Wednesday, July 6, 2011

LOS "VIEJOS LIBERTARIOS" Y SU EXORCISMO REVOLUCIONARIO.

Nota.-Recientemente se han producido algunas presentaciones de Alfredo Guevara ante jóvenes estudiantes en la Universidad de La Habana (Escuela de Química -la que comento a continuación- y otra en la Facultad de Periodismo, creo que perteneciente a la Facultad de Informática.). Hay un "post" de Zoe Valdés en su blog, en que se encarga de presentar a quienes no le conocen, al personaje. Me parerce que la estrategia envuelta en las mencionadas presentaciones, merece cierta atención, y por ello estaré refiriéndome a las mismas por intermedio de un análisis de opinión. Gracias, José Arias.


ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE LA “PEÑA” DE ALFREDO GUEVARA FRENTE A” LOS ALQUIMISTAS REVOLUCIONARIOS”

No se trata de “palos porque bogan y palos porque no” pero los comentarios se imponen. Lo primero que habría que recordar es la razón por la que Alfredo Guevara ha gozado de esa supuesta autonomía de ejecutoria. Cuando se produjo la sonada querella entre Castro y Rolando Masferrer – al que terminó pasándole la cuenta al cabo de los años en Nueva York, haciéndole víctima de un atentado- quien protegió a Fidel y lo escondió en su casa, fue Guevara; y aunque nuestro sujeto no suele ser agradecido, infería la “devoción” muy explicable en su caso, que Alfredito sentía por él. Esos eran los años aciagos del “bonche” y Fidel era uno de los muchachos del gatillo alegre que militaban en la UIR (Unión Insurreccional Revolucionaria), dentro de la Universidad habanera en la que ambos estudiaban.
Creo que todo lo dicho por Guevara es cierto, sólo que se le quedaron muchas cosas que sabe y piensa, por decir. Es indiscutible que es un hombre de intelecto notable, el sólo hecho de afirmar que entre los que configuran la cúpula revolucionaria hay un montón de ignorantes, me hace coincidir con él; eso lo he dicho muchas veces. El problema está en que hay cosas que se dicen cuando es el momento o es preferible callarlas. Es muy cierto aquello de “habla ahora o calla para siempre”; el “ahora” de Alfredo Guevara en realidad nunca existió, él lo dejó pasar, lo cambió por un juguete que Fidel le entregó para que se entretuviera y vendió su alma al diablo: el ICAIC. El mismo trata de dimensionarse cuando dice que su función era como la de un ministro y sus contactos con colegas del mundo cinematográfico como reuniones de ministros. ¿Lo entenderían así Castro y sus abyectos e inveterados ignorantes que todo lo decidían entre las reuniones sin fin que llevaban a cabo y de las que amargamente se queja Guevara, cuando los llama, según dice, y no le contestan?
A los 85 años ya no hay peligros de vivir en el ignominioso ostracismo que se les ha impuesto a otros que han cometido el pecado de creer que la revolución es de verdad un retablo capaz de evidenciar verdaderos actos de contrición, eso lo sabe bien Guevara que se las da de liberal revolucionario frente a otros confundidos que piensan en escribir un libreto de antemano censurado. He visto varias veces repetirse la escena de la “crítica revolucionaria desde adentro”, amparada por la acción de esos mismos a los que se les acusa de ejercer un gobierno donde el poder no es popular y donde los habitantes no son ciudadanos. ¿Qué son entonces, me pregunto? Andan, a mi juicio, muy cerca del concepto de esclavo que Guevara esboza: “obreros no pagados”.
Guevara tiene la sinceridad de los años padecidos en el silencio de muchas frustraciones que nunca le permitieron estar entre los “ignorantes”, pensará con razón, que en cierto modo ha sido bueno para él no estar entre ellos; él mismo se autoexcluye, como quizás hicieran Guillén, Retamar, Portuondo –José Antonio- Cintio, Arrufat y hasta el mismo Núñez Jiménez o como quizás hagan ahora Barnet y el defenestrado Abel. El intelecto no es para los revolucionarios, ese mismo Gramsci –Antonio- al que se refiere Alfredo, no fue un socialista, fue un redomado comunista que aspiró a convertir la “dictadura del proletariado” en “hegemonía del proletariado”, su prontuario de revolucionario en la Italia de principios del siglo XX  lo llevó a la cárcel y entre los afanes de los revolucionarios y los fascistas se perdió la Italia potencialmente democrática tras el estado nacional unificado, bajo la bota de Mussolini y el “fascio di combattimento”; que la puso del lado del nacional socialismo alemán y de Adolfo Hitler, aún antes de comenzar la guerra.
Tuve la paciencia –casi entereza- de leerme toda la transcripción del encuentro de “AG” con los químicos –esto me parece algo extraño- que el viejo Alfredo trata de justificar aludiendo a la importancia de la ciencia en un mundo global, al que por supuesto; Cuba, -que de hecho no está en ningún mundo, según Alfredo, al menos no en el tercero- no pertenece. Disquisiciones sobre materia económica para justificar el “robo de cerebros” dejan, sin embargo, apreciar la incapacidad intrínseca de un sistema al que se valora por encima de sus posibilidades reales; a través del hecho de  reconocer que ni siquiera una semana, se puede comer con lo que se le paga a un científico. Es esa la razón por la que la  imagen surrealista de un ingeniero convertido en parqueador de un hotel para turistas, o una técnica de salud profesando de jinetera sean también una  conquista revolucionaria después de 52 años y en el propio país donde se formaron; los otros, más inteligentes,  los que persiguen el pago en euros o dólares canadienses, se convierten en la negación, dentro del propio proceso, de los presupuestos, según AG, no alcanzados. Para mí, decir cosas así carece de sentido con el transcurrir de medio siglo de por medio.
Se puede vivir de la defensa de una posición amparada en una idea que cualquier filosofía puede respaldar, aún en el caso de que la historia se encargue de demostrar el error, lo que no es posible es criticar el error desde el error mismo y continuar tratando de justificarlo. No se puede aceptar la ignorancia y continuar plegándose a los ignorantes; que continúan allí, entre las odiadas cananas y los uniformes verde olivo,  dándoles un voto de confianza en la esperanza de que puedan mutar en vietnameses o chinos. Ha de ser una verdadera  pena que el “profe” AG –quien oficialmente, nunca pudo abandonar el closet- viva sus últimos años alentando una idea en la que nunca creyó, su mundo interior pero real, debe torturarle mucho más allá de la bonanza y la paz espiritual de que dice gozar. Creo que es la única conclusión lógica que se puede inferir de sus propias palabras. Mientras tanto, los alquimistas, no tan buenos como el de Coelho, seguirán tratando de encontrar la verdad enredados entre mentiras y de ese modo, proyectar indefinidamente la “obra de la revolución”.
 José A. Arias.

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