Monday, August 25, 2025

CUBA: DESVENTURA DE LA DEMOCRACIA

 

CUBA. DESVENTURAS DE LA DEMOCRACIA

A instancias de una amiga que me ha solicitado opinar al respecto he leído una interpretación del tema, por supuesto, mucho más breve. Hay material para una hipótesis y aunque ello pudiera sugerir otro ensayo, seguidamente intento una respuesta. He aquí un enlace a la publicación que motivó el texto: https://www.facebook.com/share/p/1CT9cJA15/

 

                                                     I

Desde el punto de vista histórico lo sugerido no tiene, a pesar de su sucinto carácter, ningún error; cuantificar la casi inexistente democracia en 123 años de existencia de la nación cubana durante la etapa republicana tiene, sin embargo, otras connotaciones de índole social, cultural y psicológico. Es ese análisis multifactorial el que algunos evaden mediante la caracterización histórica y la evaluación económica del período republicano 1902 – 1958

El trasunto social es mucho más importante para el análisis en Cuba que en otras de las posesiones españolas que quedaron bajo control norteamericano tras la derrota frente a Estados Unidos de un desgastado imperio (que debe ser conceptualizado, ya para ese entonces, como de vieja hechura: el español) frente a los norteamericanos cuyo potencial militar, en específico, aunque no únicamente, era muy superior.

El caso más parecido, el de Puerto Rico, no es tampoco uno que se ciña a un patrón común y de ahí las ulteriores diferencias. Sin embargo, ese es otro tema (1)

Se repite la versión de que Cuba para 1898 no era visualizada por la corona española como una colonia más, y sí, como una provincia, y sus habitantes, como súbditos con ciertos derechos (la contextualización de lo que era lo que antes fue la cabeza de un gran imperio había venido a menos para dejar de serlo); en tal medida y con anterioridad, territorios mucho más extensos, importantes, de cuantiosos recursos naturales como los virreinatos de La Plata, Nueva España y El Perú y en los  que la corona española también invirtió numerosos recursos, creando instituciones culturales, universidades, y sentado las bases del desarrollo de ciudades vitales que crecieron y prosperaron, nada de ello fue en ningún caso óbice para que se dejara de pelear por la independencia consumada en lo que hoy conforma centro y Suramérica, tan temprano como en 1821, 67 años antes.

El caso de la colonia cubana es de otra naturaleza: se trata de la isla de mayor territorio en el área del Caribe y el Golfo de México en general, son dos vertientes costeras territoriales de influencias y confluencias diferenciadas, no exactamente asomadas a un mismo horizonte geográfico por la simple razón de la insularidad; el norte, de frente a las costas del sur norteamericano y el sur, abocado a la influencia de una relación añadida a Colombia, Venezuela, México y República Dominicana; además, basada en una identidad lingüística y el antecedente de un mismo origen colonial.

Solo que, en una gran parte del territorio insular, toda la región occidental y con cierta atipicidad la región de Pinar del Río (2), se desarrolló una economía de plantación basada en el crecimiento de una burguesía agraria que se convirtió en sacarocracia fundamentando su poder y desarrollo en el cultivo de la caña de azúcar y la explotación en gran escala de mano de obra esclava. Los que favorecen la hipótesis del provincianismo suelen alegar que la esclavitud en Cuba fue diferente porque el esclavo era considerado por sus amos como un valioso objeto (3) y en consecuencia preservados mediante consideraciones que no eran dadas al esclavo de plantaciones en posesiones inglesas, francesas, holandesas o norteamericanas (dentro de su propio territorio) hasta los tiempos de la Guerra de Secesión (1861 – 1865); colijamos que es así, pero la esclavitud en Cuba fue abolida por decreto en 1882, bien entrado el siglo XIX, cuando sus últimos vestigios en otros territorios habían desaparecido mucho antes; consecuencias, es un tema muy puntual y necesario en su abordaje y las hay en ambos casos.

Para Cuba fue un freno y de ahí que sea innegable el hecho de que las condiciones para el nacimiento de la República no fueran las mejores para engranar en un mundo en que la pujanza norteamericana alcanzaba su apogeo en ese entonces (4) De cómo se nos ha visto — y se nos sigue viendo — por cronistas, historiadores, economistas, sociólogos y otros entendidos, no sin cierta inclinación a la apología en algunos casos, a lo que realmente éramos y representábamos, hay diferencias notables que acotar que no son erradicables por orgullo de descendencia, preeminencias o pretensiones aristocráticas fuera de contexto y a destiempo.

Solo a manera de ejemplo: en 1897 el Capitán General Ramón Blanco, sustituto de Valeriano Weyler, por orden de la corona y a través del primer ministro español Práxedes Mateo Sagasta, concede la autonomía a la isla de Cuba; había, por tradición y desde finales del XVIII personalidades en diferentes aspectos de la vida colonial que, como Francisco Arango Y Parreño al frente de la Sociedad Económica de Amigos del País o el doctor Tomás Romay con sus notables investigaciones en el ámbito de la medicina y la farmacopea; luego, Varela, Saco, del Monte, Luz Caballero y antes José Agustín, representaron diversos posicionamientos políticos, también, hombres cultos y capaces que nunca dejaron de proponer la autonomía (de hecho el primer partido autonomista se funda en 1870, solo dos años después de iniciada la guerra de 1868) y que probablemente, sí le hubiera dado a la isla la posibilidad de alcanzar un mayor desarrollo ulterior en cualquier sentido incluidas ciertas consideraciones políticas y de representatividad (Montoro Gálvez, Giberga) pero la autonomía llegó tarde y en momento de tal debilidad para España frente a los Estados Unidos que fue solo un destello insignificante que no sirvió de nada.

¿Qué nos quedó?, pues lo peor del independentismo socavado por sucesivas guerras internas de desgaste cuyo resultado no fue el objetivo que se manejó como principio supuestamente inalienable: la independencia para abrirle el camino a la fundación de una república, la martiana, con todos y para el bien de todos, quimera inalcanzable hasta hoy.

El meollo de la coyuntura de 1898 – 1902, período en que se produce la primera intervención norteamericana, nos presenta al mundo como un territorio atrasado, desgastado por la guerra y socioculturalmente estigmatizado por una mezcla de extranjeros (europeos, mayoritariamente españoles), burgueses ex esclavistas que conformaban la aristocracia citadina y que de manera ausente explotaban a las huestes de campesinos productores bajo diferentes mecanismos que, en su evolución y tiempo después, dieron lugar a variantes disímiles; obreros agropecuarios, colonos, aparceros y precaristas y era, a pesar de habitar en las ciudades, una burguesía agropecuaria por origen y definición, con una enraizada visión de economía de plantación y el miedo al negro — incubado desde los tiempos de la esclavitud — como freno a cualquier otra idea que pudiera contribuir a su total independencia de actuación en medio de una sociedad liberal; criollos, el primer tipo de representante de la etnia que consiguió completar la integración del conglomerado humano, el cubano original por nacimiento, y a instancias de la formación de un carácter de pertenencia territorial representado en la defensa de su territorio ante la breve ocupación inglesa en 1762

Pero en esa amalgama, el componente negro y mestizo genera dos catalizadores de una sociedad lacerada por el racismo del que aún no se desprende, aunque se pretenda entender en evolución positiva para tratar de contrarrestar su influencia. Es ese, en gran medida, el escenario de contradicciones de carácter social.

El otro problema es cultural y en la República inaugurada en 1902 se manifiesta muy marcadamente mediante la brecha que se produce entre intelecto y capacidad para integrar una población numéricamente dispersa y limitada, con un elevado índice de analfabetismo, con grupos de élite que anteceden la representación del intelecto en las dos primeras décadas de la república: generales y doctores que luego, tras la asonada revolucionaria de 1930 queda representada por una naciente y pujante intelectualidad que a pesar de determinados esfuerzos individuales de algunos de sus representantes, nunca perdió su carácter elitista. Lo que debió corresponder al proceso de politización que sobrevino, quedó diluido por el clientelismo político (Batista poder tras el trono entre 1933 y 1944) y aplastado por las botas de los militares, disrupción y dilución de la antigua oficialidad heredera de las tradiciones del mambisado por un movimiento de clases y oficiales jóvenes de menor rango que tuvo su clímax con el movimiento del 4 de Septiembre de 1933 (5)

Los primeros — generales — beneficiarios directos del botín de post guerra insular a cuero, palmacristi y plan de machete y que no podían resultarle nada desagradables como recursos ni inconvenientes a los sacarócratas, clase social no solo perfilada, dibujada sobre el escenario nacional como protagonista de nuestro destino; y los segundos — doctores — leguleyos, filósofos, profesores, músicos, artistas, escritores, poetas, gente con mundo y vivencias extraterritoriales que representaban un refinamiento poco entendible y fuera del alcance para lo que se hace moldeable bajo el apelativo de “masas” tan bien caracterizadas por Ortega y Gasset en su ensayo de 1930, La Rebelión de las Masas (6)

Entonces, prevalecieron en el contexto gerifaltes como José Miguel “El Tiburón que se baña pero salpica”, Mario García Menocal “el ,mayoral sonando el cuero” y el exponente más cabal de ese período: Gerardo Machado Morales con sus desmedidas ambiciones reflejadas en sus desafueros electorales a través de la implementación del Cooperativismo y sus intentos de prorrogar el poder (1929) mediante la reforma de la Constitución de 1901, precisamente, coincidiendo con el momento en que se celebraba en Cuba la Conferencia Panamericana y visitaba La Habana el mandatario norteamericano Calvin Coodlidge (por cierto, primero y único en haberlo hecho, hasta Obama en 2016); de los doctores, solo Alfredo “El Chino” Zayas, que entre el ejercicio de su abogacía y su notable fibra poética y literaria  — era escritor y editor — aplicó la austeridad a través de una relación exagerada con el embajador norteamericano Enoch Herbert Crowder por lo que se convirtió en objeto de numerosas críticas.

Del buen hombre de Estrada Palma y a fuero de sus patrióticos antecedentes, parece que, de no haber sido el primer presidente, el iniciador, el amigo de Martí y delegado a la muerte de éste del Partido Revolucionario Cubano (en Washington, muy importante) no hubiese mucho que decir más allá de su proverbial austeridad y honestidad eclipsadas por su tozudez electoral.

La disyuntiva hasta ese momento es concluyente y no implica distorsiones: recibimos lo que nosotros mismos fuimos capaces de conseguir, una especie de tutoría en función de nuestras limitadas capacidades para autogobernarnos; entretanto, los Estados Unidos, potencia imperialista; nada anormal en ello, el imperialismo norteamericano en ese entonces era de nuevo tipo, y en nada comparable a los viejos imperios coloniales y sus métodos de conquista y expansión para conseguir nuevas esferas de influencia, aplicaron un patrón de negociación que en Cuba quedó negociado a través del Tratado de París (donde se nos ignoró al carecer de representación oficial), la inclusión de la Enmienda Platt (aprobada por los constituyentes de 1901 en votación dividida de 16 a favor y 11 en contra) como mecanismo de control a futuro y la firma del Tratado de Reciprocidad Comercial (1902),y también, el Tratado sobre bases navales y carboneras (7)

Muestra evidente de nuestras limitaciones y, en añadidura, fue la segunda intervención norteamericana entre 1906 y 1909 (8) a consecuencia del primer intento republicano de desconocer la democracia; el interés manifiesto de Estrada Palma de querer reelegirse y crear y provocar con su intención el estallido de la Guerrita de Agosto de 1906; el hecho en sí es la evidencia del incumplimiento de la tarea como nación democrática corroborado entre otros por el alevoso crimen cometido contra el general Quintín Banderas, cuyo cuerpo trucidado fue lanzado a una carreta usada para la recogida de desperdicios; además, Quintín era negro.

Luego, el estreno de los liberales con José Miguel y lo ocurrido con el Movimiento de los Independientes de Color de 1912 (9) con un saldo, producto de la represión, de más de 4000 muertos. Tras un interín de 12 años y dos presidentes que a pesar de ser electos no contribuyeron en nada a la democracia (el aporte de Menocal fue el fraude mediante el “cambiazo” de boletas para salir reelecto en 1917 que provocó la sublevación de La Chambelona) Zayas, de su parte, se enfrentó a la crisis económica que agotó el presupuesto gubernamental provocando — de nuevo —  inestabilidad social con consecuencias en lo político y que amenazó con convertirse en otra sublevación protagonizada por el Movimiento de Veteranos y Patriotas (1923); año de vital importancia para la historia del primer período republicano entre 1902 y 1933 (10)

Gerardo Machado asume en 1925 tras derrotar a Menocal en un tercer intento — fallido — por volver a la presidencia; Machado, un autócrata que a pesar de dejar obra material, destruyó con su ambición lo que junto a ella pudo ser un legado entendido como positivo, no solo en lo superestructural, también en materia de interpretación y aplicación de la democracia como sesgo de su gobierno, pero que, por el contrario, terminó creando las condicione que desembocaron en el estallido revolucionario de 1930, como resultado de la efervescencia político – social que venía incubándose desde 1902

No sucedió nada de ello, aun tratándose de un período convulso y de cambios, pero no en el sentido democrático porque el carácter antidemocrático de la vida en la República ya era una enfermedad crónica; Cuba, paría caudillos bajo cualquier circunstancia y los ignaros seguidores de hombres potenciados por la ausencia de cultura política y no de ideas, se vieron (se siguen viendo) realizados en la representación políticamente desvirtuada de la mayor parte de la población.

Como puede apreciarse todo tiene una explicación lógica y la única continuidad a la que es posible referirse es a la del establecimiento de estructuras de poder basadas en el autoritarismo, la autocracia y la consiguiente falta de democracia en consecuencia.

Se dice que el período del Autenticismo  (1944 – 1952) fue democrático porque se llevaron a cabo procesos electorales de notable participación, se implementaron medidas de corte nacionalista y popular y se crearon instituciones financieras y judiciales pero aunque así fue, se trató también de una interpretación sesgada de la democracia caracterizada por la permisibilidad del fraude desde el poder, el pandillerismo, el gansterismo todo lo cual limitó en gran medida el proceso de entendimiento de lo que la democracia es y debe representar. No es dable confundir libertad con libertinaje y, grave pecado, menos, democracia con ideología que fue lo que se produjo tras la fuga de Batista en 1958 y a partir del último día del año de su dictadura.

Y no, no parece  ser como algunos quieren creer al afirmar que los epítetos endilgados a presidentes y golpistas, sean solo obra de amanuenses que han reescrito la historia en tiempos recientes, hay testimonios; muchos, la prensa, las publicaciones de carácter satírico y popular, los personajes de época, todos, evidencias del choteo e inmadurez de las masas que describe Jorge Mañach en su Indagación del Choteo, algo como una exposición epistemológica de la sátira rebajada en su condición a “choteo” como manifestación de la desidia en el carácter nacional.

No es posible hacer aquí la crónica de una república que nunca superó las limitaciones capaces de poder evitar su transición al descalabro representado por la victoria revolucionaria de Fidel Castro y su instalación en el poder en 1959

No hay que creer que no hubo avances antes de 1959, al contrario, el progreso fue inusitado en muchos sectores de la economía, sobre todo mejoraron su crecimiento algunas industrias y el agro nunca dejó de ser productivo como sustento de las necesidades de una población en crecimiento; dar crédito a falsas narrativas tendientes s describir la economía como un caos y generadora sistemática de carencias vitales (como hoy sucede) no fue otra cosa que el intento para inducir falsas visiones mediante el adoctrinamiento sistemático capaz de responder al establecimiento de una sociedad encaminada a hacer gravitar sobre ella la práctica del verticalismo totalitario.

Pero en la conciencia colectiva el hecho de alcanzar cotas de progreso y bienestar, nunca se tradujo en el alcance y la necesaria obtención de la madurez política que hiciera de la democracia el derrotero de la nación. Esa fue la gran oportunidad que se perdió. Baste un ejemplo: fue bajo el gobierno de Batista electo en 1940 que resultó aprobada la Constitución que sentó pauta en su abordaje de vanguardia para su tiempo de las necesidades de la población en cuanto a derechos políticos y ciudadanos; fue el mismo Batista quien después del golpe del 10 de marzo de 1952 abolió esa misma Constitución que había respaldado en su momento y la reemplazó por unos estatutos para gobernar cancelando la actividad legislativa en el país y mutilando el necesario balance de poderes

Aunque en la farsa electoral de 1955 llevada a cabo por el dictador posteriormente para dar imagen de legalidad a su gobierno se restableció nuevamente la Constitución y se restauraron ciertas garantías, los índices de vigencia de la democracia continuaron siendo nulos, algo que no cambió con la huida del dictador y el inicio de la revolución de Castro en el poder. Castro, que había prometido la restauración de la llevada y traída Constitución de 1940, nunca lo hizo, y lo peor, condenó a la nación a un período de 17 años sometida a la arrogancia de un ordeno y mando basado en la hegemonía castrense donde fungió como el personaje insustituible.

Solo en 1976 se aprobó una constitución “socialista” de corte abiertamente estalinista. A partir de entonces y dentro de lo que se definió como institucionalización, el régimen adoptó un sesgo que frente a los intereses de la nación y su gente, representaba, no solo una dictadura, hoy se ha convertido en un estado totalitario fundado en la preponderancia de un partido único: el PCC recreado en 1965, encabezado por una cuerda de burócratas con muy poca capacidad operativa para ejercer el poder en medio de una crisis multifuncional e insoluble y la ausencia de recursos materiales y morales; que solo sobrevive mediante el empleo de la fuerza que implica el ejercicio del terror, la delación y la pérdida del más valioso recurso: el indiscriminado drenaje de su fuerza productiva por intermedio del éxodo cíclicamente repetido mediante un desarrollo in crescendo que no parece tener fin.

                                        II

Es imprescindible abordar el período a continuación (1959 hasta la actualidad), el más difícil de nuestra historia postmoderna, no solo por estar vigente bajo las mismas circunstancias en que se originó, también por ser la evidencia de un mal congénito en procesos — llamados con frecuencia revolucionarios — de características y origen similares. Se trata de un largo paréntesis distendido en el tiempo y en cuanto a su tratamiento debemos cuidarnos de la festinación comúnmente manifiesta en algunos casos.

Una de las críticas (válidas) a historiadores, cronistas, periodistas, en fin, cualquiera que habiendo sido testigo de la historia — o no directamente — se decide a contarla y poner en práctica un proceso analítico y mesurado, es la tentación de caer en la parcialización; pero tal debilidad interpretativa debe superarse partiendo de la exposición fidedigna de los hechos (históricos) asumiéndolos como el relato más cercano a la verdad. Si bien es cierto que la verdad es relativa, no sucede cuando se cita la ocurrencia de un hecho mediante su descripción fundada en pruebas, más, si es el resultado de una vivencia, una experiencia personal. Era lo que M. Bloch, el historiador francés, propugnó como tesis en el tratamiento historiográfico en Anales, la revista cofundada con su colega Lucien Febvré(11) No hay dudas si el hecho constituye una evidencia.

Aunque tampoco se trate de aplicar patrones, hay una base que sustenta la identidad de características que describen a las dictaduras. Ni por sus antecedentes inmediatos y originales, ni por el tipo de argucias puestas en práctica, ni por la falta de legalidad, ni por violación sistemática de los parámetros de la democracia, nuestro personaje protagónico, Fidel Castro, se deslindó, ni pretendió hacerlo, de todos los rasgos de un dictador en lo personal, su régimen no fue una alternancia o una tentativa manifiesta de la democracia en sentido alguno…y ello, aún desde el comienzo.

No es menester hacer la biografía del joven Castro y sus vínculos turbios con un pasado poco edificante para su persona y su pretendido liderazgo a posteriori, algo que a la larga consiguió. Es historia más o menos conocida cuando se trata de evidenciar una opinión lógica; solo hay que buscar, investigar, leer la voluminosa bibliografía de los llamados tiempos del “gatillo alegre” y aparecerá su nombre en repetidas ocasiones vinculado a diversos grupos como El Bonche, el terrorismo político y otras organizaciones en que se vio involucrado el personaje de marras.

En el propósito medular de la revolución castrista que llega al poder mediante la violencia representada por la lucha armada, estuvo un documento programático (por cierto, se dice que no enteramente de la autoría de Castro porque fue revisado y en parte escrito por Jorge Mañach y que, en su retórica incendiaria, afín a la intempestiva personalidad de Castro, incluye frases que parecen tomadas del Mein Kampf) se trata de La Historia me Absolverá. Nada de lo que allí apareció escrito podía ser calificado de totalmente incierto o rebatible, pero lo que también es real y puede ser rotundamente demostrado es que no han sido reales la implementación de lo postulado ni el cumplimiento bajo el resultado del juicio del tiempo y la propia Historia, emisora de una respuesta hoy por hoy negativa.

El personalismo en alguien que asalta el poder por cualquier vía — incluida la electoral — es un rasgo definitorio de los propósitos de un dictador; la exclusión de la colegiatura como parte del mandato, la devaluación del otro por el yo, el establecimiento de la voluntad personal como norma, la reiteración discursiva, la imposición de criterios basados en una supuesta justicia de dedo (arriba o abajo, muerte o vida como en la época de los césares), el hacer desaparecer cualquier mecanismo de información o propaganda que el dictador en ciernes pueda considerar opuesto a sus propósitos, son rasgos definitorios que no faltan en dictadores de uno u otro signo político. Batista fue un dictador. Castro, una vez que se hizo con el poder también comenzó su larga carrera por esos mismos derroteros.

Para algunos aún puede ser hipótesis hasta que sea posible demostrar lo contrario, algo que la práctica como criterio de la verdad no permite elucidar evitando el tema o la mención de algunos nombres, por cierto, algo que cada vez menos, quienes se interesan en el tema evitan, pero que sigue siendo imprescindible. Verdad incontrastable, no capricho de alguien, o algunos, que por demás iban a ser catalogados como “gusanos”; gusanos les llamaban los nazis a los judíos, ¿aliento de marca, analogía o transmutación?

Entonces viene todo el proceso de establecimiento de leyes, regulaciones, estatutos, órdenes, decretos que el propio dictador elabora o su correspondiente equipo de amanuenses o, lanza al aire poseído de una impresionante verborrea. Comienza el adoctrinamiento a nivel de masas (el pueblo) ese ente intangible que todo lo justifica porque en su haber solo hay entrega; y es ahí donde se entroniza, se fundamenta, el otro elemento argumental: la demagogia. No se trata de contar una historia larga y para muchos conocida pero junto a desmanes de proporciones extremas hay detalles (no siempre mencionados) que grafican el adoctrinamiento en función de la excepcionalidad del dictador y su grupo de acólitos siempre en una escala de notables diferencias en cuanto a sus niveles de intelecto; se inserta aquí otro presupuesto: la meritocracia desaparece ante la conveniente mediocridad y el nepotismo para conformar una cohorte de incondicionales.

Recordando un poco e insistiendo en el detalle habría que observar que una de las cosas que desaparece en los niveles de enseñanza superior es la libertad de cátedra (12), si alguien se atrevía a profesar fuera de los parámetros estrictos de la bibliografía de manuales era un contrarrevolucionario, si decidía, además, abrir a sus educandos el diapasón del intelecto exponiendo una visión diferente de lo pre establecido era un diversificador de ideas, merecedor del ostracismo, el fusilamiento intelectual, moral y académico y solo porque en virtud de que un día, a un tipo de muy pocas luces se le ocurrió hablar ante un grupo de militares de su entorno cuartelario de “diversionismo ideológico” (13)

El último valladar a la democracia es como la Hidra de Lerna de la mitología: un régimen que habla de soberanía y autodeterminación, pero se somete al leninismo marxista, interpretación sui generis desde 1917 en la nueva metrópoli soviética que pretende y consigue encasquetar el corsé ideológico del socialismo duro y sus secuelas con la anuencia del personaje cuya trayectoria, absoluto némesis de la democracia, se evidencia a pesar del presupuesto demagógico en que se fundamenta.

Es frustrante tener que concluir este texto mediante la evidencia retórica de la cacofonía (regresando al origen) máxime cuando no solo se trata de uno en que el efecto literal de lo poético para otros casos, se ve alterado por innecesarios pleonasmos, eso, es corregible; empero, cuando se trata de espirales que como bucles repiten un patrón, la enfermedad es grave y la salvación, promesa de una recuperación signada por el porvenir de un tiempo en que no caben de consuno todos los procedimientos necesarios para garantizar el regreso de la democracia a un lugar donde por propia voluntad y determinación de muchos nunca tuvo la mejor acogida. Por momentos, parece que nos empeñamos en dar coces al aguijón.

NOTAS. -

(1)  Para ampliación de la información específica sobre el tema: Guerra, Lilliam, ¿Puerto Rico y Cuba Revolucionaria? Mitos y realidades desde una perspectiva histórica En: https//usergloarboleda.edu.co

 

(2)  La denominada región de Vuelta Abajo no concitó un marcado interés de los diferentes capitanes generales en la isla, al menos, hasta la segunda mitad del XIX lo cual permitió allí el desarrollo de un tipo diferente de campesino agricultor que no sustentaba su estabilidad personal y familiar en el empleo de mano de obra esclava explotada por terratenientes ausentes como en el resto de la región occidental; allí y bajo esa cotidianidad caracterizada por su propia génesis, prosperó la diversidad agropecuaria y sobre todo, el cultivo del tabaco.

PPara detalles al respecto: Costa R., Octavio. - Don Pepe Mora y su Familia, Ediciones Universal, Miami, 1991

 

(3)  Esa es la versión que se repite en estudios e investigaciones importantes — hay muchas de diversos autores — entre los más conocidos: Fernando Ortiz, Ramiro Guerra, Lydia Cabrera, Manuel Moreno Fraginals, Levi Marrero, Herminio Portel Vilá y el británico Lord Hugh Thomas 

 

(4)  El período de expansión imperialista había tenido sus más remotos antecedentes dentro del propio territorio de la Unión; primero, manifiesto en la fiebre del oro y la expansión hacia el oeste, luego como resultado de la guerra con México (1846 - 1848) en la que ese país pierde una buena parte de su territorio, lo que quedó condonado mediante la firma del Tratado Guadalupe - Hidalgo en Ciudad México. Hay que tener en cuenta que ya para finales del XIX Estados Unidos era, industrial y comercialmente, una nación necesitada de expandir sus esferas de influencia y sin dudas, entrar en guerra con España representó una gran oportunidad en tal sentido.

Para ampliar al respecto se puede consultar el ensayo de Carlos Alberto Montaner: 200 Años de Gringos, SEDMAY ediciones, junio/1976

 

(5)  Aunque la bibliografía al respecto, sobre todo incluyendo el tema como parte del tratamiento histórico de una época; el libro de Ricardo Adam Silva, La Gran Mentira: el 4 de Septiembre de 1933, originalmente publicado por Editorial Lex en 1947 es muy importante, documentado e ilustrativo. También una investigación de Antonio de La Cova publicada en Santo Domingo, República Dominicana en 1987, puede verse

en: https://latinamericanstudies.org

 

(6)  Ortega y Gasset, José. La Rebelión de las Masas. Tercera edición (revisada) en: Obras de JOG, 1981

(7)  En la premisa basada en el proyecto original del tratado, se incluían, además de Guantánamo; Bahía Honda, Cienfuegos y Nipe; al momento de su conclusión y firma quedó solo Guantánamo.

 

(8)  El llamado Protectorado, en realidad segunda intervención norteamericana en Cuba, se produjo al amparo de la Enmienda Platt y se prolongó entre 1906 y 1909 El gobierno de Theodore Roosevelt ordenó el traslado de Charles Magoon funcionario involucrado en las obras del Canal de Panamá desde ese país a la isla y junto a Frank Steinhart, hombre de negocios y banquero, se hicieron cargo del gobierno. Al término, Steinhart permaneció en Cuba vinculado a los planes de electrificación de la capital y a la American Railway que introdujo el uso de tranvías como medio de transportación.

 

(9)  Es un hecho conocido el estallido del Movimiento de los Independientes de Color  en 1912 y las causas que lo motivaron. Evaristo Estenoz creó el partido del mismo nombre y dirigió la sublevación junto a Pedro Ivonett, ambos, ex oficiales de raza negra del extinto Ejército Libertador. El movimiento fue reprimido por el ejército ocasionando cerca de 4000 muertes (algunos hablan hasta de 7000 en un número que las investigaciones al respecto, incluidas las más recientes, no han podido delimitar con precisión) entre participantes y seguidores. Junto al aplastamiento de la sublevación mediante el uso de la violencia, jugó también un importante papel la promulgación de la Enmienda Morúa, aprobada por el Senado del que Martín Morúa Delgado se convertiría en el primer presidente de raza negra de la institución.

 

(10)              El año 1923 es importante por sucederse durante su decurso eventos como la fundación de la FEU, la creación del Primer Directorio Estudiantil Universitario (DEU), la realización de la Protesta de los 13, la fundación de la Agrupación Comunista de La Habana, de la Universidad Popular José Martí a propuesta de Julio Antonio Mella y la fundación del Movimiento de Veteranos y Patriotas entre otros hechos.

 

(11)              Es importante tener en cuenta los estudios de Bloch y Febvré en relación con la historiografía porque sentaron pauta en cuanto a la diferencia entre la narración de la Historia como crónica y su análisis teniendo en cuenta causas y consecuencias de los hechos.

 

(12)              No fue casual que en 1961 se produjera un primer proceso de “depuración” del claustro universitario. Aparte de que algunos catedráticos habían renunciado, otros, marchado al extranjero, se fue más allá y solo quedaron algunos cuya filiación política los mantuvo vinculados al perfil pretendido por las autoridades. En 1980 se repitió, desde otra perspectiva mucho más radical y excluyente, un nuevo proceso de similares intenciones y que también incluyó al estudiantado, bajo el sugestivo nombre de: proceso de profundización de la conciencia de las masas.

 

(13)              Se ha dicho que el concepto de diversionismo ideológico en Cuba, fue utilizado por primera vez por Raúl Castro en un discurso pronunciado el 6 de junio de 1972 en la clausura de una conferencia entre militares del MININT y el MINFAR; aparece íntegramente en Bohemia (en edición de fecha coincidente) bajo el título de: “El diversionismo ideológico, arma sutil que esgrimen los enemigos contra la Revolución” No obstante, actividades represivas en contra del intelecto y otras manifestaciones consideradas “contrarrevolucionarias” hubo muchas. Todavía hoy el significado de la entelequia constituye un patrón de aplicación para condenar opiniones contrarias y/o inconvenientes.


Suerte de epílogo, muy breve, que solo pretende aclarar algunos detalles.

Este texto es, ante todo, una interpretación — y exposición personal — de las razones por las que creo que la democracia en Cuba no ha encontrado una razón de ser válida en los 123 años de existencia como república y bajo cualquier condición que se le haya pretendido atribuir (independiente, mediatizada, pseudo república o socialista) Para nada constituye un intento de historiar hechos específicos, ni hacer, en tal sentido, una evaluación documental o personal de algunos de sus protagonistas.

Tampoco sentar como premisa los numerosos elementos bibliográficos que si pueden — y deben — ilustrar la narrativa de una historia de hechos y personajes como protagonistas en particular y en espera de una necesaria re escritura por hacer, sin prejuicios y sujeta a la verdad histórica sin compromisos ni parcialidades

 

 

 

     José Antonio Arias-Frá

      Orlando/Florida, 08/20/2025

 

 

 

 

    

 

  

     

 

  

 

 

 

 

 

Sunday, April 21, 2024

EL MITO DEL LÍDER: EN EVITACION DE CONFUSIONES A FUTURO

 


Hace mucho que lo pienso aunque es difícil expresarlo en unos pocos párrafos y complacer la impaciencia de los que rehúyen invertir minutos de su tiempo en evaluar e interpretar evidencias. Insisto y es lo que creo: entre el propósito y la ulterior realidad de la revolución cubana siempre hubo un distanciamiento culposo y absoluto personificado en la figura del líder.

El propósito en particular tuvo, como en muchos casos de procesos similares, raíces afincadas en necesidades inmediatas conculcadas a nivel colectivo por un régimen dictatorial precedente; así, las reivindicaciones que se proyectaban originalmente a partir de un reclamo de justicia no solo eran aparentes, la nociva influencia de un gobierno dictatorial, de facto, las justificaba desde la necesidad de una perspectiva plural y en el marco de sus circunstancias temporales.

Debe entenderse que los procesos revolucionarios, primero en la isla – colonia, luego en la isla – república, siempre fueron mediatizados por la influencia de factores diversos y ajenos que más que orientar los destinos insulares por derroteros idóneos ― algo que bien pudo ser posible ― se frsutraron ante la radicalización de ciertos liderazgos y su atomización, circunstancia incompatible con la estructuración de la democracia como forma de gobierno (algunos simplifican los hechos aludiendo al caudillismo como un vicio ancestral y, aunque en parte lleven razón, ello solo es un argumento entre otros)

Generalmente los procesos revolucionarios en la modernidad ― donde no es excepción el caso que nos ocupa ― se representan por intermedio de la subversión de un ambiente político – social enrarecido por el predominio de un voluntarismo personal hegemónico (dictaduras de derecha) o la ruptura mediante cancelación de un régimen monárquico, o producto de la pertenencia a un sistema colonial, o la presencia de un dictador que se hace con el control del poder, casi siempre, mediante el recurso de violentar la institucionalidad, aunque pueda ser necesaria cualquier transformación. Otros procesos se originan como consecuencia de la supuesta ― o real ― necesidad de un reordenamiento político que a la larga no justifica la deriva dictatorial de sus representantes (algunas de las dictaduras de izquierda) (1)

Es probable que a partir de la confusión que se crea a nivel popular dada la urgencia de la necesidad de cambios políticos, la demagogia proyectada por la persona del líder encuentre un nicho desde el cual se justifiquen los desmanes, se desconozca el criterio colectivo y se ignore como recurso una forma colegiada en la definición de las variables políticas a considerar. Entonces aparecen manifiestas las debilidades psicológicas en la personalidad del líder: el voluntarismo, el personalismo y se impone el criterio individual que suele ser irracional porque está sujeto al limitado umbral de una sola visión; no importa cuan reconocida ni brillantemente expuesta pueda ser considerada. Signada por el individualismo y aferrada a la unívoca propensión de sus particulares propósitos la imagen del líder se galvaniza y se convierte al proyectarse, potenciada, en idea infalible, concomitante de lo que debería ser su antónimo.

Fue eso lo que sucedió en Enero de 1959 en Cuba; un mito que venía gestándose con apenas un poco más de un lustro de anterioridad ― 1953 ― (2) encajó en circunstancias que se precipitaron, más que como consecuencia de una derrota, producto de la decisión de un individuo que, si bien enfrentado a una situación de desgaste en que había empeñado los escasos recursos de apoyo con que contaba, abandonó la partida antes de que el jaqueo a que estaba sometido, no solo por la acción de la guerrilla, se convirtiera en mate. Era, en añadidura, víctima del infalible desgaste del poder mediante su uso y abuso durante un largo período anterior.

En consecuencia, la realidad se impuso y trascendió al propósito; fue una necesidad del líder ― no del liderazgo, porque nunca existió como tal ― imponer su criterio como ya venía haciéndolo en función de “jefe”, comandante de una guerrilla en que sus acólitos nunca fueron otra cosa que sus subordinados desde los tiempos del enfrentamiento al ejército nacional en las serranías orientales de donde procedía y cuyo medio le era familiar en el más estricto sentido de la palabra.

Baste recordar que solo cinco meses después del triunfo, el 17 de mayo, se firmó en La Plata la primera ley de reforma agraria que no fue otra cosa que la redactada y propuesta como Ley 3 de la Sierra Maestra con ciertos empastes y añadidos jurídicos agregados y sin que el ministro de agricultura, posteriormente fusilado, comandante Humberto Sorí Marín, conociera el contenido de su articulado final antes de su promulgación; por cierto, muy criticada por ciertos elementos del PSP, incluido su secretario general Blas Roca, enfrentado por entonces a los titulares acusatorios de Revolución. El periódico, frente a los críticos titulares de Hoy, órgano oficial del PSP

Desde su residencia en Cojímar donde se originó la demanda de su aprobación definitiva, la primera ley de reforma agraria fue un acto de voluntarismo del líder, sin revisión ni sujeción a propuesta de ninguna índole para alterar su formato; o resultaba aprobada según sus presupuestos, o no lo sería (3) y, de ahí en sucesión, nada escapó al poder de su voluntad omnímoda. Uno a uno, fueron cayendo los tradicionales bastiones de resistencia cívica llegándose a una temprana coincidencia en la aplicación concreta de promesas que nunca se materializaron; la Constitución de 1940 no se reivindicó y los estatutos que el régimen anterior utilizó para gobernar sin ella fueron sustituidos por la promulgación de leyes revolucionarias que en la práctica se aplicaron mediante decretos. Es curioso observar que en tal sentido la evolución ha sido mínima y en la mayoría de los casos vinculada a la necesidad de perpetuar la voluntad unipersonal del líder y en la que tales prácticas tuvieron su origen. Ya para tiempos de la segunda ley de reforma agraria (1963), se nombró a Carlos Rafael Rodríguez de reconocida militancia comunista al frente del INRA y a conveniencia manifiesta del líder “…hay muchos comunistas honestos y sinceros cuya participación debe ser tenida en cuenta…” (4)

Entre 1959 y 1976 se entronizó otro régimen dictatorial caracterizado de izquierda  y amparado bajo el engañoso proyecto populista; el líder, teniendo como ariete el carismático efecto de su discurso  y una inusual energía para no desperdiciar oportunidad alguna de proyectarse mediante el uso ― y, sin duda, abuso ― de la palabra; acusó, impugnó, condenó, demonizó y eliminó cualquier potencial oposición, inclusive, dentro de los límites del socialismo abierta y definitivamente vinculado a las principales figuras del antiguo PSP (5) Colofón del proceso de depuración y su vínculo, vino a ser la anunciada creación del Partido Comunista y el anuncio de su comité central por el líder, actuando como juez y parte y a condición de perpetuidad.

No es propósito medular aquí, hacer historia que con más o menos detalle muchos conocen, si no, llamar la atención a cerca de que el período en cuestión le sirvió al líder para afianzar su poder personal caracterizándolo mediante una relación de equivalencia en la práctica con todos los perfiles del representante de una dictadura; eliminación física de opositores mediante la reactivación de la pena de muerte, encarcelamiento por razones políticas para quienes asumieran públicamente discrepancias con sus propuestas, propósitos y determinaciones, nepotismo evidente (las razones son obvias), control absoluto y censura de los medios de comunicación, procesos electorales espurios en esencia y amañados en sus resultados, cancelación de la separación de poderes e instauración de un gobierno de facto que por su origen debe ser catalogado como una dictadura militar, sesgo reforzado y mantenido hasta hoy.

Frente a esta cápsula definitoria y definitiva, hay poco que agregar:

Un dictador es un individuo que forma un gobierno donde toma decisiones sin limitaciones constitucionales definitivas. El dictador tiene poder absoluto. No se les responsabiliza de sus acciones y son libres de hacer lo que quieran, incluso, limitando la libertad y el derecho de los ciudadanos” (6)

Consecuentemente sobreviene un proceso de “institucionalización” (1976 – 2002) que en la práctica no fue otra cosa que el tránsito de la dictadura a la estructuración de un régimen tiránico basado en la radicalización del proceso y cimentado en el ejercicio del totalitarismo orgánico y piramidal, verticalmente estructurado mediante el unipartidismo.

El período en cuestión sirvió de marco a la precipitada intromisión de lo que hasta entonces era un notable precedente; la acción imperialista de la URSS al fomentar y consolidar su base de avanzada en el hemisferio occidental y una suerte de privilegiada acción estratégica de la expansión del “outer ring”, con especial significado en la geometría de la geopolítica y la búsqueda del equilibrio en la correlación internacional de las fuerzas que se disputaban la hegemonía en medio de la guerra fría.

La dictadura, en franco proceso de fortalecimiento y mediante su transformación en tiranía, no tuvo escrúpulos en ofrecerse como medio para la materialización de los propósitos del imperialismo soviético asumiendo y exhibiendo una total abyección al estalinismo que estuvo vigente y de cuerpo presente hasta la muerte del dictador georgiano en 1953 y, estructuralmente, en sucesivos gobiernos que después de Khrushchev llevaron al poder a Breznhniev, Andropov y a Chernenko hasta su muerte en 1985

Todo fue una copia adaptada a las condiciones del socialismo tropical y duro del reducto insular caribeño; en lo económico, la planificación a priori, base de la estructuración de la supuesta institucionalidad política y en lo militar, la reedición de los niveles de ordeno y mando de las castrenses y primitivas entidades a un nuevo formato al estilo Pacto de Varsovia, que obsoletas, aún caracterizaban los tiempos del ejército rebelde. Absolutamente nada escapó a la influencia del sovietismo que sirvió personalmente al líder para reforzar y proyectar su poder, solo que al precio de asumir el rol de adoptar, sin abandonar su tradicional e insana terquedad e indiscutida posición de liderazgo personal al interior, el papel de procónsul del sovietismo en occidente e incondicional defensor de la ideología marxista – leninista entre los países del que, aún, se definía como tercer mundo.

Mediante la elección del líder al frente de los No Alineados en la conferencia celebrada en La Habana en septiembre de 1979 y junto a la participación en el CAME desde 1972 la tiranía se afianzó mediante la galvanización económica que le proveyeron las ventajas conseguidas con relación a la URSS y el bloque euro oriental de los países bajo la férula soviética tras la terminación de la guerra mundial en 1945.

En el período cronológico descrito se puso una vez más de manifiesto el voluntarismo del líder que, al contar con significativos recursos, se desempeño como el gran hacedor en función de sus caprichos personales surgidos de su imaginación e inabordables más allá de su indiscutido criterio, todos, devenidos a la larga en graves errores conceptuales que fueron debilitando las potencialidades reales que pudieron materializarse en beneficio de la población y del país. Lo que pudo ser visto como logros positivos en materia de políticas sociales, poco a poco se fue transformando en la descapitalización y la carencia de recursos al coincidir con las descabelladas ideas y propuestas que respondían al inevitable personalismo del líder. No hay mucho que agregar ante la precipitada debacle ocasionada por la desaparición del bloque soviético a partir de 1989 y de la propia URSS en 1992

¿A dónde condujeron al país las desacertadas decisiones asumidas a contrapelo? La respuesta adoptó una rara y controversial denominación: “período especial en tiempos de paz”, aunque para la población fuera la evidencia acumulada de todo lo mal hecho y de los horrendos resultados del voluntarismo. De nueva cuenta aparecieron como consignas de resistencia ― supuestamente ― popular y revolucionaria una serie de sofismas que pretendieron eludir las causas reales de la crisis : se desempolvaron, reactivándolos, los argumentos relacionados con “el bloqueo” del que el propio líder se había proclamado vencedor en pleno apogeo de lo que el acuñó bajo la frase, bastante costosa para los proveedores, (7) de “ayuda solidaria y desinteresada de la URSS y los países del campo socialista” (sic)

A pesar de que el inicio de la década de los 90´s marcó el inicio de la crisis estructural y multiorgánica que identifica al régimen hasta hoy, tuvo un hiato con la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela; con absoluta predisposición a capitalizar mediante una solidaridad basada en la experiencia de explotar a conveniencia el parasitismo como recurso a nivel de sobrevivencia se consiguió acceder a una precaria y limitada capacidad  de equilibrio a condición del desgaste paulatino de los pocos recursos contables. Comenzó entonces un proceso de autodestrucción de la entelequia revolucionaria tipificado por una crisis no superable en el contexto de las actuales condiciones; ¿cómo negarlo cuando los hechos demuestran lo contrario?

En conclusión, una de las columnas estructurales de la demagogia, el antiyanquismo, encontró una plataforma proyectiva en el ejercicio de una actitud de sometimiento, aún más evidente y comprometedora que cualquier alusión a previas dependencias de lo foráneo en tiempos de la isla – república.

Versiones fundadas en el amañado quehacer de nuevos amanuenses (re)escribiendo a ultranza la Historia nacional, solo han conseguido que lo único real, tangible y visiblemente manifiesto sea la incontrastable realidad de que la dependencia de un régimen basado en la planificación de la economía desde arriba ― centro del poder absoluto ― va de la mano de la prevalencia del totalitarismo político conducente a la perpetuidad del socialismo duro como única alternativa y con todas las consecuencias que de ello se derivan.

Hasta donde se aprecia en los escasos remanentes dispersos del sistema sobre la geografía planetaria no es posible demostrar lo contrario. La última constitución aprobada en 2019 pone en recuadro nuevamente el papel del PCC como organismo rector del estado, la nación y la sociedad…lo que por decisión personal del líder fue reiterado en 2002 en las reformas a la constitución de 1976 atribuyéndole, no solo el papel directivo a perpetuidad, si no también acreditándole infalibilidad.

De hecho, hay lógica en la continuidad del desastre porque, ni se puede hablar de progreso, ni resistencia creativa, ni seguridad alimentaria, ni victorias pírricas 2015 que ni a instancias de tal carácter se manifiestan, Todas las medidas emanadas a partir de la gestión burocrática de tecnócratas y dirigentes políticos incondicionales no se cumplen porque no existe voluntad de cambio que ponga en perspectiva la posibilidad real de solucionar los problemas.

El discurso se hace denso y resulta motivo de incredulidad entre la población victimizada por el efecto de situaciones materiales atenazantes e inmediatas; no es posible articular uno creíble en medio de carencias elementales atribuyéndole como única causa la incidencia de elementos foráneos que cada vez más se contradicen con las insólitas y descabelladas versiones oficiales.

Julio de 2021 fue un parteaguas en la urdimbre de mentiras y despropósitos que se conjugan entre promesas a futuro reiteradamente incumplidas, porque hizo visible la participación popular en la respuesta y obligó a definiciones que develaron los verdaderos propósitos del régimen, negado a reconocer sus fallos tanto como a asumir sus responsabilidades más elementales como gobierno, mostrando a la vez una supina incapacidad y tratando de desplazar las verdaderas causas del deterioro a la tradicional querella , siempre a la mano, con EE.UU., comodín de un viejo conflicto de aproximación – evitación que, ni con mucho, desplaza en importancia al verdadero existente entre población y (des)gobierno que solo se sostiene mediante el empleo de la fuerza ejercida por los órganos reppresivos y se decanta mediante una respuesta por intermedio de la fuga masiva de los que han perdido la esperanza.

No es posible decir cómo, ni cuando se producirán cambios, ni en que sentido habrán de orientarse, pero se ha roto la inercia y la reiteración de la protesta es la prueba. Hoy, la falta de identidad entre propósitos y realidades que alguna vez signo definitivamente el proceso, se ha tornado en reconocimiento y denuncia de los únicos y verdaderos culpables y eso es importante porque esencialmente apunta hacia una interpretación colectiva de cuan erróneo significado entraña el hecho de priorizar voluntades humanas para desconocer el papel trascendental de las ideas.

NOTAS.

(1). Después del auge del Socialismo del Siglo XXI y el vínculo directo de Hugo Chávez con Heinz Dieterich, varios políticos y sus representantes de partidos de izquierda se vincularon a la teoría en Latinoamérica y sus líderes llegaron al poder mediante elecciones democráticas. Luego, el llamado Socialismo del XXI fue adquiriendo características diversas según los países y la actitud tomada por sus representantes declarados en favor de la variante propuesta por Dieterich, que ciertamente terminó rompiendo con el propio Chávez. El caso Venezuela es típico de la deriva hacia el ejercicio del poder dictatorial.

(2). Fue después del frustrado ataque al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba el 26 de Julio de 1953 que la figura de Fidel Castro adquirió proyección nacional. Hasta ese entonces era un personaje activo en el ambiente universitario de la principal casa de estudios de la capital del país donde se graduó de abogado en 1950. Mas tarde fundó el movimiento 26 de julio y organizó del yate Granma que lo llevó de México a la isla junto a otros expedicionarios, encabezando la guerra de guerrillas para sacar del poder a Fulgencio Batista.

(3). Thomas, Hugh.- CUBA: LA LUCHA POR LA LIBERTAD. Capítulo 92: Reforma Agraria: política y crisis, pp. 961 – 976 Vintage español. Random House, NY 2013 Traducción Nery Daurella.

(4). En varias de sus frecuentes comparecencias en televisión nacional, tras la eliminación de las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas), de corta vida ― poco más de un año ― y la fundación del PURSC (Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba 2015 ― Marzo de 1962) Fidel Castro comenzó a proyectarse pública y frecuentemente en favor de los líderes del PSP más conocidos. La designación de C.R.Rodríguez al frente del INRA en 1963 fue evidencia de ello; la cita es de una comparecencia en octubre de 1963.

(5). Para una historia más completa de como las relaciones entre el 26 de julio y el PSP (Partido Socialista Popular) se intensificaron en los primeros años, ver: Monahan, James y Keneth O. Gilmore: COMO EL KREMLIN SE APODERÓ DE CUBA, Editorial Diana S.A., México D.F. 1963

(6). Imaginario Andrea, 10 Características de la Dictadura. Texto en sitio de INTERNET (www.significados.com)

(7). Fogel, Jean Francois y Bertrand Rosenthal. FIN DE SIGLO EN LA HABANA (Los secretos del derrumbe de Fidel Castro) T.M. Editores, 1994, Bogotá Colombia. Tercera y cuarta partes, pp 336 - 611

Friday, April 3, 2020

EL RESULTADO DE UN BUEN DEBATE



A manera de introducción al tema:

Lo que sigue forma parte de un intercambio sostenido con un amigo a raiz de su manifiesto apoyo al criterio de establecer diferencias entre los "internacionalistas" cubanos (médicos y especialistas del ramo, en las actuales circunstancias de la pandemia que afecta al Planeta)  enviados a desempeñar funciones a diferentes paises, sus propósitos y perspectivas en lo personal y lo que como "gobierno" el estado cubano pretende conseguir con la decisión que suele tomar en estos casos.

Ciertamente hablamos de un tema que ha prevalecido entre expertos y neófitos durante mucho tiempo y, solo acudiendo a una combinación elemental de factores vinculados al elemental raciocinio, pueden encontrarse respuestas: honestidad (para aceptar de buen grado los errores cometidos) y conocimiento de las circunstancias en que se han producido los hechos (algo más difícil porque, precisamente, el tiempo transcurrido ha ido debilitando el efecto de la memoria histórica)

En acuerdo contigo acerca de que el problema sugiere un análisis más extenso aunque no necesariamente profundo ― me atrevo a decirlo, por ser más conocido ―; son dos los principales argumentos (asideros) que tendría en cuenta para referirme al tema sin excederme en lo que tanto tú, como yo, conocemos bien (la historia, minúscula, en el contexto de la propia Historia): a) la concomitante falta de visión manifiesta en abordar el problema cubano siempre desde el antagonismo ubicado en las antípodas, b) la idea de equiparar educación y adoctrinamiento (1) que siempre ha estado, y está, presente como parte del esquema de dominio a nivel de “masas” (2)  a lo largo de todo el tiempo que nos trae al presente.

Como bien sabes la pasión deja ciega a la razón, pero a su vez es parte del comportamiento humano con el añadido que los componentes culturales y de origen proveen a las circunstancias; eso que llamamos idiosincrasia. No somos anglos o teutones y la nuestra, si tuviera cabida la clasificación psicológica del carácter, sería sin dudas colérica, folklórica y benevolentemente, afro – caribeña. Según un guerrero (Gómez), “cuando llegamos, nos pasamos” y según un filósofo (Mañach); la aféresis de nuestra etnia incluye el choteo como componente; para rematar, esa ineludible caracterización hecha por Cabrera Infante: (…) no es nada fuera de lo común que los cubanos sufran de delirio de persecución, venimos de una Isla, donde la persecución es un delirio.

Hasta aquí basta para fijar límites macro - establecidos y evitar que la disquisición sea extensa e innecesariamente pormenorizada. Tales elementos circunstanciales abrieron la puerta al infausto ― e inmerecido ― destino de la nación cubana a partir de 1959, dejando su huella en cada uno de los afanes y acometimientos de tirios y troyanos. La, hasta ahora, insuperable incapacidad de comprendernos para superar nuestras limitaciones es resultado de aupar el discurso de barricada, caudillista, populista y la falta de visión para poder descubrir a tiempo el hálito fascistoide que ese discurso alentó intrínsicamente desde siempre (3)

En mi opinión, Cuba no necesitaba una revolución para retomar el camino de la democracia en el momento en que se produjo la segunda intentona desarrollada a partir del triunfo de Castro en el 59, y aunque tal planteamiento pueda ser discutible, me baso en dos aspectos: a) la falta de conciencia política del cubano fue abusada por las intenciones de un “líder” que si bien poseía un gran carisma (4) no era, ni con mucho, un individuo conocido fuera de determinado ambiente universitario (no el más puro y auténtico, por cierto) y solo en círculos de agitadores profesionales cuya plataforma de actuación también fue, en su momento, discutible. Es bueno recordar aquí que todo lo que se ha escrito desde la perspectiva del poder en Cuba después de 1959, ha tenido como objetivo reelaborar la historia en virtud de crear una nueva percepción sobre la realidad de los hechos, “líder” incluido. Por cierto, no son pocos que, ocupados en el empeño, han carecido de brillo intelectual concomitante a pesar de su integrismo oportunista y, en la actual fase de “desmerengamiento”, esas ausencias se hacen cada vez más notables en lo que se ha venido observando una vulgarización conceptual coincidente.

Eso último que apunto no es otra cosa que el resultado de una evolución dialéctica que en el concepto del minimalismo castrista adquiere un carácter contradictorio y se convierte en involución, su contrario, en contraposición a los más puros y ortodoxos paradigmas del marxismo ― sobre todo en lo económico ― y del socialismo científico, de él ― y solo de él ― entendido como meta y destino de la sociedad (comunismo)

Como librepensador que soy, estaré siempre bajo la mira de quienes les atribuyen a las ideologías una importancia medular, lo cual se presta para aupar la confusión entre “las masas” haciéndoles creer que entre democracia e ideología existe identidad, siendo esto absolutamente falso. Cada vez que toco el tema recuerdo una sencilla caracterización de O. Paz en que define la ideología como un “corsé a la libertad de pensamiento” (5) en lo que la democracia, como instancia e institución, es integrativamente representativa en cuanto política y voluntariamente aceptada como manifestación del carácter de una sociedad. Lo fue la democracia ateniense en su original manifestación bajo Pericles, hasta que fue sometida a la dictadura de Solón, primer tirano de Atenas tras la victoria del militarismo espartano ¿hay aquí casualidad o causalidad?, por demás, reiterada a lo largo de la Historia.

De manera que remontarnos a los orígenes más lejanos nos abre la posibilidad de entender el tamaño y la negativa influencia de las limitaciones interpretativas que hemos venido padeciendo: fascismo, nazismo, falangismo, marxismo – leninismo (estalinismo) y maoísmo, son ejemplos de ideologías que, aunque con diferente origen, poseen más factores integrativos de identificación que diferencias y por ello, conducen a la misma encrucijada bien descrita bajo una categoría más incluyente: el totalitarismo (6)

Todo lo anterior estuvo y ha estado presente en el proceso de origen, desarrollo y desenvolvimiento de la revolución castrista, antes, pero sobre todo a partir de la toma del poder en 1959. Valdría la pena intentar a este punto, al menos, una mención de la relación entre comunistas y revolucionarios en el proceso de marras; porque lo que se le ha vendido a la opinión pública (incluida la internacional, no versada, que es absolutamente mayoritaria) es que siempre existió una comunidad de pensamiento entre los preceptos ideológicos (marxistas y leninistas) y los diferentes grupos de revolucionarios que llegaron al poder por la vía insurreccional en 1959. Nada más lejos de la verdad porque el conocimiento teórico del grupo revolucionario era muy limitado, aún en el caso de quienes dentro de ese grupo y formando parte activa del mismo, solo tenían algunos rudimentos fundados en lecturas sectarias y parcializadas. Los más avisados en tal sentido, viejos socialistas y comunistas de formación, estuvieron a distancia de los “revolucionarios” de oficio inclusive y en muchos casos, hasta después del triunfo en que las condiciones empezaron a cambiar y el cuasi tácito pacto entre Castro y los viejos comunistas insulares comenzó a cuajar bajo el efecto de los primeros regodeos entre la URSS y Cuba y sintomáticamente, como mismo habían hecho con Batista en 1940, los comunistas comenzaron a tener un papel importante en la definición ideológica de la revolución castrista (7)

MI JUSTIFICACIÓN AL HABLAR DE LO ANTERIOR EN EL CONTEXTO DEL TEMA QUE NOS OCUPA.

Ante todo, está dada porque sin poder abordar, solo mínimamente, los antecedentes expuestos; es imposible entender la extensión del efecto ideológico en la actualidad que es, más que nada, la evidencia de la relación causa – efecto. Digamos que, pensando en lo negativo del efecto en función de las causas originales, es donde se verifica el problema de la interpretación que se hace sobre la idea subyacente en el asunto del internacionalismo (proletario), entendido como gesto de “solidaridad” y “acto de humanidad”

Personalmente no creo que en la medida del alcance de la interpretación personal de Fidel Castro haya existido la necesidad de la solidaridad y de la humanidad misma; psicológicamente, ningún sujeto afectado por la presencia de rasgos tan negativos de su personalidad como el egocentrismo, la megalomanía, la autosuficiencia, la homofobia (misoginia) como él (sin diferencias en tal sentido con respecto, por ejemplo a Donald Trump) puede reconvertir tales afectaciones circunstancialmente más allá de una pretensión personal definida en el plano de sus intereses inmediatos. Eso fue, y es lo que se pretende hacer prevalecer, a través de la idea de la “continuidad”, en la actualidad y, en cualquier caso.

En mi análisis de la situación que nos ocupa, mis consideraciones no son solo históricas y/o políticas por una razón muy elemental: la formación de todos esos profesionales no ha tenido lugar en condiciones de prevalencia de la libertad democrática (elección personal en primera instancia) y si del adoctrinamiento ideológico ¿Acaso quienes nos “formamos” en Cuba bajo la prevalencia de esas circunstancias sabemos muy bien de que se trata? Llegar a comprender, como en nuestro caso particular, lo erróneo de la imposición ideológica en el plano de la formación científica y cultural nos ha hecho pagar un precio demasiado caro: el de la desvinculación forzosa con respecto a nuestro origen y las secuelas a resulta de ello.

No discuto la calidad, el nivel científico o técnico que, aún a pesar de las dificultades materiales producto de inapropiadas e insuperadas situaciones, poseen los profesionales cubanos. Pero lo que si puedo asegurarte que ninguno de esos médicos ha conocido, como parte de su formación, sobre todo, cultural y general, la influencia de la libertad de cátedra; no es algo que los que lo sabemos criticamos por insensato, lo dicen ellos mismos, los que tienen a su cargo el control de las principales instituciones educacionales a nivel superior: (…) no puede ser capacidad manifiesta, ni bagaje, ni contexto de un profesor universitario en Cuba (la libre cátedra), e implícitamente descaracterizada por quien no comparta las ideas de Fidel y nuestra Revolución (…) De tal suerte, e ahí por qué ante cualquier otro presupuesto, un cuadro con la imagen de F.Castro debe sustentar el indigno propósito demagógico que empaña cualquier virtud de un potencial gesto humano y solidario. Es como tocar a degüello sobre la aporreada sensibilidad de propios y extraños. Un acto de hipocresía, donde personas son manejadas por intereses que, a fuerza, se hacen prevalecer sobre los sentimientos personales. Si de alguna manera pudiera estar de acuerdo, sería tras escuchar a esos médicos manifestar su pensamiento sin afeites, encubrimientos o justificaciones baladíes; algo que muchos han hecho, solo un día después de desertar.

Pensarás que exijo demasiado, pero lo cierto es que no hay correspondencia entre lo que se manifiesta y lo que se pretende; es lo mismo que sucede con artistas, deportistas, intelectuales. Ejemplos sobran; el asunto está en que no todos están dispuestos a asumir las consecuencias y otros son, verdaderamente, portadores de un ADN demasiado rojo. Hay quien se muere de viejo y termina por matarlo alguna enfermedad de la que nunca tuvo conciencia o percibió los síntomas, otros hacen de la doble moral un standard (conozco a varios en tal caso) y los menos, optamos por marcharnos o aceptar el ostracismo como parte del duro sacrificio del insilio (al interior)

¿De qué vale entonces, la humanidad, la capacidad de raciocinio y de discernimiento? Si la manipulación se impone para garantizar la expansión de la ideología contra los derechos individuales ― y humanos ― el resultado final, buenas intenciones incluidas, se cancela, queda invalidado; se trata de una manifestación de la usura que no solo cobra sus réditos en metálico (lo que también hace, y por cierto, de una forma leonina) sino a cualquier plazo posible y mediante el establecimiento de su dominio de “las masas” a través de una discursiva escudada en la parafernalia ideológica.

ASPECTOS INMEDIATOS QUE SUGIEREN ALGUNA CONSIDERACIÓN

Deseo recordarte la importancia de poner en relieve algo de lo que te comenté sobre otros profesionales de la salud que se han establecido en diferentes países y que ante una situación de urgencia como la actual han solicitado se les permita poner en práctica su voluntad de ayudar, voluntariamente, sin costo para los beneficiados (a ningún nivel) y con conocimiento del idioma en cada caso ¿Cómo entender que Cuba ofrezca sus médicos a cuanto lugar lo solicite y en el caso de Italia, documentado, se le haya negado la colaboración a médicos y enfermeros venezolanos (más de 200) que residen permanentemente en el país y mal que bien hablan italiano? El motivo expuesto ha sido la falta de homologación; luego, cabe preguntarse, ¿lo están los galenos cubanos y/o auxiliares? ¿No hay una evidencia en esa actitud de politización de las circunstancias?, ¿por qué tiene que reconocerse como erróneo el resultado de una evaluación que, nosotros mismos entendemos y aceptamos, que implica el hecho de hacer prevalecer el aspecto propagandístico (refiriéndome benignamente al “corsé ideológico” como una categoría genéricamente inclusiva)?

La inmediatez de algunas circunstancias que, además, siempre han estado presentes, como la insensatez de la política norteamericana hacia Cuba que cuando mejor manejada ha estado, también se ha estrellado contra el valladar de la intransigencia en ambos lados, la falta de información (aspecto que a pesar de acusar algunos avances sigue estando bajo control) y la relativa y justificada interpretación de las circunstancias a nivel de la población en consonancia con la gravitación de factores voluntarios y aleatorios sobre su percepción, empero; no justifica el vicio reiterado de un régimen amoral e insolente que entronizó en la conciencia popular la mentira como parapeto de sus inmundicias; al fin, como es característico del fascismo y del marxismo – leninismo que bajo la influencia de determinadas circunstancias se acercan más de lo que muchos creen.

Creo que, al menos en mi caso, la factualidad de las circunstancias determina mi interpretación de los hechos.

Notas. -

(1). Educación y Adoctrinamiento. En: http://collagecubano.blogspot.com/ Perdona que me cite, pero se trata de una digresión conceptual que me parece oportuno traer a colación en el contexto.

(2). Muy conocida, así como también oportuna la conceptualización que hace Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas, su más conocido ensayo (1929) y que de alguna manera enfrenta en la inmediata primera post guerra su interpretación  a la de clases, desde la óptica del marxismo:
“Este hombre masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales
“Más que un hombre, es solo un caparazón de hombre…”

(3). Es conocido el vínculo entre algunas frases y enfoques de la Historia me Absolverá y Mi Lucha (Mein Kampf) de A. Hitler; sobre todo el final del Manifiesto Castrista, luego conocido como Programa del Moncada y donde se expresa la frase que da título al texto: “…condenadme, no importa, la Historia me absolverá. Curiosamente, no fue la única vez en que reminiscencias fascistoides se manifestaron en frases trascendentes de Castro; la otra, bien conocida es la pronunciada en el contexto de Palabras a los Intelectuales (1961): “…dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada…”
Es una alegoría directa a la frase del ideólogo del fascismo italiano Giovanni Gentile, uno de los paradigmas de Benito Mussolini: “…todo con el estado, fuera de éste nada…”

(4). Hay muy buenas caracterizaciones en el libro Redentores de Enrique Krauze, entre ellas las de Castro, Ernesto Ché Guevara y Hugo Chávez.

(5) En una recopilación de artículos realizada por el propio Krauze y Octavio paz: América Latina: Desventuras de la Democracia, hay un artículo (un mini ensayo, más bien) de Octavio Paz bajo el título de: La Democracia en América Latina y en el que Paz hace juicios muy acertados acerca del argumento ideológico, su perniciosa influencia y se refiere, explícitamente, al caso cubano y la revolución castrista. De allí, esa caracterización por él hecha de “corsé” al referirse a la ideología como limitación del pensamiento.

(6). La caracterización, clásica, de H. Arendt en la percepción de humanismo vs. Totalitarismo y su influencia en el mundo posmoderno.

(7). De las inconsistencias en las relaciones habidas entre comunistas ("pesepesistas"a quienes propiamente les gustaba llamarse y ser llamados de ese modo ― comunistas) y revolucionarios, hasta el hecho concreto de la fundación del INRA y el nombramiento como su presidente de Carlos Rafael Rodríguez en que ya se perfila un derrotero castrista al ámbito de la influencia comunista más tradicional ― PSP; se conoce bastante entre historiadores e investigadores de oficio. Luego vienen las EBIR y las ESBIR ― estadío superior, solo superado a posteriori por las “comisiones de orientación revolucionaria” y las Escuelas del Partido Comunista desde los niveles de base a la Nacional (Ñico López) donde elementos como Fabio Grobart, Osvaldo Sánchez y Leonel Soto, entre los más conocidos y notorios, desempeñaron un papel en el diseño del adoctrinamiento a nivel de población en los comienzos.