pero todo tiene su tiempo y una oposición que se precie de estar organizada –no digo unida- tiene que ir quemando etapas en su desarrollo. Es en éste particular aspecto del problema donde no logro encontrar una respuesta estructurada y consecuente.
Aunque sería muy recomendable que desde la diversidad de criterio que caracteriza el ejercicio de la democracia, se pudiera lograr cierta unidad de acción, no es ni siquiera necesario que así sea. Para mí hay algunas preguntas que aún quedan sin respuesta y cuyas alternativas me gustaría conocer:
¿Por qué al interior de la sociedad y en el  país muchas personas no conocen quiénes son las figuras prominentes de la disidencia y la oposición?
¿Por qué estas personas –los disidentes y opositores- pueden proyectar su imagen al exterior con relativa facilidad y no hacia dentro?
¿Cuáles son los ejemplos concretos a través de los cuales se hace posible explicar a las personas en el país los propósitos que tendría el establecimiento de un sistema democrático?
¿Dónde se evidencia la solidez y la argumentación intelectual y conceptual de los argumentos potencialmente presentables al pueblo cubano que lo motive a pensar diferente?
¿Qué impide que las veinte mil (20 000) personas que refrendaron con su firma el Proyecto Varela salgan a la luz pública y dejen de vivir permanentemente en el anonimato?
¿Cómo sacar del conciliábulo interno y eternamente conspirativo  los argumentos –que pueden resultar contundentes- frente a las sistemáticamente desgastadas versiones ofrecidas en las diferentes instancias oficiales?
Si bien es bueno graficar la acción pintando consignas en muros o llevando a cabo riesgosas protestas, me parece que pudiera ser bien sensible actuar a partir de los subterfugios demagógicos gubernamentales dados a conocer en la propia prensa  en cientos de cartas, quejas y denuncias; no para rebasar la cantidad de lo cuantitativa y cualitativamente publicable  por los amanuenses cubanos al servicio del gobierno. Allí está la semilla de la inconformidad que debe hacerse prosperar y sería bueno que los disidentes se dedicaran a registrar las direcciones de quienes remiten esas quejas para demostrarles la imposibilidad intrínseca de resolverlas a partir de la gestión de un gobierno ineficaz.
 Si algo es real en un país como Cuba es eso de que allí todo es política, en consecuencia llegar a la demostración de la ineficacia de este corolario, no sólo es posible sino también factible. Pido excusas y ofrezco mis respetos a los que piensen diferente, pero estoy convencido de que esa labor que no genera tanta imagen y que suele tener lugar donde no puede apreciarse es, sin embargo, la más importante. Allí pudiera estar la respuesta al por qué no hay asonadas populares en Cuba y a algunas de las preguntas que ya esbocé. El argumento del terror gubernamental que se conoce, está siempre muy a mano y es real, pero no es posible catapultarlo a la omnipresencia; eso es precisamente lo que quieren los que por su intermedio se representan y benefician.
Ha llegado el momento de deslindar los campos y de saber cuántos y cuan fuertes son ellos para poder evaluar en qué y en dónde radican nuestras posibilidades reales de superarlos. Creo que sin la inclusión del argumento ideológico, nuestra batalla no debe ser de ideas, pero si contra la ideología que bajo el disfraz de las ideas se convierte en instrumento de la mentira y la demagogia. Si no resulta posible entender y superar los errores, no sólo estaremos aceptando la superioridad del enemigo sino también nuestra propia incapacidad aún en el plano del intelecto para contribuir involuntariamente a que los herederos del castrismo tengan la posibilidad de convertir en sus víctimas a sus propios coetáneos.
José A. Arias.

Sunday, May 15, 2011

Este es el tercer trabajo que prometí publicar como parte de la trilogía anunciada, fue escrito en Noviembre del 2008, sin embargo, creo que sigue manteniendo gran vigencia y como argumento educativo y aleccionador me parece adecuado someterlo a juicio de los interesados y los que deseen entender mejor el por qué de las cosas. Muchas gracias, José A. Arias.

CUBA 50 AÑOS DESPUES: ARGUMENTOS PARA UN BALANCE.
Pensar en razones válidas para que un proceso político de medio siglo pueda justificarse es imposible. Ya los cubanos, dentro o fuera de la Isla, nos acercamos al límite de un desagradable aniversario que nos anatematiza y nos aleja de cualquier verosímil y democrático esquema. Atisbando el panorama político mundial habría que colegir que nuevamente somos protagonistas de un argumento nada envidiable. Esa y no otra es la realidad a que debemos enfrentarnos.
Se impone entonces que tratemos de explicarnos el por qué de semejante situación. A mi modo de ver existen diversas razones tratándose de procesos políticos de trascendencia social imperecedera en el orden de lo negativo. Las primeras están indisolublemente vinculadas a la historia misma de los diferentes casos, luego se van sumando factores de orden sociológico, psicológico, geopolítico y moral que en su conjunto determinan el resultado vigente.
Lo que sí está probado es que no son posibles “aportes” más allá del trasfondo de la dialéctica práctica y no tendenciosa que se nos presenten como ideas novedosas encaminadas a pautar el camino de la democracia como conjunto de manifestaciones que le sirven de respaldo a un sistema político. El colorario de esta tesis durante el siglo XX, fue el enfrentamiento de los “ismos” de diferente signo político versus el statu quo representado en las tendencias vigentes hasta entonces, y a las que se había llegado, no sin los vagidos ineludibles, de una manera lógica y proporcionada. El fascismo y el socialismo perdieron la batalla, convirtiendo a sus elementos exponenciales en parte de un pasado que si se menciona es sólo para acentuar la convicción de que resulta irrepetible.
Cualquiera que aborde la temática anterior y cuyas intenciones no estén bajo la influencia de la parcialidad a priori, tendrá que convenir que el experimento cubano, así como otros en moda bajo disímiles y extemporáneas denominaciones, no son otra cosa que la intentona de hacer prevalecer modelos retrógrados y de absoluta inviabilidad. El trasfondo político y filosófico de la centuria anterior, dejó fuera a todos los representantes del totalitarismo a la derecha o a la izquierda, según quedó consignado para sus protagonistas en las antípodas del fenómeno.
No es excepcional, sin embargo, que en diferentes instancias existan defensores de los argumentos menos viables. Hay siempre y por razones de la desinformación –en la mayor parte de los casos es así- quienes preconizan que la razón está del lado de la tozudez. Otros, por una inspiración casi romántica, confunden el liberalismo con actitudes que en nada le son atribuibles, para de ese modo hacer el caldo grueso a totalitarios y retrógrados validando el presupuesto de que los extremos se tocan.
La actual situación cubana enfrentada a este análisis, no evidencia ningún argumento que la justifique si se nos presenta como la respuesta única y colosal frente a una coyuntura histórica determinada que pretendió defender lo injustificable. Según la lógica histórica, tal y como debió haber sucedido, la razón y la experiencia constituyen la base del actuar en política; quienes excluyen premeditadamente ambos elementos se convierten en propulsores de una tautología, basada en el empirismo total de la sinrazón.
A pesar de las difíciles circunstancias, no ha de pensarse que la exposición de las ideas anteriores, deben inducirnos a creer en el fatalismo como la brújula del derrotero a seguir. Después de medio siglo transcurrido el balance de la nación cubana es de saldo negativo. Cualquier otro argumento es tendencioso y, en virtud debemos comenzar a transitar por el camino de la rectificación, que por añadidura nos eviten a los cubanos nuevos y más onerosos records en el ámbito cronológico, tendríamos que estar convencidos de nuestras limitaciones y aceptar el correspondiente grado de responsabilidad en los errores cometidos.
Consistentemente con un análisis amplio y genérico a través del concurso de la inteligencia y la validez de las ideas; no deben nunca más ser prioritarios los paroxismos chauvinistas que nos han caracterizado. A consecuencia del carácter sanguino de nuestra idiosincrasia, así como de la infausta manera de hacer y decir, se ha conculcado y empeñado el destino de varias generaciones. Cincuenta años después de haber cometido un grave error aún nos enfrentamos a la imperiosa necesidad de subsanarlo.

José A. Arias.

Friday, May 13, 2011

LO  NUEVO, LO MISMO Y LO DIFERENTE.
José Antonio Arias.-
Como una andanada realmente sorprendente, comienzan a llegar informaciones sobre las ingentes y novedosas polémicas que entre amigos se establecen dentro de Cuba. Siempre hay un denominador común; el punto de partida es una crítica “honesta y constructiva que se hace desde posiciones revolucionarias”. Esto me recuerda el epitafio castrista espetado por el comandante en la clausura de aquel llamado congreso de educación y cultura en que se sepultó la posibilidad más remota de una crítica real bajo la frase:”dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.
Los periodistas revolucionarios, gentiles burócratas de tiempos y togas superadas por la historia y de lo cual parecen no haberse enterado, insisten en hallar senderos de entendimiento que puedan catapultar a planos estelares las viejas y amañadas consignas revolucionarias, algunos se enfrascan en discusiones académicas que también recuerdan los heroicos tiempos de las ententes internacionalistas patrocinadas por la URSS y el bloque comunista del este. A pesar de todo nuestros colegas, mejor que nadie, saben los destinos que tuvieron la revista Pensamiento Crítico, el Caimán Barbudo y mucho más recientemente el CELA –esto se lo pueden preguntar a algunos de sus ex integrantes que hoy están entre nosotros- cuando las inspiraciones neo marxistas de Max Webber o los afanes solidarios de Sartre y la Bouvier se dejaron escuchar en Cuba con la incauta anuencia del comandante.
Vamos a dejarnos de cuento y vayamos al grano. Las discusiones académicas en Cuba en lo tocante a temas que puedan afectar el desenvolvimiento de la vida política, y que allí no es tal, no son otra cosa que un ejercicio en el vacío, siempre y cuando estén patrocinadas y se desenvuelvan entre personas que se identifican con la revolución. Si se acepta que la Revolución es Fidel, porque ese fenómeno así denominado es de su autoría plena en el caso cubano y debe resultar inalterable en tanto es un modelo avalado por la perfección de su creador; ninguna crítica desde adentro hecha por alguien que se autodenomine como revolucionario es válida. Se trata de una conclusión lógica y ajena a todo afán nihilista en el plano filosófico.
Hasta aquí queda referido lo mismo; toca ahora referirnos a lo nuevo. El cambio de mentalidad y su proyección paulatina, tiene mucho de generacional y aunque los infaustos jerarcas encaramados sobre una historia que no les pertenece del todo, se empeñan en secuestrar también el futuro, el relevo generacional se encarga de encontrar su nicho en esa misma historia. Los avatares tecnológicos se ponen de su parte, la tecnología y la edad no suelen ir de la mano y al viejo estilo, siempre fallido además, no le es grato saber que hoy es posible romper las barreras de la incomunicación. Ese fenómeno de los blogs que permite la libre expresión, los sitios sociales de la internet, la velocidad de traslación de la información que mediante una imagen –que continúa valiendo más que mil palabras- convalida la sensatez de lo que se dice a hurtadillas y reduce la savia tremendista de las consignas, pone en vilo la validez de cualquier reflexión que solo produce dudas porque se ancla en el pasado que ha provocado la catástrofe de hoy.
Lo nuevo es interesante porque es, a mi manera de ver, el futuro que no podrán evitar quienes ahora solo se entretienen en combatir, sin mucho éxito además, las rémoras de la biología, porque nadie es eterno y menos las ideas, cuya validez cacareada no ha podido ser reconocida a través de la praxis de los neo marxistas cuya voluminosa obra no condujo a ninguna parte. Sin dudas lo diferente es lo que viene en camino: mientras no se establezca la comunicación con los implicados en la temática socio-política, no habrá nada nuevo que decir. Lo que se diga y se haga de ahora en adelante, tiene que convertirse en colorario para nuevas tesis; el pasado no es el capitalismo fustigado sino mas bien el socialismo fracasado. Habrá entonces que hablar con los autores y protagonistas de la historia en su propio lenguaje, porque hablar para los dioses nunca es de verdaderos sabios.
EL RELEVO GENERACIONAL: LA BATALLA MAS DIFICIL DEL CASTRISMO

A los que somos historiadores de oficio, nos resulta impracticable el ejercicio de una crónica más afín con el estilo periodístico. Comúnmente solemos establecer relaciones que nos permiten explicar diáfanamente los argumentos que sirvan de base a nuestra tesis.

Pienso que en el momento actual el enemigo principal del castrismo son sus propias figuras representativas y la empecinada manera en que tratan de hacer valer el ejercicio de su criterio acerca de cómo mantener el gobierno de la Isla. Simple y sucintamente manifestada, esa pudiera ser la idea que da contenido a éste trabajo.

Vendría al caso exponer algunos argumentos de carácter histórico antes de arribar a la conclusión final. Junto al envejecimiento cronológico de los que aún detentan el poder en Cuba, también se ha producido el de las generaciones que fueron testigo de su advenimiento al mismo; algunos fueron sus simpatizantes, otros no tanto y los menos; visionarios, fueron desde siempre sus opositores. De lo que nadie puede desentenderse es del paso de los años.

Desde luego que en condiciones normales, digamos las de países que han vivido en democracia, el vínculo entre gobierno y pueblo se da a otro nivel muy diferente de comunicación; queda implícito en la relación entre gobernantes y gobernados. No es casual que donde el ejercicio de la tiranía hubo de arraigarse, e independientemente de su signo político, se haya producido un hiato notable entre las formas de ejercer el poder y los efectos entre los receptores de ese ejercicio.

La evidencia mas notable del siglo XX tomó cuerpo en el establecimiento del bloque soviético tras haber finalizado la segunda guerra mundial. Un grupo de países con una tradición histórica más o menos trascendente, amén de diferentes niveles de desarrollo económico y cultural, metidos en el saco del sovietismo estalinista. El resultado; un desbordamiento de insuperables contradicciones incapaces de acerar los pies de un gigante que siempre fueron de barro.

No es mi objetivo hacer la crónica  en detalle de una conocida catástrofe filosófico-política de uno de los fracasados “ismos” del pasado siglo. Se trata de poner en contexto la vida de un pequeño país que aún hoy sigue padeciendo los efectos de la turbulencia del extinto sistema socialista. También de cierto modo, de alertar -si aún esto es posible- a los que se empeñan en vivir de espaldas a la Historia.

En la receta del fracaso no es dable dejar de lado los efectos de tiranías de derecha que sin desentenderse de los mecanismos de producción basados en las relaciones capitalistas, no dejaron de anquilosar a sus pueblos poniendo freno a su desarrollo mediante el uso del corsé político de las ideologías. Debe entonces quedar claro que las bitácoras impuestas y basadas en el desconocimiento absoluto de los intereses de las mayorías han sido, son y serán un argumento para el fracaso.

Resulta obvio que si aplicamos la referida receta al caso cubano, encontraremos todos los ingredientes de uno de los desaguisados mas indiscutibles de la historia reciente de América Latina. Un concepto de “democracia socialista” aun muy lejano de ciertos casos vinculados al proceso vivido en algunos de los países del desaparecido bloque de Europa oriental; un gobierno unilateralmente ejercido durante medio siglo por la misma persona, el absoluto irrespeto a los derechos humanos, la falta de información y comunicación con el mundo exterior y la existencia de un demagógico procedimiento que agota sus recursos y se desarma frente al paso del tiempo.

Frente a semejantes evidencias tenemos hoy una situación cambiante. Todo lo que tiene que ver con la acción de los extemporáneos gobernantes es, en el mejor de los casos, agua que se vierte en una canasta; en el peor y para los que pretenden perpetuarse, la antítesis de sus propósitos. A la tiranía y quienes la ejercen se les teme, no se les respeta, se les lee pero no se les entiende, los jerarcas pretenden gobernar al país como si fuera un predio militarizado, pero se olvidan que, como espetó Martí a Gómez en conocida cita, no se funda una república como se manda un campamento.

Que gran dolor de cabeza para los ejecutores de la centralización este Mundo moderno lleno de avatares tecnológicos que le amargan la vida a los tiranos. Por eso se declaran enemigos del Internet y el desarrollo de las comunicaciones y cuando las incapturables señales de la comunicación les impiden el bloqueo mental de los que padecen su despotismo, suelen ponerse furiosos. De no ser así, ¿Por qué la aplicación de un decreto contra el uso de Internet por parte de cubanos en los hoteles en los que este servicio se brinda a extranjeros?

Ahora evidencian una marcada inquietud por el auge del fenómeno “blog”. Quieren, como de costumbre convertir a Yoani Sánchez y su “Generación Y” en un instrumento financiado por el enemigo y al servicio de éste. Las “reflexiones” del “compañero” han comenzado a publicarse en un nuevo blog de “Cubadebate” además de la página web, de esa entidad, donde ya aparecían. Estaría por verse si las opiniones contrarias (que sólo serían leídas en el exterior) serán mostradas. Es predecible que la soberbia del autor, lo hará imposible. Volveremos a ver, sin embargo, las innumerables “muestras de apoyo” a lo injustificable. Amplificados fantasmas en la red se convertirán en voceros del culto al pasado.

Me resulta obligada necesidad expresar que el fenómeno generacional, aunque de vital importancia al interior de Cuba, también tiene acción y evidencia entre los que nos declaramos opositores a ese régimen. Debemos y tenemos que entender nuestro papel, cuya importancia radica en  la comprensión que tengamos de la singularidad de las circunstancias que hoy convierten al gobierno cubano en su principal enemigo. Si pensamos que acaparar el predominio protagónico en las actuales circunstancias es lo adecuado, no haríamos otra cosa que desplazar el centro de la actividad principal del neurálgico vórtice de la problemática situación  a que se enfrenta la gerontocrática camarilla que desgobierna al país. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Tenemos que influir, educar, hacer partícipes a todos de nuestra experiencia de vida; pero a la vez dejar que quienes entienden el presente basado en el diapasón de su propia experiencia, sigan pulsando para someter al castrismo a la batalla mas difícil a la que ha tenido que enfrentarse. Eso, sin pretensiones, sería apostar por el futuro.

José A. Arias
05-08-09.       

  




Wednesday, May 11, 2011

A MANERA DE INFORMACION.

En los dias que siguen estaré publicando algunos trabajos que ya fueron difundidos hace algún tiempo a través de diferentes medios. En torno a una misma temática; en ellos se evidencia una unidad de contenido que según creo es muy afín a la situación actual de Cuba. Pienso que su vigencia hace irrepetible cualquier otra argumentación al respecto. Los títulos de los artículos -todos de fondo- son los siguientes:

1.-CUBA 50 AÑOS DESPUES: ARGUMENTOS PARA UN BALANCE.
2.-EL RELEVO GENERACIONAL: LA BATALLA MAS DIFICIL DEL CASTRISMO.
3.-LO NUEVO, LO MISMO Y LO DIFERENTE.

Estimo en fin, que pueden resultar ilustrativos y educativos en relación con el tema que nos obliga. Se que en la medida del interés de los lectores, radica la paciencia de hacerme el honor de su lectura. Gracias,
José A. Arias.

Tuesday, May 10, 2011

LA MUERTE DE BIN LADEN Y LOS QUE REALMENTE QUIEREN OCULTAR LA VERDAD

La noticia en sí, harto comentada, no deja muchas posibilidades a más especulaciones que las realizadas por los medios ávidos de crear a partir de una información trascendental un argumento de consumo que incluye desde el punto de vista periodístico, todos los ingredientes capaces de alborotar el avispero.Los comandos SEAL de la Armada Norteamericana, ajusticiaron a Bin Laden en su madriguera Pakistaní: El argumento central de la información es, sin dudas, digno del tratamiento que se le ha dado, sobre todo si se tiene en cuenta que se trataba del enemigo público número uno de la humanidad. ¿O es qué acaso pudiera entenderse de otro modo?.

Hoy Al Qaeda ha aceptado, mediante un comunicado en la red, la desaparición física de Bin Laden; creo que eso sea suficiente para que los apasionados defensores de lo indefendible paren de hacer absurdas conjeturas sobre la veracidad de los hechos. Es inevitable que amparados en la libertad de expresión, muchos se atrevan a decir en contra de los Estados Unidos y del presidente Obama, lo que no le permiten decir a otros en lugares en donde ni siquiera la población tiene libre acceso a medios como el Internet:. Ya estoy acostumbrado, los inefables gendarmes del verbo sórdido, amañado y torcido no paran mientes en ofrecer versiones basadas en teorías conspirativas que no soportan el más mínimo análisis con visos de seriedad. En virtud de que no merece la pena, no quiero someter a quien esto lea a la tortuosa prueba que la diatriba ideológica representa, máxime si se manifiesta bajo la presencia de una absoluta carencia de calidad linguística y gramatical.

Osama Bin Laden "yace junto a los peces en el fondo del mar" -recuerdan aquella escena de El Padrino I- creo que Al Zawajiri -el segundo al mando- debe haber recibido la noticia con cierta resignación. Ahora vendrán las amenazas, las medidas precautorias y, si acaso, la revancha de los terroristas. Para los que hablan de paz mientras viven en guerra, y critican el premio Nobel que la Academia Sueca concedió a Obama es meritorio recordarles que lo sucedido es un hecho, el más relevante hasta ahora acontecido, en la guerra contra el terrorismo y peor para ellos si no lo entienden de ese modo.

Me parece que en circunstancias como ésta, cuando los que se quejan desbarran es sólo porque les duele y sus opiniones son una incontrastable evidencia de su impotencia. Me resulta simpático, no obstante, que "el reflexivo anciano", se atreva ahora a decir que Bin Laden fue en su tiempo un engendro de la CIA en Afganistán, cuando los soviéticos se enfrascaron en su guerra contra ese país, guerra cuyas "pretensiones imperialistas" nunca se evidenciaron cuando Cuba era un satélite de la URSS  y desde tiempos muy remotos se aupaban en el territorio insular entidades como la OSPAAAl -Organización de Solidaridad para los pueblos de Asia, África y América Latina- nacida al calor de la Conferencia Tricontinental y se impulsaban acciones de toda índole para derrotar a los "imperialistas".

El pueblo norteamericano sabe como evidenciar su patriotismo, que no está basado en el chauvinismo, la demagogia o el burdo populismo, ni en el imperio de ideologías malsanas y ortodoxas; nadie tiene que hacer sentir culpables a los estadounidenses porque su gobierno haya ejercido la justicia y la aplicara a su enemigo en el marco de una guerra que los terroristas musulmanes -los yihadistas wasabíes- comenzaron con el propósito de lacerar su existencia como nación.  Lo demás son sólo vagidos, evidencia palmaria de una frustración sin cuento.

José A. Arias