Thursday, March 8, 2012

LA CULTURA DEL CASTRISMO ENTRE BARRACAS Y BIBLIOTECAS.

Solo un día después de la publicación del trabajo anterior en éste blog, se produjo la noticia de la sustitución del Ministro de Cultura cubano Abel Prieto. Ya había sido excluido con anterioridad, y en ocasión de celebrarse el VI Congreso del Partido Comunista en la Isla; del Buró Político de dicha entidad. La estrella del ahora ex ministro, venía eclipsándose con inusitada premura. Debo aclarar que para nada lo expuesto guarde algún tipo de relación directa con el hecho. Como expliqué en “LA REVOLUCIÓN CUBANA, O UN CERCO AL INTELECTO” la noticia coincide con estas claras señales acerca de cual debe ser la tónica de la política cultural del régimen según su General Presidente y quienes le rodean.
Si pudiera describir la noticia de la defenestración de Prieto, diría que en alguna medida y sin querer ser adivino, tanto la noticia en sí, como la designación del nuevo ministro, un aparatchik cuyo origen más remoto son las siempre prolijas barracas militares del castrismo, constituyen una especie de corroboración de la tónica de mi trabajo. El nuevo ministro Rafael Bernal Alemany, estará sin duda muy ocupado en buscar una alternativa a esa política tan “alentadora” que para muchos representaba una inflexión en la relación con los representantes más conspicuos del intelecto nacional en los últimos tiempos. Sobre todo los más jóvenes.
Y es que en el fondo hay algo muy simple: quienes gobiernan en Cuba ni entienden, ni aceptan propuestas que aunque no se definan públicamente como subversivas, sin embargo, y para ellos, lo son. A lo que consideran como una “obra de la revolución” en lo que presupone “la cultura de masas” no debe cambiársele la imagen; cualquier manifestación que pueda tender a ser interpretada como un elemento de debilidad tiene que ser conjurada a la mayor brevedad. Creo que a pesar de lo que pueda decirse al respecto, vienen tiempos que definen el horizonte para la cultura nacional y los intelectuales más jóvenes en términos sombríos. Es bien conocida la mecánica de las sustituciones dentro del gobierno cubano y si fuera poca la experiencia al respecto, que no lo es, no habría razón alguna para pensar que será diferente en éste caso. (*)
Creo que está perfectamente evidenciado cuales pudieran ser en los años por venir los principales asideros teóricos y culturales de la revolución según sus precursores históricos encabezados por Fidel Castro. Primero, esa bien ya definida intención de atribuirle al comandante una “obra teórica” que recuerda más que todo los mismos esquemas estalinistas, maoístas y guevaristas que en cada caso y en su tiempo se le dieron a las crónicas y las “luminosas ideas” de estos personajes. Atenidos a ese presupuesto, no habrán de demorar mucho en aparecer los aportes del “compañero Raúl” en circunstancias que me cuesta mucho trabajo intuir. Historiadores, amanuenses, nacionales y extranjeros; no habrán de faltar. En fin que la “obra revolucionaria” siempre carece de meollo intelectual en predios donde las trincheras suelen ser mucho más importantes que las bibliotecas. Aquí también y como en el título del libro de Pablo de la Torriente Brau, tiene la palabra el camarada máuser.
Hay, sin embargo, una diferencia. El tejido social de una nación en descomposición y bajo los efectos de contradicciones insuperables, no responde como en otros tiempos a los deseos, expresos o no, de los “líderes revolucionarios”. Me parece difícil visualizar, aunque no dudo que existirán intentos; a los pobladores agrupados en “círculos de estudio obligatorio” y en barrios y centros de trabajo, leyendo los miles de páginas de las obras de Fidel Castro. Creo que en el intento hay, junto a un espíritu de revalorización gratificante para el comandante, el propósito de producir una herencia descartable para quienes han tenido que vivir bajo su férula y padecer sus desaciertos. En fin, que en este sentido tampoco habría diferencia con respecto a sus antecesores, hoy sólo citados como un buen ejemplo de lo que no se debió hacer fuera del ámbito de garantizar la hegemonía del totalitarismo y glosando una especie de compendio teórico universal del concepto en el socialismo.
Siempre el empeño y el impulso tendrá todavía, un fuerte carácter en el que los “intelectuales revolucionarios” ya viejos y comprometidos, seguirán desempeñando el mismo papel que hasta ahora; no les cabe ni les queda otra actitud. Entre los más jóvenes –los “calibanes”- de las revistas filosóficas y culturales de la neo-ideología castrista, esa que se abandera con las ideas del “maestro” Castro, hay; más que una convicción, una necesidad de auto gestionar su supervivencia. En ello les va su festinada figuración y la generosa prebenda de ser considerados los “nuevos exponentes de la tradición revolucionaria y antiimperialista”. Al final todavía mandan e influyen, aunque quizás tengan tiempo de ver lo costoso de su error como epitafio de su pretendida obra.
José A. Arias.
(*).-Para saber más sobre las características del nuevo Ministro de Cultura cubano, se puede ver el artículo de Eugenio Yáñez: “UN SOFISTICADO ESTILO MILITAR PARA DIRIGIR LA CULTURA CUBANA” publicado con fecha 03/07/12.

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