A menos de un año de la desaparición de Hugo Chávez, todos los que hablaron
del “legado” del Comandante son testigos de lo que representa la herencia política
de un gran dilapidador cuyo albacea no lo es menos, adicionándose en el caso
del designado Maduro las limitaciones que le caracterizan, su falta de visión y
la incapacidad para gobernar un país como Venezuela en tiempos donde el
discurso empeñado en desconocer la realidad de los avances tecnológicos y lleno
de argumentos trillados y falsos, ya no engaña a nadie.
Tan
terrible es la realidad de Venezuela en manos de su actual gobierno;
que parece haber sugerido, aún a algunos de sus aliados del ALBA,
mantener
cierta distancia de su ejecutoria y ha sido sintomático que hayan
mantenido un cierto perfil de discreción a pesar de los graves
acontecimientos que se están produciendo. Por supuesto que no hay
renuncia a
las pretensiones de quienes se han confabulado en aras del logro de
objetivos a
los que Chávez solía referirse en sus diatribas antimperialistas; sería
una
especie de suicidio político, pero lo que ciertamente no hay, es
voluntad de
adherirse al error cotidiano que pudiera meter a todos dentro del mismo
saco.
Aún en el caso de Ortega y Evo, los más dependientes, se hallan a la
espera de
lo que sucederá.
El supuesto “legado” de Chávez no ha sido otra cosa que lo que siempre fue
desde que se apoderó del poder: un país en quiebra, con una moneda
desvalorizada, altos índices de inflación, una elevada corrupción a todos los
niveles y una situación sociopolítica –incluidos los altos índices de
criminalidad- como argumentos incontrastables, que se hacen inocultables. Ya
desde finales del pasado año hubo opiniones acertadas sobre lo que iba a
suceder en los meses iniciales del actual 2014, quienes se refirieron a ello no se equivocaron y
no era difícil entrever que un gobierno que autoriza el saqueo y lo convierte
en bandera de un populismo desenfrenado, no puede sino esperar que el boomerang
de la ineficacia, la incapacidad y la falta de recursos, le golpeé la testa
tozudamente testaruda a sus representantes, y así está sucediendo.
Aunque nada de lo anterior significa que el gobierno actual va a
desaparecer como por arte de magia y que estos señores y sus seguidores que se
creen en posesión de una predestinación heredada del difunto caudillo darán su
brazo a torcer fácilmente; el derrumbe que el mundo observa hoy del statu quo
creado por él, son como un infarto que habrá de dejar una profunda cicatriz en
el corazón del chavismo, ahora disminuido a una condición de inoperancia bajo
el madurismo, que pierde asideros aceleradamente. Ni los que protestan son
políticos de la cuarta república, ni viejos caciques de maculada trayectoria y
techo de vidrio según se pretende aseverar, son jóvenes, estudiantes; algunos
nacidos en los albores del chavismo, o con él en el poder y, quienes se les
enfrentan, son partidarios de una ideología que los convierte en fanáticos más
bien por ignorancia que por capacidad de juzgar acertadamente a quienes dicen
defender; es a ellos a quienes se les viene el techo encima y esa es la razón
de acudir a la toma de medidas que nunca fueron ajenas a sus convicciones
aunque adquieran ahora, y al socaire de la actual situación, un radicalismo que
su gobernante anuncia con impudicia en aras de seguir anclado a una demagogia
imposible. La dilapidación de los recursos es absoluta, la incapacidad en el
ejercicio de la gestión política y administrativa ha quedado evidenciada en la
escasez de alimentos, la carestía de los pocos que se pueden conseguir y; el que
tenga un mínimo de conocimiento y conciencia de lo que representan los elevados precios que ha tenido el barril
de petróleo en los últimos años, deberá llegar a la conclusión de que su país a
caído en manos de un grupo que se roba con conciencia o no (ello depende
del nivel en que se encuentren los
ladrones) la riqueza de la nación.
El otro grave argumento a tener en cuenta es el de la participación notable
y abierta del gobierno cubano en lo que sucede al interior de Venezuela. Para
que sea bien entendido; no pueden hablar de autodeterminación, soberanía y
aupar la defensa de los intereses nacionales, quienes los irrespetan imitando
un supuesto modelo en franca decadencia como el cubano; incapaz de ofrecer a su
propio pueblo al cabo de 54 años otra cosa que “palma-cristi y tententiezo” y
dejar que ese gobierno, especie de amalgama entre proxeneta y sanguijuela que
ya lo ha sido antes de otros estados, aparezca contribuyendo al asesoramiento
en diversos aspectos a quienes pretenden imponerse a los deseos de un grupo
notable de su población. Si esto es lo que se trata de paliar y ocultar con
consignas antimperialistas a destiempo y en una recurrencia que sugiere trasladar
el centro de la polémica a una confrontación con los Estados Unidos; el
horizonte político del chavismo-madurismo está indefectiblemente aspectado en
medio de una bruma que presagia una gran tormenta.
Hagamos una especie de ejercicio hipotético. Si los Estados Unidos, uno de
los principales consumidores del petróleo venezolano, dejara de adquirirlo; ¿qué
harían los magnánimos hacedores del igualitarismo más caro que la historia ha
conocido bajo el socialismo marxista? Alguien responderá con la ocurrencia de
que ahí están los chinos, dejando de lado que los “camaradas pekineses” han
subsistido con éxito, porque en lo económico fueron capaces de dejar a un lado
las fantochadas de perogrullo del comunismo ortodoxo y, con un mercado que
tiene como primer demandante a la potencia norteamericana, han aprendido que “bussines
is bussines” y moneda de por medio todo está arreglado. ¿Estarán plenamente en
conocimiento de estos argumentos Maduro y sus allegados, sin dudas, no mucho más avezados que él?
Nadie sabe a ciencia cierta que orientaciones recibirá el albacea Maduro de
sus asesores cubanos; ergo: Raúl Castro y su flamante grupo de administración
de la desconflautada e inoperante economía cubana. Lo que puedo asegurar es que
aquello de responder a “la violencia contrarrevolucionaria con más violencia
revolucionaria y un mayor radicalismo” es algo a lo que nunca esta especie va a
renunciar, como tampoco es de esperar que en ese contexto no le disparen a los manifestantes
y los agredan físicamente para conseguir la posposición de su voluntad, ya lo
han hecho. Los que no se sometan seguirán poniendo los muertos y los asesinos,
en control de la información, seguirán fabulando la verdadera historia para
adecuarla a sus intereses aún a pesar de la evidencia provista por los medios bajo
la férula de la tecnología. Pregúntense, quienes tengan alguna duda, por qué
Castro –el viejo- desbarraba contra la tecnología y llegó a considerarla un
arma de los imperialistas en contra de su revolución y por qué, aún hoy, Cuba
sigue siendo uno de los territorios con el más bajo índice de acceso a Internet
y a las comunicaciones celulares. Con el más mínimo vestigio de apertura
forzada por las circunstancias dentro de la Isla, el mundo se entera hoy de las
palizas, la represión a los opositores y todo lo que no es nuevo en un régimen
que ha tenido como costumbre y a bien para sus intereses, el eliminar,
inclusive físicamente; a quienes han pensado o piensan diferente.
Creo que es bueno que los venezolanos que se oponen al régimen que los
desgobierna no dejen de inspirarse en la elemental, pero paradigmática
recomendación de Leopoldo López: “el que se cansa pierde”…o, agrego, se va al
exilio para aprender a vivir en la melancolía de la patria ausente.
José A. Arias
Febrero, 2014.
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