Saturday, September 13, 2014

LOS NEOMARXISTAS CUBANOS Y EL FIN DE LOS ASCETAS. (*)



Regularmente los que se consideran a sí mismos enemigos políticos y de “clase”, experimentan una mayor curiosidad por acercarse al contenido expuesto. De tal suerte, debo escribir pensando en ellos y no sólo para quienes, según leen, van asintiendo. En fin, ellos son los primeros que suelen entender la interrelación del pensamiento en términos de “batallas” y acuden a ellas teórica y científicamente pertrechados de todo su arsenal ideológico y, como buenos soldados del intelecto, asumiendo la derrota de sus enemigos – su contraparte- porque la Historia está de su lado y les permite conseguir victorias rotundas y aplastantes.

No soy partidario de la especulación y entiendo que en la confrontación con los de armas tomar ha de conocerse bien el terreno por el que se transita; es por ello que me he dedicado a estudiar (enfatizo: estudiar, no sólo leer) la producción reciente ( y en ocasiones no tanto) de algunos que en Cuba y no pocas veces en el exterior, gozan del reconocimiento y la categorización de “intelectuales revolucionarios” Tras haber encarado la tarea con paciencia y despojado en la mayor medida posible de criterios y formulaciones pre-establecidas he decidido  encarar mi propio reto. El juicio, y eso que algunos suelen incluir al final como hitos concluyentes y de los que prescindiré, lo dejo a la consideración del lector.

Ante todo, muy brevemente, me parece necesario establecer una consideración importante. Mi motivación personal y el tiempo que le dedico es el resultado de: (a).-comunicar mi experiencia adquirida con el decurso del tiempo y después de haber dejado muchas páginas atrás de una bibliografía heterodoxa por su contenido y para nada partidista, doctrinaria o de pretensiones ideológicas en algún sentido y exclusivamente, (b).-considerar que mi pensamiento no está ceñido, ni se abandera festinadamente, con teorías políticas de ningún signo o tendencia –ello puede resultar criticable, pero es así, y (c).-saber que es el resultado de una labor enteramente voluntaria. Lo último tiene el valor de la dedicación y el interés, sobre todo, para no hacer dudar a los que estiman y piensan en términos equívocos y, paradójicamente, han hecho de su filiación político-partidista un medio de vida.

Lo anterior no es rebatible si se tiene en cuenta que, por convicción o conveniencia (o ambas) son exponentes de una postura, actitud ante la sociedad  (“orgullo de clase”), en la que el Estado revolucionario no admite disensos y es, a su vez, empleador y usufructuario, quien les paga el salario que devengan y del que se sostienen. No me parece criticable; pero lo que sí lo es, es endilgar, a los que no piensan del mismo modo y sin contemplaciones, una andanada de adjetivos peyorativos que convierten en el matiz sustantivo de su “guerra ideológica” sin parar mientes en utilizar sofismas, adulterar la realidad y empeñarse en la condena a priori de cualquier argumento. Sobre aquel planteamiento de 1961 en “palabras a los intelectuales” de Fidel Castro y cuya originalidad, por añadidura, culposa; está probada como ajena: “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada…” alguna vez leí el criterio de un reconocido intelectual revolucionario cubano –Lisandro Otero- que en su defensa argüía: “Fidel veía con claridad los peligros que acechaban en el futuro inmediato. Cualquier posibilidad de infiltrarse por un resquebrajamiento en la unidad necesaria sería aprovechada por nuestros antagonistas. Ante todo la Revolución debía sobrevivir porque el gran movimiento social era la base de todo, de la cultura, del derecho a una vida mejor de nuestro pueblo” (1)

Lo primero que debo explicar es por qué, al referirme a una buena parte de los que dicen aceptar y abrazar la idea de la rectificación, utilizo el término “neo-marxistas” Estos intelectuales que han descubierto a destiempo las razones de todos los males y que se han dado a la tarea de respaldar mediante su obra y su  participación en la vida cultural cubana aquello que es, en la práctica, una campaña gubernamental originada en el poder del Estado; todo lo que hacen es tratar de paliar, disminuir y –en los casos más ambiciosos-tratar de demostrar que no es real lo que las evidencias han ido poniendo en relieve: racismo, marginalidad, deterioro de la enseñanza a todos los niveles, ejercicio de la represión –no solo a nivel político-, problemas desgajados de la diversidad monetaria, falta de correlación entre precios y salarios, deterioro habitacional y su concomitante efecto en la infraestructura y el nunca superado déficit alimentario, "aunque nadie se muera de hambre a pesar de no poder degustar los alimentos que merecen” (2) para de ese modo justificar la menguada “canasta básica” que evita -según se argumenta- las hambrunas que matan millones de seres humanos indefensos en otras latitudes. Ese concepto de igualitarismo abstracto (que por demás no existe, algo que puede demostrarse) y se menciona como paradigmático, me hace pensar en un grupo de “conformistas” que se atienen a la idea de que “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”

En todos los casos el punto de partida, sin excepciones, es similar: “La Campaña de Rectificación de Errores”, la “Batalla de Ideas” y una ostensible y automática propuesta consecuente: “…el fortalecimiento del socialismo como única alternativa de socialidad entre los cubanos” y agrego: desde una “nueva perspectiva” originada en la dialéctica del pensamiento de muchos ortodoxos de antaño convertidos en neo-marxistas capaces de producir una edición corregida de sus antiguas propuestas. Pero no sólo se trata de identificar las plataformas del cambio por su origen, al fin, “rectificar es de sabios” aunque parece ser que, en el caso que me ocupa, ni el tiempo, ni las circunstancias lograron vincularse acertadamente en el entendimiento de la “intelligentsia” insular. El marxismo fue mal interpretado, ¿por quién?, -cabría preguntarse- fue sectario y en sumo, vinculado a la macropolítica internacional de la URSS bajo el estalinismo, donde un caudillo que llegan a conceptualizar de tirano –Stalin-, echó por tierra la buena voluntad del leninismo al desconocerlo y llevar el orden de cosas –el socialismo real- a un callejón sin salida, creando las condiciones para que un grupo de “oportunistas, bandoleros y lacayos” le arrebataran a la clase obrera y el campesinado sus conquistas. Aparentemente se trata del reverdecer de la "Teoría Crítica" y ello, es otro tema.

Hay, a simple vista, un grave problema que origina, a su vez, una gran contradicción: el comunismo en Cuba, así como sus principales figuras a partir de 1936 (inicio de la política de “frente único”) y hasta 1958 (febrero) y después a partir de 1961 (declaración del carácter socialista de la revolución) y hasta hoy, se apropió de la idea revolucionaria convirtiéndola en sinónimo de una ideología que ahora parece ser criticable sólo a la sombra del poder y a conveniencia del Estado. ¿No fueron estos períodos demasiado prolongados para entender la negatividad de lo que hoy se pretende exponer como argumentos deleznables –al menos en el plano de la vinculación con la extinta URSS? Desde luego, en la fabulación de la historia nacional post-revolucionaria, sobre todo en la que Fidel Castro ha contado recientemente y que, certeramente, a interpretado y definido Rafael Rojas (3), se centra la respuesta de los neomarxistas.

Mi experiencia personal, a la que me referí y está acreditada con una buena cantidad de años dedicado a tratar de encontrar una vertebración lógica a los temas acotados, me permite recordar vivencias ajenas e interesantes. Es sintomático que algunos de los que se proyectan hoy por la necesidad de la crítica (siempre constructiva, revolucionaria y socialista) fueron víctimas de la política del Estado bajo la acusación de “revisionistas” y “sancionados” a desempeñar “tareas” que debían cumplir el doble objetivo de: a.-impedir la influencia de sus criterios y b.-“ayudarles” a entender la virtud y la claridad ideológica (trato de recordar y reproducir los términos que se usaban) de quienes se erigieron en defensores del sovietismo –estalinismo incluido- a ultranza; al convertir en pecado de lesa política lo que catalogaban como una “ruptura” con la línea político-partidista de la revolución. Los que se consideraron a sí mismos y en su momento, puros defensores del "verdadero socialismo leninista", llegaron a ser equiparados con los enemigos "foráneos y pro-imperialistas" de la revolución y en consecuencia evaluados como muy peligrosos. Muchos fueron purgados, otros que no alcanzaron a entender el por qué se les ponía en evidencia, no resistieron lo que consideraban una humillación a su pasado revolucionario y prefirieron acogerse a una especie de exilio interno, otros, los más recalcitrantes, fueron a dar a la prisión y no pocos devinieron en disidentes y opositores (dentro y fuera de Cuba). La gran mayoría de los que ocupan mi atención (los neomarxistas) se han hecho a la idea de que es bajo la permisibilidad del Estado y en concomitancia con sus presupuestos que se hace posible rectificar errores. Se trata aquí del esquema, tantas veces repetido, de las ideas socialistas y comunistas en Cuba desde 1902. Me excuso por la aparente simpleza de la afirmación a continuidad, pero no creo en semejantes artilugios y más bien parece que lo único probable es similar a aquello de “meter la zorra en el gallinero”

El capitalismo imperialista, alegan, cambio sus estrategias de dominación e influencia en los territorios tercermundistas tras finalizar la II Guerra Mundial y durante la Guerra Fría; luego, el neoliberalismo y la globalización vinculados al desarrollo tecnológico durante los primeros años del presente siglo, sugieren una nueva actitud (táctica y estratégica) capaz de generar la conservación del socialismo comunista, único destino viable para aquella misma humanidad que según se afirmó dijo “basta y echó a andar”; puede parecer una ironía pero, ¿acaso el movimiento les ha conducido a una coyuntura de inercia sostenida amparada bajo una supuesta política de “rectificación de errores” y tras largos años de espera? Como puede apreciarse, trato de ceñirme al discurso político-ideológico de los revolucionarios de hoy que se dicen marxistas al interior y que sí son capaces de mentir, (es parte de la condición humana y por añadidura, fácilmente demostrable) además, respaldan sus inexactitudes haciendo uso del formidable aparato propagandístico con que cuentan para exponer medias verdades y manejar las estadísticas a fin de violentar la buena voluntad de las numerosas entidades internacionales que, financiadas en buena parte con fondos "del imperio", llegan a convertir solapadamente en sus aliados.

En el gran matraz en el que se articulan y en el laboratorio socializador en que teóricamente se pretenden ventilar las críticas del neomarxismo, se halla, en la médula del nuevo homúnculo, la rectificación de errores, la batalla de ideas y cuanto añadido pueda parecer incluible y resultar de utilidad. Pero la solución del problema no está, y ellos lo saben, lo dejan entrever como parte de su preocupación al referirse al hecho del peligro de hacer mutis que corren hoy sus ideas (por razones intrínsecas y no las que festinadamente alegan), en proponer remedios temporales e inviables a largo plazo; está en la falibilidad e inconsistencia de las fuentes originales (algo que los chinos parecen haber entendido mejor que sus enemigos de antaño al desentenderse, en la práctica, de las enseñanzas del “gran timonel”, lo que quizás pudiera convertirse en un buen referente para los cubanos que también han tenido y tienen, sus “timoneles”) Ante tal coyuntura me parece válido plantear algunos cuestionamientos:

1.- ¿Es posible que por las causas atribuidas a los errores cometidos (inexperiencia, excesivo partidismo pro-soviético, etc.) quienes los cometieron, puedan producir la eliminación de sus consecuencias?

2.-Asumiendo que lo anterior fuera dable ¿desparecerían los límites cuando de encarar las cuotas de responsabilidad se trate y se convierta en necesidad impostergable hacerlo?

3.- ¿Están los neomarxistas en capacidad, primero de resistirse y luego de enfrentar de nueva cuenta, no solo el ostracismo intelectual – a lo que temen en tanto el intelecto es razón de su quehacer y condición de su existencia-, sino en sentido absoluto? (saben muy bien de qué se trata)

4.- ¿Qué resultado tangible se evidencia tras el propósito de los “cambios” en los que según alegan, la crítica socialista y revolucionaria ha influido?

5.- ¿No existe acaso, una evidente contradicción entre lo que la “crítica representa o al menos, debe representar, frente a la omnipresencia de la entelequia axiológica conformada por la relación ad infinitum “revolución-partido-pueblo” categorizada ideológicamente como inamovible?

Es muy posible que tratando de hallar respuestas a semejantes o muy parecidos cuestionamientos, el comunismo sucumbiera en la URSS y los países de Europa del Este. Razón evidente: las respuestas existen, pero no son verificables mediante su enunciado en el contexto ideológico en el cual se pretende encontrarlas. Sería bueno (aunque improbable, al menos por el momento) dejar de lado el argumento “patriótico-revolucionario” de exponer a Cuba como una nación de pretendida magnitud ejemplar sin ir al centro de los problemas que la aquejan y seguir culpando a “enemigos” que cada vez se hacen menos visibles. El cuento es demasiado viejo, se agotan las versiones; pero el efecto de esa paranoia colectiva enquistada en la conciencia nacional, puede ser muy peligroso. Mientras tanto, los ascetas de la vieja ortodoxia están quemando sus últimos cartuchos y si me quieren acusar de no entenderles, al menos en algo, estaríamos de acuerdo.

NOTAS.-

(1).- Otero, Lisandro.-“La Jiribilla” En: “Rebelión”, cultura. Agosto 21, 2011 (http://www.rebelion.org)

(2).-“No degustamos todos los platos que quisiéramos y nos merecemos, y los alimentos son caros para el bolsillo del cubano - el tema alimentario como se conoce es asunto de fuertes debates e inconformidades-, pero nadie “muere” en Cuba de hambre…” Afirmación del Dr. Felipe de Jesús Pérez Cruz en su artículo: “Sebastián, El Canal y el Nuncio” Ver: en INTERNET, por el nombre del autor, en el mismo sitio Web de la cita anterior.

(3).-Ver: Rojas, Rafael.- “La Máquina del Olvido”, Méjico, 2011. En: Diario de Cuba. (http://www. diariodecuba.com/)

(*).-Asceta. Definición: Persona que practica el ascetismo. 2. Persona que lleva una vida austera.

Ascetismo. Definición: Conjunto de prácticas de penitencia con fines espirituales o religiosos. 2. Vida austera.

En el caso, doy al sustantivo una connotación polisémica.


José A. Arias Frá.

Miami, septiembre 13, 2014.

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