Tuesday, August 21, 2012

LA CRÍTICA HUECA.



Esteban Morales Domínguez en entrevista recientemente concedida.
A pesar del tiempo que llevo fuera de mi país, Cuba, y no solo porque me interesa; sino también porque me preocupa, trato de mantenerme informado y actualizado (en lo que me resulta posible) de lo que allí sucede. La mayor parte de las veces las fuentes de información son escritas, en otras –situación de privilegio- son directas y personales y me permiten hacerme una idea más exacta de cómo van las cosas.
Es evidente que el silencio no es el marco del quehacer cotidiano de los que se acuestan y se levantan pensando en una situación de por si, demasiado prolongada para ser tan incoherente y ello ha dado lugar a que la crítica y lo que se le parece, se estén manifestando a todos los niveles de la población. Por supuesto, cada cual encara eso que allí llaman “crítica” en relación con su nivel de interpretación de la realidad.
Digamos que la situación del cubano de la calle lo enfrenta a una experiencia cotidiana que lo convierte en el vector de las críticas inmediatas de los estímulos sociales negativos, los que sin dejar de ser parte del costumbrismo revolucionario, tampoco son rémoras, por pertinaces, evitables. ¿Cómo desentenderse de las colas, la falta de transporte, las penurias del racionamiento, la mala calidad de los servicios, la falta de higiene, la inmovilidad regional, el peso de las regulaciones que el estado impone, los niveles de inflación, la dualidad monetaria, y un sinfín de problemas? Tratando de encontrar un asidero que conduzca a una respuesta, nace la crítica que tiene un carácter inmediato y hasta fluido, esa que se ve en “Las Cartas del Lector” y entre las secciones de los órganos de prensa nacionales las que a pesar de su simpleza e inmediatez, tampoco tienen respuesta.
Es el tipo de relación crítica a la que bien encaja aquella sabia frase de Virgilio Piñera, cuando expresó: “si Kafka hubiese vivido en Cuba habría sido un escritor costumbrista” Sabido es que a pesar del tiempo que se le dedica, de las tareas asignadas a los voceros y del énfasis que ellos ponen en hacer su trabajo y de haber escuchado, vaya sarcasmo, que la prensa es repetitiva, aburrida, intrascendente y hasta meliflua y poco creativa; quienes piensan en varias direcciones aunque sólo se manifiesten en una, saben de la imposibilidad de que esa crítica deje de ser vacua. Al fin y al cabo, por mucho contenido “ideológico y revolucionario” que sirva de marco a esta especie de ejercicio en el vacío, para muchos representa la manera de ganarse los frijoles. Para otros, los menos, esta actividad constituye algo más. Los cubanos saben perfectamente de quienes y de qué se trata; algún viaje, gozar de cierta popularidad y el solaz que todo ello representa cuando nadie observa y se hace posible entrar en una especie de contacto clandestino y adictivo con el “enemigo”
Pero hay otro "nivel de crítica” que me interesa mucho más. Entre intelectuales se a puesto de moda aparentar que se está agarrando al toro por los cuernos y, amparados en entelequias como eso que se repite acerca de la “actualización del modelo” y no sólo en cuestiones relacionadas con la economía y en donde sin dudas, comienza la cuestión; muchos se han abanderado con la identificación y exposición de problemas hasta ahora no resueltos. Mi refutación no va aquí por los cauces de la discusión filosófica, inclusiva de argumentos a los que ya me he referido en otras ocasiones; va al grano, y en función de observar con un sentido lógico algo que se me ocurre denominar como crítica hueca.
Utilizando esa lógica elemental y comprensible, meridianamente clara, disparada al centro de las circunstancias prevalecientes; la crítica no es tal cuando no tiene consecuencias fuera del marco de lo establecido: en ese sentido cuando no tiene espacio, no traslada su epicentro a una funcionalidad a través de medios de expresión –comunicación- que permitan mover el debate a donde es estrictamente necesario y casi de una manera didáctica y pedagógica exponer sus objetivos, fines, y proponer resultados; el proceso se traba  -como acotan algunos de los “ejecutores más preclaros”- y se convierte en debate intrascendente. Sobre el particular, los propios expositores se quejan de la falta de “eco” y de la “no respuesta”
Algunos llegan a decir que no se hace entendible la imposibilidad de criticar al Partido Comunista aunque no dejan de agregar el complemento de que constituye el “principal elemento rector de la sociedad” y me pregunto: ¿pueden realmente desconocer quienes así se expresan que, donde no hay competitividad argumental –ya que es imposible hablar de competitividad ideológica- pueden llegarse a obtener resultados allende la inercia? No habría que tener un discurso demasiado sofisticado para dar una respuesta, y es por ello que la crítica cuando se le bautiza como revolucionaria, combativa, responsable, señera y toda esa gama de adjetivos que nada tienen que ver con ella y menos en un contexto como el cubano, nunca dejará de ser una crítica hueca.
Pudiera graficar la idea con muchos ejemplos fuera del contexto cubano, pero en todos los casos (Brasil y el problema de la corrupción a niveles gubernamentales en que la gestión del PT y de sus presidentes –Lula o ahora la señora Rouseff ha sido evidenciada y puesta en tela de juicio, Colombia y la querella entre uribistas y santistas dentro del propio partido de la “U” y ¡hasta en Venezuela! con el desenvolvimiento de las campañas entre Chávez y su contrincante Capriles) rebotan de los medios a la opinión popular, a través de los canales de comunicación, solo porque el control de los mismos no constituye un monopolio del estado.

En Cuba ese mismo partido que se quiere criticar para, según se alega: “respetar la opinión del otro aunque esté equivocada”, está representado por  el presidente, la Asamblea Nacional del Poder Popular, el sindicato único y oficialista y se desgaja de un credo cuya santificación quedó manifestada cuando a propuesta del “máximo líder” se declaró irreversible el carácter del socialismo cubano -y sin posibilidad de ser puesto en evidencia- agrego; porque desde el poder es y se considera a sí mismo perfecto.

Payá, que trató de hacerlo en su momento utilizando lo que él entendía como posibles subterfugios y resquicios dentro de la constitución socialista de 1976, ahora, como en aquella imagen recreada por la genialidad de Coppola en El Padrino y en la que en clave irrestricta de la mafia siciliana, Lucca Brazzi, recibe los peces envueltos en papel de estraza y un mensaje de advertencia en el que se leía: todo el que se interponga irá a parar, junto a los peces al fondo del mar;  donde “yace” hoy, es la evidencia. Parece cruel, pero es real y único resultado ostensible para los que se han atrevido a encarar la crítica con visos de cierto y creíble rigor y pensando en los resultados que debe acarrear cuando se inculpa a los verdaderos responsables de lo mal hecho y no se produce desde el poder y por sus representantes; a los que siempre se les hace muy fácil encontrar chivos expiatorios capaces de “embriagarse con las mieles del poder”; y que de alguna manera tampoco se  han salvado de ir a parar “con los peces al fondo del mar”  
Algo que a mi juicio, culposamente o no, parece estar confundiéndose actualmente en Cuba; es el hecho de poner a un mismo nivel la discusión, la supuesta alternativa de ejercer la crítica y la gestión del gobierno desde sus mono formes y verticales instancias. A pesar de todo lo que pueda decirse, ese gobierno sigue siendo el mismo, atemperado por una avasalladora voluntad de equiparar los intereses populares y lo que es peor, los de la nación; con sus propios intereses. No importa el apelativo a que se acuda, nunca veremos gozar de espacio –ni siquiera la iglesia ha podido conseguirlo, y eso ya es mucho decir después de dos visitas papales a la Isla- ni en los medios televisivos, la prensa escrita o cualquier otro canal de comunicación social exponiendo un criterio alternativo. Si la esencia no es la evidencia de lo aceptable, la crítica no ha lugar y es esa la razón por la cual se mimetiza, se diluye y termina convirtiéndose en óbice de complicidad y abyección con relación "al enemigo" Así, los críticos van con su música a otra parte, o se convierten en víctimas de su “confusión ideológica”, hacen mutis y desaparecen de la escena.
Tampoco puede ser un argumento demasiado relevante el hecho de que desde los fueros de la mentalidad creativa de los intelectuales, se haga literatura,  cine, se escriban ensayos, monografías, artículos para alguna que otra publicación especializada, se expongan conferencias con propósitos docentes y académicos y que de alguna forma sean todas estas manifestaciones referidas, contentivas de un mensaje subliminal capaz –como ha sucedido y sucede en ocasiones- de propender a una crítica más cabal y consecuente del medio social y político; todo ello queda siempre dentro del mundo oficialista, artificialmente construido e impuesto y donde ese monstruo que habita en todas las sociedades totalitarias (insisto, en todas) llamado censura es, como en la granja orwelliana, una inevitable sombra de todos y de todo.
Hace un tiempo escribí un trabajo sobre lo que denominé “apología de la justificación” en él elaboré lo único que me queda por decir en esta ocasión: a saber lo relacionado con ese saco roto en que caben todas las acusaciones de culpabilidad con respecto a quienes se permiten el lujo de pensar y criticar –de verdad- por la imposible acción de comulgar con ruedas de carretón. Ya nuestros problemas nacionales no tienen que ver con la “batalla de ideas”, “la guerra total y de todo el pueblo contra el imperialismo”, el “bloqueo/embargo” y todos esos pretextos que tendenciosamente se arguyen. Si quienes se cuestionan los problemas reales de la nación cubana desde una perspectiva de seriedad y sinceridades mínimas quieren encontrar respuestas y soluciones, la única alternativa válida es la democracia fuera de los cánones del totalitarismo ideológico y el estalinismo aún prevalecientes. Así de sencillo, luego vendrán otras etapas en que de seguro no habrán de faltar muchos, dispuestos a ejercer la crítica entre los que ahora no la ejercen, o lo hacen limitada y contemporizadoramente.
Se habla del auge y la entronización de la corrupción a todos los niveles; aún el gobierno reconoce las implicaciones, para ellos negativas, de estos problemas. Al interior de la sociedad constituyen lacras que acarrean laceraciones cuyas consecuencias no son fáciles de eliminar a corto plazo. ¿En medio y a consecuencia de que circunstancias se han producido? ¿No es el modelo cubano,  según sus dirigentes y voceros, un arquetipo de moralidad y consecuentes virtudes en la comunicación que se establece entre ellos y la población? Siempre, y en medio de una cacofonía ideológica demasiado reiterada se trata de acudir a la justificación al abordar la creciente proliferación de estos males, atribuyéndole causas foráneas. Si se alega que con los instrumentos alentados desde el poder es posible conjurar y erradicar los mismos, ¿no constituye una contradicción evidente su incidencia –muy gravemente y por añadidura- con respecto al discurso triunfalista y antiimperialista? Las respuestas existen y muchos las conocen y a no ser que sean capaces de demostrarme otra cosa quienes se dicen “al pié de la obra” sigo pensando que; o prefieren callarse, o continuar maquillando la verdad. En ambos casos la solución del problema no es perceptible ni a corto o mediano plazo. Mientras, seguiré como hasta ahora, alimentando mis propias convicciones –ya expuestas- en la observancia de los “profundos y argumentativos” debates que se verifican para seguir generando la crítica hueca. En fin, no estoy “al pié de obra”, aunque me reservo el derecho de opinar.
José A. Arias Frá



     


Wednesday, August 15, 2012

LA DISCRIMINACIÓN RACIAL ES UN "COMBUSTIBLE PELIGROSO" Pablo Pascual Méndez Piña.


La discriminación racial es un “combustible peligroso”

Miércoles, Agosto 15, 2012 | Por Pablo Pascual Méndez Piña

Juan Antonio Madrazo - Foto de Pablo Mendez

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Juan Antonio Madrazo, de 42 años, licenciado en administración de empresas, da la bienvenida a Cubanet en su cuartel general de la calle 23, entre C y D, en el Vedado habanero. En la sala permanecen colgadas fotografías de Antonio Maceo, Celia Cruz, el Duque Hernández, Teófilo Stevenson, Carlos Acosta, entre otras celebridades cubanas afro descendientes. Tras degustar un exquisito café -brindado por su mamá-, salimos a la terraza donde observamos el ir y venir de los transeúntes y la mescolanza socio racial de los nacionales.

Cubanet: ¿Según las estadísticas oficiales, qué porciento de ciudadanos negros hay en Cuba?

Juan Antonio Madrazo: Un 10%.

CN: ¿Cifra cuestionable?

JAM: Claro. Los primeros en cuestionarla son los propios cubanos. Cuando te montas en una guagua o caminas por las calles, te das cuenta de la superioridad numérica de los afro descendientes. Es cierto que hay ciudades con más población blanca, pero también existen asentamientos con una relación aritmética contraria. Ejemplifico que el antropólogo Juan Alvarado fue uno de los primeros en poner en entredicho las estadísticas oficiales -las verdaderas cifras son “secreto de estado”-. Incluso, tenemos informaciones de especialistas del Instituto Cubano de Genética, quienes manifestaron estar en descuerdo con los números arrojados por los censos de población y vivienda, afirmando que al menos 60% de cubanos son afro descendientes. Enfáticamente te aseguro que el gobierno ejerce presiones sobre todos aquellos intelectuales que impulsan un debate nacional sobre la demografía afro descendiente, destacándose entre ellos: el bibliotecólogo Tomás Fernández Robaina, el ensayista Roberto Zurbano, quien en la actualidad preside el fondo literario de Casas de las Américas, y la investigadora Inés María Martíatu, por cierto, más reconocida en el extranjero que en Cuba. También, desde 1986, en los congresos de la UNEAC se han disputado estos cuestionamientos raciales, pero el régimen se las arregla para silenciar las demandas del anhelado debate nacional.

CN: ¿Por qué el gobierno oculta las verdaderas cifras de nuestra composición étnica?

JAM: Por intereses políticos. Hay que desandar la historia, cuando, en 1962, José F. Carneado, entonces ejecutivo ideológico del Partido Unido de la Revolución Socialista, certificó públicamente que la discriminación racial fue erradicaba por decreto revolucionario, y a los afrocubanos -considerados “una minoría étnica”- se les confería el derecho a la igualdad. Paralelamente comenzó el discurso -o mejor dicho, el “chantaje emocional”- de que los negros se convirtieron en personas gracias a la revolución, que estudiarían y trabajarían amparados por ese Olimpo de deidades blancas que los liberó del yugo opresor, debiéndoles lealtad y agradecimiento sin límites. Desde entonces, el afrocubano sería la punta de lanza, o la carne de cañón para defender la revolución, por considerársele el sector poblacional “más beneficiado”. Las manipulaciones fueron denunciadas desde el principio por intelectuales de la talla de Carlos Moore, Juan René Betancourt, Iván Cesar Martínez y Juan Benemelis, quienes tuvieron que exiliarse, y son satanizados con vehemencia por las corrientes procastristas.

CN: ¿Qué cantidad de afrocubanos milita en las filas del partido comunista?

JAM: La cifra es considerable.

CN: ¿Y la representación en las altas esferas del partido y el gobierno?

JAM: Totalmente cosmética, pocos escaños de los máximos dirigentes del régimen están ocupados por negros. Ejemplifico que en el MINFAR y MININT, no hay viceministros ni generales de cuerpo de ejército negros. Creo que en las fuerzas armadas sólo hay dos generales de división. Se ha comprobado que la máxima graduación a la que ascienden los oficiales negros es a la de general de brigada. Las campañas internacionalistas de Angola y Etiopía -utilizadas para enmascarar el perfil discriminatorio del régimen- produjeron pocos oficiales negros de alta graduación; por ejemplo, el fallecido general de brigada Víctor Schuhe Colás, quien fuera el más brillante estratega del frente norte en Angola, ni siquiera fue ascendido a general de división póstumamente. Académicos soviéticos detectaron desequilibrios raciales en la élite gubernamental cubana, y gracias a esas conclusiones, elevaron al politburó a Esteban Lazo, un apparatchik, sin bagaje revolucionario. También es ínfima la representación de embajadores afrocubanos acreditados en otros países.

CN: ¿Cuáles son las discriminaciones más reportadas en Cuba?

JAM: La más relevante es el desmesurado hostigamiento de los cuerpos policiacos contra los ciudadanos negros, a quienes tildan de potenciales delincuentes, y se les obliga a mostrar su carnet de identidad, so pena de ser multados o aprehendidos. En el año 2010, la opinión pública condenó la ley SB-1070, adoptada en Arizona, contra los inmigrantes ilegales. En Cuba, este tipo de violación discriminatoria está instituida desde hace 40 años contra los propios cubanos. Y por cierto, no tengo información de que algún cónclave internacional de derechos humanos la haya repudiado.

En la industria turística, ciudadanos negros con títulos universitarios, incluso, con pleno dominio de tres idiomas, no pueden aspirar a ocupar plazas de guías turísticos o directivos gerenciales, en cualquiera de los hoteles de las más reputadas cadenas del país. A duras penas, los empleos más asequibles para ellos, son: servicios en la elaboración de alimentos dentro de las cocinas, mozos de limpieza, mantenimiento y custodios. Algunos plantean que gerentes cubanos, blancos, con un carnet del partido en el bolsillo, han sentenciado: “Aquí no queremos negros”. Otros, los más diplomáticos, achacan la negativa a exigencias de empresarios europeos.

En determinados ministerios, como el de la Inversión Extranjera, Comercio Exterior, Relaciones Exteriores y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), es baja la presencia de directivos afrocubanos. Sólo se le asignan cargos de secretarios del partido y sindicatos, o sea, los de agitadores políticos. En la esfera de la cultura también se han recibido denuncias de discriminaciones raciales. Por ejemplo, en el Teatro Lírico Nacional, el Ballet Nacional de Cuba y otras instituciones. Igualmente es discriminatoria la no existencia de una pedagogía relacionada con la integración racial, tanto en el contexto educativo, como en los medios de difusión. En fin, el paquete es amplio.

CN: Según vox pópuli, los afrocubanos tienen una presencia preponderante en las turbas de respuesta rápida. ¿Cuestionas este comentario?

R: No lo discuto, reconozco que es una consecuencia de las manipulaciones antes mencionadas. Utilizar un sector poblacional tildado de “víctimas”, para convertirlos en “victimarios”, defensores de un régimen que supuestamente “les benefició y otorgó plenos derechos”, es una escenificación que, a la vista de los incautos, favorece “la imagen” de la dictadura. Pero tales abominaciones también fueron utilizadas por el colonialismo español, en el siglo XIX, cuando creó la Milicias de Pardos y Morenos, los Guerrilleros Negros y los Casinos de Españoles de Color, con el fin de dinamitar la moral de las tropas independentistas.

CN: ¿Qué efectos busca la publicidad oficialista explotando la imagen del afrocubano?

JAM: Es una grosera y contradictoria propaganda. En una valla enclavada en la avenida Boyeros, dice un rótulo sobre la fotografía de un sonriente afrocubano: “Los cambios que necesita Cuba, son más socialismo”. Sin embargo, la mayoría de los negros están sumidos en la más exorbitante pobreza. Por ejemplo, desde hace más de 60 años, subsisten en los mismos barrios: Centro Habana, La Cuevita, Palo Cagao, Hindaya, Pocitos… e innumerables ciudadelas de la periferia capitalina. Paradójicamente pocos moran en el Nuevo Vedado, Miramar, Kholy, Country Club, Siboney o cualquiera de los mejores repartos de la Habana. Las más recientes innovaciones económicas no han beneficiado a los cuentapropistas negros, porque, en alto porcentaje, no cuentan con buenas casas (infraestructura), ni familiares en el exterior que les ayuden financieramente para montar un negocio, por ser el sector poblacional que menos ha emigrado.

CN: ¿Qué tareas se ha propuesto acometer el Comité Ciudadano por la Integración Racial (CCIR)?

JAM: Trabajo, trabajo y más trabajo, documentando casos de discriminación racial a través del observatorio ciudadano, impartiendo conferencias, haciendo periodismo y luchando a brazo partido para que la diáspora tome conciencia de que el problema racial debe tomarse en cuenta desde ahora y no a partir del restablecimiento de la democracia en Cuba. También hemos elaborado un plan de denuncia civil por la pobre cobertura dedicada a la conmemoración del centenario de la masacre de los independientes de color y por la insuficiente difusión del documental “1912, Voces para el silencio”. Un pueblo que no predica sobre sus errores, corre el riesgo de volver a cometerlos.

CN: ¿Se les oponen otros afrocubanos e instituciones oficialistas?

JAM: Intelectuales pro-régimen, como Miguel Barnet, Guillermo Rodríguez Rivera, Esteban Morales y Gisela Arandia. Los proyectos oficialistas, como “Cofradía de la Negritud”, o el desarticulado “Color Cubano”, todos empeñados en desmoralizarnos ante el pueblo como una disidencia negra y mezquina vinculada al Plan Bush. También el chantaje intimidatorio y la represión de la policía política contra todos aquellos jóvenes que se nos acercan -que cada día son más-, porque el régimen está consciente de que la discriminación racial es un combustible peligroso que pudiera acelerar una rebelión.

CN: ¿En una Cuba libre y democrática, fundarían los negros otro Partido de Independientes de Color?

JAM: No es viable. Nosotros luchamos por la integración racial, y soñamos, como el reverendo Martín Luther King Jr. En una Cuba libre y democrática, negros y blancos nos daremos las manos para reconstruir la patria, la cual, por cierto, bastante desbaratada nos la dejará el comunismo.


HISTORIA, IDENTIDAD Y VALORES. Roberto Jesús Quiñones Haces





Miércoles, Agosto 15, 2012 | Por Roberto Jesús Quiñones Haces

agosto www.cubanet.org -Desde hace varios años se habla y escribe mucho en Cuba acerca de la identidad y los valores ciudadanos. Acciones ineludibles para fortalecer la identidad cultural de un pueblo y propiciar la formación de sólidos valores son la enseñanza de la historia, el enaltecimiento de hechos y personas que constituyan ejemplos señeros y la conservación de las tradiciones.

Cuando deja de prestarse atención a dichas acciones o la enseñanza de la historia se convierte en un vehículo ideologizante; cuando se hace manifiesta la manipulación o se trata de minimizar el valor de lo realizado por generaciones precedentes para imponer la supuesta trascendencia de los actos realizados por otras generaciones más cercanas en el tiempo, sobre la ciudadanía comienza a actuar el germen del desarraigo aunque ésta haga su vida dentro de los límites de la patria. Entonces la desconfianza y la subvaloración de lo autóctono hacen acto de presencia. Tales consecuencias las hemos sufrido en Cuba y sus efectos resultan más nefastos que los que cualquier político de cursillo emergente y mano presta a la unanimidad pueda suponer.

La enseñanza de la historia de Cuba no se ha centrado en el análisis multilateral de los hechos y figuras históricas, apreciados en su justa dimensión, sino que ha privilegiado la exposición ideológica y la recurrencia a un antiimperialismo que poco ha faltado para que los teóricos de los manuales identifiquen con la figura del cacique Hatuey.

Demonizar a Estados Unidos más que enseñar la historia de Cuba parece haber sido la brújula de quienes están encargados de redactar los programas de estudios de la asignatura. Junto con esta manía de echarle las culpas de nuestros errores a los Estados Unidos existe una marcada tendencia a la manipulación de los educandos. En esta órbita caen no pocos sucesos y personalidades.

Un ejemplo es la Protesta de Baraguá y el protagonismo que en ella tuvo el insigne patriota Antonio Maceo. Si Ud. le pregunta a un estudiante de cualquier nivel educacional, o a cualquier ciudadano, qué ocurrió con Antonio Maceo después de la Protesta de Baraguá muy pocos sabrán contestarle. Si a esa pregunta Ud. añadiera otra que interesara de su interlocutor alguna referencia sobre José Ramón Leocadio Bonachea seguramente no sabría decirle que fue un General de División nacido en Santa Clara, que también rechazó el Pacto del Zanjón, pero que a diferencia de Antonio Maceo permaneció en los campos de Cuba luchando en contra de España hasta el 15 de abril de 1879 y sólo dejó la lucha en la manigua porque así se lo ordenó el General Calixto García. Sin embargo cuando se habla de intransigencia sólo se menciona a Maceo, nada se dice de Bonachea.

La causa de esta ignorancia se debe a la forma maniquea con que se enseña nuestra historia, la cual siempre ha privilegiado los aspectos positivos de un suceso o patriota sin mencionar los negativos; una enseñanza que ha priorizado la exaltación de cinco o seis figuras históricas y ha dejado en el anonimato absoluto a otros patriotas tan valiosos y dignos como los que siempre son seleccionados para engrosar los textos, patriotas anónimos que en ocasiones ni siquiera cuentan con una simple tarja que perpetúe su nombre o con un simple sello de correos, como ocurre con el Mayor General guantanamero Pedro Agustín Pérez, a quien el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y Segundo Secretario del PCC, José Ramón Machado Ventura, en el reciente acto nacional conmemorativo del asalto al Cuartel Moncada le cambió el nombre por el de José, desaguisado que fue trasmitido en vivo por la televisión sin que ninguno de los presentes en el acto le rectificara el error, como tampoco lo hicieron cuando en el mismo acto el Presidente del país, al referirse al sitio por donde desembarcó José Martí junto con Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra y Marcos del Rosario, el 11 de abril de 1895, lo llamara “Guayajabo” cuando en realidad es Playitas de Cajobabo.

Otro ejemplo de notoria manipulación histórica es la reiterada expresión pública de que José Martí no fundó dos o tres partidos, sino uno sólo, el Partido Revolucionario Cubano. Cuando se hace tal afirmación lo que se pretende es vender la idea de que José Martí era un enemigo del multipartidismo, ocultándosele al pueblo que el Partido Revolucionario Cubano no fue creado por el Apóstol con fines políticos tendentes a la futura república sino con el único objetivo de organizar lo que él llamó la guerra necesaria, de ahí que en una de sus bases se estableciera su disolución una vez instaurada la lucha redentora en la manigua.

Pero si tal práctica mostrenca de enseñar la historia ha dejado indudables secuelas en nuestra sociedad, hay otras que también han minado nuestras tradiciones y reverencias hacia figuras de reconocido prestigio. Entre ellas están los cambios de nombres de las escuelas, centros de trabajo y otras instituciones; la revalorización de determinadas fechas históricas y la imposición de figuras y paradigmas ajenos a la tradición histórica cultural de los cubanos.

Todos hemos sido testigos de cómo una escuela que hasta 1968 se llamó Félix Varela, Enrique Thomas o José de la Luz y Caballero, de pronto recibió el nombre de Ernesto Ché Guevara o el de Guerrillero Heroico. Hemos asistido al enterramiento del 20 de mayo, antes día de fiesta nacional, hoy lapso para la diatriba contra la República; también hemos presenciado cómo el 26 de julio ha alcanzado la supremacía absoluta dentro de las celebraciones de las fechas históricas, al extremo de que la Declaración de Independencia del 10 de octubre de 1868 y los levantamientos del 24 de febrero de 1895, sucesos fundacionales de nuestra nacionalidad, han sido relegados a un segundo plano. Si a esto sumamos el cambio de nombres a numerosos centrales azucareros a principios de la década de los sesenta, el acoso y debilitamiento de la Iglesia Cubana, legítima portadora de gran parte de nuestro acervo y tradiciones, tendremos una nada despreciable sumatoria de errores que a la larga han provocado la confusión, incivilidad, desarraigo y también el deterioro de los valores ciudadanos.
En Guantánamo el estadio de pelota se nombra Nguyen Van Troi aunque en Viet Nam, ni siquiera hoy, se practica ese deporte. A pesar de que Cuba es cuna de prestigiosos científicos y médicos el hospital provincial se nombra Agosthino Neto.
Sin embargo el error mayúsculo fue nombrar Granma al territorio oriental cuna de la revolución de 1868 y al órgano oficial del PCC, porque señores, todo el mundo sabe que Granma, en Inglés, es el diminutivo de grandmother, y significa abuelita. Imagino la sonrisa sardónica de algún que otro angloparlante cada vez que tropiece con tal estolidez.






Wednesday, August 1, 2012

LOS VÁSTAGOS DE LA IGNORANCIA.


Hay, dentro de los límites del totalitarismo, una marcada tendencia a proyectar una imagen relacionada con la cultura, que no se corresponde con la realidad. Entre los presupuestos primarios de una elaboración conceptual vinculada a la política, suele darse una importancia exagerada a lo estrictamente conceptual y siempre ceñida a los cánones de la ideología.
A consecuencia de lo anterior el proceso formativo es “bien visto” cuando aparece, a cualquier nivel, como una tendencia de reforzamiento de las tesis alentadas desde el poder. No hay evidencia alguna de que en sociedades de carácter totalitario la posibilidad de entronizar una epistemología adecuada y consecuente, ya sea en el ámbito cultural o científico, pueda ser posible.
Entrelazado entre el carácter demagógico del argumento puramente político y la necesidad de justificar su propaganda por intermedio de consignas –especie de claves sociológicas y  aglutinantes de esos regímenes- como la existencia de una “cultura de masas” o la insistencia en la idea de que el “acceso al conocimiento y a la educación es derecho de todos” comienza a darse cumplimiento a uno de los objetivos básicos de la formación (el término bajo las condiciones a las que me refiero, tiene un sentido literal) de un individuo bajo los patrones de la ingeniería social en el comunismo. El enunciado parece justo y, aunque pudiera serlo (de ahí la confusión de muchos) se aparta de la intención, cuando se orienta en el sentido de constituirse en opción única.
Si no existe ejercicio de la libre cátedra y el estudiante no puede confrontar las opciones en el contenido de un tema, la unilateralidad de los resultados es esencia y a la vez, colofón de la formación. Luego el problema no surge espontáneamente; es provocado desde el ejercicio de la cátedra misma. Para conseguir los resultados más que esperados, necesarios; siempre habrá que mutilar la información. El método: muy lejos del uso de una hermenéutica abierta y democrática; ceñido a la parcialidad y delusivo de la crítica que, aunque se alegue lo contrario, queda sin espacio.
Si a lo anterior se añade la dificultad de acceder a la información libremente y fuera del ojo abarcador de la censura, el uso de una bibliografía cuyo óbice básico ni siquiera es capaz de enmascarar un contenido marcadamente tendencioso, el cuadro queda completado. El resultado producto de una “formación” que antes que científica deberá ser considerada revolucionaria es limitado, mediocre y sólo logra imponerse por intermedio de una simplificación de lo más razonable.
Es real que también en medio de una aridez -y rigidez- intelectual de esta índole, prospera subterraneamente otro tipo de cultura que a diferencia de la oficial es combatida y censurada, pero que al cabo de cierto tiempo aflora como una de las grandes contradicciones de la vida en el socialismo. Se desprecia la convivencia de las ideas irrespetándolas y endilgándoles todo tipo de calificativos peyorativos. El mérito personal por la vía del conocimiento puede llegar a ser entendido como un “rezago burgués” y la incondicionalidad, siempre priorizada; como la manera de conseguir el reconocimiento. En semejantes condiciones la ignorancia –literalmente aplicable- de quienes determinan los procedimientos desde el poder, produce un divorcio entre la teoría y la práctica y la consecuencia inmediata es siempre el fracaso como resultado. ¿Existe acaso, otra manera de explicarlo?
El anterior esquema induce a quien enfrenta el dilema social de vivir bajo el totalitarismo, a encarar una doble alternativa: desgajarse del sistema de estructuras discriminatorias afianzadas en las “virtudes políticas” o asumir una ambigua actitud acertadamente definida como “doble moral” Hay por último, el militante ideológico y fanático a quien por razones obvias no resulta posible incluir en éste análisis. Los primeros se auto condenan, los segundos superviven alimentando su ego de una alta dosis de oportunismo. Los demás caricaturizan la imagen del pretendido “hombre nuevo” que no es otra cosa que un producto social mentalmente maleable, moldeable y consecuentemente utilizable y aunque sería tema para otro análisis, los del segundo grupo se convierten en motivo de gran preocupación por ser los que critican la inercia vigente utilizando una especie de dialéctica intrínseca desde el inmovilismo y proclives a ganar el injustificado epítome de “traidores” desde la óptica del poder y por él alentada.
Mediante una observación minuciosamente metódica de todo lo que está relacionado con la conceptualización de los ideólogos revolucionarios del socialismo del siglo XXI; me doy cuenta que la influencia, al menos mediante la proyección de la imagen, parece identificada con la ignorancia intelectual que caracteriza a sus representantes (unos más, otros menos) y entre quienes estudian y se preparan libremente, también liberalmente y como debe ser en una sociedad abierta y democrática; el concepto de la idea como base de una interpretación múltiple y no unívoca de la realidad es un referente mucho más sólido y convincente que cualquier imposición supuestamente válida en la teoría.
Los caudillos atemporales e imperecederos, únicos a quienes conviene la estructuralidad vertical de una formación amañada, están fuera de contexto y su discurso atizado por la testosterona, el envejecido antiimperialismo de barricada y los sacrosantos espadones de revoluciones robadas a la historia y a contrapelo de la realidad, han dejado de ser un referente. Cualquier versión fuera de las evidencias de estos casos siempre constituye una propaganda desde el uso y el abuso del poder.
Los vástagos de la ignorancia comienzan a convertirse en los enemigos principales de sus instigadores y ante el asombro de sus “doctos” instructores no logran encontrar la más mínima compatibilidad entre sus intereses y la de sus preceptores ideológicos. Me parece lógico que así sea.

José A. Arias.