Muchos coinciden en el hecho de que en política la perpetuidad se hace muy difícil porque se rompe el hábito de identificar la democracia con el cambio. Si nos adscribimos a la tendencia de pensar que democracia es –atenida al factor etimológico- el gobierno del pueblo, por supuesto, sin caer en el riesgo de demagogia a la que la contemporaneidad obliga en algunos casos; esa gestión de participación debe de ser un hábito colectivo sujeto a la evaluación permanente que el proceso electoral conlleva.
En la vinculación de la actividad política con el deseo y la proyección personal de algunos individuos o grupos, el anterior proceso se va viciando hasta llegarse a convertir en un esquema oclocrático y demagógico. Expliquemos un poco la diferencia: oclocracia –poder de las masas-y democracia –poder del pueblo- hay una diferencia vital; el concepto pueblo sólo válido en el segundo caso tiene como base una identificación de factores que conforman ante todo una nacionalidad que se define por intermedio de intereses muy particulares de índole sociológica, cultural, lingüística, psicológica y religiosa. El primero, más que concepto, definición; constituye en sí la posibilidad de identificar un conglomerado que se desdibuja en tanto trata de ser definido, para ser utilizado políticamente, lo cual es imposible.
Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero quizás el más tangible fue el de la extinta Unión Soviética, una mal llamada nación que fue creada por decreto –el de las nacionalides- por V.I.Lenin en 1921. Sin entrar en detalles, baste solamente visualizar en lo que se convirtieron los territorios del extinto “país” tras la debacle del comunismo ruso-soviético en 1991. Ni que decir de la deformación del concepto democrático aplicado al grupo de países que conformaron el bloque euro oriental de las mal llamadas “democracias socialistas”.
Para confundir con toda intención (aquí no se trata de una evasión no culposa) la democracia con la oclocracia bajo el socialismo, se acude a la aplicación de un tercer elemento argumental que es la demagogia, se dice lo que no es y se promete lo que no se puede cumplir. Genéricamente analizado el hecho, no queda reducido al plano de la generalidad, es también un argumento de amañada validez en política, y aunque no es el caso que nos interesa, es saludable hacer la salvedad. Siguiendo esta línea de análisis llegamos al otro elemento importante: el populismo.
El populismo tampoco es vector de un solo signo, los populistas pueden argumentar acerca de la validez de su gestión desde cualquier posición en el espectro político. Es común que en algunos casos los populistas se disfracen de apolíticos para aprovechar la coyuntura de convertirse en hipercríticos de la gestión política e inducir el criterio de que debe constituir un argumento rechazable e identificable con corrupción, malversación, nepotismo y compadrazgo. Es precisamente aquí donde se inserta la contradicción –insalvable a mi juicio- entre totalitarismo y democracia, sobre todo si nos atenemos a la aplicación lógica de los argumentos conceptuales anteriores.
Sin excepción, aquellos que se perpetúan en el poder no pueden ser demócratas, ni siquiera en el supuesto e improbable caso de que se pueda –como ha sucedido- rebautizar la democracia agregándole apellidos como el de socialista, popular, etc. Por esa vía se va directo a confundir democracia con oclocracia, llegándose a la identificación, plenamente demostrable de demagogia con populismo. En la raíz más recóndita del fracaso de los “ismos” totalitarios del siglo XX subyace como rémora insuperable la insalvable contradicción imposible de ser dejada a un lado; sólo y únicamente bajo una condición, que es la antítesis de la democracia: el ejercicio del poder a través de la dictadura.
Al recordar el factor de descomposición casi congénito de los “ismos” a que me refería se puede argumentar en torno a su validez. Esos “ismos” son tres: el fascismo, el socialismo y el internacionalismo, en el caso de este último un argumento de contenido confuso e improbable aún desde su intrínseca debilidad, ya que siempre fue y es, en la práctica, lo contrario de lo que se proyecta convirtiéndose en un argumento demagógico y principal en el ejercicio del populismo más acendrado.
En lo tocante a los otros dos “ismos” el argumento que se superpone es el de la oclocracia sobre la democracia tratando de validar dicha hegemonía por intermedio de una falsedad a la que sólo es posible acceder mediante la fuerza política que el totalitarismo garantiza disfrazada de populismo y mediante el ejercicio de la demagogia más absoluta, que en el caso más grave, desconoce el elemento popular y lo somete mediante una exclusión de los factores que no puedan o deban ser incluidos en un fuerte esquema de dominación, como en el caso del nazi-fascismo.
En la Unión Soviética del estalinismo es ese socialismo excluyente de los factores conceptuales de una nación basada en el verdadero poder del pueblo, el argumento que relativamente consolidó la hegemonía del Partido Comunista. Allí como se sabe no hubo excepciones a la regla y desde el sometimiento forzoso de la voluntad popular a través del asesinato en masa, la creación de campos de concentración, eufemísticamente llamados de reeducación y el exilio –interno o externo- de los no re educables, el análisis deja de ser válido, por el contrario es como el colorario de esta tesis.
Si nos atenemos a lo que la Historia nos ha debido enseñar al respecto, hemos de encontrar las explicaciones que dialécticamente –este término no debe ser un pecado en su uso- nos permiten entender porque existieron insalvables contradicciones entre los socialistas del siglo XIX, tiempo de la ruptura verdadera que da lugar a la aparición de las diferentes manifestaciones del socialismo como forma de gobierno y lo que más tarde algunos trataron de rectificar en el siglo XX dando lugar a la clásica polémica entre marxistas clásicos y conservadores –totalitarios- y los llamados y acusados por los primeros de revisionistas y liberales aún dentro de la ortodoxia marxista. De Prohudon al binomio Marx-Engels que generó la ruptura en los marcos temporales de la Internacional durante el siglo XIX, a la aplicación práctica de un concepto que trató de materializar lo que Marx nunca logró definir, por parte de Lenin en los albores del siglo XX, hay una gran diferencia. La historia posterior de la oclocracia soviética bajo la bota del totalitarismo estalinista pone en evidencia la única versión posible de socialismo excluyente y sin apellidos; enfrentado y descartado en su aplicación por la democracia, que aún viciada resultó superior. No tengo dudas que el avezado Winston Churchill al emitir su opinión harto conocida sobre la democracia, pensaba en todas estas cosas.
Por supuesto que en la profundidad teórica de los planteamientos de los izquierdistas europeos, sobre todo de la postguerra –la segunda- hay una necesidad de justificar la validez de ciertos argumentos que no dejan de ser demagógicos pero que desde una visión accesible a las masas –oclocrática- debieron justificarse. Esa visión deja, a mi modo de ver, a estos miembros dentro de la llamada “intelligentsia” occidental, en la que solo prosperan sus ideas y conceptos a partir del predominio de la verdadera democracia, en cierto estado de orfandad: les resulta ajena la democracia política como control de un aparato productivo basado en el capitalismo de libre empresa y quedan fuera a la vez del entramado totalitario, bajo la insuperable y admonitoria acusación de revisionistas.
Es precisamente lo anterior lo que ahora, en los albores del siglo XXI hace tan mediocre, inválida e intelectualmente superable la versión maquillada de socialismo totalitario, demagógico y populista que algunos pretenden aupar y abrazar. El único problema sigue siendo la falta de conocimiento de los argumentos referidos que propicia el abrazo automático de ideas obsoletas y convierte en pasto reverdecido entre las masas el remendado cascarón ideológico de un socialismo que es imposible e inexistente. No quiero entrar en el análisis de las actuales variantes del socialismo asiático protagonizado por China y Vietnam –con particularidades visibles en ambos casos- ese es otro tema; baste decir que no solo el siglo XX fue testigo del insuperable enfrentamiento ideológico entra la República Popular China y la extinta Unión Soviética, o en otro sentido las variantes aplicadas en la economía vietnamita y el llamado “modelo chino” que establecen cierto hito de similitud en el caso. Para los que creen en un remedo de socialismo asiático, una especie de capitalismo sin democracia, ni pluripartidismo real y su posible aplicación en algunos países occidentales y dentro de la excluyente y amañada fobia tercermundista, lo potencialmente teórico se confunde con la práctica, así la contraposición que artificialmente se crea entre conceptos como globalización e internacionalismo –al parecer de nueva cuenta- carece de sentido y quienes la propulsan y alientan no manejan –con o sin intención- los conceptos. Entre ALBA y ALCA, por ejemplo, no existe elemento alguno de referente comparativo, aun en el plano de la forzada confrontación de los protagonistas del primero y los gestores e impulsores del segundo. Se trata de propuestas de origen genéricamente distinto, el primero dentro de la ideología, el segundo vinculado a cuestiones económicas y de funcionamiento del mercado, aun entre países con diferentes formas de aplicar el concepto de democracia.
Entrar en el análisis de la idea anterior no es ahora mi intención pero lo cito porque se proyecta y se glorifica, muy a tono con la demagogia y el populismo, la idea de una entidad capaz de reivindicar las propuestas políticas de algunos de nuestros inveterados oclócratas –simples dictadores de izquierda- entre las masas. He escuchado a uno de estos personajes responder a una pregunta que sugería la clarificación de su filiación política decir: si estar del lado de los desposeídos (sic), significa ser socialista o comunista o cualquier otra acusación que los enemigos del pueblo me quieran hacer, entonces cuéntenme en ese bando. ¿Qué puede pensarse de quien asume las riendas del poder de una nación entre el marasmo de una confusión conceptual de semejante magnitud? Es evidente que la incertidumbre es el signo prevaleciente en la actitud de los que escuchan sin caer en el empirismo conceptual de los que responden de ese modo. Después de todo y como siempre existe una tendencia a definir lo que está por venir, habría que asumir que se trata de un demagogo populista con evidencias manifiestas de una marcada debilidad intelectual: ¿O es qué acaso hay otra manera de clasificar estos personajes?
La importancia de este tema me obliga a un análisis seccionado con el propósito de hacerlo accesible a quienes se involucren en su lectura. Una segunda parte sería necesaria e indispensable, sobre todo si se piensa en graficar mediante el ejemplo la validez de los argumentos y demostrar la inviabilidad de los proyectos políticos aferrados a lo que la historia ha descartado ya como inválido. De lo que si estoy seguro es que el futuro no pertenece por entero al socialismo, según afirma un conocido slogan alentado por tiranos y compañeros de viaje que no son otra cosa que ignorantes, oportunistas o ambas cosas.
José A. Arias.
Hay que declarar al socialismo izquierdista Ilegal e inscontitucional en cualquier manifestacion ,declaracion o presentacion en la proxima Cuba y prohibir cualquier tipo de uso ,manifestacion ,divulgacion ,expresion y audicion en cualquier manifestacion dentro de Cuba ,o sea hay que declararlo ilegal y debe de ser prohibido en cualquier manifestacion dentro de Cuba ademas el partido comunista de Cuba tiene que ser disuelto .
ReplyDeleteConstitucionalmente hay que redactar una clasula en donde se debe de agregar a la constitucion del 40 que es la verdadera constitucion de la republica de Cuba que el comunismo ,socialismo ,izquierdismo o progresismo marxista leninista en cualquier manifestacion debe y tiene que ser declarado ilegal e inscontitucional bajo la ley y cualquier uso a favor del concepto socialista o marxista debe de ser impuesto con condena de cadena perpetua ,es como unico se puede erradicar semejante plaga surversiva e ideologica ademas de anticristiana de dentro de Cuba y de dentro de la sociedad ,declarando ilegal e inscontitucional cualquier expresion o manifestacion del socialismo .
ReplyDeleteABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO LADRON CASTRO LADRON CASTRO LADRON CASTRO LADRON CASTRO LADRON CASTRO LADRON ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO ABAJO CASTRO CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FASCISTA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO FUERA DE CUBA CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO ASESINO CASTRO FASCISTA
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