OSWALDO PAYÁ SARDIÑAS (1952-2012).
Triste e infausta la noticia de la muerte de Payá, fundador y principal figura del Movimiento Cristiano Liberación. Con sólo 60 años y a pesar de su ejecutoria, Oswaldo tenía mucho que aportar a la rehabilitación de la nación al final del oscuro y largo período que nos ha tocado vivir a todos los cubanos.
Sin dudas era la figura de mayor proyección internacional entre los opositores en Cuba. Fue ganador de varios premios importantes por su quehacer en defensa de los derechos humanos; entre ellos la obtención del Premio Sajarov. Pero Oswaldo poseía características distintivas como líder; era inteligente, constante, sagaz y sobre todo un hombre probo. Vinculado de manera activa a la práctica de la religión católica, toda su inspiración política tuvo siempre el trasfondo de su fe personal junto a la de muchos de sus seguidores.
A pesar de los riesgos personales y que para su familia representó la posición de liderazgo por él asumida, nunca dejó de defender sus ideas y sus principios en razón de los que trabajó con denuedo hasta el último día de su vida. Este tipo de personas, suele resultar muy incómoda para quienes ejercen el poder en Cuba, únicos ganadores con la muerte de un líder de la representatividad y la proyección de Oswaldo.
Una vez más a los cubanos de bien y que queremos a nuestro país, nos ha tocado perder. No es común que hombres con la disposición, la constancia y la entereza de Oswaldo, aparezcan con frecuencia y si bien hay otros en disposición de continuar de pié, frente a la infamia del acontecer cotidiano; su pérdida es harto sensible.
Entre todas las opiniones, versiones y especulaciones que hoy escuché acerca de la noticia de la muerte de Oswaldo y las condiciones en que se produjo, hubo una con la que coincido plenamente: no importa ya lo que pasó; en medio de las condiciones prevalecientes en Cuba todo se vulnera, todo se irrespeta y lo menos que hay es fidelidad informativa; lo más preocupante es que desgraciadamente, a algunos les sobrará razón para pensar que cuentan con un enemigo menos y sean capaces de alentar y amedrentar a un pueblo desinformado, confundido y atemorizado mediante un acto de cobardía de semejante magnitud.
Descansen en paz Oswaldo y Harold Cepero, joven de 32 años, amigo y seguidor; quien también murió. Estoy seguro que la historia justa y bien contada, les tendrá en el lugar que ya se han ganado para todos los cubanos de bien.
José Antonio Arias.
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