EL RELEVO GENERACIONAL: LA BATALLA MAS DIFICIL DEL CASTRISMO
A los que somos historiadores de oficio, nos resulta impracticable el ejercicio de una crónica más afín con el estilo periodístico. Comúnmente solemos establecer relaciones que nos permiten explicar diáfanamente los argumentos que sirvan de base a nuestra tesis.
Pienso que en el momento actual el enemigo principal del castrismo son sus propias figuras representativas y la empecinada manera en que tratan de hacer valer el ejercicio de su criterio acerca de cómo mantener el gobierno de la Isla. Simple y sucintamente manifestada, esa pudiera ser la idea que da contenido a éste trabajo.
Vendría al caso exponer algunos argumentos de carácter histórico antes de arribar a la conclusión final. Junto al envejecimiento cronológico de los que aún detentan el poder en Cuba, también se ha producido el de las generaciones que fueron testigo de su advenimiento al mismo; algunos fueron sus simpatizantes, otros no tanto y los menos; visionarios, fueron desde siempre sus opositores. De lo que nadie puede desentenderse es del paso de los años.
Desde luego que en condiciones normales, digamos las de países que han vivido en democracia, el vínculo entre gobierno y pueblo se da a otro nivel muy diferente de comunicación; queda implícito en la relación entre gobernantes y gobernados. No es casual que donde el ejercicio de la tiranía hubo de arraigarse, e independientemente de su signo político, se haya producido un hiato notable entre las formas de ejercer el poder y los efectos entre los receptores de ese ejercicio.
La evidencia mas notable del siglo XX tomó cuerpo en el establecimiento del bloque soviético tras haber finalizado la segunda guerra mundial. Un grupo de países con una tradición histórica más o menos trascendente, amén de diferentes niveles de desarrollo económico y cultural, metidos en el saco del sovietismo estalinista. El resultado; un desbordamiento de insuperables contradicciones incapaces de acerar los pies de un gigante que siempre fueron de barro.
No es mi objetivo hacer la crónica en detalle de una conocida catástrofe filosófico-política de uno de los fracasados “ismos” del pasado siglo. Se trata de poner en contexto la vida de un pequeño país que aún hoy sigue padeciendo los efectos de la turbulencia del extinto sistema socialista. También de cierto modo, de alertar -si aún esto es posible- a los que se empeñan en vivir de espaldas a la Historia.
En la receta del fracaso no es dable dejar de lado los efectos de tiranías de derecha que sin desentenderse de los mecanismos de producción basados en las relaciones capitalistas, no dejaron de anquilosar a sus pueblos poniendo freno a su desarrollo mediante el uso del corsé político de las ideologías. Debe entonces quedar claro que las bitácoras impuestas y basadas en el desconocimiento absoluto de los intereses de las mayorías han sido, son y serán un argumento para el fracaso.
Resulta obvio que si aplicamos la referida receta al caso cubano, encontraremos todos los ingredientes de uno de los desaguisados mas indiscutibles de la historia reciente de América Latina. Un concepto de “democracia socialista” aun muy lejano de ciertos casos vinculados al proceso vivido en algunos de los países del desaparecido bloque de Europa oriental; un gobierno unilateralmente ejercido durante medio siglo por la misma persona, el absoluto irrespeto a los derechos humanos, la falta de información y comunicación con el mundo exterior y la existencia de un demagógico procedimiento que agota sus recursos y se desarma frente al paso del tiempo.
Frente a semejantes evidencias tenemos hoy una situación cambiante. Todo lo que tiene que ver con la acción de los extemporáneos gobernantes es, en el mejor de los casos, agua que se vierte en una canasta; en el peor y para los que pretenden perpetuarse, la antítesis de sus propósitos. A la tiranía y quienes la ejercen se les teme, no se les respeta, se les lee pero no se les entiende, los jerarcas pretenden gobernar al país como si fuera un predio militarizado, pero se olvidan que, como espetó Martí a Gómez en conocida cita, no se funda una república como se manda un campamento.
Que gran dolor de cabeza para los ejecutores de la centralización este Mundo moderno lleno de avatares tecnológicos que le amargan la vida a los tiranos. Por eso se declaran enemigos del Internet y el desarrollo de las comunicaciones y cuando las incapturables señales de la comunicación les impiden el bloqueo mental de los que padecen su despotismo, suelen ponerse furiosos. De no ser así, ¿Por qué la aplicación de un decreto contra el uso de Internet por parte de cubanos en los hoteles en los que este servicio se brinda a extranjeros?
Ahora evidencian una marcada inquietud por el auge del fenómeno “blog”. Quieren, como de costumbre convertir a Yoani Sánchez y su “Generación Y” en un instrumento financiado por el enemigo y al servicio de éste. Las “reflexiones” del “compañero” han comenzado a publicarse en un nuevo blog de “Cubadebate” además de la página web, de esa entidad, donde ya aparecían. Estaría por verse si las opiniones contrarias (que sólo serían leídas en el exterior) serán mostradas. Es predecible que la soberbia del autor, lo hará imposible. Volveremos a ver, sin embargo, las innumerables “muestras de apoyo” a lo injustificable. Amplificados fantasmas en la red se convertirán en voceros del culto al pasado.
Me resulta obligada necesidad expresar que el fenómeno generacional, aunque de vital importancia al interior de Cuba, también tiene acción y evidencia entre los que nos declaramos opositores a ese régimen. Debemos y tenemos que entender nuestro papel, cuya importancia radica en la comprensión que tengamos de la singularidad de las circunstancias que hoy convierten al gobierno cubano en su principal enemigo. Si pensamos que acaparar el predominio protagónico en las actuales circunstancias es lo adecuado, no haríamos otra cosa que desplazar el centro de la actividad principal del neurálgico vórtice de la problemática situación a que se enfrenta la gerontocrática camarilla que desgobierna al país. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Tenemos que influir, educar, hacer partícipes a todos de nuestra experiencia de vida; pero a la vez dejar que quienes entienden el presente basado en el diapasón de su propia experiencia, sigan pulsando para someter al castrismo a la batalla mas difícil a la que ha tenido que enfrentarse. Eso, sin pretensiones, sería apostar por el futuro.
José A. Arias
05-08-09.
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