LO NUEVO, LO MISMO Y LO DIFERENTE.
José Antonio Arias.-
Como una andanada realmente sorprendente, comienzan a llegar informaciones sobre las ingentes y novedosas polémicas que entre amigos se establecen dentro de Cuba. Siempre hay un denominador común; el punto de partida es una crítica “honesta y constructiva que se hace desde posiciones revolucionarias”. Esto me recuerda el epitafio castrista espetado por el comandante en la clausura de aquel llamado congreso de educación y cultura en que se sepultó la posibilidad más remota de una crítica real bajo la frase:”dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.
Los periodistas revolucionarios, gentiles burócratas de tiempos y togas superadas por la historia y de lo cual parecen no haberse enterado, insisten en hallar senderos de entendimiento que puedan catapultar a planos estelares las viejas y amañadas consignas revolucionarias, algunos se enfrascan en discusiones académicas que también recuerdan los heroicos tiempos de las ententes internacionalistas patrocinadas por la URSS y el bloque comunista del este. A pesar de todo nuestros colegas, mejor que nadie, saben los destinos que tuvieron la revista Pensamiento Crítico, el Caimán Barbudo y mucho más recientemente el CELA –esto se lo pueden preguntar a algunos de sus ex integrantes que hoy están entre nosotros- cuando las inspiraciones neo marxistas de Max Webber o los afanes solidarios de Sartre y la Bouvier se dejaron escuchar en Cuba con la incauta anuencia del comandante.
Vamos a dejarnos de cuento y vayamos al grano. Las discusiones académicas en Cuba en lo tocante a temas que puedan afectar el desenvolvimiento de la vida política, y que allí no es tal, no son otra cosa que un ejercicio en el vacío, siempre y cuando estén patrocinadas y se desenvuelvan entre personas que se identifican con la revolución. Si se acepta que la Revolución es Fidel, porque ese fenómeno así denominado es de su autoría plena en el caso cubano y debe resultar inalterable en tanto es un modelo avalado por la perfección de su creador; ninguna crítica desde adentro hecha por alguien que se autodenomine como revolucionario es válida. Se trata de una conclusión lógica y ajena a todo afán nihilista en el plano filosófico.
Hasta aquí queda referido lo mismo; toca ahora referirnos a lo nuevo. El cambio de mentalidad y su proyección paulatina, tiene mucho de generacional y aunque los infaustos jerarcas encaramados sobre una historia que no les pertenece del todo, se empeñan en secuestrar también el futuro, el relevo generacional se encarga de encontrar su nicho en esa misma historia. Los avatares tecnológicos se ponen de su parte, la tecnología y la edad no suelen ir de la mano y al viejo estilo, siempre fallido además, no le es grato saber que hoy es posible romper las barreras de la incomunicación. Ese fenómeno de los blogs que permite la libre expresión, los sitios sociales de la internet, la velocidad de traslación de la información que mediante una imagen –que continúa valiendo más que mil palabras- convalida la sensatez de lo que se dice a hurtadillas y reduce la savia tremendista de las consignas, pone en vilo la validez de cualquier reflexión que solo produce dudas porque se ancla en el pasado que ha provocado la catástrofe de hoy.
Lo nuevo es interesante porque es, a mi manera de ver, el futuro que no podrán evitar quienes ahora solo se entretienen en combatir, sin mucho éxito además, las rémoras de la biología, porque nadie es eterno y menos las ideas, cuya validez cacareada no ha podido ser reconocida a través de la praxis de los neo marxistas cuya voluminosa obra no condujo a ninguna parte. Sin dudas lo diferente es lo que viene en camino: mientras no se establezca la comunicación con los implicados en la temática socio-política, no habrá nada nuevo que decir. Lo que se diga y se haga de ahora en adelante, tiene que convertirse en colorario para nuevas tesis; el pasado no es el capitalismo fustigado sino mas bien el socialismo fracasado. Habrá entonces que hablar con los autores y protagonistas de la historia en su propio lenguaje, porque hablar para los dioses nunca es de verdaderos sabios.
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