Friday, November 25, 2011

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL TEMA DE LA RELIGIÓN.

Mucho me temo que en asunto tan importante como la religión, la premura y la falta de un tratamiento más específico, vinculado al ser humano como tal; no sea la pauta que se siga en la actualidad para llegar a conclusiones más o menos válidas. La superficialidad no es un aval apropiado para entender la influencia de más de dos mil años de historia de la Institución Eclesiástica.
Partiendo de una visión focal y dentro de un ambiente al cual ya me he referido en el trabajo anterior a éste, y a fuero de ser rectificado por quienes conocen mejor el carácter ontológico de la teología; se impone una especie de proceso de simplificación casi matemático y un tanto empírico en lo temporal (cronológico),y que hay valores comunes a cualquier análisis, en cualquier época y bajo cualquier circunstancia. Tengamos en cuenta entonces los dos más importantes: la fortaleza secular de la Iglesia-lo cual no está a debate aquí- y el argumento de la fe  del individuo.
En el primero de los elementos existe una especie de “hilo de vinculación” que funciona como una correa trasmisora de una gran parte de la influencia emanada de la Historia, lo cual no significa que la Historia en si, sea un desgajamiento de la Historia de la Religión –fundamentalmente católica y en el Occidente de habla castellana- pero sin dudas ha sido, el único y relevante cauce por el que la Historia, entendida de cualquier manera (hechológica y elementalista o científicamente) se conduce en medio del decursar del tiempo cronológicamente ordenado.
El segundo elemento, sin dejar muchas alternativas a una posibilidad de análisis, es parte integrante de una actitud y una actividad individual de la persona que si bien cambia con el tiempo, enfrenta al hombre con la duda en su medio social específico: se trata de lo que atinadamente se define como Fe. El ensayista español Salvador Pániker dice al respecto: “…el vocablo fe no significa lo mismo en el siglo XIII que en el siglo XX (menos aún en el XXI, N.de A.) La distinción entre personas decentes y las que no lo son va menguando, igualmente va menguando la distinción entre creyentes y ateos. Ambos, creyentes y no creyentes dudan; pero en un caso es la fe la que duda y en otro caso es la duda la que busca la fe (todo ello), ambas actitudes se encuentran en la duda, lugar propio de la razón” en cuyo caso me permito agregar que el planteamiento anterior refuerza el argumento de la eficacia y la perdurabilidad de la fe.
¿Puede ser capaz el elemento histórico, aún encarado desde un punto de vista trascendental, de voltear la página y dejar a un lado la influencia de los vectores mencionados? Se me hace realmente imposible y en términos eclesiásticos, bíblicos; una blasfemia, aun en el caso de los que dicen carecer de fe. La religión ha estado allí porque originalmente constituye un acto de fe y una respuesta cuyo contenido carece de decisiva y final contundencia argumental hasta hoy. Eso quiere decir que su influencia a cualquier nivel social es imperecedera, no por divina; sino por la valía que la fe como tal le concede, sumada a la incapacidad del hombre de encontrar respuestas definitivas en este sentido.
De lo anterior se infiere que tratar de aminorar el efecto de la fe es nadar contracorriente y para quienes lo han intentado, la Historia de los hombres tiene una respuesta terrenal, concreta y contundente, veamos: bajo el título de “Por una propaganda efectiva del ateísmo” Pravda, con fecha 27 de julio de 1968 publicó un artículo del cual reproduzco el siguiente contenido:
“En la etapa actual de desarrollo de la sociedad soviética, cuando se resuelven en una escala inmensa los problemas de la constitución del comunismo, nuestro partido le da una importancia particular al trabajo ideológico…la parte más importante de este trabajo es la que hace referencia a la necesidad de acentuar la propaganda científico-atea” y se agrega más adelante, “…sería falso y además perjudicial creer que la religión morirá por ella misma. ¡No!. La formación de una conciencia comunista es imposible sin una lucha contra la ideología religiosa”
Cuarenta y tres años han transcurrido y la Rusia Soviética y en adición el mundo que regentaba, son parte de un pasado que, como ahora en nuestro caso, constituyen un mero referente histórico. Pero la institución eclesiástica sigue viva sostenida por la fe de los creyentes ortodoxos, los circunstanciales y los que parecen adherirse a una especie de virtud ocasional en dependencia de las circunstancias que casi nunca coinciden con las benevolencias o las carencias propiciadas por los vaivenes políticos a través de los tiempos.
Para concluir con respecto a lo anterior reproduzco un análisis de  Jaume Miravitlles quien nos dice: “…Es evidente que el marxismo considera absolutamente imposible un diálogo con cualquier religión, si no está destinado a destruir sus tesis espirituales a favor de la tesis materialista”. ¿Es esto hoy diferente? Con certeza absoluta puedo afirmar que no y aun más, la Iglesia Católica bajo las circunstancias de la llamada “post-modernidad” sabe que es así y allí donde se le tienden trampas a la fe el único objetivo válido y final para sus contendores es conseguir su desaparición.
La Iglesia de Roma, enfrentada a sus enemigos durante dos milenios ha terminado siendo siempre la vencedora porque la Historia a puesto de manifiesto que sus adversarios circunstanciales se involucran en un estado de cosas donde la fe es el factor común en el tiempo de la vida de los hombres y en el decursar de sus generaciones, aún de aquellos que no creen y que al decir de Pániker se sitúan en el lugar común que la duda les crea. Reprimir, controlar, escamotear, solo son recursos que reflejan efímeras ventajas de ocasión; la fe, aunque no esté definida en una tendencia específica es un argumento que va con el hombre y forma parte de su misma esencia. En ese diálogo con su conciencia que los seres humanos son capaces de mantener, aun en medio de la adversidad más acuciante, vale la pena recordar aquellos versos de Machado de su poema Retrato: “Converso con el hombre que siempre va conmigo…mi soliloquio es plática con ese buen amigo… que me enseñó el secreto  de la melancolía …y cuando llegue el día del último viaje…y esté al partir la nave que nunca ha de tornar…me encontrareis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar…”. Ese no ha dejado de ser hasta hoy, e independientemente de su voluntad, un superlativo y último recurso para la salvación, física, contundente, real; e inmediatamente conseguida.
Olvidan los que se empeñan en infaustos y fallidos vaticinios, que aún disfrazados de creyentes, su hipocresía y su soberbia los invalidan ante la fe y la Historia. Su lugar en ella siempre tendrá abierto un espacio en el que muy a su pesar tendrán que aceptar la valía de la contundente respuesta del filósofo español Julián Marías al ser interrogado acerca de su fe: “Dios hace de mi lo que quiere, pero lo que quiere es mi libertad”.    
José A. Arias.                                                                  
                                

Friday, November 18, 2011

CUBA, LA RELIGIÓN Y SU INFLUENCIA HISTÓRICA COMO FACTOR SOCIAL.

Nota introductoria.
Mi intención no es periodística, tampoco el contenido ni el formato de éste "blog", que no pretende, ni tiene como objetivo; el dar informaciones noticiosas. Mi propósito y en consecuencia mi labor, se encaminan a desarrollar mis oficios de historiador y profesor con la claridad y la seriedad que siempre me han merecido. Así podrá entenderse la extensión de los trabajos que se incluyen. Quiero dejar constancia a mis lectores y seguidores de mi agradecimiento por su aprecio a mi trabajo. Lamento, sin embargo, que existan personas que se consideren bien informadas y carezcan para ello del tan elemental hábito de la lectura. Gracias.
                                                        
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El tema de la religión, que hasta hoy sigue siendo uno de los más álgidos en Cuba, no puede ni debe ser abordado en función de una óptica festinada, convencional y mucho menos amañada, ya que quienes se vinculan a las diferentes confesiones, comuniones, tendencias o sectas –en el caso de la religión Yoruba así como de otras manifestaciones afrocubanas ( según el origen congo o lucumí)- y desde el mismo instante en que se enuncia, habrá que ser muy cuidadoso, inclusive, al escoger los sustantivos.
No se trata de comprimir el tiempo de la Historia, pero en ocasiones como ésta, deberá tenerse en cuenta. Al igual que todas las colonias españolas en el Nuevo Mundo, el tema de la fe religiosa en la Isla de Cuba tuvo una vinculación única con el catolicismo de origen apostólico y romano. Uno de los principales presupuestos de la conquista y la colonización, fue la catequización de los aborígenes para convertirlos en fieles súbditos de la corona. La cruz y la espada marcharon de la mano, de la misma forma que había sucedido para expulsar a los moros de la Península tras ocho siglos de dominación y, mediante el empuje de La Reconquista; materialmente posible sólo después de la unificación de los reinos de Castilla y Aragón. Isabel, “La Católica”, cuya influencia sobre su marido, Fernando, era decisiva; hizo que tanto fuera como dentro de la corte se hiciera vox populi aquello de que “…tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.
No en todos los casos las condiciones fueron similares ante el efecto del mismo presupuesto. Como narra el cronista Bernal Díaz del Castillo en sus “Crónicas de la Conquista de la Nueva España”, la estrategia –divide y vencerás- utilizada por Hernán Cortés contra el Imperio Azteca en tierras del futuro virreinato, hubo de ser mucho más taimada y compleja que la de exterminio masivo y acelerado que ocurrió con la población aborigen en la ínsula apenas transcurrida la primera mitad del siglo XVI. De Cuba, precisamente, partió Cortés para llevar a cabo su empresa, con la experiencia además, de haber fungido como uno de los subalternos del Adelantado de Indias Diego Velázquez, poco tiempo después de la fundación en 1506 de la primera villa insular: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.
El aniquilamiento de los aborígenes que por diversas razones tuvo efecto bajo la mirada insensible –y con muy pocas excepciones, como en el caso de Fray Bartolomé de las Casas- de los clérigos que acompañaban al conquistador que los diezmaba; sirvió para introducir en el territorio y en nuestra historia el argumento basal de la esclavitud. A fuero de las ventajas que representó para la empresa colonial en el apogeo del desarrollo del capitalismo mercantil, no sólo de España, sino también del resto de las potencias coloniales involucradas en la misma empresa como Holanda, Francia, Portugal e Inglaterra; la esclavitud, en el caso cubano, tuvo un particular efecto en el desarrollo y afianzamiento de las ideas religiosas: el sincretismo fue en nuestro caso  muy diferente y mucho más amplio y marcado que en otros territorios bajo la férula de otras metrópolis como el territorio de Haití bajo los franceses y solamente comparable al de Brasil bajo el control de los portugueses.(1)
Mientras, la evolución que fue teniendo el catolicismo durante la época colonial y que en el caso cubano se prolongó hasta 1898, la imagen de percepción social no fue la mejor. El elemento criollo en primera instancia y hasta los tiempos del “Despotismo Ilustrado”, no logra alcanzar una definición de la cubania sólo hasta después del dominio inglés en la parte occidental de la Isla (1762) y, tras la terminación de este episodio; a través de la fundación de la Sociedad Económica de Amigos del País mediante la gestión del ilustre Francisco de Arango y Parreño y bien entrado el siglo XVIII. Entre tanto, la imagen reflejada del catolicismo no era otra que la de los hechos que se producían en la Metrópoli, donde era posible observar profundas grietas entre el liberalismo aupado por los constitucionalistas y las ancestrales ideas monárquicas apoyadas por la curia de marcada tendencia realista. En medio de la invasión napoleónica y de las guerras carlistas, el pueblo español toma cuenta por primera vez, quizás, en contra de la curia anquilosada y en apoyo de la represión popular. El testimonio para la historia quedó magistralmente reflejado por Francisco de Goya durante la segunda etapa de su vida artística cuya motivación nada tuvo que ver con el refinado escenario de las cortes y las intrigas palaciegas, motivos de sus pinturas de aquella primera época.
Es cierto que lo ocurrido durante la primera mitad del siglo XIX y con anterioridad al estallido de la Guerra Grande en la colonia cubana (1868-1878), contribuyó a clarificar la influencia de las diversas corrientes de pensamiento, la presencia notable determinada por las enseñanzas del presbítero Félix Varela vino a ser tempranamente diezmada al interior de la Isla por la infausta acción del gobierno colonial en concupiscencia con la propia Iglesia a la que el Padre Varela pertenecía. (2)
Mucho tiempo después y casi transcurrido un siglo desde las prédicas de Varela, se produjeron hechos que ponían en tela de juicio la participación de la Iglesia en la vida política de la colonia como la captura, juicio y ajusticiamiento –asesinato- de Narciso López tras el fracaso de la expedición del Pampero y el desembarco en Cárdenas en 1851; veinte años después ocurre algo no menos culposo y negativamente vinculante, al producirse el proceso y condena a muerte de los ocho estudiantes de medicina en 1871 por el supuesto delito de haber mancillado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón, ciertamente muy vinculado a la jerarquía eclesiástica de la colonia en ese momento. (3)
La tardía emancipación de los esclavos por el decreto real de 1884, conjuntamente con la promulgación de la Ley de Vientres Libres dos años antes, en 1882 y que estableció gradientes diferenciales en el aspecto social para los llamados libertos, contribuyeron a que el subterráneo mundo de las creencias generadas por el sincretismo, continuara desarrollándose, entre criollos primero y cubanos después. Creo que, hasta hoy, los principales aportes a la cultura nacional –al menos originalmente- acerca de la influencia de éste fenómeno en nuestra historia siguen siendo y en ese mismo orden de importancia, las obras del etnólogo e historiador Fernando Ortiz, el historiador Ramiro Guerra Sánchez y más recientemente, los también historiadores Leví Marrero y Manuel Moreno Fraginals. En el ámbito de la antropología, la etnología y el folklore es también indispensable y de obligada consulta la monumental obra investigativa de Lydia Cabrera. (4) Otros estudios –muchos y muy serios- han encontrado su punto de partida y su referente científico e intelectual, sin excepción, en las obras de los autores citados.
La historiografía, al documentar los hechos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XIX cubano, e independientemente del enfoque que se le de al tema, no pueden hacer desembocar nuestra historia nacional en los albores del siglo XX, en la presencia de un país independiente que se identifique con un catolicismo activo y militante. Viva aun entre los cubanos la imagen de una Iglesia –la católica- que no fue capaz de pronunciarse y oponerse desde su jerarquía a una estrategia como la del general Valeriano Weyler al llevar a cabo la campaña de Reconcentración; las esperanzas alentadas entre los seguidores de los ritos no católicos y fustigados por la Iglesia, parecía alejar a los cubanos del modelo de fe que mantuvo, por más de cuatro siglos, su aliento en España; uno de los territorios más ortodoxos en la práctica de la religión católica.
Aunque en la Constitución de 1901, más por un alarde de civilismo que por constituir la expresión de un ambiente socialmente prevaleciente, se declaró al catolicismo como religión oficial; ello no impidió que sobreviniera un período en el que las cosas no cambiaron mucho y, estoicamente, la Iglesia continúo convalidando, desde una posición de defensa a priori de sus ideales tradicionales, muchos hechos reprobables y de carácter aborrecible.(5) En el período que recién se iniciaba y que abarcó la primera mitad del siglo XX las cosas no cambiaron sustancialmente y ello explica en gran medida la facilidad con que se hizo posible conculcar la fe de los cubanos, hasta el momento en que arribaron al poder los que aun permanecen en él.
La fe en un Dios, máxima expresión de cualquier religión, continúo teniendo dos vertientes fundamentales para los cubanos; las sempiternas ideas basadas en un catolicismo furtivo y no militante y su vinculación con las creencias relacionadas con el sincretismo. Aunque pueda parecer que existe cierta intención empírica, el catolicismo como práctica acendrada entre los sectores populares, no pasaba de ser una actitud que se manifestaba mayormente fuera de los límites de la Iglesia, como entidad oficialmente reconocida y capaz de inspirar entre sus fieles una participación manifestada a través de un ejercicio consecuente. La imagen del Corazón de Jesús y a su lado el altar colmado de ofrendas a los orichas era –sigue siendo- la norma entre la población y si bien no todos eran practicantes de los ritos afrocubanos, los otros integran el numeroso grupo de los que se incluyen en esa categoría tan poco ortodoxa y nada convencional de los que se auto describen como “católicos a su manera”
Precisamente en esos grupos se inscribían –haciendo salvedad de algunos ateos confesos- los rebeldes de la Sierra Maestra. Muy conveniente debieron resultar las veleidades religiosas de los cubanos, para que las nuevas ideas del marxismo-leninismo, que les eran ajenas y estaban basadas en un ateísmo, casi primitivo para la mayoría, pudieran tener efecto y que uno de esos “creyentes" de poca monta y nula voluntad eucarística, a pesar de su formación, comenzara a proclamar la idea de la justicia social terrenal importada de lejanas latitudes; casi todos se apresuraron a renunciar a su rudimentaria fe, ya tan diezmada; a la vez que influenciada por otros factores que la Iglesia católica, como institución, no supo identificar a tiempo para asi llevar a cabo la denuncia y convertirse en valladar ante la ofensiva del ateísmo. Parecía que casi todo sucumbió al empuje arrasador de los asaltantes del poder, y la fe sólo terminó proyectándose ante los paredones de fusilamiento, mediante el grito valiente, pero sin eco, lanzado por los condenados de “viva Cristo Rey”.
¿Puede haber evidencia más atroz que la ofensiva antirreligiosa y anticlerical de los comunistas españoles durante los años de la república española? (1936-39). Los comunistas fusilaron sacerdotes, quemaron iglesias, pero la fe no declinó ni tampoco desapareció y cuando la República y el comunismo fueron derrotados, la esencia del catolicismo parroquial de los españoles les permitió tender un puente hasta la muerte de Franco y el advenimiento de una concepción más popular y realista que había tenido colofón con la celebración del Concilio Vaticano II en Roma, aun bajo la dictadura franquista  en España y cuya plenitud no sería apreciable hasta después de la muerte del caudillo.
De lo evidenciado hasta ahora hay que colegir que si la fe, en su dimensión extraterrenal no constituye un argumento de aceptación y práctica sistemática, a la vez respaldado por las instituciones que le representan; puede llegar a convertirse en algo totalmente falible. Es eso, lo que parece suceder en Cuba. Otros subterfugios, sin embargo, y con cierta laxitud y temporal cercanía es lo que ha empezado a ocurrir hace algún tiempo. Al forzosamente menguado argumento estructural del catolicismo impuesto por el estado comunista, se han venido a sumar otras manifestaciones del cristianismo cuya raigambre ha sido históricamente focal y ciertamente alejada de la tradicional actitud religiosa de los cubanos.
En los últimos tiempos se ha observado un notable crecimiento de las diferentes vertientes y expresiones del protestantismo y las denominaciones evangélicas y es significativo que, al socaire de este ambiente de aparente diversidad religiosa, el estado, fiel a su estrategia de aprovechar las rupturas que este tipo de diversidad puede  generar y promover; no se ha demorado en reconocer y validar la actividad de los creyentes, pasando de una posición de cancelación y persecución de la práctica religiosa a la de permitirla y reconocerla, sin que, en realidad, ello pueda ser algo más que una maniobra diversificante y tendenciosa. Resulta conocido que en la práctica de la fe y desde los tiempos de Calvino, Lutero y la Reforma, el establecimiento de la Iglesia Anglicana en Inglaterra y su extensión y desarrollo ulterior en otros países como los Estados Unidos, donde el protestantismo es particularmente influyente; el catolicismo ha debido llevar a cabo un marcado esfuerzo para no perder su hegemonía; en alguna medida este factor de competencia religiosa tiene una proyección local que, en el caso cubano no parece ser ni desconocido, ni descartable por el gobierno en ese país.
En medio del control que se ejerce, y como parte de éste, la existencia de una muy controlada libertad de cultos, no puede ser comparada con el status prevaleciente en lugares donde las estructuras religiosas conforman una parte importante en la vida de la sociedad civil.En Cuba, bajo las pretensiones gubernamentales lo que se presenta como el homónimo y que en la práctica es su antítesis, se aúpan estructuras capaces de controlar las actividades de los fieles desde y por el poder. Baste decir que ha existido por muchos años un “Departamento de Relaciones con la Iglesia” –en general- dentro del Partido Comunista, que funciona al más alto nivel y supervisa esas relaciones. En realidad lo que se ha buscado hasta ahora no es un entendimiento para propiciar la práctica de la religión y el efecto práctico ha sido determinante en la limitación de la influencia religiosa en la vida del país y entre sus nacionales.
Muy por el contrario de lo que pudiera pensarse, la supuesta diversidad religiosa, que como todo al interior, carece de real autonomía operativa, lo que se produce como efecto colateral es un afianzamiento de la contraposición entre los grupos por intermedio de las diferencias conceptuales que en el plano estrictamente religioso pueden existir. La Iglesia Católica, que numéricamente es la más importante, conoce perfectamente todos estos manejos, pero en el contexto en que se mueve le es imposible tratar de contrarrestar los efectos; en consecuencia se ha limitado a sobrevivir y es lo que ha hecho y aun continúa haciendo. En fin, que su experiencia histórica y secular como Institución le otorgan un sólido crédito en éste particular.

Es común escuchar críticas, en algunos casos demoledoras, condenando la posición del episcopado y la persona del Cardenal Jaime Ortega Alamino, pero su gestión encarada en el día a día de la Iglesia Católica cubana y sin ánimo de tomar partido en un sentido crítico o de aprobación de su responsabilidad, ha sido inteligente: “del lobo un pelo” y es evidente que la alta dirigencia en Roma respalda esa actitud. Desde los tiempos de monseñor Zachi, que en los años difíciles fungía como Nuncio Apostólico y cuando la correlación de fuerzas entre la Iglesia católica y el gobierno estaba totalmente inclinada a favor de éste último, no ha sido diferente.
Tras haberse producido la visita de Juan Pablo II, no han habido avances significativos más allá de lo relativo al mantenimiento del statu quo religioso al interior del país. La imagen del Pontífice, recientemente beatificado y en acelerado proceso sin precedente, por su sucesor el Papa Benedicto XVI; pronunciando homilías colmadas de frases sentenciosas como aquella de que “…el mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al mundo, o la de recomendar a los cubanos perder el miedo (“…no tengan miedo”) y que en algunos de los discursos de introducción a las eucaristías efectuadas por Juan Pablo sirvieron para presentar de una manera inédita hasta ese momento, a los líderes regionales de la curia, que como en el caso del memorable discurso del Arzobispo de Santiago de Cuba Pedro Meurice Estiú, brevemente, fue capaz de decir cosas que en más de cincuenta años los cubanos nunca habían escuchado, la consecuencia tangible es que a pesar de los esfuerzos, todo se encuentra en el mismo sitio.
Hace aproximadamente un año el Cardenal Tarsicio Bertoni, Secretario de Relaciones Exteriores del Vaticano, visitó la Isla; como era de esperarse su proceder, a tono con la gestión diplomática ejecutada al más alto nivel, demostró la complacencia de Roma con el desempeño de la Iglesia Católica en Cuba; algo que entra en contradicción con las expectativas de los fieles a nivel popular. Acaba de anunciarse la próxima visita de Benedicto XVI para la primavera del año entrante y lo que la lógica indica es que más allá de algunas que otras sentencias expresadas desde el púlpito, quizás menos contundentes que las de su antecesor, pero más a tono con su intelecto, no existan otros resultados que los que se empeñan en hacer prevalecer el grupo de viejos comisarios que sólo tienen en común con el Pontífice el ejercicio vitalicio de sus respectivos cargos.
Mientras, seguimos esperanzados y esperando que, con, o sin la fe de los cristianos –todos- Cuba se abra al Mundo, lo que a nivel gubernamental parece haberse entendido entre los devaneos de la discusión bizantina en torno al "embargo/bloqueo", o mostrando una raquítica reforma económica, no estructural en lo político y medieval en lo puramente económico. ¿Será capaz el Papa Benedicto de evaluar y dar consecuente seguimiento a las propuestas de su antecesor? Creo que al respecto, el “General Presidente”, tendrá bien definida su postura y, mientras se haga presente para escuchar a Benedicto propagando el evangelio entre mis compatriotas, muy en silencio se hará eco de aquella castiza sentencia que reza: “…predícame pura, predícame fraile, que por un oído me entra y por el otro me sale”.
José A. Arias.
NOTAS.-
(1).-Ello tuvo mucho que ver con las guerras entre las potencias coloniales por conseguir acceso a los mercados de esclavos que, procedentes de diferentes regiones africanas, profesaban diferentes manifestaciones de sus primitivas religiones que sólo tenían en común el politeísmo, lo cual en el proceso de sincretización que da origen al pabellón Yoruba identifica las deidades con el santuario católico.
(2).-Como es conocido la prédica del Padre Varela fue identificada por las autoridades coloniales como un elemento de subversión que le mereció el destierro y lo trajo a ejercer su pastoral a San Agustín en época del dominio español en el territorio de Florida.
(3).-La condena a muerte de Narciso López y el fusilamiento de los estudiantes de medicina, aunque no fueron los únicos hechos del período de referencia (pueden citarse otros como las condenas y ejecuciones del poeta Gabriel de la Concepción Valdés “Plácido”, el proceso seguido a los participantes de la conocida “Conspiración de la Escalera” o los de los camagüeyanos Francisco Agüero e Isidoro Armenteros). Sobre el fusilamiento de los estudiantes en 1871 –para los interesados- recomiendo la obra de investigación del historiador –ya fallecido- Luis Felipe Le Roy y Gálvez: “A Cien Años del Fusilamiento de los Estudiantes, 27 de Noviembre de 1871”publicada con motivo del centenario de los hechos.
(4).- Fernando Ortiz: Los Negros Brujos y Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar. Ramiro Guerra y Sánchez: Azúcar y Población en Las Antillas. Leví Marrero: Historia de Cuba -11 tomos, específicamente los tomos 4 y 5. Manuel Moreno Fraginals: El Ingenio. Lydia Cabrera: El Monte.
(5).-En los inicios de la etapa republicana acontecieron hechos deplorables como el asesinato y desmembramiento del cadáver del General Quintín Banderas, los crímenes perpetrados durante la “Guerrita de Agosto de 1906”, los hechos de profundo matiz racista vinculados a los “Independientes de Color” y Martín Morúa Delgado en 1912. Muchas de las implicaciones sociales de estos sucesos se reflejan en la literatura de la época como en el caso de las novelas de Miguel de Carrión.




                                                          



Saturday, November 12, 2011

LA INFORMACIÓN: UNA CARRERA QUE DESALIENTA A LOS TIRANOS.

A veces es agobiante, aunque no innecesario, el volumen de información que las personas medianamente actualizadas reciben por conducto de las diferentes vías que la tecnología ha sometido a un “up grade”. Los tiempos en que la noticia fluía con cadencia acompasada y acomodada a determinados intereses parecen parte del guión de una película insertada en la historia de algún “cine dorado” en la cinematografía de algún que otro país.
Para los que tenemos el privilegio de vivir estos tiempos y poder juzgarlos contando con el antecedente de lo que he referido, el valor que debemos atribuirle a esa suerte de avalancha es incalculable. Los que hoy viven en la zaga de las redes sociales, incluidos los que de ellas hacen un uso profesional, la tecnología es indispensable.
Visto de ese modo, el énfasis ha de ponerse en la diferencia abismal entre las sociedades con acceso a los avatares tecnológicos y las que por diversas razones aun están impedidas de retroalimentar la necesidad informativa de sus deudos. Aquí se emplean, en medio de una justificación muy parcial, argumentos como el de la desigualdad económica, social y el enorme foso que separa el desarrollo del subdesarrollo, el norte del sur, las barreras religiosas, la lucha de clases y cuanto pretexto pueda argüirse para desviar la discusión de lo verdadero. (1)
La realidad está fundamentalmente influida por el factor político. La información y el consiguiente tratamiento que se da a la noticia, abre; para los que viven en libertad, el camino a las opciones y a los que viven sin ella, un derrotero que conduce a la carencia de criterio, a la ignorancia, la intransigencia, la insensatez y la falta de tolerancia que es el resultado de una acción impuesta y originada desde el poder.
Con la velocidad informática a través de la cual se hace posible asumir una actitud socialmente válida hoy; la única alternativa que queda a quienes pretenden evitar lo inevitable es tratar de cancelar las vías en que la difusión de la información se produce. El régimen criminal y dictatorial de Bashar El Asad en Siria ha dictaminado que no es posible la presencia de prensa internacional –la nacional no cuenta- en las actuales circunstancias por las que atraviesa el país; las imágenes de la represión pueden, sin embargo, ser vistas por millones de personas en todo el mundo.
Cuando el régimen de Ahmadineyad, ahogó en sangre las masivas protestas populares en Irán tras su reelección, la humanidad pudo constatar los hechos que corroboraron la deleznable acción gubernamental. Los ocho meses que duró la sublevación de los guerrilleros contra Gadafi en Libia y la guerra que se desató, más que recibir una amañada versión de los hechos;  permitió que amplios sectores de opinión pudieran ser testigos de una descarnada crónica gráfica hasta ocurrir el desenlace con la ejecución del coronel.
Los días que precedieron al abandono del poder por Hosni Mubarak en Egipto y su posterior captura y enjuiciamiento, la ejecución de Saddam Hussein y algunos de sus siniestros colaboradores, los sucesos de Yemen, Bahréin y los acontecimientos que han precipitado la "primavera árabe" en un mundo que a nosotros desde la perspectiva de occidente nos parecía inamovible, han debido servir para entender que en medio de las actuales circunstancias cualquier desenlace, por imposible que pueda parecer es factible.
Los policías universales de la ortodoxia ideológica, se empeñan en hacer creer a sus víctimas que lo único malo que acontece es lo que ellos muestran como acciones execrables de las masacres llevadas a cabo por los “enemigos de la humanidad” y manejan a su antojo la palabra, dosifican la imagen, la falsean y la suministran como medicina social para acallar la conciencia de sus súbditos. Olvidan que los medios a través de los cuales esa información se hace accesible, son los mismos que ellos suelen criticar, desde luego, mientras no estén en su poder, bajo su control y siendo usufructuados para llevar a cabo el ejercicio de su política tendiente a materializar el logro de sus objetivos.
¿Puede establecerse alguna diferencia entre los casos donde la censura es el patrón por intermedio del cual se dosifica la información? La evidencia demuestra que ningún caso es excepción, y la identidad ideológica predetermina lo que en la práctica constituye un patrón de procedimiento que enfila sus baterías a la difusión de la noticia en su magnitud más impactante: la originalidad que los hechos, en el momento en que ocurren, evidencian. Ahí está el peligro que para los manipuladores representa la opción como alternativa y que constituye un lujo que ellos no pueden permitirse.
En los tiempos de las leyes marciales, los toques de queda, la supresión de la libertad de expresión ejercida por intermedio de la prensa escrita, radial y televisiva como únicos recursos de viejo estilo; aún era posible ejercer el poder dictatorial pagando un precio que no solía ser descartable por los dictadores. Hoy es diferente, es cierto que los que tienen vocación de ejercer el poder en esos términos no la abandonan fácilmente, pero su acción en el afán de evitar el descubrimiento de la realidad, se les hace cada vez más difícil, sino imposible.
Tanto como la imagen de verter agua en la canasta, es creer que las historias contadas por los titiriteros del retablo de crónicas elaboradas, pensadas en blanco y negro y fabuladas por los amanuenses de los dictadores, puedan hoy impresionar a quienes tengan la posibilidad de confrontarlas con los recursos que van satisfaciendo la necesidad del hombre de juzgar la realidad y emitir su criterio.
Tiempos muy difíciles acontecen para los amantes de la eternidad de falsas ideas mesiánicas y redentoras y ellos lo saben; por eso se aprestan a conjurar los efectos del presente y lo que es peor para ellos, de un futuro que se les escapa de las manos, aunque se empeñen en querer demostrar lo contrario. Sin dudas, el desarrollo de las comunicaciones les impone una necesidad que entraña un alto riesgo para la humanidad; la de hacer la guerra –hasta hoy solo evitable en esos mismos términos- como último recurso que les garantice su permanencia en el poder.
NOTAS.-
(1).- En Cuba el gobierno suele alegar que la incapacidad de difundir el uso de INTERNET es consecuencia de impedimentos generados para acceder a la conexión de cable de fibra óptica, que ha sido a su vez y según ellos, un resultado del “bloqueo” norteamericano. Recientemente se inauguró una conexión directa –vía acuática- de fibra óptica con Venezuela –muy sintomática, por cierto y en función de la relación entre los dos países- y la situación de acceso a la red de la población se mantiene al mismo nivel, -uno de los más bajos del mundo- sin que el gobierno se haya mostrado interesado en dar explicación alguna al respecto.
    

Thursday, November 3, 2011

EL DEDO EN EL RENGLÓN. PERIODISMO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Una de las grandes polémicas –o tema que mueve a la discusión- del periodismo y su función social, es la que vincula la percepción como fenómeno en el plano individual y psicológico, con la realidad. Sin duda, la realidad es un tema que sólo admite una concepción absoluta cuando se manifiesta como el resultado de la vinculación con la percepción social que es esencialmente colectiva. En democracia esa concepción es totalmente incluyente de las diferentes tendencias que se mueven y se materializan en cada caso.
En las sociedades que sirven para crear condiciones en las que la libertad de expresión es el reflejo más cercano a la expresión de la libertad individual, la polémica se intensifica y la complejidad del problema se incrementa. Mover la opinión entre quienes aceptan o discrepan y pueden hacerlo públicamente; sin limitaciones, ni escollos insalvables de índole ideológica, es lo que hace apreciable la función periodística.
En los Estados Unidos, por ejemplo, hay publicaciones –muy prestigiosas- que se hacen eco de puntos de vista que algunos consideran en la extrema derecha del espectro político, de la misma manera si vamos al otro extremo encontraremos medios que representan la opinión de los sectores más liberales de la sociedad y todo ello, sin dejar de ser tan prestigiosos como los anteriores. Así ha sido por muchos años, y en esa diversidad de criterio, el individuo a través de su percepción y por intermedio de la individualidad que representa, contribuye a crear una realidad que es esencialmente auténtica, de ahí su complejidad y la razonable aceptación que le asiste.
Históricamente los experimentos sociales suelen tomar muy en serio el papel que desempeñan los medios de comunicación y por ello sus primeras andanadas de ablandamiento de la conciencia colectiva, que es también una de sus principales premisas, tiene un papel relevante. No es necesario saturar de ejemplos –que sobran- éste argumento; baste decir que el establecimiento de una prensa (escrita, radial, televisiva) controlada deberá ser uno de los primeros objetivos a lograr. Controlar se convierte entonces en una obsesión que ni se deja de mano, ni se descuida.
Si estamos de acuerdo en lo expresado hasta aquí, es fácil imaginar dónde y por qué la libertad de expresión, cuyo deber de ser ejercitarda y salvaguardada, deberá corresponder al estado en lo político, al menos; es limitada hasta dejarla convertida en un instrumento para ejercer la demagogia. Es importante entender la diferencia conceptual entre expresión libre e imposición de un falso concepto de expresión en países donde el periodista es un reo de la voluntad del estado.
Eso explica que siempre existan mal llamados periodistas y comunicadores dispuestos a justificar el statu quo prevaleciente. Habrá quien sea capaz de alegar que en un medio bajo el control de determinados grupos de opinión pueda prevalecer un criterio editorial que no coincida con la percepción de alguno o algunos, pero siempre queda la posibilidad de manifestarla previo “disclaimer”  y en el peor de los casos, acudir a otro medio, o convertirse en un “free lance”. Todo ello sin otro riesgo que una variación, quizás, en la situación económica y no por fuerza, como siempre sucede en la antípoda, tener que pagar la osadía, cuando menos, con la exclusión definitiva del juego y la condena al anonimato.
Recuerdo un caso ocurrido en medio de una de estas sociedades totalitarias y del que fui testigo. Sucedió que un día en que un periodista del principal órgano –oficial y único, así se proyecta- que acompañaba una delegación de canadienses y franceses por una provincia, dio su opinión sobre el tema que se debatía: la participación de la Unión Soviética en la derrota de la Alemania Nazi en la II Guerra Mundial. Alguien aludió al heroísmo soviético y cómo Moscú fue defendida con patriotismo y entrega por sus habitantes, el periodista sólo dijo que; como en ocasiones anteriores –se refería a las huestes napoleónicas derrotadas a las puertas de esa ciudad en 1812– “el general invierno” había desempeñado “un papel muy importante”. Me consta que éste “compañero”, nunca más ejerció el periodismo porque fue definitivamente invalidado para ello. En lo adelante otras ocupaciones, onerosamente escogidas para hacerle sentir la humillación; fueron su ulterior destino. Este hecho ocurrió hace muchos años, pero en el medio donde aún prevalecen los mismos criterios, aún sigue siendo así. ¿Cómo explicar que exista eso que se denomina “prensa independiente”?
¿Independiente de qué?  De seguro que la independencia no es el apelativo para un “free lance“ que puede o no ganarse la vida mediante el desempeño de su actividad. Necesariamente hay que colegir que la independencia es relativa al control gubernamental capaz de anatematizar al periodista por ejercer su derecho a emitir un criterio. ¿Puede producirse una situación más contradictoria?
 Hoy escuché con tristeza la sarta de improperios proferidos por uno de esos defensores a contrapelo de los intereses populares, cuyo lenguaje daba cuerpo a una especie de edicto real mediante los cuales los señores feudales amedrentaban a sus vasallos y con los que ahora estos redentores suelen manejar a su antojo a quienes les siguen y les respaldan; ejemplarizante castigo incluido en contra de los osados violadores. ¿De que sirve entonces, me pregunto, la supuesta “redención” que estos señores preconizan? Prefiero decir, porque me asiste el derecho, que para mí es importante y necesario continuar siendo un “irredento” en capacidad de expresar lo que le venga en gana.

José A. Arias.
  


Friday, October 28, 2011

EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Uno de los argumentos menos entendidos cuando se trata de evaluar y emitir criterios tiene que ver con la interpretación que comúnmente se ofrece acerca de la libertad de expresión. El concepto en sí es explícito, pero suele padecer laceraciones cuando el factor político manifiesto por intermedio de la influencia gubernamental entra en escena.
Basándose en una supuesta relatividad que no debería existir, pues hay conceptos cuyo valor absoluto no deja mucho margen a las interpretaciones diversas, la libertad de expresión viene a estar limitada cuando en cada caso y desde el poder se le confiere un significado sobre temas cuyas implicaciones suelen ser doctrinales.
Lo anterior es en cierto sentido inevitable; pero la diferencia queda marcada cuando la intensidad del problema pre-establece sus propios límites de influencia. Cuando se trata de gobiernos democráticos en que la competencia está centrada en el pluripartidismo, es común que los competidores lleven a cabo una interpretación conceptual afín con sus presupuestos y aspiraciones. Sin dudas, hay aquí una especie de vicio del valor objetivo del concepto motivado por el interés, pero siempre, y esa es la alternativa; habrá quien esté más cerca de una interpretación real.
En medio de un proceso donde los intérpretes de las diferentes propuestas tienen la posibilidad de someterlas a un juicio de criterio, cuyo resultado final se materializa en las urnas, la libertad de expresión adquiere vida propia. Se cierra de esa manera un ciclo que transita de la objetividad conceptual, a la diversidad interpretativa y regresa a la materialización del valor original por intermedio de la expresión general y concreta.
Muy diferente es el tratamiento acreditado a la libertad de expresión en sociedades totalitarias estructuradas piramidalmente. En estos casos y sin posibilidad de variación, real o aparente, se produce una interpretación unívoca del referido concepto. Es curioso que quienes ejercen el poder en representación del estado, reconocen como válido el absoluto control sobre los medios de comunicación, que conforman –en cualquier caso- el vehículo de garantía para la exposición de criterios que llegado ese momento deberá poseer una connotación singularizada.
Lo anterior representa una alternativa que en la práctica contradice la esencia del concepto, aún en su forma más genérica. Es esa la causa que impone un énfasis desmedido al factor de condicionamiento ideológico como preámbulo a la formulación de una tautología en la que la libertad de expresión se diluye en la falta general de libertad. Sobreviene, por esa vía, la gestación y promoción de teorías políticas pseudo-científicas que respaldan la existencia de una libertad de expresión amañada y sui generis y que en la práctica no es otra cosa que la negación más absoluta del concepto.
El problema no es tan simple, pero aleja a los pretendidos artífices del nuevo orden neo marxista desde Lenin hasta hoy, del componente básico de la teoría original: la dialéctica, a la que se atribuye una deleznable y torcida interpretación. El resultado es que se prescinde de su uso para crear un rígido encasillamiento (casi un corsé, según lo definió Octavio Paz) basado en la ideología; cuya ortodoxia justifica la existencia, cuando menos, de una prensa parcializada cuyo ejercicio crítico se limita a servir como contrafuerte al estado todopoderoso convirtiendo al periodista en un simple vocero.
Aunque en realidad hay muchos vectores que pueden ser sometidos a éste análisis, otro realmente importante está relacionado con el proceso educativo, que en sociedades no democráticas tiene un carácter condicionante, preceptivo y en consecuencia alienante; encaminado a establecer el compromiso del educando desde los niveles más elementales. Muy distinto es el caso de los estados democráticos donde es importante la separación de poderes entre iglesia y estado y la opción de permitir a los padres, sin convertirse en reos de desobediencia o poseer sentimientos de culpabilidad injustificados, el tomar la opción que consideren adecuada.
Hay, por último, un aspecto de índole censurable en el caso de países bajo gobiernos totalitarios. Muchas veces la longevidad de las dictaduras –es sabido que existe total coincidencia entre dictadura y totalitarismo, independientemente del origen o signo político- obliga a sus defensores a situarse muy cerca de la estafa social proyectada en absoluta falsedad al pretender crear un nivel interpretativo común acerca de la libertad de expresión.
El ladrón, en acto de auto descargo, suele pensar que todos se le igualan en su deleznable actitud. Lo mismo  sucede cuando criterios políticos disímiles se producen en las sociedades empíricamente estructuradas. Pensar, decir, escribir; puede llegar a ser “justificadamente condenable” por intermedio de falsas acusaciones, en cuyo caso no sólo se minimiza, sino que se coarta y destruye la validez de las hipótesis. Aquel que acusa al otro de “vender” su intelecto se proyecta a sí mismo como el referente de una formación limitada, quizás no tanto en lo científico, sino más bien castrada por la incidencia fatal de la ideología; por intermedio de la cual se auto justifica para hacer exactamente lo mismo que el ladrón de marras.
Pensar, y lo que es peor, referirse a la libertad de expresión como una quimera inalcanzable (algo que he escuchado muchas veces entre ignaros representantes del totalitarismo) constituye la evidencia más rotunda del anquilosamiento. La argumentación histórica que posibilita esta afirmación se remonta a los tiempos del “Ancient Regime” en la Francia anterior a 1789, donde los preceptos del absolutismo monárquico muy vinculados a la ortodoxia religiosa, entraron en contradicción con  las concepciones filosóficas que catapultaron las ideas de la Enciclopedia y el Iluminismo a sectores de la población que experimentaron la necesidad de evolucionar hacia la modernidad en la esfera de las ideas y el pensamiento, mucho mas a tono con el desarrollo que sobrevino un siglo antes con la revolución industrial iniciada en Inglaterra en 1640.
La evidencia anterior convierte en insoportable el argumento de poner al mismo nivel la libertad de expresión en sociedades democráticas y totalitarias. Ahí esta enmarcada la querella entre Voltaire y Rousseau; de la cual quedó como sentencioso y sólido argumento el planteamiento del primero: todo ser humano tiene el derecho a opinar – es inherente a la racionalidad humana (nota de autor)- pero también le asiste la obligación de respetar y defender, aún con su vida, lo que digan los demás. El verdadero contenido de la exactitud realmente dialéctica de un concepto como “libertad de expresión” quedó pautado a través de la posterior influencia de la filosofía racionalista de los pensadores ingleses y alemanes entre los que Emmanuel Kant desempeñó un papel preponderante.
La castración de los argumentos por vía del uso de un recurso tautológico se convierte entonces en la negación más absoluta de la libertad de expresión y lacera definitivamente el concepto “per sé” de libertad. En medio de semejante orden, la relatividad a que se pretende hacer referencia, no sólo carece de contenido real –sujeto a la pura sintaxis- sino que tampoco está amparado en la dialéctica, muy maltratada por aquellos que pretenden utilizarla como escudo (1).
José A. Arias
(1).-En el marco de un análisis conceptual, como el que se expone, no resulta posible elaborar sobre otros conceptos como los de materialismo dialéctico o histórico; en buena medida bases argumentales y a priori del revisionismo marxista en la época contemporánea y que han formado parte de la defensa de un proyecto que ni es puro, ni real y cuyas intrínsecas contradicciones lo han puesto en evidencia.

Thursday, October 20, 2011

LA COLMENITA, ABRACADABRA Y LOS ZÁNGANOS.

Es bueno advertir mi aversión por las participaciones histriónicas de los infantes, quizas a muchos les parezca errado de mi parte y me atrevería a pensar que tendré en contra de mi opinón un gran número de personas. Creo que el desempeño de la actuación, por elemental que sea, sugiere cierta dosis de hipocresía -en el sentido más genérico del término- que no le es dable a los niños. En función de lo anterior, la no existencia de una conciencia plena -parte de la personalidad en formación- aún en el caso de un adolescente; victimiza en cierto sentido la existencia del niño-actor, algo que me parece un acto de insensibilidad Respeto el criterio, aun de los padres que consideren el teatro infantil como una manifestación espontánea y viable en esos términos. Personalmente no coincido con ello.

Dicho lo anterior que es casi una salvedad -o lo que en inglés llaman "disclaimer"- entremos en materia. No quiero hablar de lo que ya otros han abordado hasta la saciedad: las campañas burdas que se orquestan sin mucho miramiento en el afán de reivindicar causas volátiles y de argumentación ideológica. En el tema está fuertemente implícito el daño que puede hacer el tratamiento ideologizado de un asunto. Visto de esa manera no es necesario argumentar demasiado en torno a una pregunta que no tiene respuesta: ¿Cómo entender que niños de entre 6 y 11 años de edad puedan convertirse en defensores conscientes de una temática de fuerte contenido político e ideológico?

Escuché al director de este grupo de teatro infantil llamado "La Colmenita", procedente de Cuba y de gira por varias ciudades norteamericanas, expresar que viendo la televisión americana (trato de recordar sus palabras con la mayor exactitud posible) vio como a un grupo de niños de kindergarten les hablaban de Marthin Luther King y decía que era plausible el hecho de que los países tengan el derecho de inculcar a sus niños el amor por sus héroes (sic). De ser cierto lo que el señor director alega es necesario recordar que en un medio donde impera el respeto a la opinión, donde el adoctrinamiento no se impone como parte de una política educacional que proviene del estado, ello es criticable, censurable e inaceptable; pudiendo llegar a ser judicialmente dirimible en un proceso que la ley ampara y, según los involucrados estimen, llegar a ser punible.

Lo anterior puede parecer ajeno y extraño a quien o quienes son el producto de una formación impuesta desde la óptica del poder, como en el caso de los defensores de una actitud de irrespeto a la infancia que permite un acto de violación que sí es consciente, imponiéndole a un niño el abanderarse con una ideología que por razones elementales no es capaz de comprender. Desde otra óptica me parece un abuso flagrante de la visión infantil del mundo circundante en formación que, aunque en diferentes circunstancias, puede ser tan criticable como las acciones llevadas a cabo por el difunto Michael Jackson -posteriormente exonerado de culpa tras un arreglo con la parte acusadora- al meter en su alcoba y en su cama niños en la hacienda Neverland, o los execrables desafueros cometidos  por la gavilla de Sergio Andrade -compositor y productor mejicano- prometiendo a menores el éxito en una futura y supuestamente rentable vida artística, mientras eran explotados sin miramiento y  hasta con el consentimiento de los propios padres, como sin dudas, sucede también en el caso que nos ocupa.

No son situaciones similares, pero hay un hito de relación en lo tocante al manejo de la voluntad infantil con propósitos espurios, políticos en este caso. De ello no tengo duda alguna. Se añade, por último, un ingrediente de malsano melodrama, cuando de forma sensiblera se pretende manejar la opinión de quienes no tienen claros los conceptos descritos y lo que es peor, mucho menos la forma de enfrentarse a planteamientos que puedan contribuir a una reflexión que los haga pensar. Llevado a cabo un procedimiento de esta narturaleza sería justo decir que quien comparte el criterio de considerar todo lo anterior como un acto de buena fe y patriotismo, le asiste el derecho; lo imposible es creer que se actúa correctamente al afirmar que presenciar menores espetando diatribas, es un acto de justicia inspirada en el más sublime y conspicuo acto de amor patrio.

Por último me pareció muy buena la recomendación de un conocido abogado del medio que sugirió llevar a los niños a visitar Disneylandia y dejar que quienes quieran ver la puesta en escena de  "Abracadabra" creada para los niños actores por los zánganos de la colmena; acudan, aplaudan e inclusive recomienden a otros que lo hagan; pero si verdaderamente y en lo recóndito de sus conciencias no sienten verguenza ajena al ver un niño espetando bocadillos propios de un agitador de barricada, con enorme tristeza tendré que concluir que los zánganos no tienen remedio.

José A. Arias.


Monday, October 17, 2011

EN MEMORIA DE LAURA POLLÁN TOLEDO (1948-2011).

De alguna forma, los que como en mi caso, no podemos prescindir de nuestro origen nacional, debemos manifestarnos y expresar nuestro duelo por la muerte de Laura Pollán Toledo. Ante todo porque se trató de una mujer humilde que a todas luces defendió principios en los que indudablemente creía y la consecuencia es una de las credenciales principales que toda persona honesta debe exhibir. Pero ella fue también muy valiente y lo demostró con el más caro de los sacrificios: su propia vida.

Su dimensión se incrementa con su desaparición física.  Suele suceder así con los que concluyen su existencia en medio de la muestra de una inquebrantable voluntad para no dejarse vencer por las adversidades y los obstáculos que aparecen en el camino y que, sin dudas, para Laura fueron muchos y difíciles. Quien dentro de un país como Cuba, se compromete a ir en contra de lo impuesto sabe muy bien a lo que se expone y no todos tienen, como ella, la determinación de quedar en el camino sin llegar al feliz término de ver sus objetivos conseguidos.

Hay que recordar que el movimiento de Las Damas de Blanco del que fue fundadora y el cual encabezó como su líder hasta su desaparición, es el más puro que se ha originado dentro de la disidencia y/o la oposición en Cuba en los últimos años. Conceptualmente ha ido clarificando sus objetivos y es el de mayor repercusión y proyección dentro y fuera de la Isla según quedó demostrado con el otorgamiento del premio Sajarov en el año 2005. Estimo y espero que su proyección se mantendrá y que a partir de la  pérdida que la ausencia de Laura Pollán representa, siga siendo así.

Para los cubanos que conservamos la fe en un cambio de destino en nuestro país debe constituir una premisa importante y permanente apoyar a estas mujeres que con su sacrificio y tenacidad, ponen en evidencia la degradación a que, bajo circunstancias como las prevalecientes hasta hoy, asumen quienes las reprimen, demostrando a que niveles se puede llegar cuando la arbitrariedad y la soberbia se apoderan de la conciencia.

Se que no es fácil encontrar eco entre los que no viven en el horror, pero tampoco es posible ocultar la insolencia, la vesania y la maldad; hoy más que nunca se hacen visibles y nuestro propósito debe ser amplificar la denuncia que con sin igual coraje Laura, hasta su muerte y las Damas de Blanco han  llevado a cabo por varios años. En la tierra que verá crecer las flores que Laura designó para esparcir sus cenizas y perpetuar su presencia, quedaran sepultadas algún día y para siempre las bayonetas del terror.

José A. Arias
Octubre 17, 2011.