Evadiendo evidencias,
sin observadores internacionales, sin prensa no oficial, sin vergüenza y en
ademán característico de un absoluto cinismo, el CNE anuncia su mentira.
Calificarla está demás; “aplastante victoria, lección de amor del pueblo a su
revolución”, dijo Diosdado Cabello, mientras adláteres y corifeos le reían la
gracia y se inventaban sus propias diatribas con el afán de echar leña al fuego
entre usurpadores vistos, por ver y cuya maledicencia conocemos.
¿Y el país destrozado
bajo los efectos de una protesta que no amaina?
¿Y los muertos, los
heridos, los desaparecidos y los presos? ¿Son acaso ficción?
Como se sabe, al
argumento final de los números siempre le antecede el suspenso, aquí, es un
acto de alevosa premeditación agravado por el efecto de la nocturnidad. Es una
conjura entre delincuentes, siempre taimados y dispuestos a agredir voluntades
ajenas.
Se dice que hablarán de
entre 8 y 8.5 millones de votantes; pero lo único cierto es que tras el anuncio
y en un plazo de 72 horas, la Asamblea Comunal se habrá instalado para cumplir
el urgente cometido de defenestrar a la Asamblea Constituyente electa en diciembre
del 2015, fecha en que el oficialismo se vio obligado a reconocer el duro revés
que la oposición hubo de propinarle. Espina clavada en el costado del
autoritarismo desde entonces.
Tras lo visto durante
la jornada del 30 de julio/2017 debe colegirse que cada hora transcurrida después
de la insolente actitud de quienes quieren hacer su día viéndole la cara a los
venezolanos y a la opinión pública de otros orígenes, ello constituye una
vergüenza de la que no es posible desentenderse.
Si de cualquier manera
Maduro impone su voluntad y la del círculo de beneficiarios de su gestión
personal, cualquier argumento después de lo que se vive en el país se habrá de
convertir en mácula de conciencia irreparable. Ya, no habrá nada que decir; los
teóricos se convertirán en diletantes y utilizaran la siniestra mano izquierda
para tapar la Luna, que el Sol, ya lo habrá estado. Sobrevendrá entonces la
oscuridad que conocemos.
HUELLAS
DE LA TRAMPA
Hace sólo quince días,
alrededor de 7 460 000 electores votaron para oponerse a la Constituyente
Comunal propuesta por Maduro.
Ahora, se inventan los
números aunque siempre con la suspicacia de que los falsos resultados
sobrepasen los del referendo del 16 de julio (8 000 000, más de 500 000 que los
que consiguió la MUD hace sólo 15 días, alegan) Trayendo a colación un
argumento, uno sólo, se puede descubrir la mentira. Según el CNE Maduro obtuvo
más votos para su propuesta en esta ocasión que los que sacó frente a Capriles
para la presidencia que hoy ocupa; entonces, tenía un porcentaje de aprobación
popular mayor por ser el heredero designado por Chávez, que el que tiene ahora
tras todo el desgaste de casi cuatro años de desgobierno y la crisis de 2014,
además de la actual, que no es otra cosa que la reedición de la permanente, funcional
y de gobernabilidad del estado fallido bajo el mandato del PSUV. ¿Puede parecer
medianamente lógico lo anterior?
El régimen acepta 10
muertes ocurridas durante la jornada de ayer (30/07/2017) frente a una cifra
superior dada por la oposición. Indolente parece la actitud de quienes condonan
la culpa mediante el inocuo regateo de cifras, o; ¿acaso el criminal deja de
serlo por reconocerse autor de menos víctimas?
Más allá de la
represión y esta estafa de la Constitución Comunal, ¿cuál es el plan del
gobierno para sacar al país del estado en que se encuentra?, ¿es posible que un
seudo-gobierno como el actual pueda restablecer el orden y encarrilar al país
en la implementación de cualquier modelo de participación popular verdaderamente
democrático?
Cualquier elemental
proposición en el contexto de una genérica relación causa-efecto, parece
coincidir con la respuesta: No.
De insistir en la
impoluta y perfecta ― y no la actual ― solución a través de las urnas, ello
sólo sería posible mediante la celebración de unas elecciones generales
transparentes y bajo observancia de la comunidad internacional, sin los órganos
de poder bajo el control del ejecutivo (CNE y TSJ). Ello, sugiere un
planteamiento político donde Maduro y sus personeros no pueden estar presentes
por razones obvias.
Otros argumentos
deberán estar relacionados con la conjunción de la crisis venezolana y su
relación a corto plazo con la comunidad internacional. En ello, son varios y
alternativos los vectores y por obvias que puedan parecer, las opiniones caen
en el terreno de la especulación. No obstante, habrá que ver los efectos de lo
que se propone y se proyecta y lo que a la larga ocurre. Es lógico pensar que
de ello pueden depender muchas cosas.
José A. Arias-Frá.
07/31/2017
No comments:
Post a Comment