Saturday, August 6, 2011

EL CANCER EN CAMPAÑA POLITICA.

Cuando creía que lo había visto todo en materia de argumentaciones vinculadas a estrategias y aspiraciones políticas, estaba muy equivocado; quedaba fuera del alcance de mi perspectiva que una enfermedad como el cáncer pudiera ser un elemento a tener en cuenta para ser utilizado con fines semejantes. La razón en el caso que nos ocupa: el apego al poder y su usufructo vitalicio que aún en el peor de los escenarios, todo lo hace permisible y justifica cualquier argucia.

No me interesa especular sobre la veracidad o la falsedad de la enfermedad en sí, de antemano he de creer  que es cierta. Lo que sí  parece harto criticable es la manera insolente, irrespetuosa, insensible e inescrupulosa en que se está utilizando, para que pueda servir de contrafuerte a un propósito político matizándolo de un carácter de indiscutible mezquindad, que lógicamente debería ser cierto y forzosamente entendido en esos términos entre los receptores de la información.

Muchos han sido los casos en que personas conocidas han tenido que enfrentar el desafío que siempre significa el encarar una enfermedad como el cáncer, pero según la voluntad del paciente, ha sido siempre algo que se maneja con discreción, dentro de los círculos familiares y, si se trata de una figura pública y además política; tomando las precauciones previsibles, primero para tratar de paliar el mal y consiguientemente evaluando las posibilidades que en cada caso se puedan  proyectar en la  perspectiva de un  futuro inmediato.

En lo relacionado con el personaje que ahora nos ocupa nada de lo anterior ha sido así. Ante mi asombro, aquí la enfermedad desde el momento en que se hizo pública, se ha convertido en elemento de mención permanente, se le ha dado categoría de problema nacional y hasta ha sido objeto de militarización en lo tocante al manejo, sobre todo, de una bien dosificada pero sistemática divulgación. Es el propio paciente quien se encarga de dar categoría de “estado mayor” al grupo de médicos, binacional por cierto, que se encarga de establecer las evaluaciones sobre su estado, que por demás solo él conoce y divulga a conveniencia.

Si procedemos al seguimiento de las informaciones ofrecidas, parecería innegable que a más de la gravedad del argumento existe también un manifiesto e innegable propósito de utilizarlo como el meollo de una campaña política. Es evidente que cualquier campaña se rige por una estrategia determinada de antemano y en su elaboración siempre interviene un equipo de asesores estableciendo etapas para su desarrollo; la efectividad de las mismas se determina a través de las encuestas de popularidad en connivencia con el nivel de credibilidad que les sea atribuible. Ese es un hecho normal, pero bajo condiciones anormales,  la realidad es otra.

Para evaluar las características de una campaña que incluye como principal protagonista a un enfermo convaleciente de una seria dolencia, no hay antecedentes. Es un caso que en materia de jurisprudencia, por ejemplo, se le daría un  carácter paradigmático capaz de sentar  precedente y que en esta ocasión y para poder entenderlo hay que analizarlo dentro del marco de una situación política de excepción.

Primero, el candidato y aspirante del partido oficialista –actual presidente- gobierna un país donde se han alterado los cánones de la democracia, tras haber accedido al gobierno por la vía electoral. No es necesario hacer la historia de la consolidación del poder mediante la exclusión de la sana competencia implícita dentro de un ambiente verdaderamente democrático y activamente pluripartidista; eso es asunto sobreseído en un medio donde la única oposición es acusada de “escuálida”, “pitiyanqui” y por añadidura genuflexa, traidora, cobarde, servil y cuanto improperio capaz de minimizarla al máximo, sea dable atribuirle desde el poder.

Si a lo anterior se añade la incapacidad de contar con la autonomía de los poderes del estado de forma equitativa, se crea entonces la posibilidad de poder invertir los valores y añadiendo el uso del populismo y la demagogia,  producir una campaña como la que estamos viendo, sin antecedentes en la historia de las democracias reales, donde lógicamente una persona con las limitaciones que la gravedad de las circunstancias implica no pudiera ser jamás un candidato viable. Aquí, sin embargo, sucede otra cosa.

Para mí no hay dudas de que los estrategas de campaña están fuera del ámbito nacional del candidato y son la antítesis de cualquier práctica electoral verdaderamente competitiva desde el punto de vista democrático, además de ser, según han demostrado; los artífices de la unanimidad secular a contrapelo de cualquier desgaste del poder por intermedio de su ejercicio, o de los fracasos y reveses manifiestos para los que siempre existen a mano terceros  a quien responsabilizar por ello, dejando intacta la perínclita voluntad de los verdaderos y únicos culpables.

La viabilidad aquí se la atribuye el propio candidato, que de manera impúdica se muestra exhibiendo los atributos de su enfermedad y alude a los procedimientos de curación moviendo a la compasión a su auditorio como el niño que pide a sus padres que le complazcan porque se sabe enfermo y en consecuencia merece satisfacer la que pueda ser, en el peor de los casos, su última voluntad. El aguerrido paciente se envuelve –físicamente- en la bandera y eleva plegarias a deidades diversas en las que no cree- la verdaderamente adorable para él aun vive entre nosotros- y de ese modo y  por  intermedio de aquellas, trata de  garantizar su reelección que no solo asegura, sino que también alega merecer.

Para sus desgastados estrategas de campaña, cuya  preocupante importancia comienza por el crédito que el propio paciente les atribuye, es algo vital  garantizar su éxito por todas las vías incluyendo las de la sucesión aún en el caso de que  el paciente esté seriamente enfermo y no lograra sobrevivir. Sin dudas, como ha sucedido con su acólito principal, los avatares del enfermo son un asunto de estado y  alta política y como tal, deberán ser encarados. Al menos por el momento sigue siendo así. Garantizar el continuismo es la palabra de orden y la actividad ingentemente desenvuelta, es la verdadera estrategia. En el país que nos ocupa la democracia real ya es quimera y hacerla valer de nueva cuenta con todos sus atributos es tarea cuesta arriba para los que pretenden lograrlo y han encarado  la batalla.

Así las cosas y a contrapelo de toda lógica, un enfermo de cáncer ha logrado hacer prevalecer su enfermedad como argumento de campaña, y lo peor es que ha conseguido incrementar su popularidad, relativamente diezmada por sus desaciertos, que han sido y siguen siendo muchos proyectando una imagen lastimosa y frágil, lo cual bajo cualquier circunstancia parecería imposible.

Los que conocemos el verdadero trasunto mental de estos mesiánicos semidioses no necesitamos demasiadas explicaciones para evaluar el alcance de sus objetivos y sabemos que siempre el fin ha de justificar los medios. Bajo el imperio del totalitarismo  basado en una extemporánea ideología podemos descubrir ahora que un candidato gravemente enfermo, no sólo puede hacerse con el poder, sino lo que es peor, seguir gobernando después de pasar a mejor vida. Ahora les digo: “póngase moscas” venezolanos antichavistas porque el enemigo que tienen ante sí es más peligroso que un cáncer.



José A. Arias.



  

2 comments:

  1. El cáncer lo tienes tú en el cerebro por tener ideas tan macabras, solo responden al dinero que te pagan para que hables tales inventos, qué haces en el exilio, si no ganar plata por hablar mentiras, triste oficio el que escogiste.

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  2. Es lamentable todavia a esta altura de la historia como existen personas que llenas de envidia ante la inteligencia y la constancia de otros tratan de tirar fango sobre quienes los opacan en todas las esferas de la vida.
    Este pobre ente que comenta con una respuesta ya conocida y gastada sobre la opinion que tiene el Sr. Arias es la prueba de la intrancigencia de los esclavos comunistas, este "anonimo" acusa y ataca asumiendo que todos son como el, pues yo puedo perfectamente pensar que a el tambien le pagan para contrarestar no solo al autor de este caso, tambien se puede dedicar a hacerlo en otros blog y medios.
    Sr. "ANONIMO" ESO ES SU OFICIO, SER "ANONIMO", pues nadie en su entero juicio estaria dispuesto a escuchar y leer algo que Ud. expresara, primero por el consancio que produce las monsergas ya centenarias de los "agredidos" comunistas ya gastadas y desdeñadas por la historia(ya son del pasado) y segundo no se puede ir por el mundo acusando a todos y cada uno de los que a Ud. no le guste de agentes pagados en el exilio, no se puede, porque segun Uds. mismo son muchos los enemigos, entonces no creo que alcance el dinero para pagarles a todos.
    Sr. "ANONIMO" seguiras en ese triste lugar del anonimato, donde nadie sabe qien eres y donde estas, yo se que a muchos les gusta eso, los lugares obscuros y solitarios desde donde se pueda observar el mundo brillante y donde se pueda planear como repartir la luz del Sol, no para que todos tengamos derecho a ella, sino para poder amenazar a los rebeldes y condenarlos a las tinieblas sino cooperan con el plan horrible del Socialismo del siglo XXI.

    CLAUDIO REYES.

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