Friday, August 1, 2014

SANTOS Y EL FUTURO DE LAS CONVERSACIONES DE PAZ PARA COLOMBIA.


El proceso de paz en Colombia inaugurado en noviembre de 2012 en La Habana, viene resultando en una negociación en extremo difícil y, como tal, incluye aspectos básicos que no resulta posible solventar; al menos en el corto plazo.

Durante los cuatro últimos períodos presidenciales –incluido el de Álvaro Uribe- se han producido intentos de negociación cuyos resultados no exhibieron logros. Aún sigue siendo improbable que el actual esfuerzo bajo la presidencia de Juan Manuel Santos, pueda acarrear resultados diferentes y definitivos y la razón está en el enfoque que las dos partes envueltas en el proceso le dan al asunto. En el “arte” de enfrentar los presupuestos del adversario, más que en la sapiencia, suele estar la clave del éxito en muchos de estos casos.

Las guerrillas de las FARC y el ELN han operado en el país, al menos, durante los últimos 50 años y aunque las condiciones han cambiado, ninguno de los protagonistas del conflicto, a saber, gobierno y guerrilla, ha podido capitalizar resultados a su favor. Preguntarse las razones convertiría el propósito en un intento demasiado extenso. Baste saber que el aparente punto de confluencia de ambos es, precisamente, este nuevo intento.

El punto de vista de ambos extremos en la antípoda, acusa causas y en algunos casos, como en el de la guerrilla, está matizado de un contenido ideológico que en la post modernidad, resulta obsoleto: no se puede hablar, como hacen los líderes guerrilleros Timochenko y Gabino de justicia social encaramándose en una estrategia sistemática e inocultable de terror y victimización puesta en práctica en defensa de una ideología a destiempo. Para el gobierno, la defensa de intereses político-económicos y en medio de ese largo período, también ha tenido fluctuaciones que han determinado la crítica sana y cívica desde adentro y, como es normal y debe ser, en situación de competencia democrática.

Pero el criterio ideológico (es necesario insistir en ello) que la guerrilla dice defender y en efecto defiende, aferrándose a él, produce la existencia de una zona vaga de definiciones y crea, a más de menoscabar la posibilidad de un entendimiento, las condiciones para la propia incongruencia de sus argumentos. ¿Quiere esto decir que la paz no puede resultar posible? Desde luego que sí.

De hecho, en tres de los cinco aspectos que se trazaron desde el inicio como caminos de amplia y doble vía (en eso consiste el hecho de negociar) y a pesar del sinnúmero de bifurcaciones que puedan acusar, ha habido acuerdo en los tres primeros y las “conversaciones” se aproximan a entrar en su fase más crítica y potencialmente disruptiva: la reparación a las víctimas del conflicto y el desarme y posterior implementación de los “acuerdos”

Pedirle a los representantes de la guerrilla que, como ideólogos, gozan de menor autonomía y aunque supuestamente estén investidos de ella, que se conviertan en actores de una vida en paz después de haber vivido en la violencia; sus lacras y sus secuelas durante medio siglo, es casi como pedir peras al olmo y el gobierno, en tanto, tendrá –aunque esta vez lo ha venido haciendo desde el principio- que ser muy cuidadoso en manejar desde su óptica la consecución de sus objetivos: 1.-demostrándole a todos la ausencia de argumentos impuros, amañados y tendenciosos en sus posiciones, y 2.-presentar los mecanismos de concertación existentes entre los grupos de diferentes tendencias políticas a favor del proceso de paz, como un importante logro más allá de los criterios de la guerrilla.

Es precisamente lo anterior, lo que ha convertido la actuación de Santos en una propuesta de nueva cuenta que lo diferencia de intentonas anteriores. En ese argumento puede reposar la posibilidad de seguir avanzando, porque mientras los ideólogos del movimiento guerrillero se aferran a la inercia de sus presupuestos superados por su propia actuación y la temporalidad de las circunstancias; la movilidad que puede caracterizar la presentación de los objetivos del gobierno, puede muy bien poner la pelota en el terreno de la guerrilla.

Veamos un ejemplo: “no hay en el discurso del presidente Santos ninguna evidencia de cambios estructurales, el problema no es acabar con la guerra, se trata de garantizar una paz que se convierta en algo peor que la guerra misma. Se trata de remover las estructuras que han convertido al pueblo en objeto de abuso permanente y en sus víctimas…” (1) Esto es lo que ha dicho Rodrigo Londoño (Timochenko) y ha sido avalado por Nicolás Rodríguez (Gabino) a nombre de las FARC y el ELN, respectivamente. Creo que los planteamientos se explican por sí mismos, graficados en su intención y a la luz del análisis.

Marta Lucía Ramírez, ex -candidata presidencial y líder conservadora, casi al socaire de tales argumentos, ha expuesto: “…con la justicia que garantice el imperio de la ley, el desarrollo del campo, el acceso a la educación, la defensa de la familia o la búsqueda de una paz verdadera, con condiciones, con justicia, sin reclutamiento de niños, sin uso de minas, ni atentados terroristas, justificaría el apoyo del partido (conservador, n. de a.) a las iniciativas del gobierno” (2)

Si realmente entendemos la democracia y cómo funciona, debemos dar crédito a los resultados de un proceso electoral que separó al ganador (Santos) del perdedor (Zuluága) por poco menos de un millón de votos (7 816 986 vs 6 905 001) debe concluirse que la intención de generar un gobierno de coalición, sin despropósitos, es justa de ambas partes y de ello puede depender en gran medida el resultado final de las conversaciones. Ya lo he dicho antes, no podemos creer y mucho menos pensar que somos fuertes, si como verdaderos demócratas no somos capaces de demostrarlo. Allá quienes se aferran al pasado que, dicho sea de paso, no son siempre los que viven presos de ideologías incongruentes, armados de fusiles y metidos en la selva.

José Antonio Arias.

Agosto1, 2014.    

 Notas.-

(1).-Rodrigo Londoño Echeverri (alias Timochenko) en comunicado leído y presentado en las “redes sociales” a raíz del discurso de Santos en la presentación del Senado de la República de Colombia para su nuevo mandato.

(2).-Marta Lucía Ramírez en declaraciones a “El Tiempo” sobre la posibilidad de la integración de una coalición partidista en respaldo de Santos durante su nuevo período.

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