Monday, February 25, 2013

LAS PALABRAS DE LECH WALESA. Mario Morales.


En una entrevista realizada por Vanessa Ruiz al legendario dirigente del sindicato Solidaridad  de Polonia Lech Walesa, el movimiento que puso en jaque al totalitarismo stalinista y terminó  derruyendo las bases de ese sistema, opina sobre las disyuntivas del movimiento disidente cubano en el presente.
Según él, y cito un fragmento de la versión en español de la entrevista “…en Cuba hay demasiados lideres dentro de la oposición…..por lo que creo que la tragedia cubana recae en que hay demasiados lideres…….”. Es decir, si fuéramos a aclarar el asunto un poco, existen tantos dirigentes como grupos opositores, lo cual explica una atomización significativa y la relativa facilidad con la que son reprimidos por el gobierno de los Castro estos pequeños, pero molestísimos átomos de antagonistas del Régimen. Sin embargo, a pesar del enorme poder del Estado y de sus agentes fragmentadores, la organización Damas de Blanco llegó a alcanzar cierta pujanza y ejerció una gran presión gracias a la complacencia del pueblo y del reconocimiento internacional.
El término de grupúsculo que utilizan continuamente los detractores asalariados no está muy lejos de la realidad, aunque nos duela decirlo. A fin de cuentas el objetivo principal de la maquinaria opresora de los que gobiernan se dirige a evitar la convergencia de todos los grupos anticastristas. Se han valido de todo, desde la desaparición física “accidental”, no hay evidencias hasta ahora que corroboren las sospechas de crímenes de Estado, como en los casos de Laura Poyán y  Osvaldo Payá, la guerra cibernética desatada contra los principales internautas de la oposición, como Yoani Sánchez y Antonio Rodiles o los crímenes mas claramente inducidos contra personas indefensas como el de Zapata y  Wilfredo Soto.
Los opositores, disidentes, luchadores por los derechos civiles, los que están ahí en la Isla, los que no se van, los que han soportado innumerables ataques violentos, de palabra y físicos, sufren una campaña difamatoria cruel y miserable, originada en los mas bajos instintos de los que ha hecho gala el Régimen durante tantos años. Los profesionales de la difamación, que en Cuba son muy abundantes y muy experimentados, utilizan la palabra mercenario para descalificar a los luchadores por los derechos civiles.
El argumento es la consabida ayuda del exterior, necesaria para poder sobrevivir en un medio hostil donde el Estado es el único empleador y proveedor de servicios. Por ese camino habría que acusar de mercenarios también a Martí que fundó el PRC en  USA, y utilizó no poco dinero de extranjeros para armar la guerra de independencia en Cuba, y a todos los movimientos insurreccionales organizados fuera de Cuba, incluyendo las células del M-26-7 que operaron en Miami y compraron armas, o el famoso yate Granma que fue adquirido, con dinero prestado por Carlos Prío Socarrás, de un gringo llamado Robert B. Erickson.
No está escrita la verdadera y triste historia de los auténticos mercenarios cubanos, de aquellos que sin saberlo murieron en tierras africanas por los intereses hegemónicos de una gran potencia que era la que mantenía militarmente a las tropas interventoras y así subsidiaba las poses de “revolucionario internacionalista” de un ególatra. Dónde están aquellos mercenarios que estaban con el Presidente Allende en el Palacio de La Moneda y huyeron despavoridos para evitar ser capturados. Uno de ellos,  fusilado por mandato del dictador 16 años después en la Causa No 1.
El premio Nobel tiene mucha razón, aunque el caso cubano se parece al polaco solo en el origen de la enfermedad, cuando se refiere a la necesidad de unidad entre las fuerzas opositoras pacíficas  como la vía necesaria  para extender un movimiento popular que  arrodille al régimen y lo obligue a pedirle perdón a la Nación por tanto desastre y tantas mentiras. Ese es un consejo que hay que escuchar atentamente sin las consabidas pretensiones de que los problemas nuestros son especiales, “hay que vivir en Cuba para conocer el mambo”, como decimos siempre cuando alguien intenta sermonearnos con buenas intenciones.
Esta necesaria unidad también incluye a los grupos de exiliados de Miami y de otros confines del mundo. En la segunda capital de los cubanos la cosa es complicada porque se mezclan diferentes momentos históricos que origina variadas causas para estar fuera de la Isla. Y nosotros no necesitamos muchas razones para bronquearnos y acusarnos mutuamente de complicidad con el régimen castrista. Así y todo es necesario un entendimiento entre las distintas oleadas de exiliados y emigrantes. Si vale de algo, todos somos originarios de la misma tierra, el que no lo entienda así que se aparte un poquito y deje actuar a los demás, así le hacemos el trabajo menos fácil a la quinta columna que ha encontrado terreno fértil por estas tierras.
La realidad presente está llena de trampas colocadas muy ladinamente por los represores. A mi modo de ver la recién implantada reforma migratoria  despierta muchas sospechas. El gobierno cubano nunca ha hecho nada sin pretender doblegar a sus adversarios.  Ojo, cuidado, los engendradores de tal reforma son fulleros y nunca han actuado de buena fe, ¿acaso no tratan de dividir mas a la oposición cuando a algunos le conceden los pasaportes para viajar y a otros no? ¿No intentan despertar las bajas pasiones entre ellos, la envidia, el rencor, la suspicacia de que el beneficiado con el permiso para respirar aire puro fuera de la Isla pudiera ser un “agente encubierto”? Siempre ha utilizado estos recursos para desmoralizar y construir argumentos con que atacar a esta gente pacifica que piden democracia y libertad económica.
Hagámosle un poquito de caso a Walesa, el hombre que en su época hizo temblar el todopoderoso totalitarismo stalinista con el sindicato Solidaridad. El no disfrutó de la ayuda del internet, ni de facebook, ni de twitter, en realidad pienso que su fuerza fue la fe en la libertad y en la dignidad humana, apoyada en una Iglesia Católica que en aquellas difíciles condiciones se comportó como una autentica representante de sus millones de fieles.




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