Tuesday, October 10, 2017

VENEZUELA: UNA VEZ MAS FRENTE A LAS URNAS.

El próximo 15 de octubre habrá elecciones regionales en Venezuela. Esta vez, limitadas a elegir gobernadores de las 23 gubernaturas existentes nacionalmente y de las que hasta ahora y después de los últimos comicios celebrados en 2012, 21 gobernadores chavistas ocupan el cargo al frente del mismo número de magistraturas. Todo parece indicar que las perspectivas de un cambio son inminentes. Pero, ¿existe garantía de tal previsión?

Aunque ya se conocía de la gravedad de su dolencia para ese entonces (2012), Hugo Chávez aún estaba vivo (su fallecimiento ocurrió en marzo del 2013 según fue anunciado) y eso le daba ciertos visos de autenticidad al proceso político que en medio de una tenaz propaganda del PSUV se verificaba. No obstante, la oposición al chavismo había ido ganando terreno y desde 2008 logró consolidarse como entidad aglutinante de diversas agrupaciones y partidos políticos bajo el esfuerzo de la MUD, algo que desde 2006 venía gestándose.

La irrefrenable crisis nacional ocurrida durante la gestión de Nicolás Maduro permitió que bajo el efecto degenerativo de diversos vectores de influencia económica, política y social las cosas hayan ido cambiando hasta llegar a la crisis que hoy enfrenta a Venezuela como nación y a su población, a un momento en que cualquier decisión puede parecer y resultar, crucial (1)

En virtud de que la decisión mayoritariamente consensuada de acudir a elecciones terminó prevaleciendo esta vez, lo que habrá de ocurrir tras los resultados del 15 de octubre de 2017, será también definitorio para el derrotero a corto plazo de la vida política nacional.

La oposición tiene sus previsiones basadas en cálculos y números que apuntan las encuestas (2) y que, según afirman, los llevarían a conseguir entre 15 y 18 gobernaciones a pesar de los empeños que ha puesto el gobierno a través de dos de las entidades que mantiene bajo su control: el CNE y el TSJ y que, a fin de manipular los resultados previamente y antes de que el proceso tenga lugar, no han tenido reparo en demostrar su parcialidad obedeciendo órdenes del ejecutivo bajo la falaz apariencia de recomendaciones “en virtud de salvaguardar la pureza del proceso”

Se ha hecho todo lo posible por limitar la participación de candidatos de la oposición, impedido la sustitución de aspirantes tras haberlos hecho renunciar o mediante otros espurios subterfugios, cambiado la capacidad de las mesas de votación reduciendo su número a fin de  crear retrasos en los procedimientos, se ha establecido un nuevo sistema de votación (en remplazo de Smart Matic, por uno de propiedad de empresarios vinculados al chavismo) e inclusive, eliminado el uso de la tinta indeleble para controlar fraudes potenciales.

El grupo oposicionista que se ha opuesto a la participación en los comicios y donde ocupa una posición descollante Vente Venezuela de la dirigente oposicionista María Corina Machado, ha expresado su desacuerdo basándose en el origen comprometido, que, para ellos, tiene el propio proceso que se ha convocado. Primero, porque la convocatoria se verifica por funcionarios del CNE que tienen su período de ejercicio vencido y lo más importante; porque la Constituyente madurista de 30 de julio y que, de facto, tomó como una de sus primeras decisiones desconocer a la Asamblea Nacional Constituyente de mayoría opositora electa en diciembre de 2015, es la principal convocante del proceso electoral. Según el criterio de los que se abstienen y recomiendan no participar, el hecho de hacerlo es, prácticamente, un acto de traición y de confabulación con el régimen dictatorial de Nicolás Maduro.

Pero como se sabe y ha quedado demostrado, la insistencia de la mayoría opositora pone el énfasis de las posibilidades para el cambio en el ejercicio del voto y el uso de las urnas como única contingencia posible frente al totalitarismo, que trata de aparentar por su ya remoto y contradictorio origen, seguir siendo un proceso legal fincado en mecanismos democráticos. Parece irrefutable que después de los muertos, primero en 2014 y luego de más de un centenar recientemente, alguien que no milite entre acólitos y cómplices sea capaz de refrendar el argumento democrático para tratar de paliar el efecto manifiesto de un régimen dictatorial esencialmente antidemocrático.

Se sabe cómo concluyó esta última oleada represiva desenvuelta por el régimen frente al intento popular de permanecer en las calles enfrentando la represión. Era de esperar que faltando el apoyo del estamento militar adherido y confabulado con el gobierno, comprometido con él mediante el soborno y el co-hecho, el esfuerzo de los movilizados fuera decayendo hasta desaparecer.

Es ese, el punto de inflexión en la estrategia oposicionista que responde a una implementación presuntamente lógica de los argumentos y que no tiene otro derrotero que defender la posición de participar en la confrontación electoral y los resultados que de ella puedan provenir; salidos de las urnas como máxima expresión de la voluntad popular y a fin de alcanzar una definición ulterior.

Hay, aún, otro presupuesto que los electoralistas defienden. Ellos estiman que otra contundente victoria en contra del oficialismo los sitúa automáticamente ante la posibilidad de enfrentar a Maduro en absoluta ventaja en los próximos comicios para presidente que según el propio Maduro “…llueva, truene o relampagueé tendrán lugar en 2018” Algo que, sin embargo, y dado el récord de violaciones que tienen los órganos de poder encargados de garantizarlas, muchos ponen en duda, máxime, después de haberse verificado la puesta en práctica de la estrategia de la Constituyente Comunal con poderes y facultades ilimitadas en el ejercicio de sus funciones.

ALGUNAS VALORACIONES

Argumentos como los que siguen, se escuchan a diario:

― Nadie dijo que esto iba a ser fácil ― expresó un dirigente político entrevistado por un periodista ―, aquí en Venezuela, todos queremos un cambio, mantengamos la vigilancia sobre el ejercicio del pueblo en las urnas (sic) y sobre los resultados.

El derecho del pueblo a participar es sagrado y no debe ser desconocido, el estado no decide (¿?), sólo representa el poder electoral y si determina desconocer la voluntad popular terminará de descaracterizarse.

― Éste de ahora es un voto de rebeldía ― continúo diciendo ― el proceso es muy local, pero a pesar de ello el mundo tiene sus ojos puestos en él y será el primer paso para elegir un presidente que saque a Maduro del poder.

― Estoy convencido de que irán muchos venezolanos a votar contra el régimen, el problema es que el gobierno lo acepte. Concluyó.

La anterior, es la visión aparentemente optimista y en cierto sentido triunfalista de un asambleista al que, ese mismo tirano que es Maduro, junto a sus cómplices, lleva dos años impidiéndole el ejercicio de sus funciones a pesar de haber sido electo, basándose en una acusación tan infundada, absurda y pueril como la de ser “pro-yanqui, oligarca y burgués”

Si la evidencia es la prueba fehaciente para lograr establecer la certidumbre del análisis, ¿qué debería concluirse con respecto al caso venezolano en el que tantas veces ha sobrevenido la frustración tras el fracaso a consecuencia del intento y las argucias de un régimen carente de pudor a la hora de subvertir y mentir?

¿A qué tipo de construcción políticamente viable aspira la oposición venezolana, aún en el caso de los que recomiendan la abstención? ¿Existirá la idea de la compartimentación del poder con un régimen excluyente? ¿Qué conversión puede esperarse en términos de democracia verdadera proveniente de cualquier alianza con el actual poder fáctico de la dictadura? En perspectiva inmediata todos los cuestionamientos parecen válidos y no es casual que, desde el poder, algunos de sus voceros más conocidos argumenten al respecto mintiendo exprofeso al propalar versiones sobre nuevos diálogos entre gobierno y oposición en terceros países. 

De seguro una situación tan seria, por grave, como la que existe hoy en Venezuela no puede ser objeto de divertimentos que garanticen la consecución de lo que más necesita el régimen: ganar tiempo.

Voten, velen, protejan su decisión; el discurso se repite y las razones son obvias. Nunca existió un consenso internacional mayoritario y coyunturalmente favorable como ahora, ni el madurismo se vio enfrentado a una situación económicamente peor; pero aún cuentan con el poder de la fuerza y de las armas y en tal caso, poco les importa la razón. La historia se repite con demasiada frecuencia y hacer hábito de la conformidad y el inmovilismo no produce buenos resultados.

José A. Arias-Frá.
10/10/17

Notas:

(1)  Todos los índices estadísticos apuntan a una agudización de la crisis venezolana. Baste mencionar que los niveles de inflación calculados por el FMI para 2018 alcanzaran la cifra sin precedentes de ¡2349.3%! y la disminución del PBI deberá estar entre un 10 y 12% en el mismo período (fuente: FMI) Venezuela es, además, el único país que no ha generado un decrecimiento en el índice de criminalidad en el área y se reporta un 91.8 (2016) de personas fallecidas por cada 100 000 habitantes en un país cuya población es de 31.5 millones. Tanto los índices de alimentación como los relacionados con cuidados de salud se han mantenido en niveles críticos.

(2)    Previsiones relacionadas con las próximas elecciones:
            Encuestadora: HERCON
            Fuente: La Patilla
            Fecha de publicación: marzo 2017
            MUD: 63.3%
            PSUV: 16.9%
            Indecisos: 19.7%
            Hasta el presente los números pueden mostrar cambios, pero no    alteran la correlación.


No comments:

Post a Comment