Saturday, March 18, 2017

IDIOSINCRASIA E INADAPTACIÓN SOCIAL.

El criterio generalizado para definir la idiosincrasia establece que es el patrón de conducta, desarrollado o implantado, que se presenta en los individuos pertenecientes a un grupo social, aunque puede encontrarse en un solo sujeto, definiendo su personalidad, carácter y temperamento.

De lo anterior se infiere que, entre el comportamiento de un grupo y su desarrollo psicosocial la relación es muy estrecha, en consecuencia, la línea que separa la influencia de lo psicológico y lo ideosincrático se vuelve muy fina en ocasiones, aunque mantiene el deslinde necesario en campos conceptuales que se complementan sin excluirse ni perder su definición.

Para el propósito que nos ocupa, una definición genérica de idiosincrasia como la mencionada, no satisface la argumentación que necesariamente hay entre una visión más pormenorizada del asunto y la influencia de los condicionamientos psicológicos sobre el mismo.

La idiosincrasia posee un marcado componente social porque identifica las similitudes de comportamiento en diversos ámbitos como las costumbres, el desempeño profesional y los aspectos culturales; pero el término en su polivalente significado (polisemia) nos ofrece un diapasón más amplio, fuertemente vinculado, y de manera esencial, con los condicionamientos impuestos por circunstancias que no son, precisamente, tradicionales.

En el sentido anterior nos encontramos con una definición más específica y cuya interpretación nos acerca al objetivo que se pretende demostrar. La idiosincrasia se debe a los comportamientos que se pueden observar en una colectividad y que están siendo persuadidos constantemente por una ideología desarrollada por un sujeto o un ente externo considerado importante a su criterio, y cuya filosofía es trasmitida y aceptada a través del conjunto por un integrante con una posición jerárquica en el mismo.

El trasmisor (aquí la comunicación desempeña un papel importante) deberá gozar de una alta credibilidad dentro del grupo, es decir, asumir la posición de “jefe”, pues, es una de las pocas opciones creíbles con las que se puede lograr un impacto a nivel psicológico importante logrando que las personas restantes se sientan cómodas de su imbricación con respecto al colectivo. Si tal condición se manifiesta, el instinto social innato en los humanos se presenta en función de la integración para que nadie (o ninguno) se sienta excluido o marginado.

Al seguir un movimiento, la mayoría de los individuos no toma en cuenta si, como consecuencia, sus actos podrían dañar su ser o destruir su reputación, sólo siguen lo que los otros indican. He aquí la relación entre idiosincrasia y psicología y en la cual, ni se desmerita la primera, ni queda fuera de contexto o desvirtuada la segunda. Todo lo contrario; una evaluación justa no es excluyente ni se contrapone al contenido socio-histórico tradicionalmente reservado para definir idiosincrasia.

Desde el punto de vista de la psicología social son los procesos de índole psicológica los que determinan el funcionamiento de una sociedad y la interacción entre sus diferentes componentes. Debemos entonces entender que son los procesos sociales los que modulan la personalidad y las características de cada individuo, porque son los fenómenos sociales y el entendimiento de las leyes que los rigen los que determinan los principios por los que se produce la convivencia entre los seres humanos.

Está científicamente demostrado que en las manifestaciones personales: lenguaje, gestos y conducta se manifiestan los patrones de conducta ― no necesariamente determinados desde el punto de vista de la idiosincrasia ― adquiridos mediante influencia del entorno generado en el ámbito familiar, influyente e influenciado a la vez, por el entorno socio-económico prevaleciente.

En ese sentido el sociólogo de origen polaco naturalizado norteamericano Kurt Lewin explica que “el comportamiento humano solo puede ser cognoscible dentro de su propio entorno, en su ambiente. La conducta, entonces, debe comprenderse como una mirada de variables independientes (Lewin)… las variaciones individuales de la conducta en relación a la norma están fuertemente condicionadas por la pugna entre las percepciones subjetivas del individuo y el ambiente psicológico en que se encuentra” (1)

De lo anterior se infiere la importancia que ha de atribuírsele a la psicología social (sobre todo) para entender la psicología de los grupos, en tanto todo colectivo tiende a conformar una unidad de análisis con su propia idiosincrasia particular que, además, lo antecede por ser anterior a su propia existencia. En consecuencia, la psicología social trata de llevar a cabo un estudio ponderado entre lo social y despersonalizado y entre lo subjetivo y particular.

INADAPTACIÓN SOCIAL Y ACTITUDES MARGINALES

La inadaptación social se define como la incapacidad manifiesta de una persona a la hora de adaptarse a una situación determinada dentro del entorno en el cual vive y se desarrolla. Los desajustes de la personalidad, los conflictos con el medio, el fracaso ante los estímulos sociales suelen ser fuertes evidencias de inadaptación social. Todo individuo enfrentado a tales situaciones estará al margen de la normalidad social manifestando un comportamiento que discrepa con las pautas sociales imperantes.

Todo individuo que discrepa con su entorno social se identifica como un inadaptado social y regularmente, su comportamiento discrepante y desafiante con relación a las reglas sociales convenidas lo conducirán a una situación de marginación.

Tradicionalmente, quien no se encuentre adaptado a la sociedad en la que vive lo estará por determinadas circunstancias que acaecieron en su vida como el hecho de provenir de una familia desestructurada y disfuncional, malas compañías o porque la misma sociedad lo rechaza como consecuencia de la preferencia sexual, la religión y/o la cultura con la cual se identifica. En contraposición, el concepto opuesto, el de “socialmente adaptado” identifica a las personas que aceptan y cumplen todas las condiciones y las conductas que estipula la sociedad en la que participa. Aquí, hay un problema en tanto nos volvemos a encontrar con la influencia que sobre la idiosincrasia ejercen situaciones coyunturales provenientes y relacionadas con los argumentos socio-políticos prevalecientes. El concepto de libertad así lo determina en sociedades contrapuestas y basadas en presupuestos ideológicamente no conciliables.

En su teoría del “Determinismo Recíproco” el psicólogo canadiense Albert Bandura (1925) introduce un argumento importante en la evaluación de la conducta social del individuo y, alejándose de las propuestas más tradicionales del conductismo, enfatiza en el aspecto cognoscitivo para abordar el complejo problema de la formación de la personalidad.

Bandura afianza su teoría en la interrelación de factores como el ambiente, el comportamiento y los procesos psicológicos individuales. Por esa vía Bandura interpreta aspectos cruciales de la psiquis humana y los define utilizando el aprendizaje por observación (a lo que llama “modelado”) y la auto-regulación. Pero, agrega, además que, si no se es capaz de vivir de acuerdo a nuestros valores y estándares, es probable que tengamos un pobre auto concepto y una baja autoestima.

En el modelo psicosocial, Bandura afirma que el intermediario es la comunidad, o un sistema social en cuanto productores de bienestar y de recursos, o, bien al contrario, causante de la situación de estrés social en que viven sus miembros. Así lo demostró con experimentos de campo sencillos y convincentes y mediante los cuales arribó a conclusiones capaces de evidenciar la influencia inmediata de los estímulos visuales sin que deba mediar otra influencia que no sea la del modelo.

En cuanto al objetivo inicial, a saber, demostrar la relación entre idiosincrasia y psicología (social) debemos concluir que, aunque no excluyentes, son evidencia de una situación diferente que no procede amalgamar bajo una apariencia homogénea en las manifestaciones de grupos o de un grupo específico. En ese particular la idiosincrasia es precedente y el juicio individual y de grupo bajo condiciones de inadaptación social y marginación algo muy diferente.

Es evidente que el complemento de este trabajo, sobre todo en lo inherente a la motivación personal, es materia y objeto de otros análisis (entendidos al pie del significado en cuanto a descomposición del todo) que no constituyen, ahora, el propósito. Sirva sólo para evidenciar las sutiles diferencias que se esconden cuando no se tienen, como aquí se incluyen, los argumentos para interpretar un tema mucho más complicado de lo que puede parecer (ver nota no. 2)

José A. Arias-Frá

(1)    Lewin, Kurt.- Teoría de la personalidad en la Psicología Social. En: http://psicologiaymente.net

(2)    Escribí este trabajo motivado por un excelente post en la red social Facebook escrito por mi amigo el Dr. Ramón Colás bajo el título: “Los Guapos del Carnaval” A raíz de su lectura, y algunos comentarios en los que pretendí aclarar, grosso modo, lo que aquí he ampliado, sentí una inmediata necesidad de una más amplia explicación. También, por todos los que tuvieron a bien su lectura y el consiguiente ofrecimiento de sus puntos de vista. 




1 comment:

  1. Excelente. De Albert Bandura me he concentrado siempre en su tesis sobre el Determinismo Reciproco y su fundamentacion. Creo, tambien otros estudiosos del tema, que supera al conductivismo en su unilateralidad. Hay dos vias enfrentandose, y tiene logica, para comprender los efectos sociales sobre el hombre. El sujeto es el con su entidad humana interactuando tambien sobre la sociedad y recibiendo de ella sus influjos. La estabilidad de sus rasgos conductuales son, a mi entender, parte del asunto. Ellos definen el reflejo del entorno y su disposicion a conducirse en la sociedad.

    Gracias profesor Jose Antonio, por llevarme a Bandura, un injusto olvidado. Mi aprecio

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