Escuchaba un “profesor
de estudios internacionales” (así fue presentado) atribuirse la idea de lo que
considera una hipótesis personal: para entender ― decía ― cuan peligrosa es la
situación que se genera a partir de las continuas amenazas de Corea del Norte y
de su líder Kim Jong Un, es necesario compararla con lo que se vivió durante la
crisis de los misiles entre Estados
Unidos y La URSS en 1962 y que tuvo como escenario de confrontación la Isla de
Cuba.
Explicaba, además, que
Estados Unidos debe aplicar toda la presión posible (se entiende que
diplomática) sobre China, que no es precisamente un aliado estratégico de los
Estados Unidos, para que influya sobre el gobierno norcoreano a fin de que
abandone su actual política de confrontación.
Primero.
– Si bien es cierto que, durante la Crisis de los misiles en octubre del 62, el
Mundo estuvo al borde de una confrontación nuclear, fueron los soviéticos los
que, en última instancia, decidieron establecer las rampas de lanzamiento en
diferentes puntos de la geografía insular y luego, bajo acuerdo (Pacto
Kennedy-Jruschov), retirar los misiles que habían sido trasladados al
territorio mediante negociaciones en que F. Castro jamás tuvo nivel de
decisión. En el vórtice de aquella tormenta, Cuba había comenzado a desempeñar
el triste papel de base soviética a 90 millas de las costas del sur de La
Florida, entre otros menesteres.
Segundo.
-La supuesta presión de China sobre el régimen de Pyongyang tiene límites que
no van más allá de argumentos comerciales (el asunto de la compra de carbón por
China, algo que por cierto no se ha visto muy limitado) y el acceso de ciertos
componentes de alta tecnología que norcorea, supuestamente, utiliza en la
fabricación de armamento con cierto nivel de sofisticación. Se sabe que tales
componentes no proceden sólo de China, también de Rusia e Irán y que el uso de
la tecnología nuclear con fines armamentísticos no es nada nuevo en Corea del
Norte. Entre surcorea y su propio territorio, norcorea es un estado colchón de
presencia consecuentemente conveniente.
Tercero.
- ¿Cómo poner presión a un régimen que por décadas ha comprometido los niveles
de vida de su pueblo a la inopia absoluta y a un nivel de subsistencia al
límite de la supervivencia? Kim, rodeado de su generalato y de sus fieles
acólitos (no pueden equivocarse en el ejercicio de la fidelidad, en ello,
tácitamente, les va la vida), no necesita cubrirse las espaldas de una
potencial protesta popular. En ese escenario, se sabe de sobra, nada de eso
sucede. Se trata de un régimen cerrado y en función de su propia naturaleza
represiva a todos los niveles.
Cuarto.
-Al elevado costo del contraste entre hambrunas mínimamente paliadas en crisis
anteriores y con la ayuda de la comunidad internacional y de los Estados
Unidos, el régimen ha insistido en hacer crecer su arsenal nuclear, que, si
bien se juzga mínimo y limitado cuantitativamente, no deja de ser un peligro. Kim
ha insistido en el desarrollo de la cohetería de medio alcance y
definitivamente ha presentado la versión de un cohete balístico de alcance
intercontinental (Hwasong -14) El arsenal bélico en el caso no es propiedad de
terceros, pertenece a un estado hostil que cuenta con nivel de decisión
directamente vinculado a la paranoia de su impredecible, arrogante y patético
líder. Justamente, el peor de la dinastía. Los efectivos regulares del ejército
norcoreano se calculan entre 1.2 y 1.4 millones de hombres y mujeres sobre las
armas frente a 650 000 en Corea del Sur (relación 2:1)
Quinto.
-El escenario del conflicto es sustancialmente diferente al elemento de
comparación que se menciona inicialmente. Aquí se trata de un territorio
peninsular que separa, mediante el trazado de la fina línea de un paralelo (el
38), a las dos Coreas y donde la cercanía de esa línea divisoria a Seúl es
crítica desde el punto de vista de la posibilidad de un masivo fuego de
artillería proveniente de Corea del Norte. Ello, sin contar con el
acantonamiento de fuertes contingentes de tropas norteamericanas en el
territorio surcoreano (se calculan en cerca de 28 000 los efectivos) y los
importantes centros urbanos que caracterizan el desarrollo socioeconómico de la
economía 12 a nivel mundial.
Las diferencias son
muchas y notables. Probablemente desde el punto de vista del riesgo como
elemento, la comparación es posible. Desde la perspectiva del peligro potencial
esto parece ser mucho peor, aunque por momentos no lo aparente. La bipolaridad
que signó la guerra fría entre dos potencias de signos políticos contrapuestos
hoy no existe, tampoco la llamada política de contención que contrarrestó y
evitó la confrontación en esos tiempos. De manera que no hay enemigo pequeño,
aunque pueda parecerlo. Estos atribulados personajes que las circunstancias
ponen en el camino de la humanidad de cuando en cuando suelen ser atípicos e impredecibles.
José A. Arias-Frá
No comments:
Post a Comment