Observar las recientes tendencias a la expropiación de recursos naturales importantes como el petróleo en la Argentina (YPF-Repsol) o de las fuentes de producción de energía eléctrica en el caso de Bolivia (TDE), es altamente sintomático de la inclinación política de ambos estados. El procedimiento impone un control estatal característico de la socialización frente al liberalismo como parte de las políticas populistas que caracterizan a los estados que afianzan su poder en la actitud demagógica de sus líderes y que en el medio latinoamericano siempre encuentran respaldo inmediato.
La historia de los vaivenes en los que en algunos casos, como el actual de Argentina y los Kirchner en su momento, la postura ha oscilado entre un apoyo irrestricto a la privatización y una “recuperación de la soberanía nacional de un importante recurso” según ha expresado la presidenta en esta ocasión. El presidente Morales, por su parte, ha sido consistente en producir nacionalizaciones como manera de gratificar al “vapuleado” proletariado en su país –el cuarto más pobre de América Latina- en el día de los trabajadores. Sólo pocos días después de la expropiación de YPF-Repsol en Argentina, ordena hacer lo mismo con TDE (Empresa Transportadora de Electricidad) en Bolivia.
Parece que los españoles están enfrentando un vendaval en el momento que menos les conviene. España, junto a Grecia e Italia han sido los países más golpeados por la crisis económica en el marco de la Comunidad Europea y los socialistas latinoamericanos, han escogido el momento oportuno para golpear donde más duele, algo que no se les hace difícil por la debilidad jurídica imperante y el irrespeto absoluto de las normas que debían garantizar la estabilidad de las inversiones extranjeras en sus respectivos países.
Es sintomático que si la urgencia de las expropiaciones está relacionada con una política de intereses draconianos por parte de las empresas y de su falta de interés manifiesto en el beneficio nacional en cada caso, no hayan procedido antes, cuando Zapatero y el PSOE gobernaban en España y lo hagan ahora en que el PP ha regresado al poder, creando otro reto adicional e importante a la gestión gubernamental de Mariano Rajoy.
El gobierno español alega que no es comparable la situación de TDE con la de Repsol, en tanto Evo ha manifestado el interés de su gobierno en indemnizar convenientemente a la empresa, aún a pesar de haber ordenado una toma militar de sus oficinas que junto a una comitiva del poder judicial se hizo cargo de hacer efectiva la medida. Ya desde 2008, en Bolivia se ha hecho habitual celebrar el 1 de Mayo llevando a cabo nacionalizaciones de empresas extranjeras, ese fue el caso de ETECSA, filial de la corporación italiana ENTEL que tenía el control de las comunicaciones telefónicas en el país.
Para poder entender todo esto y desde una perspectiva concreta en que propósitos manifiestos y resultados a corto y mediano plazo vayan más allá de la simple demagogia, habría que observar el resultado real de las medidas tomadas. Se habla de defensa de la soberanía nacional, de recuperación de recursos, de reinversión de dividendos en los sectores vinculados a la producción energética y eléctrica respectivamente. Pero si tenemos en cuenta que en la Venezuela de Chávez y tras haberse producido el control absoluto del gobierno de PDVESA, los apagones se han hecho una realidad en el país –algo ridículamente kafkiano- no parece probable que la gestión gubernamental pueda producir resultados más loables en los casos descritos.
El problema siempre es el mismo, a saber; las transnacionales esquilman los recursos, se apoderan de los beneficios, no los comparten, producen un saqueo voraz, permanente, con un consiguiente efecto de depauperación. Eso es lo que se alega, pero es bueno recordar que nunca hay beneficios tangibles y más allá de las efímeras expresiones de júbilo nacionalista, las cosas empeoran y el gobierno como gigantesco ente parasitario, termina mostrando su ineficacia administrativa cuyo inmediato efecto paralizador está dado en el desinterés de los inversionistas nacionales y extranjeros en invertir en rubros básicos para conseguir el desarrollo económico sostenido y su efecto en el desarrollo social. Esa y no otra ha sido la historia desde la nacionalización del petróleo llevada a cabo por Lázaro Cárdenas en Méjico en 1938 y al cual los extremistas de izquierda llegaron a acusar de “reformista burgués”, amparándose en posiciones trotskistas (en ese entonces el revolucionario ruso vivía exiliado en Méjico) que defendían la radicalización basada en la lucha de clases de la medida tomada por Cárdenas.
Es bueno recordar que algunas de estas compañías, ETECSA y Repsol, por ejemplo, bajo las condiciones del gobierno de los Castro, han llevado a cabo importantes inversiones en Cuba. Ahora Repsol acaba de instalar la primera plataforma de exploración en aguas cubanas, la Escarabeo 9 y ETECSA hace posible la existencia de la red telefónica en el país. Todo esto después de 52 años de gobierno socialista y revolucionario. ¿Cómo entender que los indiferentes y voraces capitalistas, sujetos a la justicia socialista y revolucionaria en algunos lugares, sean vitales mediante su presencia en otros? Parece que de esta necesidad deberían aprender también nuestros bisoños socialistas del siglo XXI. Puede ser cuestión de coyunturas, adecuación a “condiciones objetivas” y toda esa parafernalia que como extraño galimatías termina siendo siempre un ininteligible fiasco.
José A. Arias.
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