Hace mucho que lo pienso aunque es difícil expresarlo
en unos pocos párrafos y complacer la impaciencia de los que rehúyen invertir
minutos de su tiempo en evaluar e interpretar evidencias. Insisto y es lo que
creo: entre el propósito y la ulterior realidad de la revolución cubana siempre
hubo un distanciamiento culposo y absoluto personificado en la figura del
líder.
El propósito en particular tuvo, como en muchos casos
de procesos similares, raíces afincadas en necesidades inmediatas conculcadas a
nivel colectivo por un régimen dictatorial precedente; así, las
reivindicaciones que se proyectaban originalmente a partir de un reclamo de
justicia no solo eran aparentes, la nociva influencia de un gobierno
dictatorial, de facto, las justificaba desde la necesidad de una perspectiva
plural y en el marco de sus circunstancias temporales.
Debe entenderse que los procesos revolucionarios,
primero en la isla – colonia, luego en la isla – república, siempre fueron
mediatizados por la influencia de factores diversos y ajenos que más que
orientar los destinos insulares por derroteros idóneos ― algo que bien pudo ser
posible ― se frsutraron ante la radicalización de ciertos liderazgos y su
atomización, circunstancia incompatible con la estructuración de la democracia
como forma de gobierno (algunos simplifican los hechos aludiendo al caudillismo
como un vicio ancestral y, aunque en parte lleven razón, ello solo es un
argumento entre otros)
Generalmente los procesos revolucionarios en la
modernidad ― donde no es excepción el caso que nos ocupa ― se representan por
intermedio de la subversión de un ambiente político – social enrarecido por el
predominio de un voluntarismo personal hegemónico (dictaduras de derecha) o la
ruptura mediante cancelación de un régimen monárquico, o producto de la
pertenencia a un sistema colonial, o la presencia de un dictador que se hace
con el control del poder, casi siempre, mediante el recurso de violentar la institucionalidad,
aunque pueda ser necesaria cualquier transformación. Otros procesos se originan
como consecuencia de la supuesta ― o real ― necesidad de un reordenamiento
político que a la larga no justifica la deriva dictatorial de sus
representantes (algunas de las dictaduras de izquierda) (1)
Es probable que a partir de la confusión que se crea a
nivel popular dada la urgencia de la necesidad de cambios políticos, la
demagogia proyectada por la persona del líder encuentre un nicho desde el cual
se justifiquen los desmanes, se desconozca el criterio colectivo y se ignore
como recurso una forma colegiada en la definición de las variables políticas a
considerar. Entonces aparecen manifiestas las debilidades psicológicas en la
personalidad del líder: el voluntarismo, el personalismo y se impone el criterio
individual que suele ser irracional porque está sujeto al limitado umbral de
una sola visión; no importa cuan reconocida ni brillantemente expuesta pueda
ser considerada. Signada por el individualismo y aferrada a la unívoca
propensión de sus particulares propósitos la imagen del líder se galvaniza y se
convierte al proyectarse, potenciada, en idea infalible, concomitante de lo que
debería ser su antónimo.
Fue eso lo que sucedió en Enero de 1959 en Cuba; un
mito que venía gestándose con apenas un poco más de un lustro de anterioridad ―
1953 ― (2) encajó en circunstancias que se precipitaron, más que como
consecuencia de una derrota, producto de la decisión de un individuo que, si
bien enfrentado a una situación de desgaste en que había empeñado los escasos
recursos de apoyo con que contaba, abandonó la partida antes de que el jaqueo a
que estaba sometido, no solo por la acción de la guerrilla, se convirtiera en
mate. Era, en añadidura, víctima del infalible desgaste del poder mediante su
uso y abuso durante un largo período anterior.
En consecuencia, la realidad se impuso y trascendió al
propósito; fue una necesidad del líder ― no del liderazgo, porque nunca existió
como tal ― imponer su criterio como ya venía haciéndolo en función de “jefe”,
comandante de una guerrilla en que sus acólitos nunca fueron otra cosa que sus
subordinados desde los tiempos del enfrentamiento al ejército nacional en las
serranías orientales de donde procedía y cuyo medio le era familiar en el más
estricto sentido de la palabra.
Baste recordar que solo cinco meses después del
triunfo, el 17 de mayo, se firmó en La Plata la primera ley de reforma agraria
que no fue otra cosa que la redactada y propuesta como Ley 3 de la Sierra
Maestra con ciertos empastes y añadidos jurídicos agregados y sin que el
ministro de agricultura, posteriormente fusilado, comandante Humberto Sorí
Marín, conociera el contenido de su articulado final antes de su promulgación;
por cierto, muy criticada por ciertos elementos del PSP, incluido su secretario
general Blas Roca, enfrentado por entonces a los titulares acusatorios de
Revolución. El periódico, frente a los críticos titulares de Hoy, órgano
oficial del PSP
Desde su residencia en Cojímar donde se originó la
demanda de su aprobación definitiva, la primera ley de reforma agraria fue un
acto de voluntarismo del líder, sin revisión ni sujeción a propuesta de ninguna
índole para alterar su formato; o resultaba aprobada según sus presupuestos, o
no lo sería (3) y, de ahí en sucesión, nada escapó al poder de su voluntad
omnímoda. Uno a uno, fueron cayendo los tradicionales bastiones de resistencia
cívica llegándose a una temprana coincidencia en la aplicación concreta de
promesas que nunca se materializaron; la Constitución de 1940 no se reivindicó
y los estatutos que el régimen anterior utilizó para gobernar sin ella fueron
sustituidos por la promulgación de leyes revolucionarias que en la práctica se
aplicaron mediante decretos. Es curioso observar que en tal sentido la
evolución ha sido mínima y en la mayoría de los casos vinculada a la necesidad
de perpetuar la voluntad unipersonal del líder y en la que tales prácticas
tuvieron su origen. Ya para tiempos de la segunda ley de reforma agraria
(1963), se nombró a Carlos Rafael Rodríguez de reconocida militancia comunista
al frente del INRA y a conveniencia manifiesta del líder “…hay muchos
comunistas honestos y sinceros cuya participación debe ser tenida en cuenta…”
(4)
Entre 1959 y 1976 se entronizó otro régimen
dictatorial caracterizado de izquierda y
amparado bajo el engañoso proyecto populista; el líder, teniendo como ariete el
carismático efecto de su discurso y una
inusual energía para no desperdiciar oportunidad alguna de proyectarse mediante
el uso ― y, sin duda, abuso ― de la palabra; acusó, impugnó, condenó, demonizó
y eliminó cualquier potencial oposición, inclusive, dentro de los límites del
socialismo abierta y definitivamente vinculado a las principales figuras del
antiguo PSP (5) Colofón del proceso de depuración y su vínculo, vino a ser la
anunciada creación del Partido Comunista y el anuncio de su comité central por
el líder, actuando como juez y parte y a condición de perpetuidad.
No es propósito medular aquí, hacer historia que con
más o menos detalle muchos conocen, si no, llamar la atención a cerca de que el
período en cuestión le sirvió al líder para afianzar su poder personal
caracterizándolo mediante una relación de equivalencia en la práctica con todos
los perfiles del representante de una dictadura; eliminación física de
opositores mediante la reactivación de la pena de muerte, encarcelamiento por
razones políticas para quienes asumieran públicamente discrepancias con sus propuestas,
propósitos y determinaciones, nepotismo evidente (las razones son obvias),
control absoluto y censura de los medios de comunicación, procesos electorales
espurios en esencia y amañados en sus resultados, cancelación de la separación
de poderes e instauración de un gobierno de facto que por su origen debe ser
catalogado como una dictadura militar, sesgo reforzado y mantenido hasta hoy.
Frente a esta cápsula definitoria y definitiva, hay
poco que agregar:
“Un dictador es un individuo que forma un gobierno
donde toma decisiones sin limitaciones constitucionales definitivas. El
dictador tiene poder absoluto. No se les responsabiliza de sus acciones y son
libres de hacer lo que quieran, incluso, limitando la libertad y el derecho de
los ciudadanos” (6)
Consecuentemente sobreviene un proceso de
“institucionalización” (1976 – 2002) que en la práctica no fue otra cosa que el
tránsito de la dictadura a la estructuración de un régimen tiránico basado en
la radicalización del proceso y cimentado en el ejercicio del totalitarismo
orgánico y piramidal, verticalmente estructurado mediante el unipartidismo.
El período en cuestión sirvió de marco a la
precipitada intromisión de lo que hasta entonces era un notable precedente; la
acción imperialista de la URSS al fomentar y consolidar su base de avanzada en
el hemisferio occidental y una suerte de privilegiada acción estratégica de la
expansión del “outer ring”, con especial significado en la geometría de la
geopolítica y la búsqueda del equilibrio en la correlación internacional de las
fuerzas que se disputaban la hegemonía en medio de la guerra fría.
La dictadura, en franco proceso de fortalecimiento y
mediante su transformación en tiranía, no tuvo escrúpulos en ofrecerse como
medio para la materialización de los propósitos del imperialismo soviético
asumiendo y exhibiendo una total abyección al estalinismo que estuvo vigente y
de cuerpo presente hasta la muerte del dictador georgiano en 1953 y,
estructuralmente, en sucesivos gobiernos que después de Khrushchev llevaron al
poder a Breznhniev, Andropov y a Chernenko hasta su muerte en 1985
Todo fue una copia adaptada a las condiciones del
socialismo tropical y duro del reducto insular caribeño; en lo económico, la
planificación a priori, base de la estructuración de la supuesta
institucionalidad política y en lo militar, la reedición de los niveles de
ordeno y mando de las castrenses y primitivas entidades a un nuevo formato al
estilo Pacto de Varsovia, que obsoletas, aún caracterizaban los tiempos del
ejército rebelde. Absolutamente nada escapó a la influencia del sovietismo que
sirvió personalmente al líder para reforzar y proyectar su poder, solo que al
precio de asumir el rol de adoptar, sin abandonar su tradicional e insana
terquedad e indiscutida posición de liderazgo personal al interior, el papel de
procónsul del sovietismo en occidente e incondicional defensor de la ideología
marxista – leninista entre los países del que, aún, se definía como tercer
mundo.
Mediante la elección del líder al frente de los No
Alineados en la conferencia celebrada en La Habana en septiembre de 1979 y
junto a la participación en el CAME desde 1972 la tiranía se afianzó mediante
la galvanización económica que le proveyeron las ventajas conseguidas con
relación a la URSS y el bloque euro oriental de los países bajo la férula
soviética tras la terminación de la guerra mundial en 1945.
En el período cronológico descrito se puso una vez más
de manifiesto el voluntarismo del líder que, al contar con significativos
recursos, se desempeño como el gran hacedor en función de sus caprichos
personales surgidos de su imaginación e inabordables más allá de su indiscutido
criterio, todos, devenidos a la larga en graves errores conceptuales que fueron
debilitando las potencialidades reales que pudieron materializarse en beneficio
de la población y del país. Lo que pudo ser visto como logros positivos en
materia de políticas sociales, poco a poco se fue transformando en la
descapitalización y la carencia de recursos al coincidir con las descabelladas
ideas y propuestas que respondían al inevitable personalismo del líder. No hay
mucho que agregar ante la precipitada debacle ocasionada por la desaparición
del bloque soviético a partir de 1989 y de la propia URSS en 1992
¿A dónde condujeron al país las desacertadas
decisiones asumidas a contrapelo? La respuesta adoptó una rara y controversial
denominación: “período especial en tiempos de paz”, aunque para la población
fuera la evidencia acumulada de todo lo mal hecho y de los horrendos resultados
del voluntarismo. De nueva cuenta aparecieron como consignas de resistencia ―
supuestamente ― popular y revolucionaria una serie de sofismas que pretendieron
eludir las causas reales de la crisis : se desempolvaron, reactivándolos, los
argumentos relacionados con “el bloqueo” del que el propio líder se había
proclamado vencedor en pleno apogeo de lo que el acuñó bajo la frase, bastante
costosa para los proveedores, (7) de “ayuda solidaria y desinteresada de la
URSS y los países del campo socialista” (sic)
A pesar de que el inicio de la década de los 90´s
marcó el inicio de la crisis estructural y multiorgánica que identifica al
régimen hasta hoy, tuvo un hiato con la llegada al poder de Hugo Chávez en
Venezuela; con absoluta predisposición a capitalizar mediante una solidaridad
basada en la experiencia de explotar a conveniencia el parasitismo como recurso
a nivel de sobrevivencia se consiguió acceder a una precaria y limitada
capacidad de equilibrio a condición del
desgaste paulatino de los pocos recursos contables. Comenzó entonces un proceso
de autodestrucción de la entelequia revolucionaria tipificado por una crisis no
superable en el contexto de las actuales condiciones; ¿cómo negarlo cuando los
hechos demuestran lo contrario?
En conclusión, una de las columnas estructurales de la
demagogia, el antiyanquismo, encontró una plataforma proyectiva en el ejercicio
de una actitud de sometimiento, aún más evidente y comprometedora que cualquier
alusión a previas dependencias de lo foráneo en tiempos de la isla – república.
Versiones fundadas en el amañado quehacer de nuevos
amanuenses (re)escribiendo a ultranza la Historia nacional, solo han conseguido
que lo único real, tangible y visiblemente manifiesto sea la incontrastable
realidad de que la dependencia de un régimen basado en la planificación de la
economía desde arriba ― centro del poder absoluto ― va de la mano de la
prevalencia del totalitarismo político conducente a la perpetuidad del
socialismo duro como única alternativa y con todas las consecuencias que de
ello se derivan.
Hasta donde se aprecia en los escasos remanentes
dispersos del sistema sobre la geografía planetaria no es posible demostrar lo
contrario. La última constitución aprobada en 2019 pone en recuadro nuevamente
el papel del PCC como organismo rector del estado, la nación y la sociedad…lo
que por decisión personal del líder fue reiterado en 2002 en las reformas a la
constitución de 1976 atribuyéndole, no solo el papel directivo a perpetuidad,
si no también acreditándole infalibilidad.
De hecho, hay lógica en la continuidad del desastre
porque, ni se puede hablar de progreso, ni resistencia creativa, ni seguridad
alimentaria, ni victorias pírricas 2015 que ni a instancias de tal carácter se
manifiestan, Todas las medidas emanadas a partir de la gestión burocrática de
tecnócratas y dirigentes políticos incondicionales no se cumplen porque no
existe voluntad de cambio que ponga en perspectiva la posibilidad real de
solucionar los problemas.
El discurso se hace denso y resulta motivo de
incredulidad entre la población victimizada por el efecto de situaciones
materiales atenazantes e inmediatas; no es posible articular uno creíble en
medio de carencias elementales atribuyéndole como única causa la incidencia de
elementos foráneos que cada vez más se contradicen con las insólitas y
descabelladas versiones oficiales.
Julio de 2021 fue un parteaguas en la urdimbre de
mentiras y despropósitos que se conjugan entre promesas a futuro reiteradamente
incumplidas, porque hizo visible la participación popular en la respuesta y
obligó a definiciones que develaron los verdaderos propósitos del régimen, negado
a reconocer sus fallos tanto como a asumir sus responsabilidades más
elementales como gobierno, mostrando a la vez una supina incapacidad y tratando
de desplazar las verdaderas causas del deterioro a la tradicional querella ,
siempre a la mano, con EE.UU., comodín de un viejo conflicto de aproximación –
evitación que, ni con mucho, desplaza en importancia al verdadero existente
entre población y (des)gobierno que solo se sostiene mediante el empleo de la
fuerza ejercida por los órganos reppresivos y se decanta mediante una respuesta
por intermedio de la fuga masiva de los que han perdido la esperanza.
No es posible decir cómo, ni cuando se producirán
cambios, ni en que sentido habrán de orientarse, pero se ha roto la inercia y
la reiteración de la protesta es la prueba. Hoy, la falta de identidad entre
propósitos y realidades que alguna vez signo definitivamente el proceso,
se ha tornado en reconocimiento y denuncia de los únicos y verdaderos culpables
y eso es importante porque esencialmente apunta hacia una interpretación
colectiva de cuan erróneo significado entraña el hecho de priorizar voluntades
humanas para desconocer el papel trascendental de las ideas.
NOTAS.
(1). Después del auge del Socialismo del Siglo XXI y
el vínculo directo de Hugo Chávez con Heinz Dieterich, varios políticos y sus
representantes de partidos de izquierda se vincularon a la teoría en
Latinoamérica y sus líderes llegaron al poder mediante elecciones democráticas.
Luego, el llamado Socialismo del XXI fue adquiriendo características diversas
según los países y la actitud tomada por sus representantes declarados en favor
de la variante propuesta por Dieterich, que ciertamente terminó rompiendo con
el propio Chávez. El caso Venezuela es típico de la deriva hacia el ejercicio
del poder dictatorial.
(2). Fue después del frustrado ataque al Cuartel
Moncada en Santiago de Cuba el 26 de Julio de 1953 que la figura de Fidel
Castro adquirió proyección nacional. Hasta ese entonces era un personaje activo
en el ambiente universitario de la principal casa de estudios de la capital del
país donde se graduó de abogado en 1950. Mas tarde fundó el movimiento 26 de
julio y organizó del yate Granma que lo llevó de México a la isla junto a otros
expedicionarios, encabezando la guerra de guerrillas para sacar del poder a
Fulgencio Batista.
(3). Thomas, Hugh.- CUBA: LA LUCHA POR LA LIBERTAD.
Capítulo 92: Reforma Agraria: política y crisis, pp. 961 – 976 Vintage español.
Random House, NY 2013 Traducción Nery Daurella.
(4). En varias de sus frecuentes comparecencias en
televisión nacional, tras la eliminación de las ORI (Organizaciones
Revolucionarias Integradas), de corta vida ― poco más de un año ― y la
fundación del PURSC (Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba 2015 ―
Marzo de 1962) Fidel Castro comenzó a proyectarse pública y frecuentemente en
favor de los líderes del PSP más conocidos. La designación de C.R.Rodríguez al
frente del INRA en 1963 fue evidencia de ello; la cita es de una comparecencia
en octubre de 1963.
(5). Para una historia más completa de como las
relaciones entre el 26 de julio y el PSP (Partido Socialista Popular) se
intensificaron en los primeros años, ver: Monahan, James y Keneth O. Gilmore:
COMO EL KREMLIN SE APODERÓ DE CUBA, Editorial Diana S.A., México D.F. 1963
(6). Imaginario Andrea, 10 Características de la
Dictadura. Texto en sitio de INTERNET (www.significados.com)
(7). Fogel, Jean
Francois y Bertrand Rosenthal. FIN
DE SIGLO EN LA HABANA (Los secretos del derrumbe de Fidel Castro) T.M.
Editores, 1994, Bogotá Colombia. Tercera y cuarta partes, pp 336 - 611