La discriminación racial es un “combustible
peligroso”
Juan Antonio Madrazo - Foto de Pablo Mendez
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Juan Antonio Madrazo, de 42 años, licenciado
en administración de empresas, da la bienvenida a Cubanet en su cuartel general
de la calle 23, entre C y D, en el Vedado habanero. En la sala permanecen
colgadas fotografías de Antonio Maceo, Celia Cruz, el Duque Hernández, Teófilo
Stevenson, Carlos Acosta, entre otras celebridades cubanas afro descendientes.
Tras degustar un exquisito café -brindado por su mamá-, salimos a la terraza
donde observamos el ir y venir de los transeúntes y la mescolanza socio racial
de los nacionales.
Cubanet: ¿Según las estadísticas oficiales, qué porciento de ciudadanos
negros hay en Cuba?
Juan Antonio Madrazo: Un 10%.
CN: ¿Cifra cuestionable?
JAM: Claro. Los primeros en cuestionarla son los propios cubanos.
Cuando te montas en una guagua o caminas por las calles, te das cuenta de la
superioridad numérica de los afro descendientes. Es cierto que hay ciudades con
más población blanca, pero también existen asentamientos con una relación
aritmética contraria. Ejemplifico que el antropólogo Juan Alvarado fue uno de
los primeros en poner en entredicho las estadísticas oficiales -las verdaderas
cifras son “secreto de estado”-. Incluso, tenemos informaciones de
especialistas del Instituto Cubano de Genética, quienes manifestaron estar en
descuerdo con los números arrojados por los censos de población y vivienda, afirmando
que al menos 60% de cubanos son afro descendientes. Enfáticamente te aseguro
que el gobierno ejerce presiones sobre todos aquellos intelectuales que
impulsan un debate nacional sobre la demografía afro descendiente, destacándose
entre ellos: el bibliotecólogo Tomás Fernández Robaina, el ensayista Roberto
Zurbano, quien en la actualidad preside el fondo literario de Casas de las
Américas, y la investigadora Inés María Martíatu, por cierto, más reconocida en
el extranjero que en Cuba. También, desde 1986, en los congresos de la UNEAC se
han disputado estos cuestionamientos raciales, pero el régimen se las arregla
para silenciar las demandas del anhelado debate nacional.
CN: ¿Por qué el gobierno oculta las verdaderas cifras de nuestra
composición étnica?
JAM: Por intereses políticos. Hay que desandar la historia, cuando, en
1962, José F. Carneado, entonces ejecutivo ideológico del Partido Unido de la
Revolución Socialista, certificó públicamente que la discriminación racial fue
erradicaba por decreto revolucionario, y a los afrocubanos -considerados “una
minoría étnica”- se les confería el derecho a la igualdad. Paralelamente
comenzó el discurso -o mejor dicho, el “chantaje emocional”- de que los negros
se convirtieron en personas gracias a la revolución, que estudiarían y
trabajarían amparados por ese Olimpo de deidades blancas que los liberó del
yugo opresor, debiéndoles lealtad y agradecimiento sin límites. Desde entonces,
el afrocubano sería la punta de lanza, o la carne de cañón para defender la
revolución, por considerársele el sector poblacional “más beneficiado”. Las
manipulaciones fueron denunciadas desde el principio por intelectuales de la
talla de Carlos Moore, Juan René Betancourt, Iván Cesar Martínez y Juan
Benemelis, quienes tuvieron que exiliarse, y son satanizados con vehemencia por
las corrientes procastristas.
CN: ¿Qué cantidad de afrocubanos milita en las filas del partido
comunista?
JAM: La cifra es considerable.
CN: ¿Y la representación en las altas esferas del partido y el
gobierno?
JAM: Totalmente cosmética, pocos escaños de los máximos dirigentes del
régimen están ocupados por negros. Ejemplifico que en el MINFAR y MININT, no
hay viceministros ni generales de cuerpo de ejército negros. Creo que en las
fuerzas armadas sólo hay dos generales de división. Se ha comprobado que la
máxima graduación a la que ascienden los oficiales negros es a la de general de
brigada. Las campañas internacionalistas de Angola y Etiopía -utilizadas para
enmascarar el perfil discriminatorio del régimen- produjeron pocos oficiales
negros de alta graduación; por ejemplo, el fallecido general de brigada Víctor
Schuhe Colás, quien fuera el más brillante estratega del frente norte en
Angola, ni siquiera fue ascendido a general de división póstumamente.
Académicos soviéticos detectaron desequilibrios raciales en la élite
gubernamental cubana, y gracias a esas conclusiones, elevaron al politburó a
Esteban Lazo, un apparatchik, sin bagaje revolucionario. También es ínfima la
representación de embajadores afrocubanos acreditados en otros países.
CN: ¿Cuáles son las discriminaciones más reportadas en Cuba?
JAM: La más relevante es el desmesurado hostigamiento de los cuerpos
policiacos contra los ciudadanos negros, a quienes tildan de potenciales
delincuentes, y se les obliga a mostrar su carnet de identidad, so pena de ser
multados o aprehendidos. En el año 2010, la opinión pública condenó la
ley SB-1070, adoptada
en Arizona, contra los inmigrantes ilegales. En Cuba, este tipo de violación
discriminatoria está instituida desde hace 40 años contra los propios cubanos.
Y por cierto, no tengo información de que algún cónclave internacional de
derechos humanos la haya repudiado.
En la industria turística, ciudadanos negros con títulos
universitarios, incluso, con pleno dominio de tres idiomas, no pueden aspirar a
ocupar plazas de guías turísticos o directivos gerenciales, en cualquiera de
los hoteles de las más reputadas cadenas del país. A duras penas, los empleos
más asequibles para ellos, son: servicios en la elaboración de alimentos dentro
de las cocinas, mozos de limpieza, mantenimiento y custodios. Algunos plantean
que gerentes cubanos, blancos, con un carnet del partido en el bolsillo, han
sentenciado: “Aquí no queremos negros”. Otros, los más diplomáticos, achacan la
negativa a exigencias de empresarios europeos.
En determinados ministerios, como el de la Inversión Extranjera,
Comercio Exterior, Relaciones Exteriores y el Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográfica (ICAIC), es baja la presencia de directivos afrocubanos. Sólo
se le asignan cargos de secretarios del partido y sindicatos, o sea, los de
agitadores políticos. En la esfera de la cultura también se han recibido
denuncias de discriminaciones raciales. Por ejemplo, en el Teatro Lírico
Nacional, el Ballet Nacional de Cuba y otras instituciones. Igualmente es
discriminatoria la no existencia de una pedagogía relacionada con la
integración racial, tanto en el contexto educativo, como en los medios de
difusión. En fin, el paquete es amplio.
CN: Según vox pópuli, los afrocubanos tienen una presencia
preponderante en las turbas de respuesta rápida. ¿Cuestionas este comentario?
R: No lo discuto, reconozco que es una consecuencia de las manipulaciones
antes mencionadas. Utilizar un sector poblacional tildado de “víctimas”, para
convertirlos en “victimarios”, defensores de un régimen que supuestamente “les
benefició y otorgó plenos derechos”, es una escenificación que, a la vista de
los incautos, favorece “la imagen” de la dictadura. Pero tales abominaciones
también fueron utilizadas por el colonialismo español, en el siglo XIX, cuando
creó la Milicias de Pardos y Morenos, los Guerrilleros Negros y los Casinos de
Españoles de Color, con el fin de dinamitar la moral de las tropas
independentistas.
CN: ¿Qué efectos busca la publicidad oficialista explotando la imagen
del afrocubano?
JAM: Es una grosera y contradictoria propaganda. En una valla
enclavada en la avenida Boyeros, dice un rótulo sobre la fotografía de un
sonriente afrocubano: “Los cambios que necesita Cuba, son más socialismo”. Sin
embargo, la mayoría de los negros están sumidos en la más exorbitante pobreza.
Por ejemplo, desde hace más de 60 años, subsisten en los mismos barrios: Centro
Habana, La Cuevita, Palo Cagao, Hindaya, Pocitos… e innumerables ciudadelas de
la periferia capitalina. Paradójicamente pocos moran en el Nuevo Vedado,
Miramar, Kholy, Country Club, Siboney o cualquiera de los mejores repartos de
la Habana. Las más recientes innovaciones económicas no han beneficiado a los
cuentapropistas negros, porque, en alto porcentaje, no cuentan con buenas casas
(infraestructura), ni familiares en el exterior que les ayuden financieramente
para montar un negocio, por ser el sector poblacional que menos ha emigrado.
CN: ¿Qué tareas se ha propuesto acometer el Comité Ciudadano por la
Integración Racial (CCIR)?
JAM: Trabajo, trabajo y más trabajo, documentando casos de
discriminación racial a través del observatorio ciudadano, impartiendo
conferencias, haciendo periodismo y luchando a brazo partido para que la
diáspora tome conciencia de que el problema racial debe tomarse en cuenta desde
ahora y no a partir del restablecimiento de la democracia en Cuba. También
hemos elaborado un plan de denuncia civil por la pobre cobertura dedicada a la
conmemoración del centenario de la masacre de los independientes de color y por
la insuficiente difusión del documental “1912, Voces para el silencio”. Un
pueblo que no predica sobre sus errores, corre el riesgo de volver a
cometerlos.
CN: ¿Se les oponen otros afrocubanos e instituciones oficialistas?
JAM: Intelectuales pro-régimen, como Miguel Barnet, Guillermo Rodríguez
Rivera, Esteban Morales y Gisela Arandia. Los proyectos oficialistas, como
“Cofradía de la Negritud”, o el desarticulado “Color Cubano”, todos empeñados
en desmoralizarnos ante el pueblo como una disidencia negra y mezquina
vinculada al Plan Bush. También el chantaje intimidatorio y la represión de la
policía política contra todos aquellos jóvenes que se nos acercan -que cada día
son más-, porque el régimen está consciente de que la discriminación racial es
un combustible peligroso que pudiera acelerar una rebelión.
CN: ¿En una Cuba libre y democrática, fundarían los negros otro
Partido de Independientes de Color?
JAM: No es viable. Nosotros luchamos por la integración racial, y
soñamos, como el reverendo Martín Luther King Jr. En una Cuba libre y
democrática, negros y blancos nos daremos las manos para reconstruir la patria,
la cual, por cierto, bastante desbaratada nos la dejará el comunismo.
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