Friday, February 10, 2017

EL KITSCH. ¿ARTE O ESTÉTICA DE LO VULGAR?


El origen probable del término.

"El origen de la palabra indica sus características. En algunos dialectos de origen alemán, el verbo kistchen significaba ensuciarse de barro por la calle; además, el verbo verkitshen era equivalente a vender barato. El crítico cultural alemán de origen húngaro Ludwig Gresz señala que la primera aparición del término data del siglo XIX cuando los turistas americanos buscaban comprar un cuadro en Mónaco y pedían un bosquejo (sketch)" (1)

De lo anterior se infiere que en el sentido lingüístico y en consonancia con su representatividad, Kitsch es un vocablo joven, postmoderno y esencialmente vinculado a la contemporaneidad del siglo XX y con absoluta vigencia utilitaria hasta hoy.

Los problemas de la interpretación.

Aquí, repito lo que apunté en un comentario en las redes sociales (facebbook):

El desencuentro con la esencia del Kitsch como arte es el alarde de la incongruencia manifiesta y pretenciosa.

Es precisamente en ese punto que, no sólo Umberto Eco, también Kundera y Croce, ponen el énfasis. Eco, al parecer, el más centrado en la diana; porque apela a la teoría del símbolo (semiótica) en la interpretación de la imagen visual y, sólo excepcionalmente (el criterio de “lo kitsch” es también artísticamente polisemántico)

El Kitsch dentro del Kitsch (según M.Kundera) representa una evolución que no transgrede el concepto postmoderno de una “cultura de masas” al limitarse en sí mismo; de hecho se ha popularizado como recurso (más que como manifestación artística) y como vector de marketing con indiscutible éxito y valederos réditos.

La transgresión, empero, sobreviene a consecuencia de la degeneración estilística, insensible en lo conceptual y en la popularización de un gusto (imagen de una sensibilidad distorsionada para el caso) que pretende imponerse por exceso y en contraposición a lo que representa el concepto más tradicional acerca de las diferentes manifestaciones artísticas.

He aquí una cita de Milán Kundera que enmarca muy gráficamente la propuesta de su idea sobre el Kitsch:

“El Kitsch hace que fluyan dos lágrimas en rápida sucesión. La primera lágrima dice: ¡Qué lindo es ver a unos niños sobre la hierba! La segunda lágrima dice: ¡Qué lindo es ser conmovido, junto con toda la humanidad, por unos niños que corren sobre la hierba! Es la segunda lágrima, la que hace kitsch al kitsch” (Kundera, 1984)

Probablemente la interpretación fidedigna está vinculada al asunto de la relación entre forma y contenido y que en su relación ― populista ― corre el riesgo de generarse a un nivel demasiado básico y, en consecuencia inaceptable. Ello es lo que suele suceder bajo los cánones ideológicos rígidos de tales sociedades e independientemente de su signo político.

“En vez de la educación cultural de los sectores masivos con bajos niveles de cultura artística según la máxima esta obra es buena, por lo tanto debe hacerse comprensible para todo el pueblo, se propugna la nivelación cultural a ras del más bajo escalón según el principio esta obra es comprensible para todo el pueblo, por lo tanto es buena” (Navarro, Las Causas de las Cosas, 2006)

Es evidente que en la última proposición toma cuerpo lo del kitsch dentro del kitsch manifiesto en la cita de Kundera y se impone una estética de la vulgarización ex profeso.

El asunto es, aún, más complejo; veamos. El Kitsch como arte, tiene su estética propia pero, sin embargo, se aleja de la ética.

“La postmodernidad introdujo explícitamente el hipertexto en la obra y ahora el arte se mueve entre el concepto y el tributo. Muchos términos y vanguardias han dado así paso a lo que muchos entienden como Kitsch.

“Durante años, el término Kitsch ha rondado el imaginario del arte, considerado como un tipo de arte que gira en torno a una estética característica, ejecutada por cierto tipo de artistas que apunta a un público específico, y eso es verdadero hasta cierto punto. El arte kitsch surge del refinado arte culto que se contrapone y eleva (según algunas personas) del arte popular o del arte pequeño-burgués, estos últimos denominados como nuevos ricos y (que) buscan escalar estratos sociales al comprar arte por el hecho de poseerlo sin saber qué es lo que adquieren.

“En el libro Historia de la Fealdad, Eco resume el término de la siguiente manera: Kitsch es la obra que, para lograr que se justifique su función estimuladora de efectos, se pavonea con los despojos de otras experiencias, y se vende como arte sin reservas…” (2)

Otra evaluación, diferencial y no menos importante.

Sobre el arte kitsch el esteta y crítico Clement Greensberg apunta lo siguiente:
“…mientras la vanguardia (entendiéndola en general como el arte en su función de descubrimiento e invención) imita el acto de imitar, lo kitsch imita el efecto de la imitación: cuando la vanguardia crea una obra artística pone en evidencia los procedimientos que conducen a ella, y los elige como objetivo de su propio discurso, mientras que lo kitsch pone en evidencia las reacciones que la obra ha de provocar, y elige como objetivo de su propia operación la reacción emotiva del consumidor” (3)

En tal sentido se puede validar la afirmación de que en el arte Kitsch el deslinde entre estética y ética prevalece, sin que se pueda excluir el concepto estético como algo inherente a cualquier manifestación artística, inclusive, para el Kitsch.

Eco introduce, además, un argumento para valorar el Kitsch basado en la interpretación simbólica y la teoría comunicacional. Le atribuye un papel significativo a la relación sujeto-objeto, refrendado por esta última y concluye que, a pesar de sus limitaciones, el verdadero valor del Kitsch (argumento para la discusión sin consenso) radica en la influencia que ejerce a través de la repetición y la reiteración del propio simbolismo de su estética. Sin asumir posturas a favor o en contra, la idea es innegable y válida a pesar de la abigarrada fealdad de los argumentos visuales, literarios o musicales.

El efecto perecedero (no paradigmático)

En el Kitsch, cultura de masas y consumo van de mano. Ello, parece alentar una dinámica contradictoria y controversial. Las propuestas innovadoras originan homólogos que desdicen del carácter creativo de aquellas, pero de esa manera, se vinculan a él.

Hoy, lo kitsch es un medio deliberado de entablar comunicación con una audiencia.

Notas.-

(1).- Múñoz González, Rodrigo. En: Semanario Universidad (junio 16, 2013) tomado de: semanariouniversidad.urc.cr

(2).- Arte Kitsch: Más allá del mal gusto. En: culturacolectiva.com (sept. 24, 2015)

(3).- Kitsch y cultura de masas: homenaje a Umberto Eco. En: https://revistabonaria.com/2016/

José A. Arias-Frá.

  



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