El Martí que percibo ahora no se parece al que me enseñaron de niño, menos al que conocí siendo joven, muchísimo menos al que pretendían inculcarme para mostrárselo a mis alumnos en aquellos inolvidables tiempos de docente de Historia de Cuba.
Su imagen externa sigue siendo la misma, pero ha ido cambiando mi modo de mirarlo al interior, de analizarlo, de valorar su trascendencia. Hoy me atrevo a decir, con la misma reverencia con la que me acerqué a él durante tanto tiempo, que su vida ha sido cubierta con una aureola mítica tan perniciosa como fatal para la vida política de Cuba.
En aras de construir un referente patriótico-nacional con su panteón de héroes, como herederos de los valores éticos y estéticos de la cultura greco-latina, políticos, literatos, pedagogos e historiadores contribuyeron a la creación de la mitología martiana.
Alcanzada una precaria independencia en 1902, muchos de los líderes de primera línea de las dos guerras de independencia habían muerto. Los caídos mas importantes fueron convertidos en figuras marmóreas y los terribles años de guerra contra la soberanía española sobre la Isla se transformaron en una gesta cantada y sublimada hasta lo infinito, donde seres casi titánicos, solo con el machete como arma y relampagueantes ataques de caballería, eran capaces de asestar golpes mortales a los batallones hispanos, numerosos y mejor armados que las harapientas huestes mambisas.
Desde la recopilación y publicación de los primeros textos por Gonzalo de Quesada y Aróstegui, en 1900, Martí comenzaría a ser conocido poco a poco por una elite educada que reconocía en él un brillante exponente del modernismo. También, con el tiempo, sin comprenderlo en su verdadera dimensión literaria y política, seria adorado y venerado por una masa iletrada como una deidad intocable. Las primeras biografías comenzaron a destacar sus dones intelectuales, el martirologio increíble de un hombre que contra todos los pronósticos fue capaz de fundar un partido para encauzar la guerra necesaria, pero también sobredimensionaron ciertas cualidades hasta presentarlas casi como sobrenaturales.
De ahí los contrastes por la curiosidad inevitable que nace del misterio que lo envuelve. En los ocultos rincones de las muchedumbres, ávidas de saber mas allá de lo escrito, se propalarán no pocas historias, falsas o verdaderas, sobre la vida privada del héroe de Dos Ríos que lo acercaban más a las debilidades humanas y placeres terrenales que a un dechado de perfecciones como pretendían sus apologistas. Se susurraba sobre su amor secreto con la niña de Guatemala, que fue un bebedor gustoso de ginebra, que era el verdadero padre de María Mantilla, y hasta un mal marido de Carmen Zayas Bazán.....
Era, quizás, una manera del cubano de mostrar su desconfianza ante un ser aparentemente impoluto o, tal vez, la no poca envidia y los recelos que había despertado la fragilidad del hombre de letras, delicado, poeta, de prosa elegante en los círculos de emigrados y veteranos de la Guerra de los Diez Años lo que lo hacia víctima de comentarios soeces a sus espaldas.
Nos preguntamos entonces cómo fueron las relaciones entre él, Gómez y Maceo, los dos últimos caudillos militares curtidos en las guerras contra España y poseedores de la mayor autoridad patriótica. Fueron muy difíciles, pero la humildad, el respeto y la perseverancia, características de una personalidad cautivadora como la de José Martí le permitieron captar la atención y cierto acatamiento a sus gestiones revolucionarias en el exilio. Pero no fue suficiente el empeño demostrado en la organización de la guerra por la libertad de Cuba. Tuvo que demostrar en la manigua que su liderazgo era bendecido por las balas y las inclemencias del conflicto bélico. Y ahí se perdió su vida. Relativamente solo, en una estampida, más que en una carga organizada, su caballo blanco y él, jinete de ocasión, para demostrar su valor en el campo de batalla ante aquellos que siempre desconfiaron de los hombres de levita, fueron presas fáciles del mortífero fuego de la columna del Coronel Ximénez de Sandoval.
Quedaba inconclusa la carta a su amigo Manuel Mercado donde declaraba los peligros que podrían venir del vecino norteño para la independencia de la Isla. Peor aun, quedaba su diario mutilado, precisamente en la parte donde se podía encontrar el relato de la discordia entre él y los grandes jefes militares. El problemón que flotaba en el ambiente de La Mejorana: el equilibrio entre el poder civil y militar. Fue el primer acto de censura política en nombre de la unidad. Cuánto daño causaría a los cubanos mucho después. Quien haya sido el autor de tal acción tuvo un gesto muy oscurantista e irresponsable para el futuro de la República por la que Martí dio fatalmente su vida de manera tan temprana. No era ni siquiera cubano. Porque Cuba como nación apenas existía. Era un exiliado, un proscrito, no tenia patria, quería, desde la libertad, fundar la suya y la de sus congéneres.
El coronel iberico Jimenez de Sandoval no tenia ni idea de a quien disparaba el batallon asentado en Dos Rios . Por ordenes de Gomez dirijia a que el apostol se quedase en el campamento ,orden que no acato Marti ,posterior a la caida de Marti su cuerpo fue llevado ante la guarnicion hispana ,los hispanos a primera hora no sabian quien habia caido ,posteriormente conocian que era el apostol . otro tema bien mistico es la muerte que rodea al apostol cuando es abatido cae de traje negro y caballo blanco ,creo que aca hay uno de los temas mas enigmaticos acerca de la muerte del apostol .
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