Ha llegado a su final la VII Cumbre de Las Américas, fue escalándose a sí
misma entre la morbosa curiosidad de la opinión pública y el desenfreno de la
prensa que priorizó la “noticia que vende” más allá de otras cosas importantes
que debieron contribuir a que cumpliera con sus objetivos.
Pero no podía ser de otra manera y, en cierto modo y al ejercer mi derecho
a opinar, haré lo mismo. En mi criterio vale más analizar resultados que hacer
vaticinios; por eso he esperado que, sin penas ni glorias –obvio: más de lo
primero que de lo segundo- cayera el telón.
Ateniéndonos estrictamente al seguimiento de los hechos y evitando la
parcialidad en aras de la objetividad, se produjeron situaciones que motivan el
comentario y es dable que esta cumbre puede ser calificada como la “cumbre de
las contradicciones”
Para mí, que creo saber a lo que me refiero, Cuba planeó muy bien su debut
en el evento; la idea era, es y seguirá siendo, mantener el diferendo con
Estados Unidos como aspecto prioritario a la vez que desconocer dónde se
enquista el problema que se manifiesta, hoy más que nunca, tras más de medio
siglo del mismo gobierno en el poder y cuyas características no es necesario
consignar; todos, defensores incluidos, saben bien como funciona.
En realidad y ex profeso los cubanos llevaron dos delegaciones, la
gubernamental encabezada por el general-presidente y la integrada por la tropa
de choque disfrazada bajo el ropaje de “organización no gubernamental” Prefirieron
correr el riesgo, pero en mi parecer, o se les fue la mano al improvisar en demasía
sobre el libreto original, o han perdido la noción del más elemental equilibrio
que la lógica reclama, aún al tratarse de argucias preconcebidas.
Esas personas que gritaban consignas antimperialistas de tiempos de la
guerra fría se erigieron, en la práctica, en los principales conspiradores contra
la política del gobierno que según ellos y sus cabecillas estaban defendiendo y
al cierre, colofón esperado, Obama y Castro se dieron la mano y el general
además, se dedicó a ensalzar lo que considera acrisoladas virtudes personales
del presidente norteamericano, llegando a ofrecerle disculpas. ¿Estaría su
hermano observándolo desde Punto Cero y, a lo mejor hasta nos sorprende con alguna “reflexión”?
¿Dónde queda entonces el incontrolable afán de menoscabar todo lo que representa
al “imperio”? Para mí la respuesta es evidente: el problema de Cuba, según su
gobierno, hay que resolverlo con los norteamericanos desconociendo a la vez
todo lo que representan la oposición, la disidencia y las manifestaciones de
inconformidad de la población, menos aleatorias y que, con el rigor de la
estadística, fueron mostradas por la encuesta de opinión al interior de la Isla, llevada
a cabo por la empresa "Bendixen, Amandi y Asociados" para Univisión y el
Washington Post y que Abel Prieto calificó festinadamente de “chiste de mal
gusto” No es necesario elaborar en torno a mi opinión, Prieto me da la razón al
afirmar en su entrevista para El Nuevo Herald que “Cuba no dialoga con títeres
de los Estados Unidos” y asegurarle a varios periodistas que “en Cuba existen
más de ¡2 200! organizaciones no gubernamentales que actúan y se desenvuelven
libremente. Según entiendo, y sin agregar –algo que bien sabe- que; vaya
casualidad, siempre; y como debió resultar evidente en el desempeño de los
foros colaterales de la cumbre, se atengan al mismo libreto vigente durante los
últimos 56 años.
Pero las contradicciones rebasaron la lógica cuando el mismo Prieto
consideró como “normal” que cualquiera que actúe financiado por un gobierno
extranjero deberá ser considerado ilegal y por seguro ir a parar a prisión. Me pregunto: ¿olvidó el señor Prieto que eso era precisamente lo que hacían sus
"5 héroes" cuando crearon, a instancias de su gobierno, una red de espionaje
dentro de los Estados Unidos?, ¿no parece incongruente que le permitieran
llegar a Panamá a representantes de la disidencia interna –que si bien y a
contrapelo de su voluntad, fueron escogidos- terminaron siendo acallados y
vituperados de la misma manera en que suelen hacerles en Cuba? El propósito de la
selectividad quedó sepultado bajo la fuerza de la soberbia; justificante de
cualquier exceso y al parecer, la improvisación sobre el libreto terminó por
adelantar la pasión a una aparente razón preconcebida y malsana. ¿Acaso les asistía el
derecho de sabotear la participación de otras entidades que fueron allí,
amparadas bajo su propio esfuerzo, a presentar y discutir sus propuestas?
No es mi interés analizar el tema porque en democracia todos tienen el
derecho de defender su criterio, pero creo que más allá de discutir, condenar y
criticar lo que el propio gobierno norteamericano define como su política de
estado hay que poner el énfasis en la manera en que Cuba practica la suya y que
parece ser la que no cambia: “…estamos dispuestos a discutir algunas cosas,
afirmó Castro, aunque eso pueda llevar mucho tiempo” –debe leerse como: el que
necesitamos para improvisar el día a día- por lo pronto y aunque ello promueva
la desazón y mueva a la preocupación, en el marco de lo que llaman “real
politik” lo único verdadero es la opción norteamericana plasmada en las
negociaciones vigentes.
No, no voy a caer en lo que critico; Estados Unidos es un interlocutor
válido. Pero no, como parece y muchos creen, el más importante. Para los que
alegan que la historia se repite, el reto consiste en sacar de la experiencia el
partido apropiado para no caer en errores pasados y elementales. Obama se
reunió con algunos disidentes y enfatizó que el tema de los derechos humanos
está en el centro de la cuestión y si esa posición se mantiene deberá ser abordada
para poner sobre la mesa esa “sui generis” versión a la cubana del cocotazo y
el tententiezo que le aplican a quien discrepe de su propia puesta en escena.
En previsión de posibles resultados ya se han adelantado a recurrir a
hechos que, según estiman, les hacen dudar del respeto evidenciado a tales
derechos en los Estados Unidos. Recuerden, “compañeros”, que la gran diferencia
está en el tratamiento consecuente de las circunstancias, sólo en parte,
vinculadas al tema: la cuestión de los derechos civiles. ¿O es que acaso
pretenden obviar a conveniencia la lucha de Martín Luther King por
reivindicarlos y el lugar que ocupa en la historia de los Estados Unidos? En
tanto, ustedes se envuelven en la bandera y usan el mástil para romperle la
cabeza a quienes se les oponen.
Creo que han llegado a comprender que son malos en lo tocante a la
discusión de ideas y la experiencia histórica, de la que tanto les gusta
hablar, no les favorece. Basten solo dos ejemplos: ¿recuerdan aquel encuentro
entre Alarcón y Mas Canosa, o el careo entre ese mismo personaje –flamante
vocero por aquel entonces, luego venido a menos hasta parar en el anonimato- y
el desconocido, aún estudiante de la UCI, Eliecer Avila? Sería bueno que
buscaran asesores presidenciales de mayor enjundia y talante que Abel Prieto y Miguel
Barnet. Sé que entre aparachitks eso es difícil, sino imposible y ustedes saben
que entre la oposición y la disidencia hay gente jóven, capaz e inteligente.
¿Por qué impidieron que Antonio Rodiles de “Estado de SAT” fuera a la cumbre? ¿Por qué metieron presa a Tanya
Bruguera cuando pretendió llevar a cabo su última performance en La Plaza?
Tampoco dejaron que fueran miembros del grupo de los 75, que según afirman, no
llenaban los requisitos para ser acreditados, ¿por qué?; ¡ah, porque para ustedes, son delincuentes que aún se mantienen bajo “licencia extrapenal”! No
digo que otros les sean indiferentes, pero estoy seguro que los consideran
peligrosos y por seguro, preferirían verlos a todos tras las rejas como
ha terminado haciendo Maduro con Leopoldo López y Antonio Ledesma. Al menos,
buen aprendiz de carcelero ha resultado.
Por cierto, no quiero concluir sin referirme a los discursos de los “socialistas
del siglo XXI” y sus acólitos. Fueron allí, como de costumbre, a boicotear la
cumbre. Creo que no dejarían de sorprenderse por los halagos personales de
Castro a Obama porque, según parece, no hay forma de cotejarlos con sus propias
opiniones manifiestas. A un periodista, Evo le espetó sin ambages que no le
interesaba reunirse con representantes “del imperio”, mientras Maduro, que no
encontró cabida en su equipaje y el de su numerosa delegación para todas las
firmas que recogió, debió conformarse con dirigirse en los consabidos términos
y para la balconada, a la silla vacía de un interlocutor ausente. En Panamá, y
tras los balaustres de otros balcones, las cacerolas debieron sonarle fuerte, a
él y a sus “no gubernamentales”, porque esos que desde los balcones prefirieron
sacrificar sus calderos hasta hacerlos inservibles; sí que lo son, ¿o, también
el imperio les pagará por sus cazuelas?
Parafraseando al señor A.Oppenhaimer, a quien sigo porque me convence su
objetividad, esta es mi opinión:
Posiblemente de todas las cumbres y después de haber sido la que más
expectativas produjo, nada importante sucedió. Ahora que América Latina ve
reducidos los precios de sus rubros de exportación, petróleo incluido, que los
problemas migratorios se vuelven acuciantes para muchos países del hemisferio y
que en un evento de esta magnitud pudieran haberse escuchado los criterios de
entidades y organizaciones verdaderamente representativas de lo que los
pueblos, al menos, esperan; nada de ello ocurrió. Por el contrario; andanadas contra la libertad de expresión, obsesión particularmente molesta para el presidente Correa y la taimada actitud de D.Rousseff al hacer votos por la asunción de un relativismo político que al tiempo y los hechos sus propios electores no parecen respaldar.
Y, ¿quiénes fueron los culpables? Para mí, está claro: los que se
presentaron para robarse el show entre las andanzas del único "presidente" que
representó a un “gobierno” de 56 años y de origen aleatorio, aún si se le
compara con algunos de sus amigos y la turba-multa que fue, según algunos
crédulos pensaban, a discutir ideas (¿cuáles?) y terminó gritando: “pin pon
fuera, abajo la gusanera” y acusando de apátridas, mercenarios y traidores a sus
potenciales interlocutores que según repiten, forman una gavilla de admiradores
del “hombre honorable” y al que “por su origen humilde” su jefe alega admirar. ¿No parece esto demasiado incongruente? Habría que preguntarle a Prieto si lo mismo que piensa de la encuesta es lo que opina sobre los criterios de su jefe.
Saben, una vez le escuché decir a un amigo que para los que ensombrecen su
inteligencia bajo la férula de las revoluciones, todo termina donde comienzan “sus
principios” y como no existen, decía, la discusión y el
razonamiento no es para ellos; cuanta razón tenía al afirmarlo. Lo primero que
hacen es pervertir el significado de la palabra diálogo que tanta humanidad
entraña y es de esas cuyo amplio valor polisémico, no está a discusión. No son
más que especie de sans-cullottes que en la modernidad, van contentos e ilusos
a la guillotina, tras estos aspirantes a Robespierre que medran tratando de
infiltrarse en el ambiente de otros tiempos en los que no encuentran cabida y
que, sin dudas, no son los del terror jacobino; al menos y por lo pronto, en nuestras
latitudes.
José Antonio Arias Frá.
Abril 12, 2015
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